El deshielo - Lize Spit

«Los chismorreos son las historias sobre conocidos que a la gente del pueblo le gusta ayudar a propagar, porque así pueden distinguirse en algo, pueden pertenecer al grupo de personas que se han escapado de algo».
Pienso que la literatura debe ser espejo y/o reflejo. Espejo, cuando nos descubrimos en ella; reflejo, cuando adivinamos en ella a los demás. Afortunadamente, esta novela ha sido para mí solo (y ese solo es mucho) reflejo de otros. Indemne, pero destrozada; a salvo, aunque conmocionada; así salgo de su lectura. Segura al otro lado de las páginas, con la tranquilidad de que lo feo se acaba cuando se cierra el libro y la intranquilidad de tener la certeza de que las cosas feas no suceden solo dentro de los libros. Yo quiero ser la que escucha el chisme, incluso tal vez la que contribuya a transmitirlo; asegurarme así una plaza en el grupo de los que permanecen al otro lado de la barrera. Las cosas feas les sucede a otros, no a mí ni a los míos; las cosas feas las hacen otros (¿nos atrevemos acaso a preguntarnos si alguno de los nuestros sería capaz de hacerlas?). Yo solo quiero saber detalles, conocer el cómo, aspirar tal vez a alcanzar un porqué. Los porqués son complejos; a veces, aterradoramente sencillos. Ilusa, ingenua, tonta chismosa, como si así pudieras detectar señales, armar un mecanismo de prevención a tu alrededor; como si así pudieras mantenerte ajena a las cosas feas.
«-¿Por qué hiciste algo así? -le pregunto.
-¿Por qué no iba a hacerlo? Nadie llegó a enterarse nunca».
 
«No hay nadie, sólo nosotros. Y también queda cada vez menos de nosotros».
Avanzo lentamente por esta historia, sin saber hacia dónde voy o me llevan, disfrutando del camino del cual tengo la impresión que está sembrado de migas de pan que tan solo sabré reconocer cuando llegue a mi destino, sin saber aún si me anegará el deshielo del bloque de hielo con el que viajo como equipaje, al final haré balance y sabré si ha merecido la pena el camino transitado.

Sí, viajo con un bloque de hielo. No me preguntéis por qué, aún no lo sé. Es Eva quien sabe. Ella me lleva. Ella se lleva, a sí misma y a su bloque. Ella me cuenta y se cuenta: su infancia, su adolescencia, sus vecinos, sus ¿amigos?, su familia, su no-hogar; su culpa, su dolor, su vacío, su fracaso, su partida en la vida vencida de antemano.
«¿Le habrá mostrado papá la soga a Tesje? ¿Le habrá desaconsejado vivir a ella también?»
Detecto en su voz un sentido del humor desganado, que suelta como quien no quiere la cosa. Parece estar de vuelta de todo, hastiada de escepticismo, lo cual me hace pensar que nada bueno me aguarda, que no hay lugar para la fe o la esperanza en su relato.
«La gente en realidad no quiere morir sino que sólo quiere escapar de la vida que lleva». 
«Nada ha cambiado, pero nada es igual».
Eva regresa a la pequeña población belga de Bovenmeer, de la que es oriunda y a la que no ha vuelto desde que se fue hace nueve años. Ha recibido una invitación de Pim para asistir a una fiesta en recuerdo de Jan, hermano de este y muerto poco antes del verano de 2002; ese verano, esa fecha fatídica en la que todo cambió, se definió, en la que se cortaron definitivamente los lazos entre Eva y Pim y Laurens, los pocos hilos que sostenían a Eva.
«Una vaca está compuesta por un millón de hilos [...] Una vez que te das cuenta de eso, ya no te da cosa cortar carne».
Eva, Pim y Laurens son amigos desde la infancia, se hacen llamar los tres mosqueteros. No puede decirse que se eligieran mutuamente sino que la vida los eligió. Fueron los tres únicos niños nacidos en Bovenmeer en 1988 y eso, en cierta medida, selló sus destinos. Pero los niños crecen y cada uno va comenzando a elegir según sus personalidades y sus posibilidades. El paso del colegio al instituto marca el inicio de la bifurcación de sus caminos. Eva vive una situación complicada en su casa, no ha conseguido que ninguna niña la incluya en su círculo de amistades, para ella ser una de los tres mosqueteros es su forma de existir, de ser parte de algo, de ser alguien para alguien. El verano de 2002 será el verano en que se afana en que todo siga así, en que Pim y Laurens la sigan teniendo en cuenta. También será el verano en el que se pierde definitivamente la inocencia, el verano del despertar sexual, aquel en el que inician un peligroso juego del que no miden las consecuencias y que ninguno sabrá, quizás incluso querrá, parar.

No, no es un juego de niños porque no hay en él candor ni inocencia. Tampoco de adultos pues está desprovisto de madurez.
«Al final, todos los hombres no son más que niños dominados por algo».
The Dreaming Spooky House. Fotografía de Kevin Krejci

Sería interesante poner nombre a qué es lo que domina a cada uno de los personajes de esta novela. Yo os estoy hablando solo de Eva y muy someramente, y os he citado también a Pim, a Laurens y a Jan (también a Tesje en una cita), pero os aseguro que el elenco de personajes de esta novela es impresionante y que oscila entre causar una triste y honda ternura y revelar la más extrema crueldad. Hay, entremedias, víctimas de sí mismos, cómplices por acción o por omisión, y esa dualidad víctima-culpable que siempre me fascina. 

Eva (Lize Spit) nos lleva y nos cuenta. Y no, Lize no es Eva aunque se crió en un ambiente parecido al de Bovenmeer. Nos cuenta en tres tiempos que va alternando: el del regreso al pueblo natal, el  del verano de 2002, y el anterior a este en el que nos va contando acontecimientos de la infancia y adolescencia de Eva. Sin embargo, no se acusa el cambio de los hilos temporales, tal vez porque ellos mismos se superponen. Todo fluye y pronto me encuentro viajando con Lize y con Eva sin importarme nada más que la visión panorámica que me ofrecen, las ramificaciones de la historia, las chinas que me encuentro en el camino y que me voy guardando en el bolsillo porque sé que pertenecen a un tramo que aún no he recorrido aunque ellas ya sí. Casi se me olvida que viajamos con un bloque de hielo sino fuera porque a veces sale a relucir.

Asombrosa primera novela de Lize Spit. Me ha gustado mucho cómo escribe y cómo arma las historias. Ha escrito una novela extensa (más de 500 páginas) cuya lectura no se hace larga ni presenta altibajos. Tiene una gran capacidad, además, para combinar lo implícito con lo explícito. Lo implícito, porque allá nos deja que nos las apañemos para poner nombre a las motivaciones de cada uno y lo explícito, porque no nos ahorra detalle.

No nos ahorra detalle tampoco en ese capítulo en el que por fin se descubre que es lo que pasó en ese verano de 2002. Lo advierto porque su lectura puede resultar desagradable y es incluso probable que haya quien prefiera no leerlo. Es la segunda vez que una lectura me produce este tipo de ambivalencia (el responsable de la primera fue El gran cuaderno de Agota Kristof) pero en ambos casos me ha parecido estar ante magníficos libros y grandísimas autoras. Yo lo he leído (el capítulo en cuestión) con una mezcla de pena y de incredulidad. No porque me haya resultado inverosímil lo que en él se narra sino porque siempre me resisto a creer que puedan existir personas así que comentan actos como los relatados sin ningún tipo de empatía hacia sus víctimas. No he podido evitar recordar las reflexiones que me provocó la lectura de Un sábado con los amigos de Andrea Camilleri.

Tras este capítulo, y a falta de poco para el final, tan solo nos falta averiguar algún detalle más y esperar quizás una sorpresa o giro final, pues ya se intuye el desenlace. Tal vez por ello, o más probablemente por acabar de haber superado el clímax de la trama, la novela pierde un poco de fuerza, nada en todo caso que empañe todo el conjunto.

Avanzo lentamente por esta historia, sin saber hacia dónde voy o me llevan. Eva me guía. Ella sí sabe. Sabe que no va hacia ninguna parte porque en realidad nunca se ha ido. Sabe que no importan los kilómetros que se pongan por medio. No se puede escapar de uno mismo. No se puede huir de quien se es ni de lo que han hecho de uno ni con uno.
«No soy una mujer, no soy una niña, pero tampoco soy uno de ellos. Soy el caballito de un tiovivo que siempre seguirá moviéndose a sacudidas, siempre en la misma barra, año tras año en la misma órbita, en la misma feria, para los mismos niños».
«Éstos son mis amigos y éste es un juego que se nos ha ido de las manos, nada más».
Clagett Farm Festival-20. Fotografía de F Delventhal





Ficha del libro:
Título: El deshielo
Autora: Lize Spit
Traductoras: Catalina Ginard y Marta Arguilé
Editorial: Seix Barral
Año de publicación: 2017
Nº de páginas: 528
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Comentarios

  1. Vaya debut, esta novela parece un terremoto. Hay de todo: ajustes de cuentas con el pasado, violencia adolescente, el ambiente cerrado y asfixiante de un pueblo. Al leerte imagino que también mucho de autobiografía, pero deformada y retorcida, eso me gusta. También ,e atrae el paralelismo con Agota Kristoff, aunque entonces habrá que prepararse para sus efecto, porque será de las lecturas que te dejan grogui. En fin, gran reseña y recomendación, la anoto sin dudarlo.
    Un abrazo.

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    1. He leído algún artículo sobre el libro y alguna entrevista a la autora en los que se especula con la idea de que la novela sea autobiográfica. Spit lo niega pero a veces también juega a la ambigüedad. Yo me figuro que lo que tendrá de autobiográfico será el ambiente, el contexto, incluso tal vez el comportamiento de algunos personajes, pero no creo que los hechos.

      Me recuerda a Kristof en lo explícito. La primera novela de Claus y Lucas lo es; en las otras dos la violencia es más sutil. Un capítulo de El deshielo también es especialmente explícito. En ambos casos la lectura se hace dura, incómoda, desagradable. Pero también en ambos casos no se trata de una violencia vacía, carente de contenido, solo para llamar la atención; de lo contrario no la admitiría.

      El libro es brutal, pero no solo por el contenido sino por lo buenísimo que es y por la madurez de Lize Spit como escritora. Me gustará conocer tu opinión si lo lees.

      Un abrazo

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  2. Lorena, tenía muchas ganas de leer tu reseña sobre esta novela que sabes me gustó mucho. Coincido contigo en todo lo que dices. Me encantó la historia de los tres mosqueteros y Eva.., me transmitió a lo largo de toda la lectura pena, mucha pena por no ser del todo aceptada en el trío (o al menos así se sentía ella), tristeza porque me pareció un personaje triste y una infinita soledad, porque creo que ella se sentía siempre muy sola.
    Los dos personajes masculinos me parecieron insoportables, me cayeron fatal, por esa falta total de empatía, de sensibilidad.
    Yo sí pienso que en realidad empezó siendo un juego de niños (aunque no haya candor ni inocencia, pero en los niños a veces no hay tales cosas, a veces los niños pueden ser crueles), pero se les fue de las manos.
    Y el final..., increíble, ¿sabes? lo leí dos veces porque no podía creérmelo, con los ojos como platos y varios días dándole vueltas y vueltas.
    La ambivalencia que comentas con "El gran cuaderno" (que por cierto me has picado para leerlo) la sentí yo con "Desgracia" de Coetzee, te lo recomiendo)

    Genial tu reseña!!!
    Besos

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    1. La infancia no es el mundo idílico que nos suelen pintar y es cierto que los niños pueden ser muy crueles. Son crueles porque son absolutos, para lo bueno y para lo malo. El problema con Pim y Laurens es que parece que en ellos solo habita lo malo (especialmente en Pim, Laurens va como a remolque de él), algo va mal, no muestran en ningún momento empatía hacia nadie, o al menos así es como nos los muestra Eva, que es la que cuenta la historia.

      Eva, aun con sus errores, también me ha dado mucha pena. Tan sola, con esa falta de afecto, la situación en su casa y sin más amigos que Pim y Laurens. No sé si realmente alguna vez fueron los tres mosqueteros. Es cierto que nos cuenta más de su adolescencia que de su infancia pero no parece que los chicos la tuvieran realmente nunca en cuenta.

      Si piensas leer El gran cuaderno, léete mejor Claus y Lucas. Contiene esta y otras dos novelas que le siguen. Verás que cambia la interpretación según sea lean juntas o de manera independiente.

      Coetzee es un autor que aún tengo pendiente, pero tomo nota de tu recomendación de Desgracia.

      Besos

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  3. ¡Hola!

    Lo compré la misma semana en la que se publicó y aún no me he atrevido a leerlo ; lo veo en la estantería y me llama muchísimo pero cuando voy a cogerlo me da miedo, fíjate qué tontería...pero tu reseña no hace más que confirmar lo que siento: que es un libro duro...sé que en algún momento lo leeré pero ahora mismo creo que no lo disfrutaría como se merece.

    Un beso

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    1. Es un libro duro, sí. Así que ponte con él cuando te sientas con ánimos.
      Besos

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  4. No me la puedo perder. Además la tengo entre mis pendientes hace tanto tiempo que la había olvidado. No sé de dónde saqué la referencia, pero cuando vi tu foto en instagram, me sonó mucho la portada y, efectivamente, la tenía. Ahora, la he desempolvado y la leeré, más o menos pronto, pero ya no se me olvida.
    Tengo que conocer a esos personajes y saber qué pasó en 2002.
    Poco indemne, si destrozada; poco a salvo, si conmocionada. Pero no me asusta ser herida por un libro.
    Un beso.

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    1. No debes perdértela, Rosa. Es una gran gran novela. Y pienso que te gustará.
      Tampoco debe asustarnos salir heridos de un libro. La vida real puede herirnos mucho más.
      Besos

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  5. Había leído un comentario cuando apareció, y no me había convencido mucho. Ahora, leyéndote a ti, al menos tengo una idea más acabada de la trayectoria de la historia. No es un tipo de libro que frecuente, pero he leído 'Claus y Lucas', de Kristof, al completo y no me he visto singularmente afectado por su contenido en lo que se refiere a sus escenas. Por eso me he hecho de una versión digital -pues en papel no ha llegado a aquí-.
    A propósito, he visto que tú también dispones de un medio electrónico. No soy muy partidario, pero facilita el traslado de la lectura.
    Gracias por esta magnífica reseña. Espero poder hacer mi experiencia lectora en breve.
    Un gran abrazo, Lorena.

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    1. Yo también he leído 'Claus y Lucas' al completo, que en mi opinión es incluso mejor que leer cualquiera de las tres novelas que lo componen por separado. Si hago el paralelismo entre un capítulo de 'El deshielo' y el primero de esos tres libros es por la crueldad y violencia tan explícita de ambos. No es una crueldad ni una violencia gratuita en ninguno de los dos casos, por lo que yo tampoco rechazo leer sobre ellas. Evidentemente, tanto autoras como libros respectivos tienen su propia identidad, pero en ambos casos me ha resultado lecturas excelentes. De la novela de Spit hay muchas cosas que me callo y algún que otro personaje que aquí no cito del que me hubiera gustado hablar largo y tendido. Ya me contarás tus impresiones si lo lees.

      El papel tiene un encanto especial e insustituible para aquellos que amamos los libros y que disfrutamos de ellos desde tiempos en los que no existía otro formato. Pero pienso que el libro electrónico tiene varias ventajas prácticas sobre el papel. Yo compatibilizo ambas opciones sin problema aunque soy consciente de que muchos lectores no son de mi misma opinión.

      Un abrazo

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  6. Hola Lorena.
    No sé si te lo había dicho, pero me alegro de ver a mi amigo Marcelo por aquí, lo que me parece natural, pues siendo un magnífico lector tenía que recalar en tu blog.
    Tampoco es un libro que vaya a leer, no sé, cosas mías, pero si alguna vez nos cruzamos me acordaré de tus impresiones y, como mínimo, me lo tendré que pensar, un no categórico es cosa seria.
    Fíjate, sí me leería el de Andrea Camilleri que enlazas, "Un sábado con los amigos" . Acabo de leer esa entrada, y me atrae bastante más.
    Aquí nunca me voy de vacío.
    Un abrazo.

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    1. Nunca digas nunca jamás. Es una máxima que me suele aplicar. Como bien dices, un no categórico sería cosa seria. Pero también es cierto que cada uno se conoce como lector e intuye los libros que le pueden satisfacer más y los que no.

      Camilleri me parece un narrador solvente. A mí suelen atraerme más sus obras menos conocidas, las que no pertenecen a la serie del comisario Montalbano (cosas mías ;) ). 'Un sábado con los amigos', si bien escapa de ser una de esas novelas negras, es una historia muy muy negra y muy a tener en cuenta. Seguro que si la lees tampoco te vas de ella de vacío.

      Yo también me alegro de tener a Marcelo por aquí, así que te agradezco que hayas hecho de puente entre los dos.

      Un abrazo

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  7. Hola!! Vaya, como siempre me has dejado con muchas ganas de leer un título que desconocía por completo. ¡Estupenda reseña! Besos!!

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