Diarios de la Revolución de 1917 - Marina Tsvietáieva

Busco su foto. Su imagen se me revela distinta de lo imaginada. Su cuerpo se me antojaba etéreo, sus cabellos largos (ella ha escrito lo contrario) y frágiles, su piel traslúcida, apenas una fina capa dejando perceptibles huesecillos y venas por las que corre la sangre, el alma. Una estampa de hada, qué otra cosa esperar para alguien que se alimenta de vida que regurgita en palabras. Pero con quien me encuentro es con una mujer rotunda, de presencia indisimulada; su melena corta, de la que escapan rebeldes las ondas de su pelo tupido, fuerte, recio; rasgos contundentes y esa mirada... sí, esa mirada sí que esperaba encontrármela. Una mujer fuerte, claro, imposible de esquivar con la mirada, eso ya lo sabía; qué tonto nuestro imaginario interior.
"Mi alma es monstruosamente celosa: no me habría soportado bella."
Portada de Diarios de la Revolución de 1917
La vida de Marina Tsvietáieva no fue fácil, ni antes ni después de la Revolución rusa, pero vamos a centrarnos en esos años, los que recogen los apuntes de los diarios que comprenden este libro, de 1917 a 1919. Es difícil, como escindir un trozo de la esencia de su protagonista. Es difícil, como hablar de la obra y no de la artista cuando artista y obra son una misma cosa. Algún día tal vez os cuente una pequeña anécdota sobre cómo llegó este libro a mi casa (algún día, es bastante probable, pues dudo mucho que esta sea la última aparición de Marina Tsvietáieva por este blog, y entonces sí será ocasión de contárosla). Pero centrémonos: Rusia, revolución, hambre, frío, ausencia. No hay motivos políticos en estas páginas, no hay buenos ni malos ("Si la Internacional - es un mal, el Mal es internacional."), no se juzga. Sobre lo que Marina escribe es sobre su día a día, su supervivencia, sus pensamientos, sus sentimientos, aunque en ella pensamiento y sentimiento parecieran nuevamente ser una misma cosa.
"Nos acercamos: túmulos y cúmulos de sacos, en los intervalos: duelos, suspiros, pañuelos. Casi no hay hombres: la cotidianidad de la Revolución, como cualquier otra, pesa sobre las mujeres: antaño - los haces, ahora - los sacos. (La cotidianidad es un saco: agujereado. Y pese a todo lo cargas)."
Marina tiene veinticinco años y está sola en Moscú con sus dos hijas pequeñas. A su marido, como a tantos otros hombres, lo mantiene alejado de su familia la Revolución. Marina escribe en sus diarios: el viaje en tren los primeros días de la Revolución cuando todo es caos, otra viaje para conseguir alimentos, sus intentos de mantenerse en sus empleos, el día a día en la buhardilla con sus hijas (qué preciosa conversación con su hija Alia de tan solo seis años, otra poeta en miniatura), sus reflexiones sobre el amor (perlitas, joyitas), su forma de entender la vida que no cambia ni bajo las más miserables circunstancias,... Al principio me costó: esa prolijidad de guiones que no sabía cómo interpretar (o leer: primero asumí que eran signos de puntuación para a medida que avanzaba en la lectura antojárseme pausas entre versos escritos en prosa); tantos nombres propios, algunos escritos, otros no, y claro, ya se sabe que los nombres rusos son complicados (para los rusos serán extraños los españoles); y por no hablar de la ingente cantidad de notas de la traductora, que ni siquiera están a pie de página sino al final del libro (adelante-atrás, adelante-atrás, y así toda la lectura). Ojo, que las notas de la traductora, Selma Ancira, son necesarias, y su trabajo de traducción, encomiable, como por otra parte suelen serlo las traducciones de Acantilado e igualmente digna de elogiar la selección del catálogo de esta editorial. Tras estos preliminares que me lastraron un poco la lectura del principio del libro pasó lo que tenía que pasar: no me puedo sustraer, no me puedo resistir, la belleza me entra por los ojos, la sonoridad no pronunciada por los oídos, Marina Tsvietáieva regurgita palabras y yo me alimento de ellas. Caigo absolutamente rendida a su alma.

Marina Tsvietáieva es poeta, y lo es escribiendo poesía o escribiendo prosa, o incluso sin escribir (suponiendo que en algún momento de su vida hubiese dejado de hacerlo). Ser poeta no es tan solo escribir, es otra forma de vivir, de ver, diferente de la del resto del común de los mortales. La misma Tsvietáieva lo explica muy bien en su nota Dos palabras sobre el teatro que acompaña como prólogo a su libro Fin de Casanova: "Y la esencia del Poeta es - ¡creer en la palabra! El Poeta, mediante su incapacidad innata para ver la vida visible, ofrece la vida invisible (el Ser). [...] en los momentos de profunda conmoción - o alzas, o bajas, o cierras los ojos." A mí, no me queda otra que mantener los ojos abiertos para continuar leyendo; y subrayo, subrayo, subrayo; y marco y remarco; y luego cierro los ojos y lo subrayado se presenta ante mí danzante, insinuante, anhelante.

Marina Tsvetajeva
Marina ya era una poeta reconocida cuando estalló la Revolución. Si el precio de los alimentos durante esos años sube estratosféricamente, la cultura se devalúa hasta límites insospechados. Marina tiene una inquebrantable dignidad que la hace renunciar a trabajos que no puede sacar adelante y a pagos injustos y degradantes ("Decidí renunciar -públicamente - a ellos con las siguientes palabras. "Quédese usted con estos sesenta rublos [...] y yo, con sesenta rublos míos, le pondré una vela a la Virgen de Iversk por el fin de un régimen en el que así se valora el trabajo".) Esa fortaleza de espíritu quedará también patente en sus ideas plasmadas sobre la gratitud, la caridad, el acto de dar y el acto de recibir. Suyas son también estas palabras:
"Nunca me siento agradecida con las personas por sus actos - ¡sólo por la esencia! Un pan que me es dado, puede ser una casualidad, un sueño en el que soy soñada, siempre es esencia."

"¡A mí se me puede comprar - sólo con todo el cielo que alguien lleva dentro! Un cielo en el que quizá, ni siquiera habrá lugar para mí."
Es la de Marina una personalidad arrolladora. Por eso, aunque sus diarios son una muestra vívida de cómo se vivieron esos años negros de la historia de Rusia, lo son también de cómo Marina quiso vivir su vida. Tal vez por ello no puedo evitar sentir que en este libro la poeta se come literalmente la Revolución (con patatas congeladas como aquellas que apenas se pudo llevar a su casa, ya que no tenía "ni madre, ni marido, ni masa"). Quizá fuese precisamente el no poder vivir su vida como ella la entendía lo que la llevase años después (y esto ya no pertenece a este libro) a terminar con su vida. Escribe sobre el suicidio en uno de sus diarios: "Sólo el cuerpo le teme a la muerte. El alma no la concibe. Por esto, en el suicidio, el cuerpo - es el único héroe. [...] Heroísmo del alma - vivir, heroísmo del cuerpo - morir." Pero me parecen aún más reveladoras y proféticas las palabras que escribe cuando es informada de la muerte del actor Stajóvich, con el que solo tuvo oportunidad de coincidir una vez pero que la impresionó sobremanera. Son estas: 
"...no importa cuál haya sido mi relación con el muerto (se refiere aquí a cualquier muerto, no exclusivamente a Stajóvich), o mejor: por poco que en vida haya significado yo para él, sé que en este momento (el momento que pone fin a los momentos), soy para él la más cercana. Quizá - porque soy yo quien de todos está más al borde, y a quien más fácil le será (sería) ir tras él. Ya no hay este muro: vivo - muerto, era - es. Hay confianza mutua: ¡él sabe que pese al cuerpo - soy, yo sé que pese al féretro - es! Conciliación, convenio, conspiración amistosa. Él es sólo un poco mayor. Y con cada uno que se va allá, al más allá - se va una parte de mí, de mi tristeza, de mi alma. Adelantándoseme - a casa. Casi como: "Saludos a...". 
Pero, en resucitando con él, también muero con él. No puedo llorar sobre un féretro, ¡porque yo también estoy siendo enterrada! Con cierta pérdida de mi realidad terrestre pago mi afirmación en otros mundos."
Será que para el cuerpo de  Marina Tsvietáieva vivir era realmente un acto de heroísmo, será que su alma es habitante simultánea del mundo de los vivos y del mundo de los muertos, será la eternidad del poder de la palabra escrita, el caso es que no soy capaz de referirme a ella si no es usando un tiempo verbal presente. La siento viva, la siento fuerte (sola también), la siento fumando y la siento riendo. La risa es sinónimo de vida. Así lo sentía (siente) ella.
""Ya no ríe".
         (Inscripción sobre mi cruz)."
Edurre / Nieve. Fotografía de Roberto Latxaga


Ficha del libro:
Título: Diarios de la Revolución de 1917
Autor: Marina Tsvietáieva
Editorial: Acantilado
Año de publicación: 2015
Nº de páginas: 224
Comienza a leer aquí

Comentarios

  1. Lorena, me ha encantado tu reseña y el libro que traes. Es un contexto que desconozco y me apetece mucho leerla. Has puesto mucho sentimiento en tu reseña, estupenda.
    Gracias por traer esta novela.
    Un abrazo y feliz fin de semana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El contexto se queda en eso, contexto. El libro aunque me costó al principio me ha acabado fascinando. Espero que te ocurra lo mismo si lo lees.
      Gracias a ti por leer y comentar. Feliz finde :)

      Eliminar
  2. Tengo que leerlo. Gracias por la recomendación.
    un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ese tengo me ha sonado a necesidad. Y si parte de esa necesidad la ha creado mi reseña bien contenta que me dejas. Solo espero ahora que no te decepcione.
      Un abrazo

      Eliminar
  3. Parece interesante, sobre todo que la personalidad de la autora se imponga a circunstancias tan terribles. Me gusta leer diarios, sentir esa complicidad, será porque durante mucho tiempo era todo lo que escribía. Le echaré un vistazo al link con el fragmento en cuanto pueda. Tremendo el epitafio, hablando de todo un poco.
    Buen finde, Lorena. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ni siquiera son diarios al uso, con entradas con las fechas correspondientes y una sucesión cronológica. Son más bien apuntes, no sé cómo describirlos.
      Es una manera muy particular de escribir la de la autora, lo cual puede resultar un arma de doble filo porque o te fascina como me ha ocurrido a mí o todo lo contrario. En parte es esa forma de escribir lo que se impone al contexto histórico (contexto por cierto muy interesante). A mí me costó al principio por lo que no sé si las primeras páginas sirvan para animar a leerlo o más bien al contrario.
      Tremendo el epitafio y tremendas sus palabras sobre la muerte, que teniendo en cuenta las circunstancias de la de la propia Marina Tsvietáieva, no he podido evitar incluir.
      Un abrazo

      Eliminar
  4. ¡Hola!
    Estoy deseando leer la anécdota de como llegó este libro a tu casa, me he quedado intrigada.
    Últimamente me atraen mucho los diarios, me gustan las historias reales y ver como el autor nos va contando su día a día. Yo también suelo tener problemas con los nombres rusos, al principio me armo cada lio... Y odio que las notas estén al final del libro...
    Me he quedado con muchas ganas de leer estos diarios, apuntado queda.
    Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La anécdota ya te adelanto que no es para causar intriga ni nada parecido. Se me habría hecho excesivamente larga la reseña si la hubiese contado y además pienso que será más propicio hacerlo si llegan más libros de Marina Tsvietáieva a este blog como espero que ocurra.
      Como le comentaba a Gerardo no son los típicos diarios. Es un libro difícil de definir y catalogar. Yo misma he hablado más de mis impresiones y de la autora que del libro en sí. Están esos detallitos que lastra su lectura hasta que consigues sumergirte en él pero pienso que merece la pena el esfuerzo.
      Espero que los disfrutes si los lees.
      Besos

      Eliminar
  5. Waoo me lo apunto. Este serà un libro para recordar lo afortunados que somos al poder suplir nuestras necesidades, cosa que a veces no nos parece suficiente porque la tv nos llena de ideas de que los lujos nos haràn màs felices.


    Una reseña estupenda, què fuerte esta mujer. Me encantarà leerla.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El contexto histórico de estos diarios fue muy duro. Sin duda la gente pasó grandes necesidades. Marina Tsvietáieva tenía una especial visión de lo que realmente eran necesidades aunque por supuesto ella y sus hijas no fueron extrañas a esas necesidades más físicas.
      Me encantará que lo leas y que te encante.

      Eliminar
    2. Estas líneas que escribes garantizan como mínimo la curiosidad para conocer a la autora de los diarios y leerlos. Como muy bien comentas, la misma editorial que publica el libro ya es una garantía de calidad.
      En breve, si me es posible, intentaré su lectura.

      Eliminar
    3. Cierto es que hay editoriales que ofrecen mucha seguridad a la hora de sumergirse en sus libros. Este en concreto sí que podría decirse que es curioso, atípico por la forma en la que está escrito y tal vez por ello mismo y a pesar de que me ha encantado, un tanto complicado de recomendar. Lo mejor claro está es salir de la duda leyéndolo y espero que cuando lo hagas tu veredicto sea faborable.
      Un saludo

      Eliminar
  6. Me parece curiosa tu forma de reseñar. Me ha gustado, gracias.

    Besos,

    Noa

    ResponderEliminar
  7. No soy muy aficionada a los diarios, al contrario que Gerardo, pero la época me interesa mucho desde hace mucho tiempo y tu maravillosa manera de reseñar hace que me entren muchas ganas de leerlo. No prometo nada porque la lista se hace interminable y el tiempo se acorta con machacante terquedad.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Fue esa época lo que me acercó a este libro, pues no he leído mucho acerca de ella. Después me atrajo saber que la autora era poeta, por conocer esos años a través de su mirada. Y al final, como apunto en la reseña y comento luego, esa mirada se comió el resto. Encontrarás, sobre todo en los primeros diarios, la revolución rusa como telón de fondo, pero en otros quedará muy difuminada. Aún así, espero que lo disfrutes si tu lista de pendientes tiene a bien ofrecértelo en bandeja. Todos sabemos que además de interminables, las listas de pendientes son antojadizamente caprichosas.
      Besos

      Eliminar
  8. A mí me gustan mucho los diarios, y en general las obras introspectivas. Y a la vez, últimamente me he interesado por la revolución rusa. Así que este libro que me descubres despierta mi interés.
    Saludos :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Espero que lo disfrutes entonces. A mí me ha parecido una joyita.
      Saludos

      Eliminar
  9. Sin duda hay libros que aunque nos cuesten al principio merece la pena leerlos, este parece el caso y yo por supuesto que me lo llevo. Es raro entrar en tu blog y no encontrar auténticas joyitas ;)

    Genial reseña como siempre, besitos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias. Me alegra que te haya gustado y haber despertado tu curiosidad por el libro.
      Besos

      Eliminar
  10. Me lo apunto. Maravillosa reseña, como siempre.

    Un besote!

    ResponderEliminar
  11. He leído varias vaces la frase sobre el cielo, y la verdad es que me encanta, voy a buscar más cosas de esta chica de apellido inpronunciable. Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sé cuantas veces llevaré escrito su apellido, no solo aquí sino también las veces que sobre ella he comentado en las redes sociales, y cada vez que lo he hecho he tenido que buscarlo para transcribirlo.
      El libro es un filón de frases, así que a ti te encantará.
      Besos

      Eliminar
  12. hola. que magnifica reseña. me encanta las novelas rusas. dicen que son personajes sufridos o torturados pero tienen una poesia en todo que inigualable. me emociono la reseñs. espectacular. te seguimos desde ahora desde argentina. saludos.te felicito por el blog!

    ResponderEliminar
  13. Son fantásticas tus reseñas Lorena, tan cuidadas que tus palabras, las frases que destacas, resaltan el libro que estás contando.
    A pesar de que no me acaban de convencer los diarios, creo que voy a darle una oportunidad al libro, me han gustado esas reflexiones y me he quedado con las ganas de leerlo.
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es un libro un tanto atípico, como he comentado, tal vez por ello cueste al principio pero luego resulta imposible no rendirse ante tanta sensibilidad. Espero que lo disfrutes, Conxita.
      Besos

      Eliminar
  14. Lorena, no puedo explicar la razón (lo que tambien es sinónimo de que algo más profundo habla), pero me has dejado los pelos de punta.
    Como siempre, exquisita con tus letras y tú adoptada... una joya por descubrir que me ha tocado el corazón.
    Un besin

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mí también me parece una joya y cada vez que la leo me toca el alma.
      Gracias por tus palabras, Ana.
      Besos

      Eliminar

Publicar un comentario

Gracias por tu tiempo.
Participa siempre con libertad y respeto.
Por favor, no dejes enlaces a otras webs o blogs. Si quieres ponerte en contacto conmigo por motivos ajenos a esta entrada puedes escribirme a mi dirección de correo electrónico. Búscala en la pestaña Información y contacto.