Diario de una vagabunda - Hayashi Fumiko

«Mi destino es ser vagabunda.
No tengo una tierra natal.
No tengo alcurnia y soy gallinita».
Esta es la primera anotación de Hayashi Fumiko en su diario de juventud. Se reconoce vagabunda; en origen y en destino. De niña vagabundea con sus padres, vendedores ambulantes. De joven, será Tokio el principal escenario de sus vagabundeos. De adulta... ay, ay, ay, quiero conocerla también, quiero saberlo todo de Fumiko. Fumiko, que se sabe en un poema pasajera única de un buque llamado Pasión. Fumiko, que nos dice «soy un barco que naufragó y se hundió hasta el fondo. No es que el agua me salpique, sino que bebo el agua de mar a grandes tragos».

Hayashi Fumiko fue una novelista, poeta y reportera de guerra japonesa muy considerada en su país. Esto lo sé ahora, porque hasta que leí este libro para mí era una completa desconocida, como desconocida era también para el mundo cuando lo escribió. Fumiko escribía, cuando podía, arañando minutos al tiempo cuando le vencía el cansancio, pero escribía, y de esas breves anotaciones en las que desahogaba su día a día nace este diario. Lo comienza con dieciocho años, cuando llega a Tokio siguiendo a un amante que le había prometido matrimonio; lo terminará con veintidós/veintitrés años. El amante la abandona pero Fumiko, en lugar de regresar a su tierra, a su madre (pues para ella tierra y madre son sinónimos), permanecerá en la capital. El porqué de su decisión tal vez lo encontremos en estos versos que tanto le gustaban de un poema de Muroo Saisei: Aunque caiga en la miseria, / aunque me convierta en un mendigo en una tierra lejana, / la tierra natal es solo para añorarla desde lejos... o tal vez en esta anotación de su diario en la que declara: «Mis fantasías agrietadas, a fin de cuentas, le dieron la espalda a mi pueblo y corrieron en dirección a la capital».

A la capital corrieron y parece que allí por fin cristalizaron. Entre 1928 y 1930 se publica este diario por entregas con un éxito arrollador. Diría que fue el final del vagabundeo de Fumiko si no fuera porque me temo que fue vagabunda toda su vida, así que diré en su lugar que fue el final del hambre y de la pobreza y por tanto el inicio de su libertad pues «fragilidad, tu nombre es pobreza», aunque me temo también que siempre fue un espíritu libre con la esclavitud que implica todo ansia de libertad. Habrá más ediciones de este diario, la última de ellas revisada y corregida por su autora, que escribe además una continuación y un prefacio para la misma. La edición que Satori ofrece al lector español incluye ese prefacio pero respeta el diario original, y yo le doy las gracias por ambas cosas: por el prefacio, porque me parece una joyita en sí mismo y toda una declaración de intenciones por parte de Fumiko; por el diario original, porque, aunque no puedo compararlo con la edición posterior y no dudo de que Fumiko aún no había alcanzado toda su madurez como escritora cuando lo escribió, pienso que me da acceso a la esencia de aquella Fumiko de los años veinte, que es más auténtico, más salvaje, como se define la propia escritora.

Ese primer amante por el que Fumiko inicia su vagabundeo le escribe en una última carta: «¡Mujer que te precipitaste en línea recta!». Me encuentro también con otra frase de Fumiko que dice: «Las lágrimas chorrean a borbotones, la inundación de la tristeza escapa como un gas, quiero llevar una vida recta. Quiero estar tranquila y quiero leer». Pienso en cuántas significados puede tener la palabra recta, en cuántas connotaciones, en lo curva que un recta puede ser. Recta, directa, no se puede escapar de la propia naturaleza por muy sinuoso que sea el camino por el que nos conduce. Recta, que me lleve adonde quiero aunque no alcance cómo llegar. Quiero estar tranquila, quiero leer. Fumiko quiere leer, Fumiko quiere escribir, probablemente porque no concibe la vida de otra manera, por eso este diario está salpicado de poemas propios y citas ajenas, por eso este diarios es, entre otras cosas, un inmenso canto de amor a la literatura.

Fumiko Hayashi (31 December 1903 –
28 June 1951) en 1922. Autor desconocido.
La escritora japonesa fue una gran lectora. Casi me atrevería a decir que Chéjov era su escritor favorito, al menos en aquellos años, pero en su diario cita a muchos más. De De Profundis, el único libro que posee de Oscar Wilde, nos regala lo siguiente: «Para quienes se encuentran en la prisión, las lágrimas son parte de sus experiencias cotidianas. El día en que los que están allí no lloren será porque su corazón se ha endurecido y no porque su corazón esté feliz». Y esto es también este diario, un llanto de Fumiko por las penalidades que vive, las lágrimas de un corazón que no se ha endurecido y que ansía ser feliz.

Fumiko nos cuenta que no sabe qué aspecto tenía de niña porque su familia era tan pobre que no pudo hacerse ninguna fotografía durante los años de su infancia. A su llegada a Tokio su situación no mejora. Malvive de trabajo en trabajo. En la correspondencia que mantiene con sus padres es frecuente la petición por parte de una y de otros de enviar algo de dinero si hay posibilidad. Pasa hambre en muchas ocasiones. Valga el siguiente fragmento como testimonio:
«No he comido nada desde esta mañana. Aunque ya he vendido tres o cuatro cuentos para niños y algunos poemas, no ha sido suficiente para comer durante un mes. El hambre hace que mi cabeza se torne confusa y provoca que mis pensamientos también se llenen de moho. ¡Ay! Dentro de mi cabeza no hay ni proletariado ni burguesía. Quiero comer, aunque solo sea un puñado de arroz blanco. ¿Sería preferible volverme loca y ladrar por las calles? Dadme de comer. Cuando pienso en la gente que frunce las cejas al oír esto, ¿no sería mejor abandonarme a merced de la violenta pasión de un mar agitado? Al anochecer, desde la planta baja se escucha el ruido de los tazones para el arroz en el que todos los deseos mundanos están reunidos. Cuando escucho mi estómago gruñir, me pongo triste igual que una niña. Siento envidia de las prostitutas, en la zona de tolerancia lejana e iluminada».
Fumiko Hayashi (31 December 1903 –
28 June 1951) en 1924. Autor desconocido.
Pero no es de alimentos su única hambre. Habrá más amantes en la vida de Fumiko, más hombres con los que convive. No elige bien la japonesa en el amor, o sí, pues elige según sus gustos y su deseo. En todo caso, en su diario solo deja constancia del final de sus relaciones (así como tampoco cuenta cómo se introduce en los círculos culturales de Tokio), finales que le minan la autoestima y que junto a sus precarias condiciones de vida la sumen en momentos de desesperación. «Soy una mujer hueca... No tengo ni habilidad ni riqueza ni belleza para vivir», llegará a escribir.

Le gusta la soledad y en el prefacio de esta edición manifiesta carecer de capacidad para relacionarse (aunque en su diario no son pocas las muestras de camaradería con otras mujeres compañeras de trabajo). También declara preferir amar a ser amada, y, eso, indudablemente es cierto, de ahí sus malas elecciones en sus relaciones amorosas. Pero también nos encontramos de repente con exclamaciones tipo ¿Cuándo encontraré a un hombre que me ame? o Hoy necesito sentirme mimada. Sí, también hay deseo de ser amada en este diario. Necesidad de afecto y mucha soledad.
«Me entristezco insoportablemente cuando pienso que no me queda nadie en este ancho mundo que sienta cariño por mí. Siento deseos de llorar. A pesar de que siempre estoy sola, quiero escuchar palabras cariñosas de otras personas. Y si se da el caso de que alguien me trate con un poco de ternura, derramo lágrimas de alegría. Me gustaría caminar por las calles en mitad de la noche cantando en voz alta».
Al principio, supongo que por la relación que mantiene con los hombres, Fumiko me recuerda a la Cecilia de La calle de las Camelias de Mercè Rodoreda pero pronto salgo de mi error. Sigo leyendo su diario y es otra mujer la que viene a mi mente, no un personaje literario, en este caso, si no alguien real. Sí, Hayashi Fumiko me recuerda a Marina Tsvietáieva y, con ese descubrimiento, que se va confirmando al continuar con la lectura, me embarga una alegría inmensa. Podría decir que es la situación de precariedad en la que también vivió Marina gran parte de su vida la responsable de que haga esa conexión mental entre ambas autoras; podría alegar que sus respectivas obras fueron juzgadas políticamente y que el comunismo tuvo vital importancia en el contexto social y político en el que ambas vivieron; podría justificarme en la devoción que las dos mostraron a su familia: la japonesa, a sus padres (especialmente a la madre) en la distancia, la rusa, a sus hijos y marido («Si Dios hace el milagro de conservarlo con vida, lo seguiré como un perro»); incluso argüir que ambas autoras sentían una necesidad vital de escribir, aunque probablemente Fumiko no viviese a través de la escritura como hacía Marina; pero el verdadero motivo de que las hermane en mi mente y en mi alma es ese reducto de dignidad que ambas enarbolaron hasta en las situaciones más desesperadas, esa inquebrantable fidelidad a sí mismas.

«Un día de sentimientos tan miserables, quiero leer las obras de los autores que están en mi alma». Cuando me encuentro con esta frase no puedo evitar preguntar en una historia de Instagram a esa maravillosa comunidad de lectores que habita esa red social cuáles son los autores que están en su alma. Cuando volteo la última página de esta lectura pienso que en uno de esos días de sentimientos miserables como ese en el que Fumiko escribió estas palabras, o incluso en cualquier otro, podría abrir este libro al azar por cualquier página, leer cualquiera de sus párrafos y sentirme reconfortada; la escritora japonesa es capaz de, en tan solo tres sencillas frases que ocupan apenas línea y media, contar por ejemplo que se ha levantado una mañana y está lloviendo y encerrar en ello todo un mundo. Pero vuelvo a esa pregunta que me inspiró la cita con la que inicio este párrafo, me la dirijo a mí misma en esta ocasión y sé que no necesito responderla. Me la he ido contestando mientras leía este diario. Fumiko ya ocupa un lugar en mi alma muy muy cerquita de mi Marina. Hayashi Fumiko ya es un poco mi Fumiko.
«Cuando llegue el invierno, tendré la fuerza de diez personas y nos encontraremos. Iré hasta donde sea posible. Llevando un borrador de poemas amarillento que es mi mujer y mi marido, lo único en lo que creo, iré a la costa del mar de Japón». 
«Igual que una niña, igual que una niña, con candidez cruzaré el mundo».
Hayashi Fumiko ha cruzado el mundo y ha llegado hasta mí. Y yo no puedo estar más feliz de que nos hayamos encontrado.

Place Blog. Fotografía de Yosomono





Ficha del libro:
Título: Diario de una vagabunda
Autora: Hayashi Fumiki
Prologuista: Kayoko Takagi
Traductora: Virginia Meza
Editorial: Satori
Año de publicación: 2013
Nº de páginas: 256
ISBN: 974-84941125-7-7





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Comentarios

  1. Impresionado me he quedado con Hayashi Fumiko a través de tus líneas, y de los espectaculares fragmentos que has seleccionado.

    También desconocida para mí. Parece que una estela trágica recorre buena parte de la literatura japonesa, cuando me he adentrado en varias de sus obras, siempre encuentro un fortísimo conflicto interno en los escritores, como si viviesen reprimiendo la fuerza de su ser, la libre manifestación de lo que son ellos mismos al margen de la rígida sociedad nipona, una mezcla esquizofrénica entre sociedad moderna y sociedad feudal que les provoca enormes crisis de identidad, angustia lacerante, (sensación al leer a Mishima, Kawabata, Akutagawa, Shusaku Endo, Itsaku Matsubara, etc).

    El párrafo del hambre que pasa me ha dejado impactado, cuánta clarividencia en esas palabras.
    Una propuesta excelente, gracias Lorena.

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    1. Creo que por fin estoy entrando en la literatura japonesa. De muchas de mis incursiones por ella (que tampoco han sido demasiadas) me he dio sabiendo apreciarla pero sin disfrutarla completamente, sin conseguir conectar del todo. Últimamente no solo me siento cómoda (y no porque las lecturas sean precisamente complacientes) sino que salgo muy gratificada.

      El hambre es algo en lo que, aquellos a los que, con más o menos recursos para otras cosas, no nos ha faltado nunca un plato en la mesa, no solemos reparar. De ahí que nos resulte tan impactantes declaraciones como las de ese párrafo y por ello he querido que estuviese en esta reseña.

      Yo sí que me he quedado impresionada con Hayashi Fumiko y si, a través de mis líneas, he conseguido que te llegue parte de mi fascinación, bien contenta que me quedo.

      Un abrazo

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  2. Parece un personaje para no olvidar esta Fumiko. A mí me recuerda a "La vegetariana", y no solo por el hecho de ser ambas japonesas, sino porque ambas, en busca de su libertad total renuncian a muchas cosas, la vegetariana a comer y a la propia vida y Fumiko, al calor y la seguridad de un hogar y unos padres que la amaban y a los que amaba. Se ve que Fumiko te ha entrado realmente hasta el alma.
    Un beso.

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    1. No hice esa conexión con La vegetariana. Si bien, ahora que la mencionas, pienso que podría haberla hecho. Yeonghye, la protagonista de Han Kang, a su manera callada y silenciosa también se muestra reivindicativa de su identidad. En su renuncia está su fortaleza.

      Sí, Fumiko me ha llegado al alma y yo la he acogido encantada. Lástima que haya tan poco suyo traducido al español.

      Besos

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  3. Un diario es algo íntimo y tan personal que si se convierte en pieza literaria creo que el buen lector se da cuenta enseguida si es todo una impostura o en cambio está ante sentimientos auténticos expuestos con toda su crudeza. Me ha conmovido esa conexión que se ha creado entre ti, como lectora y Fumiki en un diario escrito hace tanto tiempo y a tanta distancia. Hermosa reseña.
    Un abrazo.

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    1. De eso se trata esto de leer, de crear lazos invisibles entre quien escribe y quien lee independientemente de la distancia y tiempo que haya por medio.
      otro abrazo para ti.

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  4. Hola Lorena!! Me ha encantado tu reseña y que me hayas dado a conocer esta obra de la que no sabía nada. Me la apunto a la de ya. ¡Gran reseña! Besos!!

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  5. Curioso personaje, más que curioso diría peculiar, fascinante, tu Fumiko, tu letrada vagabunda. Por eso debe ser muy peculiar también leer su diario, su día a día. Me encanta leerte porque me descubres libros distintos, que en principio nunca se me ocurriría leer, pero que después de leerte a ti, me apetecen
    Besos

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    1. A pesar de la pobreza de la familia de Fumiko y de que ella también trabajó como vendedora desde muy joven, estudió en el instituto y, como se desprende de la reseña, fue una gran lectora y compraba libros siempre que podía. Luego ya en Tokio se fue introduciendo en los círculos culturales de la ciudad, lo cual contrasta un poco con los trabajos que solía desempeñar ya que en su diario no deja constancia de cómo se produce esa introducción. Así que sí, supongo que puede decirse que 'mi' vagabunda era bastante letrada.
      Me gusta salirme de las lecturas más conocidas. Se descubren muchas joyitas.
      Besos

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  6. Hola Lorena
    Desconocida propuesta la que traes y al leerte contagias las ganas de conocer a Fumiku. Creo que otras veces he comentado que tengo dificultades con la literatura asiática, me cuesta entrar y veo que tú ya lo has conseguido, será cuestión de seguir insistiendo y acertar con las propuestas. Esta que traes parece una buena novela para probar. Me han gustado los fragmentos que has seleccionado y esa conexión con tu gran Marina Tsvietáieva.
    Sí que me ha llegado una profunda soledad, una soledad desgarradora que me ha impresionado en esa cita Me entristezco insoportablemente cuando pienso que no me queda nadie en este ancho mundo que sienta cariño por mí. y esa pobreza inmensa que nos hace ver lo afortunados que somos.
    Un abrazo

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    1. No sé si es que por fin he entrado o es que simplemente he acertado al escoger mis últimas lecturas procedentes del país nipón. Murakami me deslumbró; también he leído recientemente 'La chica de Kyiushu', una novela negra japonesa que, aunque no he reseñado, también me ha gustado; y de Hayashi Fumiko qué puedo decir que no haya ya quedado patente en la reseña. En mi caso no creo que haya sido cuestión de insistir. Es más, muchas veces he descartado lecturas solo por mi incapacidad de conectar con la literatura oriental; pero cuando un libro me llama tan poderosamente la atención como este sería injusto no leerlo por solo ese motivo. De hecho, estoy a punto de comenzar un librito escrito por otra japonesa aunque en este caso más contemporánea.

      Tengo debilidad por las escritoras como Marina y Fumiko tan... tan de darse y de entregarse en la escritura y tan poetas. Poetas y no por escribir poesía, que también (y fíjate que no son sus poemas lo que más me gusta de ambas), sino por su mirada, por su manera de traducirnos el mundo a palabras.

      Un placer tenerte por aquí de nuevo. Espero que hayas disfrutado de las vacaciones estivales.

      Un abrazo

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  7. No tenía noticias acerca de la autora ni de su obra; por eso, agradezco que nos hayas allegado tus líneas -que no tienen desperdicio-, tal es el sentir personal que transmiten.
    Últimamente, desde distinto origen me vienen llegando comentarios entusiastas sobre obras de autores japoneses. En este sentido, creo que Satori está haciendo un gran esfuerzo para promoverlas. De ellos ya tengo un par de libros recomendados por amigos libreros y ahora tú me aportas otro. ¡Enhorabuena!, con lo que me gusta la literatura oriental.
    Sí es cierto que hay que disponerse de una manera especial para encarar sus lecturas. A veces la prisa de la vida cotidiana atenta contra ellas.
    Gracias por la belleza de tu mirada hacia esta autora.
    Un abrazo.

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    1. Si disfrutas de la literatura oriental con Satori tendrás un filón. Yo me he estrenado con ellos con este libro aunque hace tiempo que conozco su labor pues, aunque, como comento con Conxita y creo que también te he comentado a ti en una ocasión, no me fijo demasiado en la literatura japonesa porque a veces me cuesta conectar con ella, la editorial está ubicada en mi ciudad.

      Con este libro me crucé por casualidad, pues no tenía conocimiento ni de él ni de su autora, pero es de esos que te dicen léeme, así que me lo llevé y ha sido toda una grata sorpresa descubrir a Fumiko. La belleza es la de su mirada y si yo he conseguido haceros llegar un poquito de ella, bien satisfecha que me quedo.

      Un abrazo

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  8. Me lo llevo más que anotado!! :D (he venido desde la reseña de Nubes flotantes, me quedo mejor con este). Un abrazo.

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    1. A mí también me gustó más este, no porque sea mejor libro que Nubes flotantes, que es una novela magnífica, sino porque me llegó más.
      Espero que lo disfrutes mucho y muchas gracias por pasarte.
      Un abrazo

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