La bendición de la tierra - Knut Hamsun

«¿Quién trazó el largo, larguísimo sendero que recorre las ciénagas y los bosques? El hombre, el ser humano, el primero que llegó a estas tierras. Antes de él no existía ningún sendero. Algún que otro animal siguió luego aquellas débiles huellas por los páramos y las ciénagas, ahondándolas, y después algún que otro lapón se dedicó a husmear el sendero y a seguirlo cuando se desplazaba de montaña en montaña, vigilando sus renos. Así se fraguó la senda a través de esta extensa tierra sin dueño, la tierra de nadie. El hombre viene andando hacia el norte. Lleva un saco, el primer saco, que contiene provisiones y unas cuantas herramientas».

Al principio fue la tierra, después llegó el hombre, a continuación se hizo el sendero. Casi caigo en la tentación de empezar la reseña del libro que os traigo hoy de esta manera. En lo que caigo inmediatamente es en que planteé mi reseña de Las uvas de la ira con una analogía similar, hecho por el cual descarto mi intención inicial. Así, pues, empezaré de esta otra manera:

Al principio es ese párrafo con el que abro esta reseña. Luego le sucede otro en la misma línea, y otro, y otro. La estética de la prosa de Knut Hamsun es un festín para la sensibilidad del lector. Y así hasta el final sin que por ello la narración se haga repetitiva, pues puedo decir muchas cosas de esta novela, pero que sea predecible no es una de ellas. 

Me pregunto, a raíz de lo anterior, si el escritor noruego era un desconocido solo para mí hasta que me tropecé con esta novela o si lo sigue siendo también para una amplia mayoría de lectores. Y es que estamos hablando, nada más y nada menos, de un premio Nobel de Literatura, y bien merecido en mi opinión. Vale que su popularidad descendió drásticamente tras su manifiesto apoyo al régimen nazi y a ese hombre tan denostado que respondía al nombre de Adolf Hitler, pero me pregunto (la pregunta del millón) si la calidad literaria no basta para justificarse a sí misma y no verse empañada por la ideología de quien la alumbra, máxime cuando el creador en cuestión lleva años muerto y sin capacidad, por tanto, de ofender a colectivos particulares y de herir susceptibilidades generales. Añadiré sobre el autor —porque a mi parecer tiene influencia en su obra— que desarrolló variopintos oficios, fue inmigrante en los Estados Unidos y a su vuelta a su país natal vivió grandes temporadas apartado de la civilización en una cómoda cabaña en el bosque. Y, ahora, al lío, a lo que hemos venido, comienzo (vuelvo, más bien) a hablaros de La bendición de la tierra.

Al principio fue la tierra, después llegó el hombre, a continuación se hizo el sendero (lo siento, no me puedo resistir). Al principio fue ese sendero de palabras con el que Knut Hamsun abre para mí esa tierra ignota que es su literatura. Al principio fue pensar en esa novela de ese otro merecido Nobel de Literatura que fue John Steinbeck y, un poco más tarde, pero casi también al principio, fue acordarme del Adán y Eva de Gioconda Belli en su hermosísima novela El infinito en la palma de la mano. Y es que ese hombre, padre fundador de esa tierra en la que abre el sendero y que responde al nombre de Isak, necesitaba ayuda, pidió una mujer y la mujer le fue concedida. Llegó Inger y donde había solo un hombre hubo un hombre y una mujer: Isak e Inger, torpes a la vez que listos a su manera, silenciosos y trabajadores. 

Al principio fue la tierra, después llegó el hombre, a continuación se hizo el sendero. Después el hombre tuvo animales. A continuación llegó la mujer. Y una cosecha sucedió a otra. Y llegaron los hijos y las hijas porque donde se juntan hombres y mujeres terminan por llegar niños. Y la cabaña original se amplió. Y se construyó un establo y un granero y una casa. Y siguieron más construcciones y trabajos porque en una granja siempre hay algo que hacer. Y llegaron más colonos a establecerse. Y en la montaña aledaña se descubrieron minerales. Y llegaron hombres a extraer esos minerales que después se fueron. Y tras esos hombres llegaron comerciantes que también terminaron por irse. Y cerca de esa tierra había un pueblo. Y un poco más allá había una gran ciudad. Y en la ciudad nunca tenían suficiente de nada y en la granja tenían siempre suficiente de todo.

«La tierra lo salvó. Si Isak hubiera vivido en el pueblo, el gran mundo tal vez hubiera influido algo en él. Era un mundo más distinguido, con mejores condiciones habría comprado cosas innecesarias y a diario habría vestido una camisa roja de domingo. En el campo estaba a salvo de toda clase de exageraciones, vivía en un aire puro y limpio, se lavaba los domingos por la mañana y se daba un baño cuando subía hasta el lago».

«El colono no perdía la cabeza. El aire que respiraba no era insalubre, tenía público suficiente para lucir su nueva ropa, no echaba de menos los diamantes, y solo conocía el vino por las bodas de Canaán. El colono no sufría por las maravillas que no podía tener: el arte, los periódicos, los lujos, la política, valían exactamente lo que la gente estaba dispuesta a pagar por ellos, nada más, pero las cosechas de la tierra, en cambio, había que lograrlas a cualquier precio, pues eran el origen de todas las cosas, la única fuente».

Y ya no me acuerdo del Adán y Eva de la Belli, aunque todavía me acuerdo de vez en cuando de Las uvas de la ira de Steinbeck. Qué libros —estos dos y el de Hamsun— tan diferentes, pero cada uno a su manera narra una historia —la nuestra— que es eterna. Existimos «de generación en generación, producís y, cuando morís, os sucede una nueva. Eso es lo que quiere decir vida eterna». Y si me sigo acordando de esa novela que firma un escritor estadounidense en que una familia cruza un país prácticamente de punta a punta es porque en esta otra novela escrita por un noruego la familia que la protagoniza se clava en un punto de otro país y es por ese enclave por el que pasa nuestra historia. Uvas de la ira, dios de la ira o ira de los hombres; Adán y Eva creados a imagen y semejanza de su creador; no faltan en esta tierra bendecida por Kunt Hamsun que nos ocupa ahora hombres y mujeres temerosos de Dios. Supongo que «nadie en el campo puede evitarlo, allí no solo hay fatiga terrenal y mundana, allí hay piedad y respeto a la muerte, además de una honda superstición».

Trondhjem, en la actualidad llamada Trondheim y capital de la provincia noruega de Trøndelag, es la ciudad más cercana a la tierra sobre la que Isak levanta su granja en la novela que nos ocupa. La fotografía, en dominio público y cuya fuente es la Biblioteca Nacional de Noruega, se tomó entre 1905 y 1915. La bendición de la tierra se publicó originalmente en 1917.

Supongo que el escritor nórdico tampoco puede evitarlo. «Una vez más, queda probado que el temor de Dios y la mesura constituyen un gran beneficio», leo en su novela, y no puedo evitar pensar que Knut Hamsun habla por su boca al escribir esa frase. Si hay algún pero que pueda ponerle a esta magnífica novela es esa especie de mensaje que con ella parece querer dejar su autor, no el mensaje en sí, que muchos abrazaríamos sin dudar porque casi todos somos un poco como el enigmático Geissler —uno de los personajes de esta novela— que es «un hombre que sabe qué es lo correcto, pero que no lo hace». Compramos el mensaje, pero no hay que ignorar que la vida y el mundo —o tal vez los seres humanos— son mucho más complejos.

«Cuanta más piedra pueda convertir en dinero, mejor; opina que hace algo encomiable con ello, pues consigue dinero para el pueblo, para el país; con él todo se acerca cada vez más a la perdición, pero él no lo ve así, lo que necesita el país no es dinero, el país tiene dinero de sobra; lo que no sobra son hombres como tu padre. ¡Imagínate, convertir el medio en fin y enorgullecerse de ello! Están enfermos y locos, no conocen el arado. Solo conocen los dados. ¿No son encomiables? ¿No se destruyen con su locura? ¡Míralos, apuestan todo! Lo que ocurre es que el juego no es arrogancia, ni siquiera coraje, es miedo. ¿Sabes lo que es el juego? Es el miedo con la frente sudorosa, eso es lo que es. El error que cometen es no querer andar al ritmo de la vida, sino más deprisa, apresurarse, introducirse en la vida como una cuña».

Sin embargo, de La bendición de la tierra, como ya he señalado, puedo decir muchas cosas, pero ninguna de ellas es que sea una novela simple. Si tengo sospechas, muy de vez en cuando, de que su autor asoma la patita con alguna sutileza que deja intuir lo que tomo por opinión propia, he de entonar un mea culpa y concluir que he tomado en ocasiones lo que es ironía —que hay bastante de ella en este libro— por otra cosa. Es más, el autor me sorprende y me cierra la boca en un determinado capítulo con un inesperado alegato feminista por boca de uno de sus personajes. Y entre esas muchas cosas que puedo decir de esta novela, he de destacar la riqueza idiosincrática de sus personajes, así como la misericordia de Hamsun hacia ellos al mostrarnos sus debilidades y las mezquindades de algunos de ellos en consideración a su contexto vital.

Al principio fue la tierra. Después llegó ese hombre llamado Isak (y no voy a caer en decir que ese hombre está hecho a imagen y semejanza de su creador, aunque sí que sospecho que lo está a imagen y semejanza del ideal de hombre que tiene ese creador). A continuación llegó Inger (ay, Inger, cuántas cosas quisiera contar de ti). No tardaron en hacer su aparición primero el bueno de Eleseus —bueno no se sabe para qué— y después Sivert, hecho a imagen y semejanza de su padre (y, por si acaso lo estáis pensando, no, estos hermanos no son como Caín y Abel). Luego llegó Brede, ese colono sin alma de colono. Iba y volvía el enigmático Geissler, así como la vieja Oline, que «se arrastra por el mundo como un gusano [...], pero siempre llega donde pretende»; «Oline, nacida y muerta. Una vez fue joven», piensa de ella el narrador omnisciente de esta novela (qué revelador epitafio sería este de todos y cada uno de nosotros, pienso yo). Llegó también la díscola Barbo, hija de Brede, que se fue pero también volvió. Llegaron más colonos...

Al principio fue la tierra, después llegó el hombre, a continuación se hizo el sendero. Avanzo por ese sendero, desbrozo esa tierra ignota que es esta novela. Al final es proclamar que ha sido una gran lectura y que he descubierto un gran escritor. Al final es esta entrada que, más que reseña, parece una parábola bíblica. La mía, por supuesto, no es palabra de Dios. Que cada uno lea y juzgue.

«Aquí está el primer hombre de estas tierras. Llegó andando, hundido hasta las rodillas en ciénagas y brezos, encontró una ladera y se asentó en ella. Otros llegaron tras él, pisaron un sendero en la desierta tierra de nadie, y luego llegaron más, el sendero se convirtió en camino, ahora transitaban por él en carro. Isak ha de sentirse satisfecho, ha de recorrerlo una sacudida de orgullo: él fue el fundador de esta comarca, él es el Marqués del Páramo».

Nørholm es una casa solariega y finca agrícola situada en el municipio de Grimstad, en la provincia noruega de Adger.
Kunt Adger la adquirió en 1918 y, con la dotación económica del Premio Nobel que le concedieron dos años después,
amplió la construcción principal al estilo neoclásico y realizó diferentes trabajos en el resto de la propiedad.
El escritor llevó allí una vida de agricultor similar a la del protagonista de su novela La bendición de la tierra.
La fotografía sobre estas líneas fue tomada por el fotógrafo noruego Anders Beer Wilse con anterioridad al 8 de junio de 1927.
Es un trabajo en dominio público y su fuente es la Biblioteca Nacional de Noruega.
En ella se puede observar la cabaña en 
Nørholm en la que Knut Hamsun se recluía a escribir.





Ficha del libro:
Traductoras: Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo
Editorial: Nórdica Libros
Año de publicación: 2015 (1917)
Nº de páginas: 365
ISBN: 978-84-18451-50-8
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Comentarios

  1. De Knut Hamsun leí hace ya muchos, muchos, años, "Pan". Ahora mismo no puedo decir mucho de ella; tan sólo que me agradó su lectura y que creo recordar un cierto panteísmo en ella, una comunión con la naturaleza. Es junto a "Hambre" la novela que más se cita del autor noruego. Desde esta lectura nada más he vuelto a leer; quizás, lo confieso, haya sido saber de su apoyo a los nazis lo que me haya alejado de su obra.
    Me gusta todo lo que dices de esta novela que no conocía. Rememorando la novela, que hace décadas leí de él, me encuentro con que Isaac Bashevis Singer valoró positivamente su figura literaria. A mí que el escritor judío autor de "La casa de Jampol", libro que leí con muchísimo gusto hace diez años, hable bien de un simpatizante nazi (nacionalista noruego, en este caso) me parece un dato muy interesante.
    Tomo nota de "La bendición de la tierra" para retornar al noruego.
    Un beso

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    1. Pan y Hambre son, efectivamente, dos de las obras más consideradas del autor. Fue, sin embargo (según he leído) por La bendición de la tierra por la que le dieron el Nobel al noruego, si bien no fue ese el motivo de mi elección, pues nada sabía de ello cuando me crucé casualmente con esta novela. En ella, como te habrás podido percatar, también está muy presente esa comunión del hombre con la naturaleza.
      Dato interesante, efectivamente, ese reconocimiento por parte del escritor judío Isaac Bashevis Singer. Un aliciente más para seguir leyendo a Hamsun.
      Besos

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  2. ¡Que bueno descubrir buenos autores y buenas novelas! ¿verdad? esos descubrimientos que a veces llegan a nosotros por pura casualidad o recomendación de alguien que nos conoce bien. Alguna vez vi a este autor y me topé con algunas de sus novelas en la biblio, pero si te soy sincera nunca me llegaron a atraer lo suficiente como para llevármelas a casa. Lo del Nobel...., pues lo desconocía.
    Te cuento que yo personalmente suelo apartar la calidad literaria de un autor o director-productor de cine, de sus formas de ser y vidas (manda narices lo de apoyar a los nazis...) aunque no siempre, alguna que otra vez sí que ese tipo de cosas me han influido como para dejar a un lado a ese autor o autora (también me ha pasado con que algún autor me ha caído tan mal al conocerle personalmente que dejé para siempre de leerle, es el caso de Lucía Etxebarría, la conocí en persona por temas laborales y luego creo que la vi en un reality y le hice la cruz)
    Me alegra que esta lectura te haya resultado tan gratificante y a mi me alegra haberte leído, siempre aprendo y me descubres muchas cosas en tu blog
    Besos

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    1. Yo también suelo desvincular la obra de un autor del resto de facetas, si bien es cierto que hay casos en los que no podemos evitar que alguien nos caiga antipático e inconscientemente (y probablemente también injustamente) le hacemos la cruz, como te pasa a ti con Lucía Etxebarría. Yo, sin embargo, con lo que me reconozco muy prejuiciosa es con los autores mediáticos, es decir, con los que son muy conocidos por otros campos y parece que esa fama publicita sus libros más que los libros en sí. Estoy segura de que alguno de ellos escribirá bien y yo me lo estoy perdiendo, pero, qué le voy a hacer, soy así.
      En cuanto a Knut Hamsun y La bendición de la tierra, sí, han sido ambos gratos descubrimientos.
      Besos

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  3. Yo soy de las que separan obra y autor. Nunca dejo de leer a un escritor por sus ideas o porque me caiga bien o mal. Por otra parte,denostamos a todos los que en un momento dado apoyaron a Hitler, pero hay que tener en cuenta que en aquellos años no se sabían las barbaridades de las que el sujeto era capaz. No se puede mirar a Hitler en los años treinta como se le ve hoy. Por entonces era un hombre con una ideología que hoy tienen muchos en el mundo y con muchísimos seguidores. No hay más que ver el auge de la extrema derecha en toda Europa. Además su apoyo creo que más que a Hitler fue a Alemania y más por un rechazo a Inglaterra y a Estados Unidos. Sea como sea, repito, yo separo la obra del hombre y en la obra de Knut Hamsun no hay nada reprobable y sí muchas cosas notables. Leí Hambre y creo que de muy joven, antes de empezar con mi lista de leídos, leí Pan y puede que Un vagabundo toca con sordina, que estaban en la biblioteca de mi padre, pero no recuerdo nada de ellas.
    Hambre me gustó mucho y, desde luego, nada de la ideología nazi se vislumbra en ella.
    Un beso.

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    1. Me alegra estar comprobando que Knut Hamsun es un autor bastante más conocido de lo que imaginaba.
      Completamente de acuerdo con lo que señalas, Rosa. Es muy fácil juzgar a toro pasado. Y también es muy cierto que son muchos quienes en la actualidad abrazan ideas similares a las que defendía el nacionalsocialismo alemán. Lo que creo que pasa es que todo lo relacionado con el nazismo, Hitler y el Holocausto lo consideramos algo así como el símbolo del mal supremo y nadie quiere relacionarse con ello. En La bendición de la tierra tampoco se vislumbra nada que haga pensar en la ideología nazi.
      Besos

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  4. Pues me llevo este título. No conocía al autor. Me volveré a pasar cuando lo lea. Un abrazo

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    1. Me encantará conocer tu opinión, Esther. Espero que lo disfrutes.
      Un abrazo

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  5. Que gran reseña y que gran descubrimiento nos haces. Besos

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    1. Gracias, Rocío. Me alegra haberte llamado la atención sobre esta novela y este autor.
      Besos

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  6. Pues no es desconocido para mí, leí hace mucho su magnífica novela, "Hambre", de la que guardo también grato recuerdo, tampoco me echó para atrás su cercanía con el nazismo, que ya conocía, igual que Ezra Pound cuando lo leí, u otros autores, me interesó exclusivamente su literatura, tampoco fueron genocidas, y su cercanía al nazismo era ambigua, parece que más oportunista que ideológica.
    Me alegra que hayas disfrutado y descubierto a Hamsun, tiene una prosa cautivadora.
    Abrazo, Lorena. Y Feliz Navidad!

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    1. Al final va a resultar que casi soy la única en haber vivida en la inopia respecto a este autor, jaja.
      Feliz Navidad para ti también, Paco.

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  7. Tengo este título y el que cita Paco, ambos en papel, para leer. Pero no me queda claro por qué nunca incluyo alguno de ellos en mi lista de lecturas anuales. Tendrá que ver con su filiación política? No lo creo. Soy, como Rosa, de aquellos que intentan separar obra y autor. No encuentro explicación, Lorena.
    Yendo a tus líneas, impecables como siempre, me dan ganas de encararlo. A ver si me decido.
    Gracias por tan sugerentes líneas.
    Un abrazo para ti, y feliz 2023.

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    1. Todos tenemos libros y autores cuya lectura, inexplicablemente, demoramos una y otra vez. Esto segura de que disfrutarías de las letras de Knut Hamsun, Marcelo. Yo también te deseo un muy feliz 2023.
      Un abrazo

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