La ignorancia - Milan Kundera

Quiero enfadarme con el señor Kundera y no puedo. No puedo porque en lo que me niega está su mejor regalo. Preocupada por el porvenir casi renuncio al presente, pero el checo sabe convencerme, encandilarme, sabe anclarme y también llevarme. Me mece como aguas que arriban a la isla de Ítaca pero mi viaje, más que odisea, es de placer. Por eso me demoro, me sumerjo, emerjo, alargando inconscientemente una travesía que se presumía breve. Soy una Ulises de esta lectura: tardo en emprender la aventura y tardo, una vez iniciada, en llegar a puerto. Diez años pasa el héroe griego lejos de su patria, otros diez ocupan su regreso; veinte años que narran su historia con lo que deja atrás y con lo que se dispone a retomar.
«La historia de los checos se engalana de una notable belleza matemática debido a la triple repetición del número veinte. En 1918, después de muchos siglos, obtuvieron su Estado independiente y, en 1938, lo perdieron.
En 1948, importada de Moscú, la revolución comunista inauguró, mediante el Terror, el segundo veintenio que termina en 1968, cuando los rusos, furiosos al ver su insolente emancipación, invadieron el país con medio millón de soldados.
Los ocupantes se instalaron con todo el peso de su poder en 1968 y se fueron, sin que nadie se lo esperara, en el otoño de 1989, con suavidad, cortésmente, como lo hicieron entonces todos los regímenes comunistas de Europa: el tercer veintenio».
Es este tercer veintenio el que Irena y Josef han estado ausentes de su patria y son las respectivas historias de sus regresos lo que nos cuenta La ignorancia. Me gustaría añadir que cuenta también la historia de Milada que, aunque más sutil y breve, me ha parecido tristemente bella y tremenda; y podría añadir tal vez la de algún personaje más. Pero de lo que realmente nos habla Milan Kundera en este magnífico libro es de la ignorancia de todos ellos, de la ignorancia de todos nosotros, de la ignorancia del ser humano. De su ignorancia respecto a su paso por la vida; al tiempo que maneja y a cómo lo mide e interpreta; a sus afectos, bien sea por un terruño, bien por otros seres con los que comparte momentos de vida en su breve existencia.
«No comprenderemos nada de la vida humana si persistimos en escamotear la primera de todas las evidencias: una realidad, tal cual era, ya no es; su restitución es imposible».
«En español, «añoranza» proviene del verbo «añorar», que proviene a su vez del catalán enyorar, derivado del verbo latino ignorare (ignorar, no saber de algo). A la luz de esta etimología, la nostalgia se nos revela como el dolor de la ignorancia». Resulta tentador, una vez conocida la etimología de la palabra añoranza, asumir que este libro versa sobre la misma, y, ciertamente, no son pocas de sus páginas las que abundan en tal sentimiento, yendo incluso mucho más allá de lo que de él se acostumbra a presumir. Sin embargo, es el francés el idioma original en el que está escrito y, en dicha lengua, añoranza se dice nostalgie, que proviene del griego nostos (regreso) y algos (sufrimiento). Así que no, no fue la intención de Milan Kundera al titular su libro L'ignorance utilizarlo como sinónimo de La añoranza.

Me encuentro más tarde con la expresión «la edad de la ignorancia», que hace alusión a esa etapa de la vida en la que la gente suele tomar las decisiones importantes: elegir profesión, casarse, tener hijos; etapa aún bastante precoz en la que todavía no hemos aprendido muchas cosas. Cuando las comprendemos, ya es tarde para deshacer muchas de esas decisiones. También se habla de ignorancia para referirse al desconocimiento que los que se quedan en la tierra natal tienen sobre la vida de los emigrados y viceversa, esa brecha que hace tan complicado el regreso y que en muchos casos resulta insalvable. La nostalgia pasa así de ser «el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar» a convertirse en el sufrimiento por el regreso, tal vez porque la palabra añoranza sea una etiqueta que se pone sin preguntar a quien la ostenta si la desea llevar.
«Aquí tengo siempre la impresión de que quieren amputarme veinte años de mi vida. Sí, tengo realmente la impresión de que se trata de una amputación».
«Cuando llegamos les dio igual saber cosas sobre nosotros. Ya sabían que el estalinismo era un mal y la emigración una tragedia. No les interesaba lo que pensábamos, lo que les interesaba de nosotros era que fuéramos la prueba viviente de lo que ellos pensaban. Por eso se volcaban con nosotros y se sentían orgullosos de hacerlo. Cuando un día se desmoronó el comunismo, fijaron en mí una mirada indagadora. Y entonces algo se estropeó. No me porté como ellos esperaban de mí [...] En realidad me habían ayudado mucho. Habían visto en mí el sufrimiento de una emigrada. Luego llegó la hora en que debía confirmar ese sufrimiento mediante la alegría del regreso. Pero no obtuvieron la confirmación. Se sintieron burlados. Y yo también, porque entretanto había creído que me querían por mí misma y no por mi sufrimiento».
La trama de esta novela es sencilla y podría contarse en muy pocas páginas. Avanzo por ella muchas veces con la impresión de que a Kundera poco le importa esa trama y que la usa tan solo como excusa para sus reflexiones. A Irena y a Josef habría que sumarles otro personaje principal: el narrador, la voz omnisciente de Milan Kundera. Más que una novela, La ignorancia se me antoja un ensayo novelado, sin ni siquiera saber si tal expresión existe o la acabo de acuñar. Temo que Kundera no deje espacios, que llene los huecos, que no me deje nada que aportar; pero me equivoco. Me equivoco y llegado a cierto punto tampoco me hubiese importado no equivocarme. Estoy enredada, volviendo páginas atrás y releyendo, aplicándome a subrayar, sintiéndome chiquita bajo el universo Kundera, maravillada ante su forma de explicar y de hilvanar con la trama y ante sus ocasionales recursos poéticos. Por eso no puedo enfadarme con el señor Kundera. Por eso y porque la trama está ahí, e Irena y Josef también, y los demás personajes, y aún me aguardan sorpresas.

Airpot Atmosphere. Fotografía de Matthias Ripp

Sí, me equivoco, las reflexiones son parte de la trama y el propio Kundera como emigrado tiene mucho que aportar. Decía que esta no es tan solo la historia de Irena y Josef sino que se puede extrapolar al conjunto de la humanidad. Ello es así porque el contexto histórico que les tocó vivir obviamente no les afecta tan solo a ellos y porque contextos similares se han repetido, y desgraciadamente se repetirán, a lo largo de la historia. Lo que hace La ignorancia es crear similitudes entre los rincones más íntimos y personales de sus personajes y ese contexto, trazar puentes entre ambos para que los podamos transitar.
«La adhesión al comunismo no tiene nada que ver con Marx y sus teorías; la época no hizo más que brindar a la gente la ocasión de poder satisfacer sus más diversas necesidades psicológicas: la necesidad de mostrarse no conformista; o la necesidad de obedecer; o la necesidad de castigar a los malos; o la necesidad de mostrarse útil; o la necesidad de avanzar con los jóvenes hacia el porvenir; o la necesidad de formar una gran familia.
[...]la gente abandona hoy el comunismo no porque su pensamiento haya cambiado o entrado en conflicto, sino porque [...] la convicción comunista no responde ya a esa necesidad. Ha pasado a ser hasta tal punto inútil que todos la abandonan fácilmente, sin darse cuenta siquiera».
Leo lo anterior y pienso si los seres humanos somos tan inconstantes en nuestros afectos como en nuestras convicciones políticas (sí, me equivocaba, ya veis que el señor Kundera ha dejado espacio a mis propios pensamientos); si, inconsciente y egoístamente, solo buscamos en ellos cubrir nuestras necesidades («amor-reposo; amor-olvido; amor-deserción; amor-despreocupación; amor-insignificancia») relegándolos, cuando dejan de colmarlas, al destierro de la desmemoria (y sobre la memoria también nos proporciona una brillante, hermosa y demoledora reflexión el señor Kundera); si aquellos que no se afanan en cubrirlas están condenados a la más profunda soledad.
«La palabra soledad adquiría un sentido más abstracto y más noble: atravesar la vida sin interesar a nadie; hablar sin ser escuchada; sufrir sin inspirar compasión, por lo tanto, vivir como de hecho ha vivido desde entonces».
No, no puedo enfadarme con el señor Kundera y ya ni siquiera quiero. Leerlo me ha recordado mi ignorancia, y, aunque estoy de acuerdo con su afirmación de que solo podemos estar seguros del momento presente pero que sin embargo es el porvenir el que nos permitirá juzgar tal momento, auguro que esta lectura que hoy para mí es presente se convertirá en eterna en mi porvenir. Qué contradicción por mi parte dejar la inmutable eternidad al amparo del inasible porvenir. Qué tonto empeño y ambición la de los seres humanos con la eternidad. Menos mal que está aquí el señor Milan Kundera para señalar la ignorancia de una y de otros.
«La brevedad de su vida convierte el cielo en una tapadera negra contra la que siempre se golpeará la cabeza y caerá a tierra, donde todo lo que vive come y tal vez sea comido».
beer and wine glass. Fotografía de GabaGaba





Ficha del libro:*
Título: La ignorancia
Autor: Milan Kundera
Traductora: Beatriz de Moura
Editorial: Tusquets
Año de publicación: 2009
Nº de páginas: 200
ISBN: 978-84-8383-535-7

*Dejo datos y portada de la última edición de este libro de la editorial Tusquets. El ejemplar que yo he leído es una edición de Círculo de Lectores de 2000 con la misma traducción de Beatriz de Moura.






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Comentarios

  1. ¡Bueno bueno..., menuda reseña!!! Aunque el libro en sí creo que no lo leería (únicamente porque tengo tan poco tiempo que hay que seleccionar) leerte es un placer, lo que cuentas y cómo lo cuentas.
    ¡Me gustan mucho tus reseñas y cómo escribes! (no es peloteo, jeje)
    Un beso

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    1. Muchas gracias, Marian.
      Todos tenemos que priorizar lecturas. De lo contrario, sería imposible abarcar todo lo que queremos leer.
      Besos

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  2. Hace tiempo leí de Kundera un estupendo ensayo “Como escribir una novela”, que en realidad es un acopio de reflexiones no solo sobre su oficio, también de su cosmovisión.

    Es un escritor de inteligencia tan clarividente, que todas sus frases se hacen en trascendentales en su afán por alumbrarnos el sentido de nuestro tránsito vital, con esa dimensión filosófica tan propia de los autores centroeuropeos.

    En cuanto a las grandes decisiones… bueno, pensando en ello creo que nadie puede esperar bajo la sombra de un olmo a que llegue el momento ideal para ejecutarlas, al menos muchas de ellas. Existen variables fuera de nuestro control, contingencias, que nos hacen lanzarnos hacia delante. La vida no es un manual con instrucciones de uso (emulando el título de Perec), viene como viene y punto.
    Esto lo entendemos mejor los europeos meridionales que los centroeuropeos, lo explica muy bien el filósofo Heleno Saña en uno de mis ensayos preferidos, “Historia y Conflicto”.

    Me encantan tus propuestas, siempre digo que tienes un gusto literario excelente.
    Abrazos Lorena!

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    1. Ciertamente me he pasado la lectura subrayando párrafos enteros porque las reflexiones de Kundera no tienen desperdicio.

      Obviamente no viviríamos y desaprovecharíamos esa vida de extensión tan limitada que dice Kundera si no tomásemos decisiones sobre aspectos tan importantes de nuestras vidas aun siendo demasiado jóvenes como para vislumbrar las consecuencias. Además, tampoco es garantía de acertar el tomarlas más adelante apoyándonos en lo aprendido y en la experiencia. Yo soy yo y mi circunstancia, que diría Ortega y Gasset; y sobre esa circunstancia, como bien dices, poco poder de decisión tenemos. Lo que si es interesante es echar la vista atrás y dilucidar qué fue lo que nos llevó a tomar esas decisiones, como una especie de revisión de nuestras motivaciones y aspiraciones.

      Alaba en este caso el buen gusto al azar. Este libro no lo elegí yo sino que me eligió él a mí. Me lo encontré en un mercadillo de segunda mano y me dije: ya va siendo hora de que el señor Kundera y yo nos encontremos.

      Un abrazo

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  3. Interesante reseña Lorena aunque no me acaba de convencer Kundera. ¿No lo leí en el momento correcto? ¿No acerté con el libro? No lo sé, sé que después de leerte he pensado que debería darle una nueva oportunidad.
    Me ha gustado especialmente este fragmento sobre la soledad. La palabra soledad adquiría un sentido más abstracto y más noble: atravesar la vida sin interesar a nadie; hablar sin ser escuchada; sufrir sin inspirar compasión, por lo tanto, vivir como de hecho ha vivido desde entonces, cuánta soledad en esas líneas y en ese no interesar a nadie. Me ha parecido demoledor.
    Sí, los seres humanos somos inconstantes y muy olvidadizos, hablas de egoísmo y seguramente es cierto en esa búsqueda de la satisfacción personal y cuando se acaba, se olvida. Es una reflexión que nos interroga sobre qué somos realmente y a veces las respuestas no son agradables.
    Un abrazo

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    1. El egoísmo es un sentimiento bastante humano, más de lo que nos gustaría admitir. Muchos de nuestros más 'nobles' sentimientos o acciones se levantan sobre el egoísmo. Sería un buen título y un buen tema para un libro de Milan Kundera. La cita sobre la soledad realmente es brutal y desgraciadamente se da también en más ocasiones de las que nos gustaría admitir.

      A veces es el libro. A veces es el momento. Y otras veces simplemente no se tiene feeling con un determinado autor. Tampoco hay que darle muchas vueltas.

      Un abrazo, Conxita.

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  4. Me gustó mucho durante un tiempo Milan Kundera, después no he vuelto a leerle. De los seis libros suyos que he leído, este concretamente es el último. No recordaba nada de él. Con tu reseña he vuelto a tener una idea de lo que trata.
    Son sumamente interesantes esas reflexiones acerca del comunismo y de los que vuelven y como son utilizados de referente (interesado a veces) por los que se quedaron. Es tan diferente la visión de unos y otros...
    Me ha encantado esa definición de nostalgia, «el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar», regresar a un lugar, a un tiempo, a una persona, a uno mismo. Yo estoy llena de nostalgias.
    Un beso.

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    1. Todos estamos llenos de nostalgias, incluso a veces se tiene nostalgia por lo que no se ha vivido. Kundera ofrece en este libro la etimología de la palabra nostalgia en varias lenguas, lo cual, en muchos casos, efectivamente da lugar a definiciones tan hermosas y certeras como la que mencionas.

      Me alegra haberte recordado esta lectura.

      Besos

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    2. He leído esta misma edición hace cinco años, Lorena, y puedes ver mi propia opinión.
      No soy un gran partidario de Kundera. Será porque una carga de amigos ansiosos esperaban una mayor cotización personal sobre 'La insoportable...' o porque respeto su punto de vista pero lo siento distante.
      No obstante, rescato la sensación de paria de los protagonistas, la pérdida de lo colectivo para aquel que regresa del exilio y el ejercicio de la memoria.
      Un abrazo grande.

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    3. La lectura de este libro puede ser distante en muchas ocasiones, ya digo que a ratos me ha parecido más un ensayo que una novela. Es el único libro de Kundera que he leído hasta la fecha pero tengo la impresión de que esta forma de narrar se repite en el resto. De ahí mi medio enfado inicial, no porque no me guste leer ensayos sino porque esperaba una novela, que al final sí es. Respecto a sus reflexiones se puede distar más o menos de ellas, por supuesto; no porque sea un buen escritor hay que estar de acuerdo con todo lo que dice. Entiendo que si la disonancia es mucha la lectura se haga distante. Yo al final no pude enfadarme con el señor Kundera y salí muy satisfecha de mi encuentro con él pero si un libro o un autor no llega pues no llega, independientemente de ir a la contra de la mayoría de opiniones. No sería la primera vez que a mi me pasara algo así.
      Un abrazo

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  5. Ya te dije que es imposible enfadarse con Kundera. Es una de mis debilidades, tan lúcida su mente y su escritura, que además hila en muchas ocasiones de forma muy lírica y con muchísima clarividencia. Sus libros siempre van más allá de la trama, no quiere entretener (tan solo) quiere hacernos pensar.

    Un abrazo

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    1. Ciertamente la palabra clarividente le define muy bien. Y no, no he podido enfadarme con Kundera.
      Un abrazo

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  6. Hola Lorena!! Siempre que me paso por tu blog hago un nuevo descubrimiento, me anoto este título del que no sabia nada. ¡Genial reseña! Besos!!

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