Lluvia negra - Masuji Ibuse
Estar expuestos a determinadas sustancias, situaciones, puede provocar en nosotros cambios a medio, largo plazo, incluso permanentes. Tal vez no nos demos cuenta en el preciso momento de la exposición pero ya no es posible marchar hacia atrás. Ese algo imperceptible no se ha mantenido solo en la superficie sino que nos ha perforado, inundado por dentro, arraigado en nosotros. La exposición a la literatura puede tener también ese efecto. Hay libros que son como una fuente de radiación, abren la puerta a un mundo nuevo, extraño e inimaginable, nada es igual después de que ese libro haya pasado por nosotros. Cuando leí "Voces de Chernóbil" de Svetlana Alexiévich (leer reseña aquí) supe que sus voces me acompañarían largo tiempo y que ya nunca volvería a mirar nuestro mundo de forma igual. Al poco tiempo quiso la casualidad que me cruzara con este otro libro que hoy os traigo, un mundo gemelo y a la vez tan diferente de aquel que se inició tras la catástrofe en la central nuclear de Chernóbil. Distintos lugares, distintas fechas, distintos motivos. El mismo horror, el mismo silencio, el mismo olvido. Distintas lecturas también, una es un crónica periodística, la otra una novela, y además esta última tiene el hándicap de mi falta de conexión con la literatura oriental. Pero no me correspondía a mí decidir si me embarcaba nuevamente en otra aventura por las letras procedentes del país del sol naciente, nuestro encuentro ya estaba marcado desde antes de conocer la existencia de este libro, siguiendo a la inversa el hilo invisible de la más negra historia de la energía nuclear y de la humanidad. Tenía que leerlo. No podía negarme a escuchar las voces de Hiroshima.
" "Anuncio del Cuartel General del Distrito Militar Occidental de Japón -decía-. Aproximadamente a las 11.00 horas del 9 de agosto, dos aparatos enemigos penetraron en el espacio aéreo de Nagasaki y arrojaron lo que podría ser una nueva clase de artefacto explosivo. A día de hoy aún se están investigando los pormenores de los daños ocasionados, pero se espera que no revistan excesiva gravedad". En otra hoja de papel, aparecía la siguiente noticia: "10 de agosto. Del comandante en jefe de la defensa de Hiroshima a los ciudadanos de Hiroshima: se recomienda a quien hubiera sufrido quemaduras que, como medida provisional, tome un baño de agua compuesta de agua de mar y agua dulce, a partes iguales. Este método facilitará la protección contra los efectos provocados por esta clase de ataque. Se ha restablecido la circulación a pie por los raíles de los trenes tranvías y por las carreteras principales". En otro papel, al lado del anterior, se declaraba: "Comunicado del Cuartel General del Ejército Imperial: 1) En el día de ayer, 6 de agosto, el ataque de un pequeño escuadrón de aviones B-29 causó graves daños en la ciudad de Hiroshima. 2) El enemigo habría utilizado un nuevo artefacto explosivo, pero aún se están investigando los pormenores del bombardeo."
Un hilo histórico a la inversa también siguen estas confusas noticias transcritas por Shigematsu Shizuma a su diario escrito entre el día que se lanzó la bomba atómica en Hiroshima y aquel otro nueve días después en que se puso fin a la segunda guerra mundial. La bomba sobre Hiroshima se lanzó el 6 de agosto de 1945, su homóloga sobre Nagasaki (no nos olvidemos de Nagasaki), tan solo tres días después. Tres años después de estas inolvidables fechas Shigematsu, aquejado de la enfermedad de la radiación, acomete la tarea de realizar una copia de ese diario. ¿Su destino? La intermediaria entre su sobrina Yasuko que está a su cargo y un pretendiente a convertirse en esposo de esta. ¿Su propósito? El servir de comparación con el diario de la propia Yasuko, ya que esta se encontraba más lejos de Hiroshima en el momento de la explosión que su tío. Pretende con ello desacreditar los rumores de enfermedad que corren sobre su sobrina y conseguir para ella un enlace matrimonial.
Los problemas de Yasuko para que la acepten en matrimonio ponen de manifiesto las consecuencias a lo largo del tiempo de las bombas nucleares. Sin embargo, en la novela de Masuji Ibuse, esta trama aunque principal casi es una excusa para retrotraernos a ese fatídico 6 de agosto y los días posteriores. El diario de Shigematsu asumirá prácticamente todo el protagonismo, y aunque como he comentado contamos también con el diario de Yasuko, amén de otros documentos y testimonios, será este el que lleve gran parte del peso de esta novela.
A través del diario de Shigematsu viviremos los momentos inmediatos y posteriores a la explosión de la bomba. Los muertos, los heridos, la confusión. La búsqueda de los seres queridos, la desinformación, los primeros conatos de organización. La prosa de Ibuse es descriptiva, desprovista de afectividad, pero ello no nos impide entrever el auténtico significado de lo que expresan sus líneas. El propio Shigematsu, que parece siempre tan controlado, no puede incluso evitar en alguna ocasión estallar y dejar patente su animadversión ante el sinsentido de la guerra. Reconozco que hay partes del libro que se me han hecho algo lentas, que las he encontrado carentes de ritmo, así como que los personajes los he sentido distantes, aunque supongo que en esta percepción ha tenido bastante influencia mi ya reconocida escasa empatía con la literatura oriental. Se ha dicho de esta novela que es "El libro más bello que se ha escrito jamás sobre el acto más horroroso infligido por un grupo humano sobre otro". Sin duda el lanzamiento de las dos bombas atómicas es un serio candidato a ser considerado el acto más horroros inflingido entre humanos, en cuanto a lo de bello, he de decir que he leído libros más bellos que este. Sí concedo que hay pasajes de gran lirismo, que evocan imágenes poéticas y que nos dejan helados ante la paradójica contemplación de la exquisita y aberrante belleza del horror.
"...no lejos de uno de los embarcaderos del puente que descansaban sobre un segmento de hierba, había un caballo con graves quemaduras en el lomo y en la parte de atrás de su cabeza. Temblaba violentamente y parecía como si fuera a desplomarse en cualquier momento. Junto a él, había un cadáver boca abajo, con el cuerpo abrasado de cintura para arriba. En la mitad inferior, donde no tenía quemaduras, llevaba puestos unos tirantes del ejército y botas con espuelas. Las espuelas eran doradas y refulgían al sol. Si el dueño de las botas era militar, seguramente habría sido oficial, porque solamente un oficial podía llevar unas espuelas doradas como esas. Me imaginé la escena sin decir nada: el oficial galopando hacia los establos y saliendo a campo abierto montado en su caballo sin montura... Seguramente había sido su caballo favorito. Parecía -o, tal vez, era producto de mi imaginación- que, aunque el animal estaba a punto de derrumbarse, extrañaba la presencia del hombre de las botas con espuelas. Qué inconmensurable dolor debía de sentir, con los rayos del sol del oeste azotando despiadadamente su carne quemada; ¡Qué inconmensurable su amor por el hombre de las botas! Pero no alcazaba a sentir compasión, tan solo un escalofrío de horror."
"Lluvia negra" debe su título a la lluvia contaminante que cayó sobre las inmediaciones de Hiroshima tras la bomba, a esas gotas negras de gran tamaño que cubrieron la tierra y que mancharon a sus habitantes, entre ellos la propia Yasuko. En Asturias, a la lluvia fina que parece que no moja pero que te acaba calando hasta los huesos la llamamos orbayu. Viene del cielo plomizo aunque parece suspendida en el ambiente, y trae la humedad que provoca ese verde que nos define y del que estamos tan orgullosos, el que abandera nuestros prados y montes. Las gotas salvajes de las lluvias torrenciales destrozan cosechas y causan desastres. Las gotas imperceptibles de nuestro orbayu tienen el poder persuasivo de la paciencia y miman suavemente cuanto con vida tocan, son como una irradiación silenciosa pero que en este caso deshecha cuanto huele a enfermedad y muerte. El libro de Masuji Ibuse es como un orbayu sobre tierra azotada por la lluvia negra: persistente, necesario y vivificador, y también un recordatorio de lo que otro tipo menos benévolo de lluvia es capaz. Por eso he querido que estuviese en mi blog, por eso le cedo gustosamente un espacio en él. Ya lo dejó escrito Jorge Volpi en el magnífico prólogo que precede a esta novela:
"Hay que leer Lluvia negra porque es arte. Arte porque nos obliga a vivir el horror que somos capaces de crear nosotros mismos."
dove. Fotografía de Emmett Tullos |
Ficha del libro:
Título: Lluvia negra
Autor: Masuji Ibuse
Traductor: Pedro Tena
Editorial: Libros del Asteroide
Año de publicación: 2007
Nº de páginas: 408
Comienza a leer aquí
Es un tema duro y controvertido. Y parece una broma del destino que de esta tragedia se hable más que de todas las atrocidades cometidas por los japoneses durante la Guerra en el Pacífico, que fueron muchísimas y terribles.
ResponderEliminarbesos
La historia no siempre es justa y deja muchas atrocidades en el olvido. Supongo que lo que subyace bajo el lanzamiento de las bombas atómicas y sus consecuencias es el ilimitado poder que tiene el hombre para destruir y el mal uso que se le puede dar al progreso y a los avances científicos. Es como ciencia ficción hecha realidad y eso nos aterroriza. Lo que está claro es que en las guerras no hay buenos ni malos, que todos son perdedores y que siempre hay motivos de vergüenza por parte de todos los bandos implicados.
EliminarBesos
Una pequeña aportación en este sentido. De los crímenes japoneses se habló en su momento, aunque en Occidente sean menos conocidos. Hay una foto icónica, en la que un militar australiano va a ser decapitado con una katana por un soldado nipón. La polémica sigue viva y de hecho es un punto de fricción en las relaciones entre Japón y sus vecinos, especialmente con China por la masacre de Nanking.
EliminarHiroshima y Nagasaki han trascendido porque son un punto y aparte: es la culminación de la capacidad destructiva del ser humano y pone sobre la mesa la verdadera posibilidad de una aniquilación total de nuestra especie.
Gracias por tu aportación, Gerardo.
EliminarPues chica me la llevo anotada. Con los orientales me pasa un poco como a ti y el hecho de que haya partes muy lentas no ayuda pero eso de que es el libro más bello del horror me ha llamado.
ResponderEliminarUn besote
Si te pasa como a mí entonces vas sobre aviso. Ya me contarás.
EliminarBesos
No conocía este libro, y a pesar de que dices que hay pasajes un poco lentos me llama la atención, aunque tendré que buscar el momento adecuado para leerlo.
ResponderEliminar¡Un beso!
La literatura japonesa es así, al menos la que yo he leído hasta ahora. Es una narración que transmite calma, en la que siempre encuentro algún que otro pasaje bonito, pero al mismo tiempo me falta algo, un pellizco, algo que me agarre. Mi impresión personal, claro, hay lectores que disfrutan muchísimo de ella. Si lo lees ya me contarás.
EliminarBesos
A mí me gustaría leer algo más de literatura japonesa, para ampliar mi bagaje, que es muy pequeño. Pero de lo poco que he leído, me ha dado la impresión de que es una literatura como más fría y distante. Pero como mi muestra es tan pequeña, no sé si puedo generalizar. No me ha sabido mal lo leído aunque tampoco me llega a hacer vibrar. A ver si amplío mi saca de lecturas japonesas.
ResponderEliminarAsí que me anoto esta obra para un futuro, si tengo ocasión.
Un saludo :)
Me pasa un poco como a ti, de hecho iba un poco con pies de plomo en esta lectura precisamente por mis experiencias anteriores. Me ha faltado nuevamente esa conexión. Espero que tú lo sientas más cercano si finalmente te decides a leerlo.
EliminarSaludos
Me gusta la premisa de la que parte el libro; el drama de Hiroshima siempre me ha interesado y puede estar bien conocerlo desde una perspectiva literaria. 1beso!
ResponderEliminarPor eso mismo me animé a leerlo. No hay mucha literatura sobre el tema, además. Ya me contarás si lo lees.
EliminarBesos
Interesante... me lo llevo =)
ResponderEliminarBesotes
Espero que te guste.
EliminarBesos
Ya llegó tu reseña de Lluvia negra. Me ha encantado la referencia al "orbayu". Como ya te comenté, me llamó la atención que la sociedad nipona marginara a las víctimas del bombardeo y la estructura en forma de diario, las cuestiones relativas a la bomba las conocía y me centré más en esta parte, en la parte humana, por decirlo así.
ResponderEliminarSaludos!
El término lluvia y esa cadencia tan suave de la narrativa japonesa me llevó a pensar en el orbayu, su efecto y el efecto que me gustaría tuviesen algunos libros.
EliminarTambién me acerqué a este libro buscando esa faceta humana. ¿La reacción de la sociedad japonesa? Tal vez no fuese muy diferente de la que hubiese tenido la española o cualquier otra en las mismas circunstancias. Nos sobrecogen las catástrofes en un primer momento, nos conmocionan, pero luego caen en el olvido y tan solo nos preocupa que sus consecuencias no nos afecten. Nos produce pena, nos parece injusto, pero que se mantenga lejos de nosotros.
Saludos
"El libro de Masuji Ibuse es como un orbayu sobre tierra azotada por la lluvia negra: persistente, necesario y vivificador, y también un recordatorio de lo que otro tipo menos benévolo de lluvia es capaz."
ResponderEliminarFantástico, Lorena. No quiero entrar en el debate de las atrocidades de un lado y otro. Las atrocidades lo son vengan de donde vengan. Al final siempre hay personas inocentes por medio.
Mi contacto con la literatura oriental no me ha dejado mal sabor de boca casi nunca. Quizás es verdad que que ese ritmo tan ¿onírico, poético? a veces me hace mantener una delgada y fina distancia, pero sin dejarme para nada indiferente.
No conocía el libro. Lo buscaré. O tal vez él me encuentre a mí.
Un abrazo
Las atrocidades lo son vengan de quien vengan y ninguna ha de ser justificación para cometer otra.
EliminarAl otro lado de la barrera me han dejado siempre mis experiencias con la literatura oriental. Y sin embargo siempre encuentro en ella pasajes de gran lirismo, que ofrecen imágenes bellas. Tiene un ritmo muy pausado, que ofrece calma y sosiego, supongo que en parte eso ha llevado a mi subconsciente a evocar al orbayu y los campos asturianos en esta reseña. Al final me quedo siempre lamentando mi incapacidad para pasar al otro lado de esa barrera.
Ahí os dejo, a ti y a "Lluvia negra", esperando que os llegueis a encontrar y que el encuentro sea fructífero.
Un abrazo
Sin palabras. Temática durísima que me encantaría abordar pero para la que necesito el momento emocionante adecuado.
ResponderEliminarUn besin
Sí que lo es, pero aun así, merece la pena leerlo para que no se nos olvide lo que somos capacer de crear o más bien destruir. Espero que encuentres el momento oportuno.
EliminarBesos
Debe de ser que como no me atrae mucho la lectura busco justificar este rechazo. Me quedo con esa lentitud de algunos momentos y esa distancia de los personajes. Me justifico.
ResponderEliminarBesines,
Tampoco hay por qué justificarse. Será por libros por leer ;)
EliminarBesos