El asesino tímido - Clara Usón
La primera vez que oí hablar de Sandra Mozarovski fue en la novela Daniela Astor y la caja negra de Marta Sanz. Rectifico: la primera vez que leí sobre Sandra Mozarovski fue en la novela Daniela Astor y la caja negra de Marta Sanz. Lo que me extrañó entonces fue no haber, precisamente, oído hablar nunca de ella con anterioridad. Conocía a todas las actrices de la época del destape citadas en la novela: más a las reconvertidas en personajes propios en aras de seguir en el candelero; de nombre tan solo a algunas de las que se labraron ese mismo nombre con sus películas de dudosa calidad y libertad; pero Sandra Mozarovski era una total desconocida para mí. Supongo que su prematura muerte la privó de labrarse su nombre en sentido artístico pero es esa misma muerte antes de cumplir las dos décadas de vida la que me hace admirar aún más mi ignorancia, máxime viviendo como vivo y muriendo como murió la malograda Sandra en un país tan morboso y cotilla.
Sandra se precipitó al vacío desde la terraza de la vivienda madrileña en la que residía con sus padres. Rectifico: Sandra cayó al vacío desde la terraza de la vivienda madrileña en la que residía con sus padres. Caer se me antoja un verbo más neutral. Habrá quien especule con un suicidio; habrá quien relacione su muerte con la supuesta relación que la joven actriz mantenía con el por aquel entonces rey de España Juan Carlos I. De lo que no me cabe duda es de que esa caída no sé si voluntaria, involuntaria, accidental o no accidental sucedió de una forma extraña a tenor de lo que Clara Usón me cuenta en este libro. Sandra Mozarovski no es una desconocida para los internautas como pude comprobar cuando me encontré con su nombre por primera vez y no pude resistir la tentación de googlearlo aunque después no quisiera indagar más en las especulaciones que se hacían sobre su muerte, lo que me sigue sorprendiendo es que para muchas personas siga siendo tan desconocida (o tal vez para algunos más ignorada que desconocida) hoy en día como lo era para mí.
Lo que no es tan desconocido es lo benigna que ha sido la prensa de este país con su monarquía y la patente de corso de la que ha disfrutado durante tanto tiempo nuestro rey emérito. Pero no deja de sorprenderme nuevamente que, ahora que el ex monarca está en horas bajas en lo que a popularidad se refiere, no se indague más en este y en algún otro suceso oscuro de su biografía. «De lo que no se puede hablar hay que callar», escribió el filósofo Ludwig Wittgenstein. «Estoy colocada y no respondo de mis actos, un poco como el rey no responde de los suyos», escribirá Clara Usón en este libro.
No, este no es un libro sobre Sandra Mozarovski aunque en él se cuente entre otras cosas su historia. Llevo un rato hablando sobre ella pero porque no sé por dónde empezar. Doy vueltas como me pareció que las daba Clara Usón en este libro. Empujo mi propia piedra cuál Sísifo, al que tantas veces se refiere Usón en esta obra, sin saber bien qué cumbre aspiro a alcanzar. «La lucha por llegar a las cumbres basta para llenar un corazón de hombre», dejó escrito Albert Camus en El mito de Sísifo. Al corazón de la mujer que aquí escribe le basta ahora mismo con saber de qué hablar o por dónde empezar. Puede, sin embargo, que el comienzo de esta entrada no sea tan absurdo y banal, así como que el rescate de Marta Sanz a través de la joven Mozarovski no sea en realidad un recurso tan desesperado por mi parte.
Lo primero que leí de Marta Sanz fue La lección de anatomía, una novela autobiográfica en la que la autora madrileña relata su infancia y juventud. Así, la barcelonesa Clara Usón también nos cuenta episodios de su infancia y juventud. Por momentos su libro parece uno de los últimamente denominados novelas de no ficción pero no, por mucho que este libro haya sido clasificado como novela yo no considero que lo sea. Cierto que no hay en ella ficción, ni siquiera cuando la autora nos deleita con sus fabulaciones y su ironía. Al principio cobra incluso tintes de ensayo sobre el suicidio. Como ella misma nos dice, «Camus dejó escrito: «No hay sino un problema filosófico realmente serio: el suicidio. Juzgar que la vida vale o no la pena de ser vivida equivale a responder a la cuestión fundamental de la filosofía. El resto, si el mundo tiene tres dimensiones, si las categorías del espíritu son nuevo o doce, viene después. Se trata de juegos, primero hay que responder»».
«Los suicidios son homicidios tímidos. Masoquismo en vez de sadismo», escribió Cesare Pavese en su maravilloso diario El oficio de vivir. Clara Usón se toma la libertad de corregirle y apunta que «el suicida busca la muerte, actúa con premeditación y alevosía y es por tanto un asesino, un asesino medroso quizá, un asesino tímido». De esa corrección al escritor italiano que se suicidó (y aquí sí elijo el verbo sin asomo de duda y de manera categórica) nace el título de este libro.
Pero Clara Usón, como ella misma nos contará, aunque tímida, no sabe ser asesina. «Clara no sabe vivir [...], no sirve para eso, y tampoco tiene la dignidad, el valor de morir». Clara «era una sombra recalcitrante, una sombra que anhelaba adquirir espesor, contorno, luz ¡personalidad!» Clara se siente extranjera de su propia vida y busca la evasión para ser otra, para ser una más, sin darse cuenta de la contradicción de que querer ser como los demás la relega precisamente a ser sombra. «El infierno no son los demás, el infierno es uno mismo», escribió también Wittgestein.
A pesar del origen de su título no creo que El asesino tímido sea exactamente un libro sobre el suicidio. Más bien es un libro sobre el sentido de la vida aunque, ciertamente, el sinsentido de la misma conduce muchas veces al suicidio.
«El sentido de la vida, dirán, es sobrevivir. ¿Para qué?, preguntan los filósofos y los teólogos y los poetas. Pero la pregunta queda sin respuesta». Así que ni la filosofía, como ya señaló más arriba el grandísimo Camus, da respuesta a la pregunta de si la vida merece la pena ser vivida y si de ser así para qué, ni Clara Usón, ni ninguno del resto de autores que hacen cameos en este libro. De entre todos ellos, el que más protagonismo tiene es el ya citado Ludwig Wittgestein, otro suicida en potencia que no lo fue aunque sí lo fueron sus hermanos. De él Usón nos cuenta buena parte de su biografía e incluso se permite dialogar de tú a tú con él. Recrea también un diálogo entre el peculiar Ludwig y su madre (la de Usón), esa madre con la que tantos conflictos tuvo y de la que con los años comprendió que no era sino una víctima de la época que le tocó vivir.
No seré yo, por supuesto, quien dé una respuesta al sentido de la vida pero sí debería darle un sentido a este libro o al menos a esta reseña. De lo último, desisto; de lo primero, dejaré que sea su autora quien lo intente:
Tras uno de sus diálogos con Wittgestein Clara Usón declara: «me he quedado con ganas de contarle algo: que lo que yo quisiera hacer y no hago es hablar de todo aquello que según él debemos callarnos, escribir sobre lo que nada se puede decir pero que en verdad es lo único que importa». Y aquí sí que tengo que discrepar con la escritora catalana. Le cuesta casi todo el libro hacerlo pero lo hace. Elige la originalidad para la última parte y pienso al principio que esa originalidad es otra forma más de callar pero lo hace. Le cuesta empujar la roca y llevarla hasta la cumbre pero lo hace. Supongo que porque no quiere callar más lo que en verdad le importa. Su El asesino tímido es a ratos ensayo, a ratos memoria personal, a ratos metaliteratura, a ratos retrato generacional y de época, a ratos juego literario, pero también es un acto de amor y redención.
Tal vez el sentido de la vida sea buscarle un sentido para sobrevivir a su sinsentido, una especie de placebo que nos mantenga alejados del borde del abismo, una roca que empujar hacia una cumbre pero cuidándonos nuevamente del abismo que esa cumbre podría mostrarnos a nuestros pies una vez alcanzada. Tal vez incluso lo mejor sea no alcanzar nunca la cumbre y así no arriesgarse a perder el sentido, pues «la locura es espantosa, digan lo que digan los profesores de literatura».
«Danilo Kiš dijo que cuando uno ya no tiene nada que perder, empieza a escribir, escribir es un acto de desesperación. Ahorcarse o sentarse delante de la máquina de escribir es el único dilema, afirma Kiš; yo», nos dice Clara Usón, «si bien soy tímida, no valgo para asesina, incapaz de ahorcarme y sin nada que perder, escribo». Escribe libros como este y escribe libros como su monumental (y aquí sí puedo otra vez categóricamente decir) novela La hija del este.
Sigue empujando la roca, Clara.
Ficha del libro:
Título: El asesino tímido
Autora: Clara Usón
Editorial: Seix Barral
Año de publicación: 2018
Nº de páginas: 232
ISBN: 978-84-322-3339-5
Comienza a leer aquí
Viajar leyendo autoras: con la lectura de El asesino tímido continúo mi participación en el club de lectura #ViajarLeyendoAutoras organizado por Isa Martínez (@MtnezIsa, @readingsnorth). La iniciativa consiste en lo siguiente (copio y pego de la descripción del club facilitada por Isa en el grupo de facebook en el que se desarrolla el mismo):
Club Viajar Leyendo Autoras 2020:
Las lecturas serán bimestrales. En enero y febrero viajaremos a África. En marzo y abril viajaremos a América. En mayo y junio viajaremos a Asia. En julio y agosto haremos el viaje especial a España. En septiembre y octubre viajaremos a Europa. Y por último, en noviembre y diciembre viajaremos a Oceanía.
Cada bimestre, a través de una encuesta, escogeremos una autora y cada uno leerá la obra u obras que decida.Iremos comentando nuestras elecciones, compartiendo impresiones y haciendo recomendaciones.
Para leer en julio y agosto han sido propuestas Clara Usón, Cristina Sánchez-Andrade y Patricia Esteban Erlés, siendo elegida por votación la primera de ellas. Mi voto fue para Cristina Sánchez-Andrade.
Clara Usón Vegas nació en Barcelona en 1961. Es licenciada en Derecho por la Universidad de Barcelona y ejerció la abogacía hasta que la abandonó para dedicarse por completo a la escritura. Ha recibido varios premios literarios por sus novelas, siendo el más prestigioso de ellos el Premio Nacional de la Crítica que se le concedió en 2012 por su novela La hija del este.
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Sandra se precipitó al vacío desde la terraza de la vivienda madrileña en la que residía con sus padres. Rectifico: Sandra cayó al vacío desde la terraza de la vivienda madrileña en la que residía con sus padres. Caer se me antoja un verbo más neutral. Habrá quien especule con un suicidio; habrá quien relacione su muerte con la supuesta relación que la joven actriz mantenía con el por aquel entonces rey de España Juan Carlos I. De lo que no me cabe duda es de que esa caída no sé si voluntaria, involuntaria, accidental o no accidental sucedió de una forma extraña a tenor de lo que Clara Usón me cuenta en este libro. Sandra Mozarovski no es una desconocida para los internautas como pude comprobar cuando me encontré con su nombre por primera vez y no pude resistir la tentación de googlearlo aunque después no quisiera indagar más en las especulaciones que se hacían sobre su muerte, lo que me sigue sorprendiendo es que para muchas personas siga siendo tan desconocida (o tal vez para algunos más ignorada que desconocida) hoy en día como lo era para mí.
Lo que no es tan desconocido es lo benigna que ha sido la prensa de este país con su monarquía y la patente de corso de la que ha disfrutado durante tanto tiempo nuestro rey emérito. Pero no deja de sorprenderme nuevamente que, ahora que el ex monarca está en horas bajas en lo que a popularidad se refiere, no se indague más en este y en algún otro suceso oscuro de su biografía. «De lo que no se puede hablar hay que callar», escribió el filósofo Ludwig Wittgenstein. «Estoy colocada y no respondo de mis actos, un poco como el rey no responde de los suyos», escribirá Clara Usón en este libro.
No, este no es un libro sobre Sandra Mozarovski aunque en él se cuente entre otras cosas su historia. Llevo un rato hablando sobre ella pero porque no sé por dónde empezar. Doy vueltas como me pareció que las daba Clara Usón en este libro. Empujo mi propia piedra cuál Sísifo, al que tantas veces se refiere Usón en esta obra, sin saber bien qué cumbre aspiro a alcanzar. «La lucha por llegar a las cumbres basta para llenar un corazón de hombre», dejó escrito Albert Camus en El mito de Sísifo. Al corazón de la mujer que aquí escribe le basta ahora mismo con saber de qué hablar o por dónde empezar. Puede, sin embargo, que el comienzo de esta entrada no sea tan absurdo y banal, así como que el rescate de Marta Sanz a través de la joven Mozarovski no sea en realidad un recurso tan desesperado por mi parte.
Lo primero que leí de Marta Sanz fue La lección de anatomía, una novela autobiográfica en la que la autora madrileña relata su infancia y juventud. Así, la barcelonesa Clara Usón también nos cuenta episodios de su infancia y juventud. Por momentos su libro parece uno de los últimamente denominados novelas de no ficción pero no, por mucho que este libro haya sido clasificado como novela yo no considero que lo sea. Cierto que no hay en ella ficción, ni siquiera cuando la autora nos deleita con sus fabulaciones y su ironía. Al principio cobra incluso tintes de ensayo sobre el suicidio. Como ella misma nos dice, «Camus dejó escrito: «No hay sino un problema filosófico realmente serio: el suicidio. Juzgar que la vida vale o no la pena de ser vivida equivale a responder a la cuestión fundamental de la filosofía. El resto, si el mundo tiene tres dimensiones, si las categorías del espíritu son nuevo o doce, viene después. Se trata de juegos, primero hay que responder»».
«Los suicidios son homicidios tímidos. Masoquismo en vez de sadismo», escribió Cesare Pavese en su maravilloso diario El oficio de vivir. Clara Usón se toma la libertad de corregirle y apunta que «el suicida busca la muerte, actúa con premeditación y alevosía y es por tanto un asesino, un asesino medroso quizá, un asesino tímido». De esa corrección al escritor italiano que se suicidó (y aquí sí elijo el verbo sin asomo de duda y de manera categórica) nace el título de este libro.
Pero Clara Usón, como ella misma nos contará, aunque tímida, no sabe ser asesina. «Clara no sabe vivir [...], no sirve para eso, y tampoco tiene la dignidad, el valor de morir». Clara «era una sombra recalcitrante, una sombra que anhelaba adquirir espesor, contorno, luz ¡personalidad!» Clara se siente extranjera de su propia vida y busca la evasión para ser otra, para ser una más, sin darse cuenta de la contradicción de que querer ser como los demás la relega precisamente a ser sombra. «El infierno no son los demás, el infierno es uno mismo», escribió también Wittgestein.
A pesar del origen de su título no creo que El asesino tímido sea exactamente un libro sobre el suicidio. Más bien es un libro sobre el sentido de la vida aunque, ciertamente, el sinsentido de la misma conduce muchas veces al suicidio.
«El sentido de la vida, dirán, es sobrevivir. ¿Para qué?, preguntan los filósofos y los teólogos y los poetas. Pero la pregunta queda sin respuesta». Así que ni la filosofía, como ya señaló más arriba el grandísimo Camus, da respuesta a la pregunta de si la vida merece la pena ser vivida y si de ser así para qué, ni Clara Usón, ni ninguno del resto de autores que hacen cameos en este libro. De entre todos ellos, el que más protagonismo tiene es el ya citado Ludwig Wittgestein, otro suicida en potencia que no lo fue aunque sí lo fueron sus hermanos. De él Usón nos cuenta buena parte de su biografía e incluso se permite dialogar de tú a tú con él. Recrea también un diálogo entre el peculiar Ludwig y su madre (la de Usón), esa madre con la que tantos conflictos tuvo y de la que con los años comprendió que no era sino una víctima de la época que le tocó vivir.
No seré yo, por supuesto, quien dé una respuesta al sentido de la vida pero sí debería darle un sentido a este libro o al menos a esta reseña. De lo último, desisto; de lo primero, dejaré que sea su autora quien lo intente:
Tampoco seré yo la que discrepe con Usón porque por momentos he sentido que no sabía a dónde iba pero, estaba tan ocupada disfrutando de lo que nos iba contando en sus rodeos, que poco me ha importado. Ni mucho menos seré yo quien la acuse de hacer conexiones que aunque ella me explique yo no acabe de sentir. Ni por supuesto de abusar de la cita ajena.«Yo también recelo de las abstracciones y, como antigua abogada, me repugnan las normas, no creo, por ejemplo en la UNIDAD de la novela, pienso, como Cervantes, que la novela es «escritura desatada» y que en ella cabe todo, incluso el desorden si tiene un propósito, pero hace ya unas cuantas páginas que me reconcome la conciencia, ¿cómo puedo justificar los saltos inopinados de Sandra Mozarovski a mi madre, de mi madre a Wittegenstein, del rey a mí misma?, ¿sé adónde voy?; ¿voy a algún sitio? (y si voy a algún sitio, ¿por qué doy tantos rodeos?), e intento convencerme de que este juego que me estoy inventando tiene unas reglas y una lógica: Sandra y yo fuimos contemporáneas y ambas nos dedicamos al ballet en nuestra infancia, con distinta fortuna, Sandra tocaba la guitarra, yo intenté aprender a tocarla, Sandra era medio rusa, yo soy devota de la literatura rusa, su padre fue diplomático de Yugoslavia, un país a cuya desintegración he dedicado una novela, ella, Sandra, manifestó a un entrevistador su intención de estudiar Derecho para ejercer la diplomacia, yo estudié Derecho y mi padre procuró persuadirme, sin éxito, de que opositara a la carrera diplomática («tú lo que quieres es tenerme lejos -pensé-, no te daré el gusto»); en cuanto a Wittgenstein, su madre y la mía se llamaban igual, María Josefa (y una tía suya se llamaba Clara); a él lo tenían por el loco de la familia, ¡yo también soy la loca de la mía!, su padre murió en el sueño, mi madre murió en la cama... Por lo demás, no nos parecemos en nada, y tengo la impresión de que ésa es otra de las reglas de esta novela, la discrepancia».
Clara Usón, fotografía de Obra Social Caja Cantabria
Tras uno de sus diálogos con Wittgestein Clara Usón declara: «me he quedado con ganas de contarle algo: que lo que yo quisiera hacer y no hago es hablar de todo aquello que según él debemos callarnos, escribir sobre lo que nada se puede decir pero que en verdad es lo único que importa». Y aquí sí que tengo que discrepar con la escritora catalana. Le cuesta casi todo el libro hacerlo pero lo hace. Elige la originalidad para la última parte y pienso al principio que esa originalidad es otra forma más de callar pero lo hace. Le cuesta empujar la roca y llevarla hasta la cumbre pero lo hace. Supongo que porque no quiere callar más lo que en verdad le importa. Su El asesino tímido es a ratos ensayo, a ratos memoria personal, a ratos metaliteratura, a ratos retrato generacional y de época, a ratos juego literario, pero también es un acto de amor y redención.
Tal vez el sentido de la vida sea buscarle un sentido para sobrevivir a su sinsentido, una especie de placebo que nos mantenga alejados del borde del abismo, una roca que empujar hacia una cumbre pero cuidándonos nuevamente del abismo que esa cumbre podría mostrarnos a nuestros pies una vez alcanzada. Tal vez incluso lo mejor sea no alcanzar nunca la cumbre y así no arriesgarse a perder el sentido, pues «la locura es espantosa, digan lo que digan los profesores de literatura».
«Danilo Kiš dijo que cuando uno ya no tiene nada que perder, empieza a escribir, escribir es un acto de desesperación. Ahorcarse o sentarse delante de la máquina de escribir es el único dilema, afirma Kiš; yo», nos dice Clara Usón, «si bien soy tímida, no valgo para asesina, incapaz de ahorcarme y sin nada que perder, escribo». Escribe libros como este y escribe libros como su monumental (y aquí sí puedo otra vez categóricamente decir) novela La hija del este.
Sigue empujando la roca, Clara.
Sísifo, óleo pintado por Tiziano entre 1548 y 1549 |
Ficha del libro:
Título: El asesino tímido
Autora: Clara Usón
Editorial: Seix Barral
Año de publicación: 2018
Nº de páginas: 232
ISBN: 978-84-322-3339-5
Comienza a leer aquí
Viajar leyendo autoras: con la lectura de El asesino tímido continúo mi participación en el club de lectura #ViajarLeyendoAutoras organizado por Isa Martínez (@MtnezIsa, @readingsnorth). La iniciativa consiste en lo siguiente (copio y pego de la descripción del club facilitada por Isa en el grupo de facebook en el que se desarrolla el mismo):
Club Viajar Leyendo Autoras 2020:
Las lecturas serán bimestrales. En enero y febrero viajaremos a África. En marzo y abril viajaremos a América. En mayo y junio viajaremos a Asia. En julio y agosto haremos el viaje especial a España. En septiembre y octubre viajaremos a Europa. Y por último, en noviembre y diciembre viajaremos a Oceanía.
Cada bimestre, a través de una encuesta, escogeremos una autora y cada uno leerá la obra u obras que decida.Iremos comentando nuestras elecciones, compartiendo impresiones y haciendo recomendaciones.
Para leer en julio y agosto han sido propuestas Clara Usón, Cristina Sánchez-Andrade y Patricia Esteban Erlés, siendo elegida por votación la primera de ellas. Mi voto fue para Cristina Sánchez-Andrade.
Clara Usón Vegas nació en Barcelona en 1961. Es licenciada en Derecho por la Universidad de Barcelona y ejerció la abogacía hasta que la abandonó para dedicarse por completo a la escritura. Ha recibido varios premios literarios por sus novelas, siendo el más prestigioso de ellos el Premio Nacional de la Crítica que se le concedió en 2012 por su novela La hija del este.
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¿Que tal Lorena? Conocía tanto a Marta Sanz como a Usón de ver sus libros por la biblio, pero si te soy sincera me pasa como a ti, que en la vida había escuchado hablar ni había leído sobre Sandra Mozarovski y hago una reflexión similar a la tuya: me parece increíble que estos días en los que no se habla de otra cosa que de las hazañas económicas y mujeriegas de nuestro emérito (bueno sí, también se habla a todas horas del coronavirus, claro) no se haya mencionado ni a nadie se le haya ocurrido hurgar en su amistad (por decirlo de alguna manera) con esta mujer, aunque pienso que en algún momento saldrá y se pasarán días hablando sobre ello, seguro.
ResponderEliminarRespecto a la no novela de Usón, pues aunque dices que no va sobre el suicidio, las reflexiones que hace sobre él y sobre el sentido de la vida puede ser interesante.
En cualquier caso, siempre es interesante leerte
Besos
Supongo que hablar del suicidio es algo intrínseco a la reflexión sobre el sentido de la vida.
EliminarRespecto al silencio en torno a Sandra Mozarovski es algo que no deja de extrañarme. Tampoco es que quiera que se la ponga en el candelero, pues pienso que tan solo sería para utilizarla, pero me resulta llamativo su ausencia en la mención de esas supuestas 'amigas entrañables' de nuestro rey emérito.
Clara Usón y Marta Sanz son dos voces a tener muy en cuenta en el panorama narrativo español actual.
Besos
Me encantó esta novela y, como tú, dejé de preocuparme enseguida de sus saltos y de su aparente devenir entre temas y comentarios aparentemente inconexos. Dejé de preocuparme porque lo que me iba contando me gustaba tanto que nada más me importaba.
ResponderEliminarYo tampoco recordaba a Sandra Mozarovski. Cuando la puse en Google encontré algunas fotos que sí me querían sonar, pero nada sabía de su vida y de su temprana muerte y eso que yo ya tenía una edad cuando sucedió. Ya sabes, no dejan de recordarlo, que las hazañas del rey, el emérito y en real, sin inviolables. Ni robos ni asesinatos ni estafas les pueden ser investigados ni pueden ser condenados por semejantes delitos. Un despropósito que si la Constitución avala es un motivo más para empezar a meter mano al libro sagrado y empezar a modificarlo.
Una gran novela de una autora a la que pienso leer más. "La hija del este" es una novela inolvidable.
Un beso.
La hija del este es, ya no difícil de superar, sino creo que difícil de igualar. Ello no quita para dejar de considerar otros libros de su autora como es este.
EliminarCreo que le debo una disculpa a Ludwig Wittgenstein. Supongo que se merecía tanto protagonismo en esta entrada como Sandra Mozarovski, ya que en el libro lo comparten. Pero ya omití mi reflexión sobre la actriz cuando escribí sobre la citada novela de Marta Sanz y ahora que me la he vuelto a encontrar creo que era el momento. No me gustan las especulaciones pero es bien cierto que hay algo extraño en las circunstancias de su muerte. Lo de que todos somos iguales ante la ley pues, en fin, parece que la justicia es ciega según para quién.
Besos
Más de una vez escuché que somos lo que comemos. Seguro, que hay mucha certeza en esa afirmación. Mentalmente, creo que podría decirse que lo que somos recibe una fuerte influencia de lo que leemos: "(...)escribir sobre lo que nada se puede decir pero que en verdad es lo único que importa».
ResponderEliminarNo conozco a esta autora, quiero decir, no he leído nada de ella, pero tu espléndida reseña invita a ello. Te agradezco la propuesta. Me llevo el libro apuntado.
Un abrazo.
No sabría decir muy bien si somos lo que leemos o si inconscientemente leemos según quién somos. Supongo que es como la pescadilla que se muerde la cola y que en el acto de leer hay un poco de ambas cosas.
EliminarNo me canso ni creo que me cansaré de recomendar La hija del este de esta autora. Pero este otro título no es nada despreciable así que, si te tienta, a por él.
Un abrazo
Hola! Es un placer visitarte y ser sorprendida.Gracias.Saludosbuhos veré de conseguir el otro que recomiendas.
ResponderEliminarYa que no lei ninguno y mi voracidad esta a prueba una vez más.
Gracias Lorena
Saludosbuhos
Es una autora fantástica. Espero que sea de tu gusto.
EliminarSaludos