Las tinieblas - Leonid Andréyev
El bien y el mal son conceptos tan antiguos como la humanidad. Pero, ¿quién dicta lo que está bien y lo que está mal? ¿La propia conciencia del individuo, la sociedad? ¿Existe realmente el bien y el mal o son solamente conceptos éticos, filosóficos? ¿Es necesario el uno para que exista el otro así como en el cristianismo la existencia del Demonio corrobora la existencia de Dios? ¿Es lo que entendemos por bien y mal consecuencia de lo que predican las religiones o acaso éstas se crearon para explicarlos? De todas estas preguntas se intenta dar respuesta en el libro que hoy os traigo, si bien la verdad no tiene por qué ser sólo una.
"Cristo mandó que cada uno distribuyera sus bienes entre los pobres, y dijo que hay que dar no solamente la vida, sino también el alma, que es más. Pero ¿acaso Cristo pecó con mujeres perdidas y se emborrachó? No; las perdonaba y además las amaba. Y bien, yo también perdono a Liuba, la compadezco, la amo. ¿Es que haría falta que yo mismo pecara también...?"
"¡No has conocido nunca una mujer, cobarde...! ¡Y te atreves a decírmelo a mí, que he poseído a todos los hombres, a todos...! [...] Te vanaglorias de que la policía no te cogerá vivo; pero yo, yo estoy ya como muerta."
El hombre y la mujer también se utilizan en este relato como opuestos. Él personifica el bien; ella, el mal. Ya se sabe que aquellas que se dedican al oficio más antiguo del mundo han sido catalogadas siempre de malas mujeres; también se sabe que fue Eva en el paraíso quien tienta a Adán con la manzana del pecado. Y en este libro también la mujer ofrece una manzana al hombre, si bien pareciera que el auténtico veneno que de él se apodera le será inoculado a través de tragos de coñac.
"Se diría que a cada nueva copa se iba acercando más y más a sus antepasados, a aquellos hombres primitivos cuya religión fue rebeldía y en los que ésta se convertía en religión. La sabiduría que había sacado de los libros se evaporaba, y desde el fondo de su alma se alzaba algo de otro mundo, salvaje y oscuro como la voz de la tierra. [...] Su voluntad se afirmaba en su alma devastada y se sentía tan capaz de demolerlo todo como de crearlo todo."
Sí, parece que el cambio que en él se opera le hace sentirse más poderoso, con una sabiduría distinta, más antigua, que le revela una verdad ancestral. Pero antes de llegar a ese punto aún queda mucho por batallar.
Hablábamos no sólo de una lucha entre el bien y el mal sino también de una transformación entre opuestos. Él representaría la virtud, un hombre que dedica su vida a luchar por sus ideales (pasemos por alto que es un terrorista que se dedica a colocar bombas), tan inocente (aunque a mí esa inocencia se me antoja más en su acepción de ingenuidad que de falta de pecado). Se encuentra con ella, que muestra un comportamiento voluble, caprichoso, desconcertante; ora niña lastimera, ora mujer fatal. Y comienza la batalla que no es física (bueno, alguna bofetada hay) sino dialéctica.
Cognac. Fotografía de Espen Klem |
"¿Qué derecho tienes tú a ser bueno mientras que yo soy mala?"
"Tu inocencia no vale gran cosa; quizá me la ofreces porque no tienes necesidad de ella. [...] No, cariño; dame lo más caro, aquello sin lo que no puedas vivir."
"Saquémonos los ojos porque da vergüenza mirar a aquellos que no ven. Si nuestros ojos no pueden servirnos de linternas para iluminar las tinieblas de la vida, arranquémoslos y ¡viva la noche! Si todo el mundo no puede entrar en el paraíso, no lo quiero para mí. ¡Abajo la luz, vivan las tinieblas!"
Pero no es el paraíso el que habitan nuestros Eva y Adán particulares sino que su edén se encuentra en las tinieblas de la nocturnidad de una habitación de lupanar. Allí, aislados, lo de afuera se torna lejano y se erige para ellos una nueva realidad, realidad que como una ensoñación tal vez sólo sea disipada por la luz matinal que borra la embriaguez y devuelve el color de pecado a esa mancebía.
El hombre sentirá que sólo con el sacrificio de su honestidad y pureza conseguirá redimir de sus pecados a la mujer. La mujer buscará y abrazará en un principio esa posibilidad de salvación pero luego querrá elevarse hasta alcanzar su auténtica pureza. Y yo, yo sigo dándole vueltas al verdadero significado de la palabra inocencia. Y pienso que no difieren en tanto el cuarto cerrado de la mujer y la cerrazón de los ideales del hombre. Y creo que es cuando se abren uno al mundo del otro cuando tal vez, aunque apenas se cruzan, se encuentran. Claro que yo no creo que el bien y el mal sea algo tan simple como dos polos opuestos, y al grito de ¡abajo la luz, vivan las tinieblas! respondería ¡que vivan los colores!, pues me imagino una infinita gama entre el blanco de la primera y el negro de las segundas. También es verdad, como decía al principio, que la verdad no tiene por qué ser sólo una, al igual que las lecturas que de un libro se hacen pueden ser varias. Lo que sí creo que nadie que lea esta historia podrá refutar, es que ese hombre puro pierde su virginidad con esa mujer maldita. La verdadera pérdida de la inocencia es una caída de venda, es la primera gran decepción, es el fin del primer mundo conocido que creemos absoluto, inamovible e imperecedero. Al final va a resultar que las tinieblas traen luz y disipan la oscuridad. Aunque en este caso después de la oscuridad dificilmente se podrá conocer la calma.
"Ahora se acabó. El reino de las tinieblas se acercaba. Quedarse allí o regresar con los suyos; ni lo uno ni lo otro era ya posible: había roto con el mundo."
Untitled. Fotografía de Paolo De Angelis |
Ficha del libro:
Título: Las tinieblas
Autor: Leonid Andréyev
Traductor: Nicolás Tasin
Editorial: Acantilado
Año de publicación: 2009
Nº de páginas: 104
ISBN: 978-84-92649-18-1
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Me parece una muy buena reseña, pero el libro no me atrae demasiado en este momento. No sé, la sinopsis no acaba de llamarme.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
La sinopsis, al final, es lo menos importante de este libro, por eso sabía que no resultaría muy tentador para mucho lectores.
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No me llama demasiado esta vez. Fantástica reseña como siempre.
ResponderEliminarUn beso ;)
Gracias, Natàlia.
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Interesante reflexión sobre el bien y el mal. Creo que son conceptos muy subjetivos que dependen de religiones, culturas, épocas, etc. Yo lo objetivo a mi manera: es malo todo lo que interfiere negativamente en los demás. El resto, es, sin más.
ResponderEliminarCreo que, a pesar de todo, en este momento, este libro no es lo que necesito, pero muy buena la reseña.
Un beso.
Voy un poco en tu misma línea, en plan 'no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti', 'tu libertada termina donde empieza la libertad de los demás' y 'vive y deja vivir'. Sé que son frases que resultan manidas pero para mí son una filosofía de vida a seguir. Y hablando de filosofía, lo mejor de este libro son su diálogos un tanto filosóficos. Por eso mismo, y a pesar de ser cortito, entiendo que no apetezca en cualquier momento.
EliminarBesos
Tengo una lectura pendiente de las grandes, es una espina colosal, pero por mis circunstancias personales, no veo el momento para sacármela. Se trata de Los hermanos Karamazov. Aún así, conozco el argumento, su historia de pasiones y he leído algunos diálogos que ponen los pelos de punta. Esta lectura que propones me la ha traído a la cabeza, ¿será que la literatura rusa sabe rascar hasta llegar a lo más hondo del alma humana? ¿Por eso no caduca y se sigue leyendo con fascinación? No sé. Y lo que me llama la atención es que todo se ofrezca en un envoltorio de cien páginas. Gran propuesta, tomo nota.
ResponderEliminarUn abrazo y buen finde.
No he leído demasiada literatura rusa y eso que tiene grandísimos autores. Pero lo poco que he leído desde luego que no se queda para nada en la superficie y no deja indiferente.
EliminarEs un relato en realidad aunque editado independientemente. Y ya se sabe que, muchas veces, menos es más.
Un abrazo
Buena reflexión sobre el bien y el mal. Un libro para encontrar el momento adecuado y leerlo lentamente. Excelente reseña!
ResponderEliminarBesotes!!!
Gracias, Margari. Si encuentras el momento, ya me contarás.
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Hola Lorena.
ResponderEliminarLo primero, te considero una lectora con un gusto excelente, y tus comentarios están a la altura de las obras que lees. Venir a tu blog es realmente gratificante.
El bien y el mal son entidades culturales que se pierden en el tiempo, y donde mejor se ha reflejado esa dualidad de nuestro ser no es en la filosofía, sino en la literatura… Afirmación que han hecho los propios filósofos al rememorar obras como la "Antígona" de Sófocles, escrita hace 2500 años.
El mal extremo, al menos en épocas recientes, está personificado en el nazismo, causante del holocausto, atrocidad que convirtió el mal en un hecho tangible y constatable de dimensión universal, más allá de fronteras culturales.
El mal está magistralmente reflejado en “El corazón de las tiniebas” de Conrad.
Y ya que Gerardo la menciona, una novela colosal, “Los hermanos Karamazov”, que leí siendo muy joven, porque devoraba todo de Dostoievsky, a día de hoy no he encontrado una pugna más apasionante y fascinante entre el bien y el mal que la expuesta en esa novela, tal vez el libro que me ha dejado una huella más profunda.
La mujer, en el libro que nos traes y en otros tantos, siempre como incitación al mal, tentando al hombre al pecado, porque éste es débil.
Hay una parte de verdad y de mentira en esta letanía; el hombre sigue siendo ese ser débil de sentimientos, lo que deviene en violento, en lo restante, la historia ha demostrado su inconsistencia.
Me he forjado con mucha literatura rusa, pero no he leído a Andréyev apuntado queda.
Abrazo!!
Gracias, Paco, por tus palabras. No te creas que mi gusto ha sido siempre tan excelente, pero ahora que he encontrado mi propio camino lector, es como una droga a la que no quiero renunciar. Así que agradezco siempre tus comentarios tan enriquecedores que ayudan a contextualizar mis lecturas, ya que a mí muchas veces me faltan referencias literarias.
EliminarYa me estáis poniendo los dientes largos Gerardo y tú con 'Los hermanos Karamazov' y para encima es tocho, tocho. Y no es que me asusten los libros extensos, sino que el tiempo disponible es el que es y es más difícil ubicarlos y compaginarlos. Apuntado queda a ver si algún día me encuentro con él. De momento este año tengo reservada una parcelita a Marina Tsvietáieva, por lo que la literatura rusa estará más que bien representada en este blog.
Un abrazo
A pesar de tu fantástica reseña no me atrae este libro de momento, un beso
ResponderEliminarEntonces, mejor que lo dejes pasar, Rocío.
EliminarBesos
Yo al igual que Gerardo tengo pendiente a Los hermanos Karamazov,y en general toda la literatura rusa. Pero siempre tengo mi pila de pendientes a rebosar, y no es fácil hacerle hueco :/ El libro que comentas en esta entrada, como siempre, me pinta interesante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo 'bueno' que tiene éste es que es cortito y por tanto más fácil de hacerle un hueco.
EliminarOtro abrazo para ti.
No me importaría leerlo, que tengo pendiente volver a la literatura rusa =)
ResponderEliminarBesotes
Y yo un montón de grandes obras de la literatura rusa por leer, pero no hay manera de ponerse al día.
EliminarBesos