Los enamoramientos - Javier Marías
En el amor y en la guerra todo vale, todo está permitido. Eso es lo que se suele decir, a modo de justificación o excusa, un equivalente a 'el fin justifica los medios'. Nunca he estado de acuerdo con esta afirmación, los medios deberían de ser más importantes que el fin. ¿Quién se atreve a aventurar si ese fin es como lo hemos deseado, quién a estimar en sus justa medida las repercusiones de los medios empleados? Pero no estamos aquí para hablar del amor sino del enamoramiento. Me gusta que se haga esa distinción. El amor es más limpio, más puro, más sincero. El enamoramiento es una entelequia, una paranoia mental, un estado de enajenación transitoria... o tal vez no sea siempre transitoria. Y sí, hay quien se lo toma como una guerra, como una batalla cuyo único objetivo es vencer. Ya no importa nada más que no sea llevar a cabo la estrategia que permita la conquista del objeto (sujeto en este caso) de nuestros deseos. La premonición del éxito nos impele a minimizar los 'daños colaterales'. En el amor y en la guerra todo vale, y en la guerra del amor todo parece estar permitido.
María Dolz desayuna todos los días en una cafetería cercana a la editorial donde trabaja. Allí coincide con un matrimonio cuya visión le alegra el día. Los llama secretamente 'la pareja perfecta' porque así se lo parecen. Sus gestos, sus miradas, su complicidad,... María los admira calladamente. De repente, un día el motivo de su alegría matinal desaparece, la pareja deja de frecuentar la cafetería. Un tiempo después, se enterará de que el marido ha sido víctima de una muerte violenta, tendrá incluso la oportunidad de conocer personalmente a la esposa y de entablar conversación con ella. Poco sospecha que ese encuentro con la viuda pondrá en marcha un engranaje de azares, coincidencias y casualidades en cuyas repercusiones le será imposible evitar involucrarse.
No voy a desvelar más de la trama de "Los enamoramientos". Javier Marías nos la va contando con calma, cuando está todo bien asentado, cuando incluso nos olvidamos de que hay una trama que seguir. Sé que para los lectores más impacientes esta lentitud puede ser una tortura (a los que ya hayáis leído a Marías y no hayáis salido gratificados de la experiencia os recomiendo no embarcaros con él nuevamente) pero para los que les guste dejarse llevar y navegar en las historias sin hoja de ruta, la travesía no podrá ser más placentera, aunque el mar se torne en ocasiones oscuro y no se atisbe siempre el horizonte.
"-Lo que pasó es lo de menos. Es una novela, y lo que ocurre en ellas da lo mismo y se olvida, una vez terminadas. Lo interesante son las posibilidades e ideas que nos inoculan y traen a través de sus casos imaginarios, se nos quedan con mayor nitidez que los sucesos reales y los tenemos más en cuenta."
Si María Dolz, protagonista y narradora de esta historia, no puede evitar quedarse atontada mirando los labios de uno de los personajes de este libro, yo no puedo sustraerme a quedarme embelesada escuchando al autor del mismo, entendiéndose el término escuchar como sinónimo de leer. Me seduce su mente, su intelecto, su lucidez, sus reflexiones interminables pero certeras e incómodas que no siempre nos dejan bien, su fina ironía apenas imperceptible síntoma de humor inteligente. Javier Marías se me antoja de otro planeta. Y por eso, porque estoy abobadita leyéndolo y surcando por los recovecos de su mente, me olvido a veces de esos personajes por cuya boca habla y me dejo de repente sorprender por un giro inesperado de la trama. Porque sí que hay trama, aunque parezca a veces encubierta por las divagaciones del autor, está ahí, bien pensada y bien urdida desde el principio. Las reflexiones, al contrario de lo que cabría pensar, nos ayudan a caminar por ella, y aun así a veces nos golpea, pero entramos, no solo en la trama sino en el juego, en el juego de adivinar a acertar lo que va a acontecer o ha acontecido, o de dejarnos sorprender una vez más por otro giro. Leemos y somos cómplices sin saber de qué. Me gusta que me hagan cómplice.
Behind the door... Fotografía de Brad Montgomery |
Vuelvo yo ahora a mi reflexión inicial, a cuenta de si todo está permitido en el amor y en la guerra. Y supongo que cada uno pone los límites según su conciencia y su forma de ser. Pero los límites siempre son difusos y el amor dicen que es ciego, aunque en este caso sería más atinado decir que el enamoramiento nos ciega. Para algunos resultará tentador dejar el campo de batalla libre, especialmente si piensan que pueden salir indemnes y además victoriosos, creer también que todo lo pueden controlar. Qué prepotencia. Qué ingenuidad. Si ni siquiera somos capaces de controlar de quién nos llegamos a enamorar.
"...somos remedos de gente que casi nunca hemos conocido, gente que no se acercó o pasó de largo en la vida de quienes ahora queremos, o que sí se detuvo pero se cansó al cabo del tiempo y desapareció sin dejar rastro o sólo la polvareda de los pies que van huyendo, o que se les murió a esos que amamos causándoles mortal herida que casi siempre acaba cerrándose. No podemos pretender ser los primeros o los preferidos, sólo somos lo que está disponible, los restos, las sobras, los supervivientes, lo que va quedando, los saldos, y es con eso poco noble con lo que se erigen los más grandes amores y se fundan las mejores familias, de eso provenimos todos, producto de la casualidad y el conformismo, de los descartes y las timideces y los fracasos ajenos, y aun así daríamos cualquier cosa a veces por seguir junto a quien rescatamos un día de un desván o una almoneda, o nos tocó en suerte a los naipes o nos recogió de los desperdicios; inverosímilmente logramos convencernos de nuestros azarosos enamoramientos, y son muchos los que creen ver la mano del destino en lo que no es más que una rifa de pueblo cuando ya agoniza el verano."
Cafe table in Ballard, 2006. Fotografía de Seattle Municipal Archives |
Ficha del libro:
Título: Los enamoramientos
Autor: Javier Marías
Editorial: Alfaguara
Año de publicación: 2011
Nº de páginas: 408
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No lo descarto, pero tal vez más adelante, ahora esa lentitud de la que hablas me frena un poco, gracias por tus impresiones.
ResponderEliminarUn beso
De nada, Carol. Si te animas ya me contarás.
EliminarBesos.
Mis experiencias anteriores con Marías han sido extrañas, así que creo que me podría colocar a mí misma en ambos grupos: los que salieron gratificados en los que no. Una de cal y otra de arena. Igual con esta me animo a desempatar.
ResponderEliminarBesos.
Mira que pensaba que Marías era un autor que o fascinaba o todo lo contrario. Ya veo que también existen las medias tintas con él. Si desempatas, me cuentas.
EliminarBesos.
Leí "Corazón tan blanco" y no puedo decir que me impresionara el estilo del autor. Sin embargo, con tantos lectores enamorados de Marías, me imagino que debería darle otra oportunidad.
ResponderEliminarbesos
A mí me gusta mucho pero todos tenemos autores con los que no podemos a pesar del prestigio que tengan o las buenas recomendaciones. Cuando no hay feeling, no hay feeling. También es verdad que a veces no los leemos en el momento adecuado. El tiempo dirá si javier Marías y tú estais llamados a reencontraros.
EliminarBesos.
Lo tengo en la tienda, así que igual me da por leerlo antes de que lo compre alguien, como son de segunda mano no pasa nada, jejejeje :)
ResponderEliminarBesos!
Pues claro. Y le das más vidilla al libro que eso siempre lo revaloriza, ja ja.
EliminarBesos.
Hola guapa!
ResponderEliminarPor ahora no creo que lo lea, no es una lectura que me llame mucho. Genial reseña. Besotes
Gracias, guapa. Otra vez será.
EliminarBesos.
Si Marías no dedicara tantas páginas y esfuerzo en demostrarnos su erudición creo que ganaría más adeptos
ResponderEliminarPuede que ganara algunos pero pienso que también perdería otros. No se puede agradar a todos. En cualquier caso es una suerte que exista literatura para todos los gustos.
EliminarUn saludo y gracias por comentar.
La fama de este libro me da algo de miedo: entre que el autor es todo un cultureta y que el libro fue elegido por todas las listas de lo mejor en el año en que se publicó, me da un poco de apuro no estar a la altura. Quiero leer algo de Marías, pero intentaré estrenarme con una obra menos reconocida. 1beso!
ResponderEliminarEs cuestión de plantearse si realmente apetece leerlo independientemente de las críticas que pueda tener. También hay mucha gente a la que no les gusta este autor y no tiene que ser porque no estén a la altura sino más bien falta de feeling y sintonía, y reconozco que en el caso de este autor, una buena dosis de paciencia lectora.
EliminarEspero que disfrutes de Marías cuando te animes a leerlo.
Besos.
No es, ni de lejos, el mejor libro del autor, pero va tan cargado de sus reflexiones, con esa profundidad y ese estilo, que es imposible no dejarse llevar por su prosa. Me encanta Marías, soy incondicional
ResponderEliminarBesos
Tienes razón, y algo dejo caer en la reseña cuando lo comparo con "Así empieza lo malo". Aunque las comparaciones son odiosas, y sin ser el mejor de sus libros es muy bueno. Y los incondicionales de Marías, claro está, lo disfrutamos igualmente.
EliminarBesos.
Tengo apuntado este libro desde hace mucho tiempo, siempre quiero leerlo por San Valentín, pero nunca lo hago. Quizás este año sea el definitivo, aunque sigo teniendo mis dudas. Un beso.
ResponderEliminarNo te dejes engañar por el título, de enamoramientos sí es verdad que habla, pero muy romántico que se diga no es. Vamos, así como lectura para San Valentín no lo veo.
EliminarYa me contarás si despejas dudas.
Besos
Magnífica reseña. Lo leí en su momento y he vuelto a este libro ahora. A mi también me atrapan sus digresiones, reflexiones eternas. Soy de lápiz cercano y relectura frecuente. Empiezo mañana Tomás Nevinson
ResponderEliminarTengo aún pendiente Berta Isla y, dado que el personaje que da título a la última novela de Marías está sacado de esa novela, aunque se trate de lecturas independientes, me gustaría leerla antes que Tomás Nevinson.
EliminarA mí también me encanta el autor por esas frases encadenadas que crean párrafos eternos en los que parece que la trama no avanza pero que sin embargo cuentan tantas cosas.
Un saludo