Feliz conexión

En Elizabeth y su jardín alemán, el libro de Elizabeth von Arnim del que os hablé en la entrada anterior a esta, se menciona la figura del Christkind. Es el día de Navidad y una de las pequeñas hijas de Elizabeth le pide a su madre, la cual se encuentra escribiendo en ese momento (la niña supone que al Christkind), que le de las gracias «por todas las cosas maravillosas que Él nos ha traído». El nombre de Christkind me hace pensar de inmediato en el niño Jesús y el contexto me hace suponer que en Alemania es costumbre que ese mismo niño Jesús traiga regalos a los niños.

Con esa carita de porcelana
al niñito Jesús apenas se le nota
la agotadora tarea de repartir regalos
a tanto niño centroeuropeo.
Niño Jesús entronizado,
sur de Alemania, siglo XVIII.
Colección de la Natividad del Museo
Nacional de Baviera, Múnich.

Fotografía en dominio público
de Andreas Praefcke

Compruebo, efectivamente, que los niños del sur y oeste de Alemania reciben regalos en Navidad del Christkind, así como los austriacos, suizos, checos, croatas, luxemburgueses, liechtensteinianos y los del este de Bélgica. La tradición data nada más y nada menos que del siglo XVI y se enmarca en el contexto de la Reforma Protestante iniciada por Martín Lutero. Se pretendía con ello terminar con el culto a los santos católicos, pues era de San Nicolás de quien hasta entonces los niños recibían los regalos y no en el día de Navidad sino el 6 de diciembre, día de San Nicolás de Bari o de Mira, quien, entre otros milagros, cuenta en su haber con la salvación de varios niños.

No resulta extraño encontrarse con San Nicolás
representado con indumentaria de color rojo, menos
habitual es la barba blanca con la que se la ha inmortalizado
 en esta estatua. Ganas dan de llamarlo San Papá Noel.
Estatua de San Nicolás en San Nicolás de Flandes, Bélgica.
Fotografía de Jaume Meneses bajo licencia CC BY-SA 2.0.

En Holanda también es tradición celebrar la Fiesta de San Nicolás. De hecho, fue con los inmigrantes holandeses que fundaron la ciudad de Nueva Ámsterdam, la actual Nueva York, que el santo que entrega regalos a los niños viajó de Europa a América. En los Países Bajos a la fiesta de San Nicolás se la conoce como Sinterklaas, vocablo que terminó derivando en el más conocido Santa Claus.

En el siglo XIX Santa realiza el viaje entre continentes en sentido inverso (algo, el viaje de ida y vuelta entre ambos continentes, que ha ocurrido en tantísimos otros casos y que ha nutrido y enriquecido las costumbres y culturas a ambas orillas del Atlántico (no puedo evitar al hilo de esto acordarme de varios de los relatos de la gran Angela Carter)), llegando así desde los Estados Unidos a Inglaterra y de esta a Francia. En el país galo contaban ya con la figura del Bonhomme Nöel, de características comunes con Santa Claus. Es debido a la fusión de ambos que en muchos países Santa es más conocido como Papá Noel.

Papá Noel, como es bien sabido, trae regalos a los niños por Navidad, del latín nativitas (nacimiento), festividad con la que se conmemora el nacimiento de Jesucristo y que se celebra el 25 de diciembre. Sin embargo, la fecha en la que se produce tan ilustre alumbramiento no está para nada clara y no faltan voces que proclamen que es más probable que se produjera en primavera. El 25 de diciembre, en cambio, es una fecha cercana al solsticio de invierno en el hemisferio norte y está ligada por ello a muchas celebraciones en el mundo antiguo. De hecho, tan poco faltan voces que argumenten un origen pagano de la celebración de Navidad y que la relacionen con las Saturnales romanas, festividades en honor a Saturno, dios de la agricultura, que se celebraban con banquetes, intercambio de regalos y gran relajación de las normas sociales. Curiosamente, Saturno es conocido por devorar a sus hijos, un dios por tanto menos benigno con los niños que el bueno de San Nicolás.

A más de uno le tentará imitar a Saturno
estas navidades con hijos propios o ajenos,
bien por adorables, bien por todo lo contrario.
Saturno devorando a su hijo, obra en dominio público
de Peter Paul Rubens. Fuente: Museo del Prado.

En España, sin embargo, aunque por supuesto también se celebra la Navidad el 25 de diciembre y además se ha implantado en los últimos años la costumbre de recibir regalos de Papá Noel, sigue siendo tradición que nuestros niños (y los no tan niños) reciban regalos el 6 de enero de los Reyes Magos, que ni eran reyes ni magos sino sacerdotes eruditos del Antiguo Oriente. La epifanía se celebra también en otros países europeos pero es en nuestro país donde se mantiene con más ahínco la tradición. De hecho, como herencia del colonialismo español en el pasado, Filipinas y algunos países de Hispanoamérica también celebran el día de los Reyes Magos. La primera cabalgata se celebró en Alcoy en 1866. El tradicional roscón, en cambio, tiene un origen mucho más antiguo que se remonta nuevamente a las saturnales.

Como auténticas Saturnales acostumbramos a celebrar estas fechas. Hay quien hasta
con momentos de exaltación de la amistad incluidos. Os recuerdo que el virus con
corona sigue por ahí y parece ser que también está exaltado. Confío en vosotros.
Huecograbado en dominio público de John Reinhard Weguelin
que representa una escena durante la Saturnalia romana.

El Envangelio de Mateo es el único de los cuatro del Nuevo Testamento que cuenta la historia de esos magos que acudieron desde oriente a entregar al niño Jesús oro, incienso y mirra, pero sin mencionar ni su número ni sus nombres. Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar aparecen por primera vez en el mosaico de la basílica San Apolinar el Nuevo, en Rávena, que data del siglo VI. La idea de que cada uno de ellos representa un continente (Europa, Asia y África), así como la primera aparición de Baltasar con la tez negra, en cambio, surge durante la Edad Media.

Desconozco el nombre del autor del mosaico o de quien haya tenido la ocurrencia de bautizar a los tres
 Reyes Magos de Oriente. Lo que sí ha pasado a la posteridad son los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar.
Detalle del mosaico de la basílica de San Apolinar el Nuevo. Fotografía de Carole Raddato bajo licencia CC BY-SA 2.0.

Entre el 25 de diciembre y el 6 de enero, como ya sabéis y disfrutaréis o sufriréis en propias carnes, casi dos semanas de auténticas saturnales (aunque este año toca nuevamente moderarse) con celebración de año nuevo incluido cuyas costumbres y orígenes darían ellas solas para otra entrada. La religión y el paganismo se dan la mano como lo hacen muchas más veces de las que sospechamos. El consumismo se ha convertido casi en una nueva religión, algo que, por otra parte, no es una novedad, pues, de hecho, el aspecto actual con el que nos imaginamos y representamos a Papá Noel le debe mucho a la publicidad.

Aunque ya era algo habitual asociar a Papá Noel con los colores
rojo y blanco, fueron los anuncios del popular refresco de cola
los que principalmente contribuyeron a popularizar la imagen
que de Papá Noel todos tenemos en nuestra retina.
Anuncio de Coca-Cola ilustrado por Haddon Sundblom.
Fotografía de James Vaughan bajo licencia CC BY-NC-SA 2.0

Como curiosidad, ya que estamos hablando de fiestas cuya finalidad, en parte, es agasajar a los niños, comentaros que, como también sabéis, el 28 de diciembre se celebra en algunos países el día de los Santos Inocentes. Se conmemora en dicha fecha el decreto del rey Herodes I el grande, ante el miedo a ser destronado por el recién nacido Jesús de Nazaret, de matar a todos los niños menores de dos años nacidos en Belén. No hay evidencias históricas de tal suceso y nuevamente, de los cuatro evangelios canónicos, el de Mateo es el único que da cuenta de tal suceso. En España e Hispanoamérica es costumbre gastar bromas e inocentadas, especialmente por parte de los medios de comunicación.

Nuestros niños no son víctimas del temor de Herodes a verse destronado. Ellos son los
auténticos reyes de la casa, así como los encargados de preservar la ilusión en estas fechas.
Masacre de los inocentes, pintura de Matteo di Giovanni en dominio público.

Os preguntaréis a qué viene este paseo histórico-cultural: pues a que mañana es Nochebuena y pasado mañana es Navidad y, aunque no vaya a sacar la bota (entre otras cosas porque no me llamo María) ni me piense emborrachar (aunque igual no me venía mal), no quiero dejar pasar la ocasión de felicitaros estas fiestas. Para ello, y aunque hay muchos tópicos para decir en estas fechas, creo que con desearos que tanto vosotros como los vuestros estéis bien y sigáis así es suficiente. 

Pero el paseo también ha venido a que esta entrada ha partido del libro reseñado en la entrada anterior y, sin haberlo planeado, ha ido encontrando el camino hacia el libro del que hablaré en la próxima. Los diferentes modos y costumbres de celebrar estas fechas en los diferentes lugares y tiempos, su fusión y su beber unas de otras hace que, de algún modo, los seres humanos de esos tiempos y lugares estemos conectados unos con otros, y es de esa conexión, de su necesidad y de los modos que empleamos para saciarla, entre otras cosas, de lo que trata La torre del homenaje de Jennifer Egan, novela de la que os hablaré en unos días. Porque, sí, seguiré más o menos por aquí e incluso alguna reseña publicaré durante toda esta vorágine. A los que, como yo, continuéis por aquí, nos leemos; a los que no (pues bien sé que muchos aprovecháis, si no lo habéis hecho ya, para desconectar por unos días de la blogosfera), hasta el año que viene. A todos, deciros que estaremos conectados: cuando estéis cenando con la familia, saturados de conversación, agobiados y preocupados porque todo salga bien, desenvolviendo un regalo, observando la cara de quien desenvuelve uno que vosotros hayáis hecho para comprobar así si habéis acertado, echando de menos a los que no están (echando quizás de más a alguno que sí está), besando, abrazando, hablando, escuchando, riendo, quizás discutiendo, brindando, augurando una pesada digestión, deseando eso de que cada mochuelo a su olivo o de que cada uno en su casa y Dios en la de todos, quizás alguno sintiéndose solo entre tanta compañía, … no, no estáis solos (aunque en realidad siempre lo estamos), ni siquiera estos últimos, ni tampoco estaréis únicamente con las personas que en ese momento os estén acompañando (limitad el número de personas y mucha higiene y mascarilla, no hagáis del covid el rey de la fiesta), sino que, cuando estéis haciendo alguna de todas estas cosas, incluso si en aras de la responsabilidad y del bienestar general toca cambiar o hasta cancelar planes, tened la seguridad de que hay miles y miles de personas haciendo lo mismo, pensando y sintiendo lo mismo, y eso, de algún modo, nos debería de hacer sentirnos conectados unos con otros y ser parte de un todo. Así, pues, desconectéis o no desconectéis durante estos días, feliz conexión a todos. 

Somos miembros de un mismo enramado.

Comentarios

  1. Feliz Navidad! Siempre esta bien recordar de donde vienen estas celebraciones y cómo se celebran en otros sitios.

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    1. Pues sí, porque al final son más similares de que parecen.
      Feliz Navidad, Esther.

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  2. Magnífico viaje histórico el que nos has mostrado; la Navidad atraviesa siglos de nuestra Historia, así que es un hecho cultural de primera magnitud.
    Muchas gracias por tu felicitación y buenos deseos, que en el 2022 nos acompañe la salud junto a los nuestros, y nos permita seguir disfrutando de aquello que nos gusta.
    Un abrazo navideño.

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    1. Cierto. Al final, más que celebraciones religiosas o lúdicas, se trata más de algo cultural.
      Que paséis unas felices fiestas, Paco. Y que el año nuevo traiga alegría y salud.
      Un abrazo

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  3. ¡Holaaaa!

    Feliz Navidad :D
    Muy chula la entrada, me ha gustado este repaso histórico por las tradiciones.
    Yo este año he estado viviendo en Eslovenia y ahí me enteré de que celebraban San Nicolás el 6 de diciembre, y también en Holanda tienen algo parecido, aunque cada vez celebran más Papá Noel. También me enteré de que tienen otra tradición parecida a Papá Noel pero que viene más de la tradición comunista, y que también se celebra mucho... en fin, es muy curioso ^^

    ¡muchos besos!

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    1. Sí, es curiosa la diversidad de las celebraciones en distintos sitios teniendo en cuenta que muchas veces tienen un origen común.
      Deben de ser bonitas las navidades en Eslovenia. Que las disfrutes, Irene.
      Besos

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  4. Me ha encantado esta entrada erudita y estaré pendiente de la reseña de Egan, autora que no he leído desde aquel "El tiempo es un canalla" que gustó tanto. Mi Nochebuena me temo que será bastante austera, habrá que esperar a las saturnales de 2022 a ver si estamos menos amordazados y podemos despendolarnos por fin.
    Un abrazo y disfruta de las fiestas.

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    1. Bueno, tan erudita tampoco es.
      En cuanto a La torre del homenaje, dista bastante de ser El tiempo es un canalla pero tiene cosas interesantes.
      En mi familia nunca nos hemos juntado demasiados en navidades. La parte positiva es que así no hemos notado el año pasado ni notaremos este tanto la moderación.
      Felices fiestas para ti también, Gerardo.

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  5. Una entrada preciosa y muy necesaria pues muchas veces perdemos el hilo del porqué las cosas son como son. Toda la evolución de ida y vuelta de San Nicolás es oportunísima. Quizás he echado en falta la mención de que en algunos países San Nicolás llega con regalos procedente de España; y la fecha del 6 de enero (Epifanía) día de los Reyes Magos en España viene a conectar (final aquí e inicio allí) con las celebraciones religiosas de la Navidad en la Iglesia ortodoxa.
    Ya te digo, Lorena, una preciosísima felicitación navideña unida y nacida al hilo de tus lecturas como tantas veces nos sucede a los amantes de los libros.
    Yo también te deseo a ti y a los tuyos una muy muy muy Feliz Navidad y que los RRMM, Papá Noel, Santa o quien sea te traigan muchos regalos.
    Cuídate y sé feliz, muy feliz
    Muchos besos

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    1. Como siempre, Juan Carlos, tus puntualizaciones y adiciones son oportunas y bienvenidas.
      En mi familia somos más de Reyes Magos. El único que recibe regalos también de Papá Noel es mi sobrino, por eso de que es complicado explicarle porque a otros niños les traen regalos y a él no.
      Feliz Navidad, Juan Carlos.

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  6. ¡Feliz conexión y Feliz Navidad, Lorena!
    curiosa la entrada que nos traes hoy, (fíjate que curioso que de todo lo que nos cuentas me llama especialmente la atención saber que la primera cabalgata se celebró en Alcoy en 1866, conozco Alcoy, alguna vez he veraneado por allí cerca). Me encanta esa forma que tienes de hilar unas cosas con otras y sacarte de la manga entradas curiosas relacionadas.
    Bueno, pues eso, que pases unas navidades felices y precavidas, que el maldito coronavirus sigue haciendo de las suyas.
    ¡Besitos!!

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    1. No tenía muy claro como felicitar las fiestas este año. Por ello al darme curiosidad el Chritkind cuando me lo encontré en Elizabeth y su jardín alemán me dio por tirar de ese hilo. El final acerca de lo de la conexión y tal lo añadí después al hilo de mi siguiente lectura.
      Me alegra de que te haya gustado la entrada, Marian.
      Yo también te deseo unas fiestas con precaución pero felices.
      Besos

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  7. Precioso homenaje navideño que te agradezco, porque siempre me he armado tremendo lío entre Santa Claus, Papa Noel y San Nicolás, y tú me lo has resuelto de la mejor manera.
    Tengo ese libro de Jennifer Egan esperando desde que leí El tiempo es un canalla que tanto me gustó.
    No me hacen ya mucha ilusión estos días. Demasiada gente a la que se extraña. Por fortuna, no hay nadie a quien se eche de más. Beberemos y brindaremos porque el próximo año el maldito virus se haya ido a hacer puñetas y nos deje tranquilos.
    Yo seguiré por aquí y también publicaré que se me amontona el trabajo.
    Un beso y una tranquila y saludable Noche Buena.

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    1. Sobre el libro de Jennifer Egan te digo como a Gerardo: está bien pero dista bastante de El tiempo es un canalla, al menos en mi opinión.
      Creo que lo de perder la ilusión con la Navidad, salvo algunas personas que son especialmente navideñas, nos pasa a todos con los años, más aún cuando comienza a faltar gente. Aun así, tengo que reconocer que desde que nació mi sobrino he recuperado parte de esa ilusión de antaño. Supongo que intentamos que los niños vivan la Navidad con la misma ilusión con la que la vivíamos nosotros.
      Lo mismo te deseo, Rosa. Buena noche y feliz Navidad.
      Besos

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