Salvar a Mozart - Raphaël Jerusalmy

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Yo siempre digo que lo último que pierdo es el sentido del humor. Y tengo un sentido del humor complicado, no soy de risa fácil. Soy de las que les cuesta reír con los libros, de las que se quedan alucinadas mirando a los demás desternillarse con las películas cómicas o las sitcom de turno. Y no es que no entienda sus chascarrillos, es que no les encuentro la gracia, no hay más. Pero en mi día a día saco humor hasta de debajo de las baldosas de las aceras (las pobres piedras ya están muy manidas y están en huelga de chistes), yo, que parezco tan seria cuando no se me conoce (el estigma de los grandes tímidos). Intento sacarle punta a cualquier situación. Llevo la ironía por bandera y me sale por la lengua, y bien sabe Dios (o quien sea, que Dios si existe tendrá cosa mejores de las que ocuparse) que me la muerdo y mucho, so riesgo de envenenarme antes de que la ironía se transforme en sarcasmo y el veneno salga dirigido a presión (y a veces con retorno) hacia los demás. Pero si hay alguien que ostenta el número uno como receptor de mis pullas ese alguien no es otro que yo misma. Tengo una capacidad para reírme de mí misma versátil y asombrosa. Ya os lo he dicho, tengo un sentido del humor complicado. El humor es mi barrera, mi principal mecanismo de defensa, es mi último bastión. Por eso sé que cuando me falta estoy... no debería decirlo, no es muy correcto utilizar la palabra al menos por escrito, pero venga, para algo tenemos un idioma tan rico en palabrotas, vamos a utilizarlo con todos sus recursos. Por eso sé que cuando me falta estoy jodida, y mucho. Pero tras leer el libro que hoy os traigo voy a cambiar la frase del inicio de esta reseña. Lo último que se pierde no es la esperanza, tampoco es el sentido del humor. Lo último que se pierde o se debería perder es la dignidad. La dignidad, no el orgullo con el que tantas veces se le confunde (ese a esas alturas ya nos lo hemos tragado y ni nos acordamos de la indigestión). La dignidad, eso que marca la diferencia entre vivir y estar muerto en vida. La dignidad, ese reducto íntimo de cada uno, eso que nos hace ser. Eso tan difícil de definir porque para cada uno es algo diferente.
"Me he plegado sin que nadie me lo mandara. Sin necesidad de explicaciones. Por instinto."
Portada de Salvar a Mozart
La dignidad de Otto J. Steiner es la música. Ese es el leitmotiv de su vida. Así lo deja claro en su diario, que escribe para paliar la soledad y el vacío al que hace frente en el sanatorio en el que vive recluido aquejado de tuberculosis. Estamos en Salzburgo, Austria, en plena segunda guerra mundial. Steiner no ha sido criado en la cultura ni en la fe judía pero tiene origen hebreo. Y lo calla, qué otra cosa puede hacer. Lo calla como calla otras tantas cosas. Como calla que odia el bacalao con patatas de los viernes, como calla que detesta a los enfermos que hay a su alrededor porque aunque no lo quiera reconocer cada vez se parece más a ellos y se aleja del hombre que fue. Pero en su diario Otto no se calla y nos cuenta. Y al escribir encuentra un motivo para resistir, para aguantar un poco más hasta ir al encuentro con la muerte. Otto fue (es) crítico musical, y la petición de ayuda de un colega le servirá en bandeja una venganza dulce y grandiosa, una jugada maestra. Otto encuentra una vía de escape a su situación y creará la oportunidad de salvar la música, de salvarse a sí mismo y de salvar a tantos otros que como él tuvieron que callar. Eso es lo que nos cuenta en las páginas de su diario. Un diario que lleva por título "Salvar a Mozart".
"Nunca había comprendido tan bien la música como desde que ya no la escucho. Desde que he sido privado de ella por la fuerza de las cosas. Pero ella tiene otros medios para hacerse oír. No necesita gramófono. Ni partituras. El genio musical es el aliento que atraviesa La Flauta Mágica antes incluso de que ella haya emitido un sonido. Es la espera que precede a la escucha. Es el gesto, la actitud, la emoción. Nada que ver con las notas."
Otto es un cascarrabias, un refunfuñón, pero desde las primeras páginas caemos rendidos a sus pies. Lo hemos calado. El crítico musical utiliza su carácter agrio y esquivo de la misma forma que yo uso mi sentido del humor. Es una barrera para no dejar ver lo asustado que está. Otto se muere y lo sabe. Y no quiere. Y Otto tiene su propio sentido del humor también, parecido al mío, por eso nos reconocemos. Y me saca sonrisas, muchas. Y no me río porque no están las cosas de Otto como para reírse, pero me hacen gracia, mucho, sí.

Mozart WohnHaus. Foto de Razvan Orendovici
Qué maravilla poder leer un libro con todo lo que implica el contexto histórico que lleva este con tanta ligereza (y no malinterpretéis esta palabra). Qué manera de desdramatizar pero sin faltar a la vez a la verdad la de su autor. Qué gran metáfora esta novela y la vida en ese sanatorio. Raphaël Jerusalmy acompaña además su narración de una prosa muy ágil y muy fácil de leer. Su novela es muy corta y el estar escrita a modo de diario con entradas breves y sentencias cortas hace que se lea muy rápido. Sin embargo en cierto modo es un libro para leer despacio.
"Esta promiscuidad se está volviendo francamente intolerable. Ya no hay una línea de demarcación entre los moribundos y los demás, entre los viejos y los jóvenes, entre los incurables y los convalecientes. A decir verdad, yo no formo parte de ninguna de esas categorías. No soy ni viejo, ni joven, y de ningún modo soy un moribundo. Vivo en aguas revueltas. Como un guijarro en un torrente. Un guijarro que todavía rueda."
Poco más puedo contaros. Esta es una historia sencilla. Y en esa sencillez radica precisamente su grandeza. En contarnos algo tan difícil de explicar con tan pocas palabras. En decirnos tanto con tan poco.

Lo suyo sería acabar esta reseña con una pieza musical. Seguro que pensaréis que una de Mozart no estaría mal. Os equivocáis. Hay que acercarse al final de este libro para comprender que no es la propia música del compositor la que le salvará. Os invito en su lugar a que escojáis vuestro propio corte para terminar. Alguna pieza con la que os sintáis identificados, que penséis que os defina. Ponedla a todo volumen, cantadla en voz alta si tiene letra, gritadla. Que se oiga. Que sea la voz de la victoria silenciosa (y musical) de Otto. Que sea la voz de todas las pequeñas grandes victorias. A veces al salvarnos a nosotros mismos salvamos también a otros que no se pueden salvar. A veces para preservar la dignidad sólo es necesario un sencillo gesto. Tan solo hace falta ver el triunfo donde nadie más lo ve. Hallad vuestra manera. Que se oigan vuestras voces. Salvaros. Salvad la dignidad.
"El viejo de al lado ha muerto durante la noche. Sin una queja. Sin despertarnos. Nunca debiera haber dejado de canturrear. Callarse le ha cerrado los bronquios."
Sonata of Decay. Fotografía de olavXO

Ficha del libro: 
Título: Salvar a Mozart
Autor: Raphaël Jerusalmy
Editorial: Navona
Año de publicación: 2015
Nº de páginas: 176

Comentarios

  1. Todavía no me he estrenado con los ineludibles de Navona, habrá que ponerle remedio pronto!
    Un beso

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    1. Yo he leído dos hasta la fecha y ambos me han gustado mucho.
      Besos!!

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  2. También me gustó muchísimo esta historia y estoy de acuerdo contigo en que es original la historia porque no está cargada de dramatismo pese a los difíciles momentos en que está enmarcada.
    Besos

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    1. Eso la diferencia un poco de otras novelas enmarcadas en esos años, y siempre se agradece un lectura más fresca. También hay que advertir de que no es un libro en sí sobre la segunda guerra mundial o sobre el holocausto judío, eso simplemente es el contexto de la historia.
      Besos!!

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  3. III Concierto de Brandemburgo en sol mayor de Bach. Ineludible, como esta novela.
    besos

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  4. Me ha gustado esa reflexión sobre que lo último que perdemos es la dignidad. La verdad es que no me lo había planteado nunca.
    Otto parece uno de los protagonistas que se te meten dentro, siempre me inspiran respeto y a la vez ternura esas personas que utilizan la acidez de su carácter o el cinismo como barrera. Suelen ser luego las personas más amables.
    Besos!

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    1. Supongo que hay que tocar fondo para planteárselo.
      A Otto se le cala enseguida, y por eso pienso que es inevitable encariñarse con él.
      Besos!!

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  5. Veo que también a ti te ha gustado. Es un libro del que sólo leo maravillosas reseñas, y lo tengo más que anotado, aunque aún no me he hecho con él. Ya caerá ...

    bsos!

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    1. Sí, me ha gustado mucho. Yo también he leído reseñas de él y todas positivas. Es muy cortito y se lee muy rápido, así que no te será difícil hacerle un huequito.
      Besos!!

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  6. Ohhhhh, un Ineludible. Me encantó El nadador en el mar secreto, a pesar de la tristeza que emana de su historia.
    Besos

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    1. A mí también me gustó mucho "El nadador en el mar secreto". Son dos libros muy distintos, tanto por las historias que cuentan como por el estilo narrativo de sus autores. Pero comparten el ser pequeñas grandes historias.
      Espero que si lees este también te guste.
      Besos!!

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  7. Estupenda reseña y de paso nos ayuda a los que te leemos a conocerte mejor (yo también tengo un sentido del humor particular, creo que como dices va asociado a la timidez).
    Tengo predilección por esas confesiones a modo de diario, me gusta tener complicidad con el personaje y sentir lo que él siente. Lo único que no me convence es la portada, me recuerda a los manuales universitarios. A pesar de todo me lo apunto.
    En cuanto a la música, soy tan cambiante que no encuentro ninguna canción que me defina, pero si muchas que me tocan y forman parte de mi vida.
    Un abrazo.

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    1. Las portadas de la coleccion Los ineludibles de Navona son todas así cambiando tan solo el color. Reconozco que son pobres estéticamente pero creo que tal vez la intención de la editorial sea no llamar la atención sobre la portada sino sobre el contenido.
      Los gustos musicales pueden ser cambiantes como nuestra propia vida. Se admiten también bandas sonoras ;)
      Besos!!

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  8. El sentido del humor como todos al final nos acaban definiendo, cada uno tiene el que tiene y cuando no se siguen los de las grandes masas siempre se acaban definiendo como peculiares...y al final siempre llega la misma pregunta ¿qué es lo normal?¿por qué el humor tiene que ser igual para todos? ¿por qué la felicidad la tienen que dar las mismas cosas?...podría seguir, porque me molesta esa necesidad de encasillar y de poner etiquetas, somos como somos y somos nuestra mejor versión de nosotros mismos.
    Me gusta ese Otto que parece áspero y duro y al final sólo se protege de sus miedos.
    Me ha encantado tu reseñas-
    Un saludito

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    1. No sé si somos la mejor versión de nosostros mismos, en cualquier caso pienso que cada uno somos una versión única. A mí tampoco me gusta poner etiquetas. Y también me gusta Otto. Me alegra que te haya gustado la reseña.
      Besos!!

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  9. Precisamente ayer tuve una conversación sobre el sentido del humor de cada cual. El mío se asemeja al tuyo, me cuesta encontrarlo en los libros. Me río en las películas de terror (no puedo evitar que la cara de la gente y sus reacciones me provoquen la risa floja). La ironía me sale sola y también me la tengo que retener (por tierras manchegas se tiende a malinterpretar la ironía).

    Pero la dignidad no debiera de provocar dobles lecturas. Tengo el libro hace tiempo. Me gustan mucho los ineludibles de Navona. Me gustan los buenos libros. Me gusta la dignidad.

    Un abrazo

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    1. La mayoría de películas de terror son tan malas que más que miedo producen risa.
      No, la dignidad no debe tener dobles lecturas, aunque para cada uno pueda radicar en diferentes cosas.
      Navona sin duda está haciendo una gran labor con su colección Los ineludibles. Espero que lo disfrutes cuando lo leas.
      Besos!!

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  10. La última novela que he leído también iba sobre la soledad y el vacío, y ya he tenido suficiente ración de ambas durante una temporada. Un beso!

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    1. No es exactamente una novela sobre la soledad y el vacío a pesar de que estas sean las consecuencias de la situación en la que vive el protagonista. De todas formas, comprendo que te apetezca variar de temática.
      Besos!!

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  11. Me pareció un libro magnífico. esa tierna fortaleza del anciano protagonista, tan Pereira, tan cortés, tan decadente... me ganó el corazón. Los viernes siempre serán de patatas y bacalao
    Besos

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    1. Al estar escrito el libro en forma de diario Otto se hace omnipresente y si caemos rendidos a sus pies resulta muy fácil caer también rendidos a los pies de esta novela. A mí también me pasó.
      Besos!!

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