Yo no sé de otras cosas - Elisa Levi

«Lo que a ti te pasa es que lloras poco», le dice Marco a Lea una y otra vez. «Que sí, que sí, que sí, que a la gente que llora poco le sale rabia», le insiste, y Lea responde con esa misma rabia que a duras penas puede contener. Porque Lea es de las que no se callan y dicen en cambio lo que piensan. Es también de las que miran con ojos de campo. «Ya está la Lea Pequeña con sus ojillos de campo», le dice su padre, «y se refiere a que, a veces, miro con la desconfianza de haber vivido siempre en un pueblo pequeño o de haber nacido cerca de un bosque peligroso. O porque me da miedo lo que desconozco». Fue su padre también quien le «enseñó que, aunque tengamos miserias, nosotros no estamos en la parte del mundo que debe llorar». Así que, sí, Lea llora poco porque Lea sabe de otras cosas pero de llorar no sabe. Ella no sabe «de otras cosas más que de cuidar y de querer». Pero «querer a alguien no es suficiente, querer a alguien no te lleva a ningún lugar. Cuidar de alguien tampoco». «Que me ahogo, que me apago, que me muero si el resto de mi vida solo tiene cuatro calles, un ultramarinos, una iglesia y poco más». Y yo no sé si este lamento de Lea es rabia, que diría Marco, o si es más bien impotencia. Lo que sí se es que su angustia le produce ardor de estómago.

Lea es Lea Pequeña porque su madre es Lea Grande. Y yo no sé si es mucho que en un pueblo de doscientos habitantes haya dos Leas, pero Lea Pequeña sí sabe que en ese «pueblo las cosas pasan de dos en dos: si nace un niño, no tarda en nacer otro, si se pierde alguien por el bosque, aparece un perro sin amo, si una vaca hace cosas raras, llega el fin del mundo, y si llegan forasteros, se muere» un lugareño.

A los pocos forasteros que llegan Lea les mira con sus ojos de campo. Desconfía de ellos. Porque Lea de otras cosas no sabe pero sí sabe que los forasteros siempre buscan algo y que siempre acaban aprovechándose porque «al fin del mundo, ¿quién querría venir, dime, quién querría venir?» «La gente no lo sabe, pero los pueblos pequeños huelen a mierda de vaca y a animales muertos apilados y a miedo y a rencores y a aburrimiento y a dolores y a odios que pasan de generación en generación. Y los que son de otro lugar se enamoran de una idea extraña de lo que realmente significa aguantar el vacío del campo, el paso lento de las horas». Lea piensa que los forasteros llegan porque los han dejado de querer en sus lugares, al igual que está segura de que si un lugareño se va del pueblo es porque en el pueblo lo han dejado de querer.

Lea tiene diecinueve años, un padre que es «caballo, pero siempre le trataron de burro», una madre que no tiene ojos de campo sino «ojos de sueños, de sueños chiquitos, de pequeñas victorias, porque sé que mi madre lo que quiere es alegría y no la tiene», una hermana para la que el mundo «se mató nada más nacer», una abuela que murió sola en la misma casa en la que vivió años en soledad, un temor a heredar esa soledad como se heredan los rencores en el pueblo, un ardor en las tripas y una responsabilidad con su entorno.

Lea también tiene tres amigos: Marco, Javier y Catalina, y aunque Lea de amores aún no sabe mucho de lo que sí sabe es de su amistad, que es como el amor, que «no es querer, sino que son circunstancias que encajan». «Porque en este lugar el amor ha funcionado así toda la vida, la gente se junta por desgana con el que tiene cerca y así acaban sin conversación en las cenas, caminando lento para tardar más en llegar a casa». Porque en el pueblo el tiempo es así: lento, eterno. Por ello, y «a pesar del tedio, el paso del tiempo nos hace magnificar todo lo que nos roza la piel. Por eso Catalina se enamora de aquel que le mira y le sonríe, por eso Marco pierde los estribos cuando alguien le increpa con una tontería, por eso el silencio de Javier ante la vida adquiere una eternidad que asusta». Lea no sabe de otras cosas pero sí sabe de esas circunstancias que encajan. Sabe que los únicos jóvenes del pueblo son Marco, Javier, Catalina y ella y que por eso son amigos.

Yo de Elisa Levi y de esta novela no sabía nada. De ambas he sabido en el blog de Marian. Pero ahora sé. Ahora sé que Elisa Levi escribe bonito de una historia triste. Ahora sé que en su historia triste hay dolor, hay impotencia, hay cansancio, hay culpa y hay ahogo, también amor. Sé que Elisa Levi es joven. Sé que tiene ya publicados otra novela y un libro de poesía. Sé que en su prosa hay mucha poesía. Sé que su estilo me ha recordado en cierto modo al realismo mágico, tal vez porque con la cruda realidad hace magia.

De Lea sé en la linde del bosque, de ese bosque al que todos temen porque en el pueblo no sabrán de otras cosas, pero de lo que sí saben es de ese bosque y de que todo el que en él se adentra no regresa. Yo de ese bosque no sé (o tal vez sí porque todos llevamos un bosque dentro), pero me da a mí que ese bosque es un poco como eso por lo que Catalina, que es capaz de ponerse a llorar por la mañana y no parar hasta la noche, lleva llorando toda su vida: «por la incertidumbre que le produce todo aquello que se aleja de la puerta de su casa». Aunque también pudiera ser que el bosque fuera un poco como el mismo pueblo con el que linda, el pueblo que mata en vida.

De Lea seguiré sabiendo en el banco. En él se sienta con el señor. Le ha costado convencerlo. Mira que estaba empecinado en meterse en el bosque a buscar a su perro perdido. Y Lea: que no, que no, que si usted se adentra ahí se va a morir, que su perro no está en el bosque, que yo sé dónde está, que en este pueblo los perros siempre van al mismo sitio, que espérese usted aquí que ya verá como su perro va a volver. Y ahí se lleva al señor al banco y se sienta con él a esperar al perro. Y ahí se pone a hablar, a contarle a ese señor desconocido que apenas habla pero asiente. Porque el señor no es del pueblo, es forastero. Como también yo soy forastera del mundo de Lea. Porque yo ya soy el señor. Y de Lea yo no sé nada cuando me siento en el banco con ella pero sí sé que en cuanto escucho su voz me agarra y ya no me suelta. Sé también que los escasos días de febrero de 2022 en que leo esta novela se transforman para mí en 1 de enero de 2013 en que Lea me cuenta. Sé por ella del año 2012 que terminó ayer, el año del fin del mundo. Ella de eso no sabía, o sabía más bien por lo que todos contaban que dijeron los mayas. Lo sabía todo el pueblo y «en los sitios pequeños, señor, la gente necesita creer para llenar los días». «¿Ve los crespones que cuelgan de las ventanas de todas las casas del pueblo? Cuelgan por el fin del mundo, señor». Ese fin del mundo en el que Lea no creía mucho porque para ella «el fin del mundo lo llevamos dentro, [...] el fin del mundo es este lugar, este bosque y este olvido tan grande en el que vivimos», el fin del mundo es «esperar algo que nunca llega». Pero resulta que lo que llegó fue el fin del mundo y que todos, pues, tenían razón. Resulta que «el mundo se mató ayer y a mí hoy ya no me querrá nadie». Eso le cuenta Lea al señor, a ese señor que encontró en la linde del bosque y al que de repente vio como la única persona del mundo que podía entenderla. Eso me cuenta a mí que la entiendo. Yo, como el señor, la escucho. A veces río porque es imposible no reír con Lea, a veces me quedo seria porque lo que cuenta no es para reír. También, como el señor, cuando Lea acaba de contarme quiero decirle algo. No es lo mismo que le dice el señor, «que me miente sin habérselo pedido, por consuelo, por cariño». Yo, Lea, aunque también por consuelo, también por cariño, quiero decirte la verdad. Porque yo no sé de muchas cosas pero de algunas sí sé. Quiero decirte que sabes de muchas más cosas de las que crees, que las sabías desde el principio del año del fin del mundo solo que es difícil poner en palabras, más aún en acciones, lo que se sabe, de ahí tu ardor de estómago. Quiero decirte que a mis ojos ya lo eres, pero que serás a los tuyos «bella por haber visto, por haber salido». Quiero decirte que, como me has enseñado, «la muerte es un día y la vida son varios». Quiero que tengas muy claro que, efectivamente, «después del fin del mundo, queda la vida».

Fotografía de Phil bajo licencia CC BY 2.0





Ficha del libro:
Autora: Elisa Levi
Editorial: Temas de Hoy
Año de publicación: 2021
Nº de páginas: 176
ISBN: 978-84-9998-885-6
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Comentarios

  1. ¡Ostras Lorena!!!
    boquiabierta me has dejado con tu reseña..., sabía que esta novela la ibas a disfrutar, porque ya nos vamos conociendo, literariamente hablando. Yo sé que sabes, lo que esta novela me fascinó, todo de ella, desde el principio me arrastró Lea de su mano y me mantuvo embelesada con esa forma de narrar tan peculiar y especial. Porque no es solo lo que cuenta (que también), sino como lo cuenta lo que la hace una lectura tan especial, fue una de mis mejores lecturas de 2021 y no sabes como me gusta saber que te ha gustado tanto. Me has hecho recordar ese final..., uffff, qué final ¿verdad? con los ojos como platos me quedé.
    Por cierto, ¡muchas gracias por la mención a mi reseña!
    Besos

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    1. Gracias a ti, Marian, por hacerme saber de este libro.
      Es cierto que es una lectura muy especial por esa forma de narrar de Elisa Levi y por esa voz de Lea que te agarra y no te suelta hasta el final. Y el final, bueno, no puedo decir que me sorprendiera, pues a partir de cierto punto de la novela comencé a sospecharlo, pero ello no le resta su dureza. Creo además que era el final que la novela requería.
      Besos

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  2. ¡Holaaaaa!

    Que reseña más bonita y más poética, justo como el libro, me imagino.
    Yo tampoco sabía de este libro y de esta autora, pero con todo lo que has compartido sobre él, me llama mucho la atención. Veo que va a ser muy triste, frustrante, pero por cómo está escrito seguro que me maravilla. Si tiene una vibra parecido a esos escritores de realismo mágico, seguro que me conquista, ya que me encantan ese tipo de plumas.

    ¡besotes!

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    1. Sí, el libro tiene un tono similar al que he querido imprimir a la reseña. Es una historia triste pero contada de una forma preciosa. Y ciertamente el estilo me ha recordado al realismo mágico. Si te gusta ese tipo de narraciones, seguro que te gusta esta novela.
      Besos

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  3. Leí la reseña de Marian y ya tenía apuntado el libro. La tuya viene a confirmar que debo leerlo cuanto antes. Las citas que señalas dan idea de una forma de escribir que me gusta mucho, muy poética, y el contenido no parece quedarse atrás. Ya me agobia ese pueblo solo de ver el agobio que le causa a Lea. Los pueblos gustan o causan aborrecimiento. Es fácil hablar de sus bondades bucólicas, pero vivir en ellos un día tras otro no tiene nada de bucólico, salvo para algunas personas muy escasas. No me extraña que desconfíen de los forasteros.
    No sé por qué leyéndote, me iba acordando de Un amor de Sara Mesa. Imagino que por lo hostil que puede resultar el pueblo para el que viene de fuera. Esta es la visión contraria. El forastero visto por el el que vive de continuo en el pueblo. Aunque ya veo que el libro es mucho más que eso.
    Un beso.

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    1. No he pensado en Un amor en ningún momento de esta lectura. Los estilos de Sara Mesa y de Elisa Levi son tan distintos que es difícil asociarlas. Y ambas novelas narran una historia bien distinta. Pero entiendo que el desarrollo de esta novela en una población pequeña y apartada y el hecho de que la protagonista orbite alrededor de un grupo reducido de personajes puede hacer acordarse de Un amor.
      Es una lectura muy agradecida. Se lee sola, por esa voz narrativa que te lleva por la novela sin que te des cuenta, y además creo que es imposible leer esta novela y no querer a Lea (y a unos cuantos personajes más también).
      Ya nos contarás, Rosa.
      Besos

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  4. Esta vez el pueblo despojado de todo romanticismo, como un paraíso ficticio que se vislumbra desde la ciudad. Parece que estamos ante un retrato claustrofóbico del pueblo, en donde el campo se extiende como un “nada”.
    Creo que el realismo mágico se acomoda muy bien a los pueblos, en donde todavía perviven ciertos mitos. Y, por lo que cuenta Marian, esa querencia poética hace que la lectura sea especial.
    Un abrazo, amiga Lorena.

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    1. Fíjate que Lea le cuenta al señor que la parte buena de vivir en un lugar pequeño es precisamente el romanticismo. Ella se imagina la ciudad como un lugar de finales continuos, con amores y sensaciones que duran poco y en seguida son sustituidos por otros. En el pueblo, en cambio, todo perdura, y hasta lo que parece menos insignificante cobra importancia. Claro que también son interminables los odios y el tedio, con lo que al final ese romanticismo termina por ser una condena.
      Sí, yo también creo que a estas historias de pueblos les va muy bien el realismo mágico. Es una lectura, efectivamente, muy poética, y, aunque la historia que cuenta es tremenda, es cierto que lo que la hace especial es la forma en la que está contada.
      Otro abrazo para ti, amigo Paco.

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  5. El libro parece hermoso, pero tu reseña, Lorena, es preciosa. Quiero creer que has captado la forma del libro y que con tu redacción nos la transmites. Y lo logras, vaya si lo logras, al menos a mí me has captado. Tomo, pues, nota de este título que sí a ti te ha gustado y además proviene de Marian para qué quiero más, no necesito más.
    Gracias por tan bonita reseña. Escribes de miedo, querida amiga. Me encanta llegar a tu blog y leerte. Gracias, gracias, muchas gracias y...
    Muchos besos

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    1. Bueno, le he copiado muchos trocitos a Elisa Levi de su novela. Así es más fácil escribir bonito. Es cierto que el estilo de esta escritora es muy especial y he querido que de alguna forma quedara reflejado en la reseña.
      Espero que si te animas a leerla la disfrutes tanto como hemos hecho Marian y yo.
      Besos

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  6. Pero qué reseña más bonita, más sentida y más especial la que has hecho. Ya lo tenía apuntado, pero ahora es que me subrayo este libro, que no se me puede escapar.
    Besotes!!!

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  7. Enhorabuena por esta reseña tan poética en la que te desnudas un poco y en la que, entre cita y cita, nos vas mostrando cosas de tí misma que ahora ya sabemos. Ha sido un placer leerte y desde ahora te seguiré para aprender de tanto sentimiento y sensibilidad.

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    1. No es que hable particularmente de mí en esta reseña, pero, si con ella te he creado interés por este libro, bien que me alegro.
      Un saludo.

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  8. Buscando opiniones de Elisa Levi he llegado a tu reseña. Me ha atraido tanto lo que explicas que me pongo esta noche con el libro que hace tiempo lo tengo en la pila de pendientes. Gracias, escribes unas reseñas preciosas. Àngels

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    1. Gracias a ti por tu visita y tus palabras. Elisa Levi tiene una manera muy especial de contar. Espero que disfrutes de la lectura de esta novela.

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