Berta Isla - Javier Marías
He abandonado mi lectura anterior a esta. Es algo que casi nunca hago. También es algo que he aprendido a hacer en los últimos años. Antes me sentía culpable por ello (qué tontería, ni que las hojas de papel impresas o la tinta electrónica tuviesen sentimientos, ni que los personajes fuesen reales y fuesen por tanto a sentirse abandonados, ni que el autor o autora fueran a saber de mi abandono y a sufrir por ello). De hecho, aún me sigo sintiendo un poco así. Ocurre también que me corroen las dudas. Tal vez si sigo un poco más el libro mejore. Pero, claro, si sigo mucho más para lo que queda por leer pues ya lo termino o con lo que tengo ya leído cómo lo voy a abandonar. Además, a veces la perseverancia tiene premio. Si no fuese por ella me hubiese perdido a Faulkner, hubiera también dejado en la estacada a mi adorada y adoptada Marina Tsvietáieva. Cierto es que ambos son autores que requieren esfuerzo. En el caso de mi Marina, además, es necesario un período de adaptación a su forma de escribir. Creo que es por ello por lo que mis tentativas de abandono cada vez están menos relacionadas con que una lectura se me haga costosa. Mis últimos abandonos tienen más que ver con una falta de aporte, con una carencia indefinible. Y ese es, precisamente, el motivo por el que he abandonado Volver a casa, de Yaa Gyasi, la autora elegida para el viaje a África de este año en el club de lectura Viajar leyendo autoras. Os cuento de qué libro se trata por si sentís curiosidad, en ningún modo para disuadiros de su lectura. No me parece un mal libro y no sé de nadie que lo haya leído y que no le haya no solo gustado sino encantado. En mi caso lo empecé con agrado pero a medida que iba avanzando en la lectura me iba faltando algo que no tenía visos de aparecer (tal vez porque ese algo o se tiene o no se tiene). Así que decidí abandonarlo antes de que la cuantía de páginas leídas me obligara en cierto modo a continuar y terminarlo. Al igual que tengo un instinto (como la mayoría de lectores tenemos) que muy pocas veces me falla para detectar los libros que son para mí, creo que estoy comenzando a desarrollar otro para detectar aquello otros que he de abandonar (claro que, como no los termino, nunca podré realmente comprobar la fiabilidad del mismo), por lo que creo que fue una decisión acertada. Y es que me sentía impaciente, con la mente fuera de la historia y puesta en cambio en las lecturas que quería leer a continuación. En mi descargo diré que pienso que esto es algo que probablemente sea un abandono mayor hacia las páginas de papel impresas, los personajes y la autora que el abandono de la novela en sí.
Me fui, pues, a una de esas otras lecturas que me estaban esperando. Volví a Javier Marías. Casi cinco años han pasado desde la última vez que lo leí. Y es que me da una pereza infinita ponerme con este hombre. Es algo que me pasa con algunos autores como, por ejemplo, y ya que lo he citado, William Faulkner. Es una pereza en este caso no indefinible pero sí injustificable porque sé que en cuanto me pongo con ellos me desperezo y no me traen sino satisfacción. Así que comienzo a leer a Javier Marías y ya está. Ahí está. Desde el primer párrafo. Lo que se tiene o no se tiene y que los libros del madrileño tienen. Lo contrario a la carencia indefinible pero que también soy incapaz de definir. Esto lo tiene Javier Marías a pesar de que es él, Marías. A pesar de que le da vueltas continuamente a las mismas ideas. A pesar de que en ocasiones parece que en todos sus libros habla de lo mismo (en este bastante menos que en los anteriores suyos que he leído). Y a pesar de que no creo que la novela suya que leo sea la mejor de sus novelas. Se me va así la impaciencia. Ya no importan las lecturas que me esperan ni la que acabo de abandonar. Lo mejor que nos puede regalar un libro es momento presente.
Lo que Berta no narra porque no sabe nos lo cuenta un narrador omnisciente. Así sabemos cosas de él que ella ignora. Por él quiero decir por aquel que dormita y respira junto a Berta, aquel que reposa la cabeza en esa almohada que cada vez es menos del matrimonio que forman ambos y cada vez más de Berta. Él es Tomás Nevinson y casi se me antoja tan protagonista de esta novela como su cónyuge a pesar de que Javier Marías le escribió con posterioridad otra novela que protagoniza y que lleva por título su nombre.
Tomás Nevinson es a Berta Isla ese libro que se decide de antemano que hay que leer hasta el final. Berta Isla es para Tomás Nevinson un libro que bien podría titularse como el que yo abandoné antes de comenzar este, no porque la abandone, que en cierto modo lo hace, sino porque volver a ella es para él como volver a casa, incluso como volver a sí mismo, si es que él (o alguien) sabe quién es él en realidad. Javier Marías es a mí lo que es mi culpabilidad por abandonar un libro, mi indecisión por no saber si hago bien en dejarlo, ese reconcomerse por rechazar lo que quizás hubiera deparado el camino descartado, la ignorancia sobre lo que traerá el camino iniciado, pues «al fin y al cabo nunca se sabe si se perjudica a alguien hasta que su historia está completa, y eso tarda»; es, en fin, dicotomía pura. Y yo soy a esta reseña, salvando las distancias, por supuesto, lo que Javier Marías es a esta novela. Yo uso mi lectura abandonada a mi antojo e interés para hablaros de mi lectura no abandonada como Marías uso a sus personajes para hablarnos de lo que le viene en gana. Y eso, en esta novela, se le nota, muy poco pero se le nota.
Berta y Tomás se conocen siendo muy jóvenes durante la última etapa del franquismo (la novela avanzará hasta la década de los noventa del pasado siglo). Son tiempos de liberación sexual pero también años en los que todavía se 'respeta' al partenaire con el que se va 'en serio'. Son tiempos en los que todavía se estila que cuando una mujer se casa pase a llamarse mujer de. Y Berta anhela eso. Aspira a convertirse en Berta Isla de Nevinson. Podría incluso decirse que lo decide y que apochina dignamente con su decisión. Y es que «mucho hay que haber perdido antes de renunciar a lo que se tiene, más aún si lo que se tiene responde a un propósito antiguo, a una determinación con elementos de obstinación. Uno va reduciendo sus ímpetus y sus expectativas, se va conformando con versiones deterioradas de lo que quiso alcanzar o creyó haber alcanzado, en todas las fases de la vida se admiten rebajas y desperfectos, se van dejando de lado exigencias».
Se casan cuando Tomás regresa de Oxford tras concluir sus estudios universitarios. Sin embargo, el Tomás que regresa no es el mismo que el que se fue. Está más ausente, carente de expectativas, como si algo le inquietara profundamente. Berta percibe ese cambio pero no sabe a qué es debido. Nosotros sí sabemos. A nosotros sí nos cuenta ese narrador omnisciente lo que a Tomás le pasó en Oxford. Sabemos «qué estúpidos son los días, qué estúpido puede ser cualquier día, uno ignora cuál y se adentra festivamente en el que debería haber evitado, no hay forma de adivinar cuál será el de maldición y tajo y fuego, el de garganta del mar y el que lo quiebra todo», y asistimos a ese día en el que Tomás se adentró ignorante y festivamente y que ocasionó la relegación de Berta a la categoría de volver a casa y la apertura de un nuevo libro inescrutable, peligroso, quién sabe si también fascinante y adictivo. Un día y una decisión que Tomás no eligió, aunque «no elegir no es una ofensa, es lo acostumbrado. Sigue siéndolo en la mayor parte del mundo, lo mismo que en nuestros países, pese al espejismo colectivo», e incluso tal vez cuando uno piensa que no está eligiendo inconscientemente lo está haciendo.
Foreign Office, fotografía de Foreign, Commonwealth & Development Office bajo licencia CC BY 2.0 |
Tumbas británicas durante la guerra de la Malvinas (Ajax Bay, Falkland Islands, 1982) Fotografía de Ken Griffiths bajo licencia CC-BY SA 3.0 |
Berta Isla es la historia de la espera de Berta Isla. A su regreso de Oxford Tomás comienza a trabajar en la embajada británica en Madrid, la tapadera perfecta para viajar periódicamente a Inglaterra por motivos de trabajo. Berta le espera en sus ausencias, en cierto modo se habitúa a ellas. Suelen tratarse de dos, a lo sumo tres meses, pero quién sabe si algún día la ausencia se dilatará, si Berta se quedará colgada en esa espera, en «la pérdida sin clausura ni corroboración, la que más encadena y la peor». Sin embargo, «cuando uno espera demasiado se le acaba creando un sentimiento ambivalente o contradictorio: descubre que se ha acostumbrado a esperar y que tal vez ya no quiere otra cosa. No quiere que eso se interrumpa o toque a su fin con la llamada esperada, con la llegada esperada, con la reaparición ansiada, y aún menos quiere lo contrario, que se le anuncie que eso no se va a producir, que se le diga que su marido jamás va a dar señales de vida ni a regresar. Esto segundo es más grave y más dramático, claro, pero las dos posibilidades suponen lo mismo: el término de la expectativa y de la incertidumbre, a las que uno se acomoda tanto que prefiere no salir de ellas, que no le quiten el motivo por el que se levanta ni el pensamiento con el que se acuesta, que no lo muevan de ahí. [...] Es mejor lo que tengo ahora, quizá. Es la ilusión de lo venidero, a la que puedo dar cualquier forma, lo venidero se puede moldear. Puedo fantasear». No en vano la esperanza es prima hermana de la espera.
Berta Isla es una novela de Javier Marías y eso se nota. Se nota por su prosa envolvente que te coge de la mano desde la primera frase y no te suelta hasta el final. Se nota por las encrucijadas sin salida y sin escapatoria que plantea. Se nota por el hilo de sus reflexiones y su simbiosis con la trama. Se nota, como ya he comentado, por la reiteración de las mismas, aunque, al contrario de lo que sucede con otros autores, no es algo que canse ni agote. Se nota por las referencias literarias. En este caso no alude a una única obra que acompaña al autor en sus reflexiones a lo largo de la historia como ocurre en algunas de sus otras novelas (sucediendo, así, que uno termina las mismas queriendo lanzarse a leer la obra aludida). En este caso se trata de un picoteo compuesto, entre otros aperitivos, por versos de T. S. Eliot, El coronel Chabert de Honoré de Balzac (obra de la que ya sabía por Los enamoramientos), Enrique V de William Shakespeare (no podía faltar Shakespeare (si no me he animado a leerlo tras leer Corazón tan blanco no sé cuándo lo voy a hacer), del que incluso Marías ha llegado a tomar alguna cita como título para alguna de sus novelas, como es el caso de Corazón tan blanco y de Así empieza lo malo) y un relato del que no nombra título ni autor pero del que casi podría asegurar que se trata del maravilloso Wakefield de Nathaniel Hawthorne.
Berta Isla es también la novela en la que he conocido a Tomás Nevinson. Lo he imaginado a través de Berta Isla y lo he conocido un poco más a través del narrador omnisciente. Lo bueno de haber tardado tanto en leer a Javier Marías es que el libro que protagoniza este personaje y al cual da título ya está publicado, así no tengo que emperezarme y desemperezarme otra vez. Así, pues, dos reseñas de dos libritos maravillosos, los cuales ni se me ha pasado por la cabeza abandonar, y vuelvo con Tomás Nevinson.
Monumento al Cabo Noval, Madrid. Fotografía de someone10x bajo licencia CC BY 2.0 |
Ay, esas perezas inexplicables. La tengo con Faulkner a quien luego devoro sin remedio; la tengo con los clásicos, cualquiera diría que durante cerca de dos décadas fue casi lo único que leí; la tengo con Murakami que luego me atrapa sin remedio. Pero jamás la he tenido con Javier Marías. desde que lo descubrí con Mañana en la batalla piensa en mí (Shakespeare otra vez) y lo confirmé con Corazón tan blanco, nunca me ha dado pereza acercarme a sus letras. He leído todas sus novelas excepto El monarca del tiempo que no la encuentro de ninguna manera.
ResponderEliminarMe gusta muchísimo esa forma de darle vueltas a una idea de todas las formas y desde todos los ángulos posibles; me fascina esa sensación de que siempre habla de lo mismo, pero es capaz de hacerlo con historias tan distintas. Cierto que por mucho que vuelve sobre lo mismo jamás resulta reiterativo. Creo que es un genio de la literatura y uno de los grandes de las letras españolas actuales.
Parece ser que ha dicho que con Tomás Nevinson se retira de la novela. Espero que no sea cierto. Te gustará también.
Un beso.
A mí los clásicos me daban más pereza de la que me dan ahora, aunque sigo leyendo más literatura contemporánea.
EliminarCierto es que es uno de los grandes de nuestra literatura. He terminado ya Tomás Nevinson (llevo retraso con las reseñas) y, efectivamente, también me ha gustado. Desconocía que pudiera tratarse de su última novela. Yo tengo varias pendientes. He leído las más recientes Los enamoramientos y Así empieza lo malo, y, de las más añejas, Corazón tan blanco. Así que tengo para continuar con Marías en el caso de que no publicara más. A ti te queda la opción de la relectura o de localizar esa novela que no encuentras. Iba a decirte que con estos libros 'viejunos' que o son imposibles de encontrar o están a precios desorbitados en el mercado de segunda mano las bibliotecas públicas suelen ser una buena opción porque de no haber en la tuya se hacen préstamos interbibliotecarios incluso entre diferentes comunidades, pero me ha dado por ponerme a cotillear y lo he visto disponible en sitios como Amazon y La Casa del Libro.
Besos
Gracias por tus sugerencias. Cierto que puedo mirar en el préstamo interbibliotecario.
EliminarUn beso.
¡Holaaaaaa!
ResponderEliminarAaaaawww madre que miedo me da ver que has abandonado el de Volver a casa, justo lo tengo en la estantería esperándome y quería leerlo a no mucho tardar jajaja pero oye, es cierto que cada lector en un mundo y que a lo mejor ese algo que tú no le has encontrado yo lo encuentro desde el primer párrafo, como te ha pasado a ti con Javier Marías.
Y en fin, creo que saber cuándo abandonar un libro es un arte, no es fácil, pero creo que es admirable saber cuando decir: hasta aquí.
¡besotes!
Yo no me desanimaría por lo que comento de Volver a casa, Irene.
EliminarY sí, pienso que si hay libros que no te están aportando lo que necesitas es mejor dejarlos.
Besos
Pues mira, me alegra que te vayas haciendo cada vez más de las mías y no sabes como entiendo lo que cuentas en tu primer párrafo. Ya sabes soy de las que abandonan casi siempre que la novela no consigue engancharme desde el principio. Pasé por las fases de aguantar un poco a ver si al final mejoraba la cosa, pero igual que tú he desarrollado la capacidad de detectar lo que probablemente nunca vaya a engancharme, no me gusta sentir que pierdo el tiempo y más teniendo tan poco tiempo para dedicar a la lectura, quiero disfrutar leyendo desde el principio hasta el final, quizás soy demasiado drástica, lo sé, pero así son las cosas. Mis abandonos no son porque me cueste la lectura, no, son porque no consigue interesarme lo que me están contando, o me aburre un poco
ResponderEliminarRespecto a Marías, pues te cuento que también es un autor que me da pereza leer, en mi caso sería descubrir porque no he leído nada de él, pero no consigo que me atraiga del todo ninguno de sus libros y eso que sé que tiene una prosa, como dices muy envolvente, algo que suelo disfrutar mucho.
Me alegra que lo hayas disfrutado, es lo que tienen esos autores que sabemos no nos van a defraudar
Besos
Es muy raro que abandone un libro. De hecho, el año pasado, por ejemplo y si no recuerdo mal, solo abandoné uno y el anterior ninguno. Pero sí que he aprendido a deshacerme de esa especie de obligación tonta de tener que terminar todo libro que empiezo.
EliminarTenemos instinto tanto para abandonar como para leer, así que si piensas que Javier Marías no es para ti, por algo será. En mi caso es cierto que leerlo es un poco como volver a territorio conocido. Se ha perdido ese efecto sorpresa del primer libro suyo que leí, pero aun así siempre disfruto sus novelas.
Besos
No suelo abandonar lecturas y de él he leído solo Corazón tan blanco ❤
ResponderEliminarCorazón tan blanco es una novela magnífica. Con algún capítulo en concreto que es una auténtica genialidad.
EliminarUn abrazo
Pues ahora que lo dices, podría decir que también me da pereza ponerme con este autor, aún sabiendo que lo voy a disfrutar. Sólo he leído, y hace un montón de años, dos novelas suyas, Corazón tan blanco y Mañana en la batalla piensa en mí. Y cómo las disfruté! Pero no he vuelto a él. Y es que es un autor que requiere toda tu atención, poner los cinco sentidos en lo que dice, en cómo lo dice, y en todas las ideas que te puede llegar a transmitir con una sola frase. Desde luego me dejas con ganas de librarme de mi pereza y volver a sus letras y no me importaría nada hacerlo con esta novela. Lo que no me da pereza alguna es leerte! Es siempre un placer!
ResponderEliminarBesotes!!!
Gracias, Margari.
EliminarEs cierto que, a veces, por esperar el momento adecuado para prestar toda la atención que merece un autor o un libro determinado sucede que los dejamos esperar eternamente. Me alegra saber que te han entrado ganas de volver a leer a Javier Marías. Sin duda volverías a disfrutarlo.
Besos
Gracias por la reseña. se ve un libro interesante. Si que me lo llevo anotado. Te mando un beso. Enamorada de las letras
ResponderEliminarEspero que te guste, entonces.
EliminarGracias a ti por la visita y la lectura.
Besos