En julio y noviembre de 2018 leí dos novelas muy diferentes, pero cuyas voces narrativas, para mí, en algunos momentos se hermanan. Ambas proceden de plumas de dos autoras españolas: la primera de ellas de una escritora contemporánea y, la segunda, de otra que tristemente ya no está con nosotros. Elvira y Gabriela, sus protagonistas, son dos mujeres al término de sus vidas que entrelazan recuerdos y contruyen con ellos la memoria de sus vidas enmarcadas, cada una de ellas, por un determinado contexto histórico. Lo que es en mi memoria, yo no he querido diluir el hermanamiento de esas voces y, por ello, para esta décima entrega de mini-reseñas traigo juntas las impresiones que en su momento escribí para los correspondientes posts en mis redes sociales sobre Atrapando la luz, de Sara Mañero Rodicio, y La fuerza del destino, de Josefina Aldecoa.
Atrapando la luz - Sara Mañero Rodicio
«Comprendía que el solo deseo de cambiar ya me había cambiado y, aunque quisiera volver al pasado, ya nunca nada sería igual. Me torturaba que todo hubiese sido culpa mía, pese a saber que no había vuelta atrás, que solo era posible seguir adelante [...] Me torturaba [...] el día a día, la amarga sensación de zozobra, la estrecha franja que separaba mi voluntad de mis temores, la certeza de lo irreparable».
Muy joven aprende Elvira que toda decisión implica una renuncia. Aun así, ella no quiere ser solo una esposa, tampoco la hija que se queda en casa a cuidar de los padres en su vejez. Elvira tiene sed de conocimiento, de mundo, y esa sed hará que sepa convertir cada revés de su vida en una oportunidad. Así, deja su Dueñas natal y recala en Madrid en los albores del siglo XX. Con ella y con su cámara, con su mirada a través del objetivo, recorreremos buena parte de la historia de España del pasado siglo deteniéndonos especialmente en las guerras del Rif, en las que seremos testigos de excepción de toda la estupidez, crueldad y esterilidad que lleva aparejada toda guerra.
Pero Atrapando la luz no es solo la historia de una mujer adelantada a su tiempo, amén de una novela histórica. Es también un sentido homenaje al fotoperiodismo y a sus profesionales, a aquellos que, incluso con peligro de sus propias vidas en ocasiones, nos sitúan en primera línea de los acontecimientos a través de su mirada. Y es, además de mirada, voz. La voz de Elvira y por extensión la de su creadora, Sara Mañero. Una voz lúcida, conmovedora e inolvidable.
«Al fin, ¿qué otra cosa he hecho siempre más que anticipar el futuro disparando mi cámara en el instante preciso, congelando el tiempo por un segundo para dejarle irse, de nuevo, al momento siguiente? ¿Cómo puede ser que logrando prever el fluir de la vida hasta el punto de intuir cuánto iba a producirse ese segundo digno de ser retratado, no comprendiese la necesidad de intervenir, de actuar con la antelación necesaria para evitar el desastre? ¿Cómo no fui capaz de evitar el porvenir si detenía el ritmo de la vida hasta inmortalizar el minuto justo, el instante crucial?»
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La fuerza del destino - Josefina Aldecoa
«Repasar los recuerdos es como tirar del hilo de un ovillo. La vida es como un ovillo de lana bien enrollado, apretado, redondo».
Del hilo del ovillo de su vida tira Gabriela, y, entre sus dedos, va entretejiendo recuerdos con la presente realidad: recuerdos de su época de maestra republicana, de sus padres y primer marido, de su hija recién nacida; recuerdos del segundo marido y el exilio a México, de la hija que crece y arranca a vivir; presente en una España a la que vuelve tras la muerte del dictador. En los primeros, evoca los hechos narrados en Historia de una maestra; en los segundos, los de Mujeres de negro; con La fuerza del destino, fin de la trilogía de Josefina Aldecoa, aunque se puede leer también independientemente, se cierra el ciclo y se llega a la última parada.
Gabriela llega a Madrid siguiendo otro hilo: el que la conecta con su hija y su nieto. Pero llega «tarde para el trabajo» y «pronto para el descanso». Ella, que siempre ha vivido para darse a los demás, se siente inútil en su nueva vida y «cuando nadie te necesita, empieza la soledad. Y el miedo a la soledad». Así, con esa soledad que pesa y pena, comienza Gabriela a adentrarse y transitar por su vejez.
Sorprende cómo Josefina Aldecoa consigue describir y transmitir tan bien los sentimientos de Gabriela. Conmueve, también. Mucho. Es cierto que por momentos tensa el hilo que separa lo sentimental de lo sentimentaloide, pero no llega a cruzar nunca ese umbral. Me sorprende aún más lo mucho que he comprendido a Gabriela.
Los hilos se deshacen entre sus dedos y ya ninguno la sostiene, ni siquiera las manos tendidas de tantas otras mujeres cercanas a lo largo de su vida. Su presente se confunde entre la madeja de recuerdos. El futuro del país que la vio nacer se teje sin preocuparse de tirar del hilo de la memoria.
Me ha gustado mucho conocer a Gabriela y acompañarla en su vejez, así como, también, dejarme llevar por la fuerza del destino que marcó su vida y la deriva del país que ambas compartimos.
«El destino es el carácter. Lo leí en alguna parte. Me parece que es una cita de un clásico. El carácter... Interpreto que se alude al carácter individual pero también al nacional...»
Ficha de los libros:
Editorial: Verbum / Círculo de Lectores (por cortesía de Editorial Anagrama)
Año de publicación: 2018 / 1997
Nº de páginas: 396 / 232
ISBN: 978-84-9074-633-2 / 84-226-6884-x
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Dos novelas que parecen muy interesantes, Lorena. A ninguna de las dos autoras las he leído, pero ambas me resultan atractivas, y también la novela de Aldecoa, la segunda en tu minireseña.
ResponderEliminarPorque parece una historia conmovedora, plagada de sentimientos, emociones en todos esos recuerdos que regresan en ese personaje rodeada de tanta soledad, Gabriela.
Esa primera frase de tu segunda reseña me encanta, la de Repasar los recuerdos...
Besos
Son dos novelas y dos autoras efectivamente interesantes, Marian. Y de la novela de Josefina Aldecoa lo que más ha seguido perdurando en mi memoria es ese tirar del hilo a veces un tanto desmadejado de la memoria. También guardo un grato recuerdo de Elvira, la protagonista de la novela de Sara Mañero.
EliminarBesos
La novela de Sara Mañero me encantó cuando la leí. Recuerdo que organicé una tertulia literaria alrededor de ese libro en el grupo de Facebook Amigos a los que les gusta Cuéntame una historia. Es una de esas novelas de Sara en las que bucea en la historia y se documenta con la minuciosidad que la caracteriza.
ResponderEliminarrespecto a La fuerza del destino, hace muchos años que le leí. Había leído las otras dos de la trilogía y me habían gustado mucho, pero ésta me pareció muy especial. Recuerdo que en ella se asiste al deterioro cognitivo de Gabriela, la vemos ir perdiendo la consciencia del presente y hundirse en una mezcla de pasado e irrealidad de una forma que me pareció maravillosamente conseguida. Puede que no lo recuerde demasiado bien porque hace ya casi treinta años, pero la sensación que me viene a la memoria es esa, que Gabriela se va hundiendo en las brumas de la demencia que acompaña a los años de una forma muy verosímil. Josefina Aldecoa siempre me ha gustado mucho.
Un beso.
Recuerdo haber participado en la tertulia que mencionas, Rosa.
EliminarRespecto a la novela de Josefina Aldecoa, la compré junto con otras en un mercadillo. No me percaté entonces de que era el cierre de una trilogía. Me hubiera gustado leer las dos novelas precedentes. Seguro que mi perspectiva hacia esa lectura hubiera sido otra. Aun así, puede leerse de modo independiente sin problema. Y como bien recuerdas, el deterioro cognitivo de Gabriela está super logrado.
Besos
No conocía estos libros. Gracias por la reseñas.
ResponderEliminarTe invito a pasar por mi blog. Feliz semana!
Gracias a ti por tu visita.
EliminarMe paso encantada por tu blog.