Ha dejado de llover - Andrés Barba
«Le gustaban aquellas sensaciones, aunque le disgustaran, aunque fueran desagradables, le parecían literarias y llenas de meandros. Si hubiera que describirlas, pensaba, habría que ir siempre de adelante hacia atrás para decir constantemente que era mentira lo que se acababa de decir que era verdad, o para dar un detalle nuevo, desconcertante, hermoso y temible, hasta dibujar un tapiz un poco perverso». Me gusta la literatura de Andrés Barba porque está llena de meandros. Si tuviera que describirla, no sabría si irme adelante o hacia atrás; probablemente, por pura impotencia e incompetencia, me haría un lío con sus recovecos y me quedaría parada en el sitio. Ahora bien, describir los sitios a los que me lleva (o por los que me lleva) el escritor —no sé si decir español o argentino— sería otra ardua y también probablemente estéril tarea. Pararme demasiado en cada uno de esos sitios sería descubrir cada vez un detalle —tal y como dice la cita precedente a este párrafo— nuevo, desconcert