El Maestro y Margarita - Mijaíl Bulgákov

El diablo anda suelto por Moscú. Ah, ¿que no me crees? ¿Acaso eres, como el editor Berlioz y el poeta que escribe bajo el seudónimo de Bezdomni, un incrédulo, uno ateo convencido? Precisamente, es sobre la inexistencia de Dios que conversan Berlioz y Bezdomni sentados en un banco de los Estanques del Patriarca una tórrida tarde de primavera cercana ya la puesta de sol. Precisamente la misma tarde en que el diablo aparece en Moscú. Precisamente esa misma conversación la escucha el diablo sin poder evitar inmiscuirse.

«-¡¿Son ateos?!
-Sí, lo somos -respondió Berlioz con una sonrisa, mientras Bezdomni pensaba enfadado: «Se nos ha pegado como una lapa este bichejo extranjero»
-¡Oh, qué encantador! -chilló el asombroso forastero, y se puso a girar la cabeza, mirando primero a un literato, luego al otro.
-En nuestro país el ateísmo no le sorprende a nadie -dijo Berlioz con amabilidad diplomática-. La mayoría de nuestra población ha dejado de creer, conscientemente y desde hace tiempo, en las fábulas sobre Dios.
Al oír eso, el extranjero hizo un movimiento insólito: se puso de pie y estrechó la mano del estupefacto editor, al mismo tiempo que pronunciaba estas palabras:
-¡Permítame que le dé las gracias de todo corazón!
-¿Por qué le da las gracias? -preguntó Bezdomni, tras pestañear muy seguido.
-Por esta información tan valiosa que, a mí, como viajero, me interesa enormemente -explicó el excéntrico extranjero, a la vez que levantaba el dedo de un modo elocuente.
Esa valiosa información, era obvio, había causado una poderosa impresión en el viajero, porque, asustado, recorrió los edificios con la mirada, como si tuviera miedo de ver a un ateo en cada ventana».

Oh, sí, es esta una valiosa información para el diablo tomado por extranjero porque quien no cree en la existencia de Dios difícilmente puede creer en la del ángel caído, pues difícilmente puede existir el uno sin el otro, así como difícilmente puede existir el mal si no existe el bien. Así, pues, tú, lector de poca fe, que te has extrañado al leer que el diablo anda suelto por Moscú; sí, tú, tú, que has reaccionado «como si no reconocieras las sombras o el mal. ¿Serías tan amable de pararte a pensar en esta cuestión? ¿qué haría tu bien si el mal no existiera, y cómo sería la tierra si las sombras desaparecieran de ella? Después de todo, son los objetos y las personas los que arrojan sombras. Aquí está la sombra de mi espalda. Pero también están las sombras de los árboles y de los seres vivos. ¿No querrás desvestir toda la esfera terrestre, despojándola de todos los árboles y de todo lo vivo, por tu fantasía de disfrutar de la luz desnuda?»

Oh, no, poco le gusta a nuestra fuerza maligna que la luz desnuda campe a sus anchas por la Tierra. Pero centrémonos en Moscú, que es donde se encuentra ahora la fuerza demoníaca. Hacía mucho tiempo que el demonio no visitaba a los moscovitas y tan solo precisaba de ciertos trucos de prestidigitación para tomar el pulso a la capital rusa y decidir si su población había cambiado desde su lejana visita anterior. «Bueno», concluye nuestra fuerza satánica, «son personas como todas las demás. Les gusta el dinero, pero eso siempre fue así... La humanidad ama el dinero, no importa de qué esté hecho, ya sea de cuero, de papel, de bronce o de oro. Bueno, son frívolos... Pero ¿y qué? A veces la misericordia también golpea sus corazones... Gente corriente... En general recuerdan a los que les precedieron... Solo que a estos los ha corrompido la cuestión de la vivienda...» 

Oh, sí, sin duda a los moscovitas les ha corrompido la cuestión de la vivienda. Pero seamos indulgentes con ellos. Déjame que te aclare, incrédulo lector, que el diablo decide pasearse por Moscú en plena era estalinista (ah, claro, ahora ya no te muestras tan renuente a aceptar que tal vez el diablo sí que anduvo suelto en algún momento por Moscú). Y, en aquellos años, no existía tan solo el problema de la vivienda, sino que, en ocasiones, vete tú (o vaya el diablo) a saber por qué, la gente desaparecía misteriosamente. 

«-Le dije, entre otras cosas -contó el detenido-, que cualquier poder es una violencia contra las personas y que llegará el día en que no haya poder, ni de los césares ni de ninguna otra autoridad. El hombre entrará en el reino de la verdad y de la justicia, donde no será necesario ningún poder».

Poncio Pilato y Jesús de Nazaret en ¿Qué es la verdad?, de Nikolai Ge

Es bastante probable que Mijaíl Bulgákov se inspirase para escribir la cita anterior en las siguientes frases de El reino de Dios está en vosotros de su admirado Lev Tolstói: «El mal que genera la violencia en manos de aquellos que ostentan el poder aumenta sin cesar y con el tiempo se vuelve mayor que aquel mal que se supone que están combatiendo. [...] El poder estatal, incluso si destruye la violencia interna, introduce siempre en la vida de los hombres nuevas violencias que son cada vez mayores a medida que este poder se va perpetuando y reforzando». Y este gusto (y estas frases) de un ilustre ruso por otro aún más ilustre no te lo cuento yo; esto me lo cuenta Ferran Mateo en las notas a esta novela, notas que comencé leyendo con reservas y que terminé haciéndolo con auténtico agradecimiento y devoción.

En el Moscú que Bulgákov retrata en esta novela también hay ciudadanos que desaparecen misteriosamente. Curiosamente todos ellos dicen la verdad y curiosamente nadie los cree. En fin, creo que ya ha quedado claro que los moscovitas son (así como parece ser que también tú eres) un poco descreídos. Por el momento, parece que el reino de la verdad está vedado para ellos y todos los que advierten haberse encontrado con el diablo, vete tú (o vaya el diablo) a saber por qué, acaban internados en un psiquiátrico.

Las anteriores palabras de Tolstói me recuerdan a una de las reflexiones que Nadiezhda Mandelstam nos dejara en sus memorias Contra toda esperanza. No en vano, la viuda de Ósip Mandelstam fue coetánea de Bulgákov. Y es que el ruso no solo ambientó su novela en los años del terror estalinista sino que también la escribió durante esos tiempos, aunque esta no pudiera ser disfrutada (ya no digamos de forma íntegra) por los lectores hasta varias décadas después. No permita el diablo la libre manifestación del arte. El diablo que Bulgákov crea y nos regala, en cambio, hasta rescata manuscritos del fuego para hacérnoslos llegar.

Mijaíl Bulgákov tardó más de diez años en escribir El maestro y Margarita. No es su única obra pero sí la que más le identifica. Escribió varias versiones de la misma y solo alcanzó a revisar la primera parte antes de su muerte, encargándose Yelena Bulgákova, tercera esposa del escritor, de la revisión de la segunda parte y de la publicación póstuma. El de Yelena Bulgákova, involucrándose de tal manera en la obra de su esposo (no solo tras su muerte sino también en vida de este), es un papel que me recuerda nuevamente al de Nadiezhda Mandelstam. Tal vez sea cierto eso que se dice en una escena de esta novela de que «el que ama debe compartir el destino de aquel al que ama».

En un principio no era El Maestro y Margarita el título destinado para esta novela, si bien me gusta que haya sido finalmente el elegido, dado que dichos maestro y Margarita son una especie de alter ego del autor y su esposa.

En la novela Bulgákov nos cuenta que «El amor surgió entre nosotros, como aparece de la nada un asesino en un callejón, y nos asaltó a los dos a la vez. ¡Así fulmina el rayo, así hiere un cuchillo finlandés! Ella, por cierto, más tarde aseguraba que no fue así, que nos amábamos, por supuesto, desde hacía mucho, mucho tiempo, sin conocernos, sin habernos visto nunca [...]». En la novela, también, ambos amantes no aparecen hasta bien avanzada la misma y no es hasta la segunda parte que cobran protagonismo. La primera parte la copan las diabluras de satán y sus secuaces y los variopintos personajes que se convertirán en víctimas de sus tretas. Dejo a tu elección, lector, pasearte por Moscú y descubrir cómo Margarita y el Maestro se ven involucrados en tan diabólica trama.

El personaje de Margarita está basado en Yelena Sergeevna Bulgakova (a la izquierda), tercera esposa de Mijaíl Bulgákov, y en
Margarita de Valois (derecha), conocida con el sobrenombre de la reina Margot debido a la novela homónima de Alejandro Dumas.

Sí te cuento algo más sobre el Maestro. A este (no olvidemos trasunto del propio Bulgákov), tal y como le llega a decir Margarita, lo han mutilado. Como concluirá un colega suyo, «¡No creo en nada de lo que escribo!» Como cuenta el maestro a otro de los personajes: «toda la historia consistía en que el miedo se había apoderado de cada célula de mi cuerpo. [...] Sí, no hay una enfermedad peor que la mía [...], se lo aseguro» (no deja de ser significativo que a la clínica metal en la que terminan encerrados varios de los personajes de este libro se la mencione varias veces como casa del dolor). Cuando ese personaje le inquiere por su verdadero nombre, más allá del apelativo de el Maestro, este refiere que «Ya no tengo nombre [...]. Renuncié a él, igual que he renunciado a todo lo demás en la vida». Toda esta renuncia se produce cuando «finalmente llegó el momento de abandonar el refugio secreto y salir a la vida». «Y salí a la vida», nos cuenta el Maestro, «con mi novela en las manos, y entonces mi vida terminó [...]».

Sí, te cuento esto, incrédulo lector, porque, entre otras muchas y maravillosas cosas, El Maestro y Margarita fundamentalmente es un alegato a favor de la libertad de expresión y de la libre manifestación cultural y artística.

«-¡Vaya! ¡Pero si esta es la casa de los escritores! ¿Sabes, Behemot? He oído decir muchas cosas buenas y elogiosas sobre esta casa. ¡Fíjate bien en ella, amigo mío! Resulta agradable pensar que debajo de este techo se oculta y está madurando una infinidad de talentos.
-Como las piñas en los invernaderos -dijo Behemot [...].
[...]
-Sí -siguió diciendo Koróviev- se pueden esperar frutos sorprendentes de los invernaderos de esta casa, [...].
-Sí, es muy fácil de imaginar -confirmó una vez más Behemot.
-Así es -continuó Koróviev y levantó un dedo con aire preocupado-. Pero... ¡Pero, digo y repito el pero! ¡Esto solo ocurrirá si a estas delicadas plantas de invernadero no las ataca algún microorganismo que coma sus raíces, si no se pudren! ¡Pues eso pasa a menudo con las piñas! ¡Ay, ay, ay, y tanto que pasa!»

La Casa-Museo Bulgakov de Moscú se encuentra ubicada en un piso comunal en el que residiera el escritor durante tres años. Aunque lo abandonó en 1924, siguió acompañándolo en sus obras, haciendo el apartamento 50 en el que viviera el autor su papel estelar en El Maestro y Margarita. El museo ha sido una especie de centro de peregrinación para los admiradores de esta novela. Las paredes de la entrada y de las escaleras del edificio están cubiertas de dibujos y textos referentes a esta obra, tal y como muestra esta fotografía de Tothkaroj.

Comienzo mi paseo por el Moscú de Bulgákov un poco a la expectativa, pues piso terreno desconocido. Un algo detenido y acuciante en esa tarde a punto de finiquitar me pone sobre aviso. No me atrevo, por tanto, a sentarme en el banco con los dos literatos. Tampoco a inmiscuirme en su conversación, tal y como hace el diablo. No puedo evitar, no obstante, escuchar a hurtadillas. El toma y daca de los diálogos me estimula. La prosa de Bulgákov me envuelve y me lleva. Caigo así, sin darme cuenta, en el segundo capítulo y, con él, en la Jerusalén del siglo I, a la que regresaré más tarde en algún que otro capítulo. Me encuentro de repente fascinada por una historia antigua que se me hace nueva, archiconocida pero por primera vez por descubrir. Regreso al Moscú del siglo XX desorientada pero pronto el diablo sabe captarme. Me encuentro como secuestrada por su cohorte de secuaces, víctima de un síndrome de Estocolmo hasta el final de esta novela que me hace ver Moscú bajo la luz de sus disparatadas tinieblas.

Sí, El Maestro y Margarita es muchas otras más y maravillosas cosas. Es brillante e ingeniosa sátira. Es lúdico divertimento. Es fantasía en estado puro que despega desde la realidad para alcanzar los más cómicos dislates. Es una novela con varios niveles de lectura, para quedarse en su superficie o bucear más hondo en cada relectura. Es un libro que cuenta la historia de un libro. Es la historia externa de ese libro. Es metaliteratura y tejido de referencias culturales de su autor (no te dejes asustar, te aseguro que grande es mi ignorancia y ello no me ha impedido disfrutar de la lectura).

No, no te dejes asustar. «La cobardía» es «sin duda uno de los defectos más terribles». Oh, ya sé, has escuchado auténticas maldades sobre satán. Comprendo, pero piensa que «el insulto es la recompensa habitual por un trabajo bien hecho». Eso «es un hecho. Y un hecho es la cosa más obstinada del mundo». Pero, ¡qué digo! ¿De qué vas a tener tú miedo, si, al fin y al cabo, no crees en Lucifer? ¿O ya te he sembrado la duda? ¿Crees ya, acaso, en un mundo de luces y sombras? ¡No puede ser! Imagínate lo que cada uno considera bueno y malo en una convivencia constante. Ambos, bien y mal, «debatían sobre algo muy complejo e importante, y ninguno de los dos lograba convencer al otro. No estaban de acuerdo en nada, y por eso su discusión era particularmente interesante e interminable». ¿Sí? ¿Realmente crees que es posible? Pues estás de enhorabuena, Bulgákov ha escrito un nuevo evangelio para ti. ¿No? ¿Qué daño puede hacerte, pues, este libro? Disfruta de la disparatada experiencia que te brinda y al diablo con lo demás. Ya veo, eres de esos de haberlas haylas. En fin, seré condescendiente contigo. Aunque aún estoy invadida por el espíritu del maligno, «la caridad [...] a veces, del modo más inesperado e insidioso, se cuela por las rendijas más estrechas». Con el poder que me otorga Satanás, en pago a mis servicios prestados con esta tentadora reseña, te concedo no la luz ni la oscuridad, sino el descanso y la liberación que alberga la desmemoria. Olvídate, pues, de mis palabras, y parte raudo hacia lecturas más benignas y complacientes. Eso sí, no te sorprendas si en una noche de primavera, allá cuando tus sueños estén siendo acunados por la luz de la luna, la misma luna te tiende un puente de plata. Se perturbará entonces la calma que te he regalado (oh, no temas, no recordarás nada al despertar y la paz nuevamente será contigo) y de la reveladora consciencia que es la inconsciencia del sueño brotará hacia ti la irrebatible certeza de que el diablo anda suelto por Moscú y reclama tu presencia. No oses rechazar su invitación. Oh, no, no es mea culpa. Es el diabólico poder de la lectura. Es el diabólico poder de las lecturas que deberían ser leídas pero dejamos sin leer.

El mefistófeles de Fausto ha sido una referencia constante en esta novela y el diablo
que anda suelo por Moscú nos observa también pensativo desde el Museo del
Hermitage de San Petersburgo en forma de mármol esculpido por Mark Antokolsky
(fotografía de Seriykotik) 





Ficha del libro:
Título: El Maestro y Margarita
Traductora: Marta Rebón
Editorial: Navona
Año de publicación: 2020
Nº de páginas: 544
ISBN: 978-84-17978-66-2





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Comentarios

  1. El comunismo soviético fue siempre contra la libre manifestación artística. Stalin se liquidó a todo titirimundi desde opositores políticos a intelectuales y artistas que no comulgaban plenamente con los nuevos tiempos. Bulgakov fue uno de los estrechamente vigilados por la policía política y murió tempranamente por causas naturales.
    "El maestro y Margarita" es una obra que rinde tributo a las vanguardias artísticas, algo que el socialismo real detestaba al entender que el pueblo llano no alcanzaba a entender este tipo de obras . Al pueblo había que darle obras sencillas, realistas (realismo socialista) que sirviesen para forjar su espíritu y amor revolucionarios. Bulgakov no era de esta idea y por eso fue siempre sospechoso de desafección.
    La obra rinde tributo aunque debidamente transformada y contextualizada al Fausto de Goethe. El trio Fausto-Margarita-Mefistófeles es en Bulgakov Maestro-Margarita-Diablo. En ambas el amor es importantísimo, es la razón de vivir. Y junto al amor, la libertad en todos los aspectos de la vida, el artístico uno de ellos.
    Muy buena reseña, Lorena. Me ha encantado leerla.
    Un beso

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    1. Gracias, Juan Carlos. Muy buena también tu explicación sobre esta novela. La verdad que es una maravilla.
      Besos

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  2. Leí esta novela en 1990. Recuerdo muy poco de ella, aparte de que me gustó y me resultó inquietante. Tiendo a creer más en el diablo que en Dios. No hay más que mirar alrededor para pensar que el bien es fruto del azar y el mal tiene detrás poderosas fuerzas que lo estimulan. ¿Se puede creer en el diablo sin creer en Dios? Desde luego es más fácil creer en el mal que en el bien. Aunque quizás el fallo sea relacionar a Dios con lo bueno. Quizás Dios no sea tan bueno después de todo sino la otra cara del diablo y del mal.
    No creo que esta sea una novela muy leído actualmente, pero es de esos clásicos que nunca pasan de moda.
    Un beso.

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    1. Desde un punto de vista teológico no existe uno sin el otro. Como opuestos que son, creer en Dios implica creer en el diablo o viceversa. Otra cosa es que filosóficamente se pueda debatir si en la naturaleza del ser humano impera más el bien o el mal. Con tantas cosas horribles que pasan en el mundo es fácil caer en decantarse por el mal. Pero creo también que el mal hace más ruido que el bien. Lo cual me lleva también a pensar si ese silencioso bien no es sino la ausencia de mal, algo así como tu creer en el diablo y no en Dios. Supongo que es una pregunta que nunca tendrá una única respuesta.
      Es una lectura que nunca me había planteado. Me animé con ella gracias a esta nueva edición de Navona. Así que ojalá se ponga de actualidad, pues es una novela magnífica y con muchas capas.
      Besos

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  3. De esos libros que siempre me digo que tengo que leer pero nunca me animo. Y tu fantástica reseña me da un buen empujoncito. ¡Qué maravilla como escribes y como transmites!
    Besotes!!!

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    1. Pues yo no puedo más que animarte a que te pongas con ella, Margari. Es una lectura divertida y a la vez con mucha miga.
      Besos

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  4. Después releerte siempre me quedo con la boca abierta, en serio, no dejas de sorprenderme. Igual te lo he preguntado ya alguna vez, no lo recuerdo, pero ¿has pensado en escribir alguna novela o algo? Creo que tienes imaginación suficiente y una manera de escribir magnífica para llegar a algo importante. En fin, el libro del que nos hablas en principio no me atrae demasiado, aunque por lo que cuentas seguro que merece la pena su lectura, tardó más de diez años en crearla y me da pena que al final ni pudo terminar de revisarla, pero es genial que su esposa lo hiciera
    Fíjate que me suelen gustar mucho las novelas divertidas (con humor sátiro) y con mucho fondo
    Besos

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    1. Hay quien opina que se trata de una novela inacabada por eso de que el autor no pudo terminar de revisarla. Pero el caso es que fueron varias las revisiones que Bulgákov hizo de la novela y siempre iba cambiando cosas. No sé que hubiera pasado de seguir vivo el autor unos años más. Tal vez El Maestro y Margarita se hubiera convertido en una novela interminable. En todo caso, los lectores tenemos que estar agradecidos a Yelena Bulgakova. Nunca sabremos si la versión definitiva se ajustó a los deseos de su esposo (aunque Yelena ya lo ayudaba antes de quedarse viuda y algo al respecto debía de saber), pero, de no haber sido por su empeño, no habríamos podido disfrutar de esta magnífica obra.
      Bueno, imaginación no creo que tenga mucha, Marian. Creo que no sabría crear de la nada (si bien es cierto que nadie crea de la nada). Ya ves que siempre me apoyo más de lo necesario en fragmentos de los libros que reseño. Sí me esfuerzo en contar una especie de historia de cada experiencia de lectura. Pero la verdad es que no me planteo escribir más allá de lo que escribo sobre libros en este espacio. Sinceramente no creo que tenga talento para ello, pero agradezco tus palabras.
      Besos

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  5. Uno de mis novelas favoritas y eso que la leí hace ya casi veinte años. Formaba parte de una colección de clásicos de El País y creo que con esos libros me forjé como lector. No obstante, conocía a Bulgakov porque antes llegó a mis manos (vete a saber cómo) un librito, "Morfina", que se considera un precedente estilístico de "El maestro y Margarita" y donde el autor plasma su propia experiencia como adicto al opiáceo. Aluciné con todo el despliegue imaginativo del maestro, poco importa si dejara versión definitiva, un diamante es un diamante, pulido y sin pulir. La versión que comentas quizá tenga el aliciente de las notas, estoy en tiempo de relecturas y tirando por lo clásico, puede que le eche un vistazo pero es que cuando una novela te gusta tanto da también un poco de respeto volver a leerla. Y bueno, me temo que el diablo sigue suelto y a sus anchas.
    Un abrazo

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    1. No sabría decir ahora mismo si sé de Morfina por las notas a esta edición de esta novela o por lo que he estado indagando por mi cuenta sobre Bulgákov. A mí me ha gustado ampliar más sobre esta lectura a través de esas notas. En cuanto a la traducción, no es exactamente nueva, como se anuncia, pero sí es una revisión por parte de la propia Marta Rebón de una traducción suya anterior. No sé cuánto habrá de diferencia entre ellas.
      Sinceramente, Gerardo, no es que sea yo muy dada a las relecturas. Por una parte tengo tanto por leer y, por otra, tengo el secreto miedo de que revisitando libros que significaron mucho para mí en un momento dado se pierda la magia de ese momento. Soy más dada a las relecturas de libros con los que en su momento no conecté y que pienso que ahora sí podrían gustarme. En todo caso, creo que hay libros que ganan con las relecturas por su dimensión, sus capas y sus varios niveles de lectura. Creo que El Maestro y Margarita es un de esos libros a los que se les puede sacar nuevos matices con cada acercamiento. Y digo esto a sabiendas de que lo más probable sea que nunca lo relea. Pero es magnífico. No me extraña que sea uno de tus libros favoritos.
      Un abrazo

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  6. Lorena, cuántas ganas de leer este libro y qué bien lo has contado. Diez años nada más y nada menos en escribir esta obra. Un dato muy curioso. El título y el autor están en mi punto de mira hace tiempo. Ahora solo tengo que esperar que llegue el momento idóneo para leerlo. Gracias por este reseñón. Besos

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    1. Bueno, Bulgákov le daba vueltas y vueltas y cada vez que lo revisaba iban cambiando cosas. Como digo en otro comentario, bien pareciera, de no haber muerto el autor, que estuviéramos ante una novela interminable en su concepción.
      Es una maravilla. Por la invención de su autor, por lúdica y por toda esa miguilla que esconde detrás. Seguro que lo disfrutas cuando llegue su momento.
      Besos

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  7. Hola, gracias por el comentario respecto al libro. una consulta, las notas añadidas a modo explicativo o de referencia, ¿es conveniente leerlas a medida que van apareciendo? ¿contienen spoilers o anticipan detalles de la trama del libro?

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    1. No destripan nada de la trama, así que puedes leerlas sin temor a que te estropeen la lectura. Respecto a la conveniencia de leerlas o no, eso ya depende de tus preferencias. Son cuantiosas y puede haber algunos lectores que sientan que detenerse en ellas les lastra la lectura. En mi caso, que soy curiosa, muchas de ellas me dieron amplitud sobre la lectura, la concepción de la novela y las referencias del autor. En todo caso eso ya lo vas viendo tú cuando lo leas.
      Gracias a ti por pasarte.

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  8. Vengo a tu reseña ahora que acabo de terminar este libro. La guardé en su día hasta que leyese el libro. Me ha gustado mucho el libro. En estos días aciagos en los que el diablo anda pululando por la ciudad donde nació Bulgákov, ¿cómo no creer en el diablo? ¿Cómo no creer y tener esperanza de que el bien acabé triunfando?
    Tu reseña, como siempre, magnífica. Siempre merece la pena guardarlas y volver a ellas cuando he leído el libro. Un abrazo

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    1. Sí, es cierto que es diferente la experiencia de leer una reseña antes y después de haber leído un libro. Tras la lectura siempre se aprecian más matices.
      También es cierto que parece imposible no pensar en la situación actual al leer en esta novela del diablo suelto por Moscú.
      Es una obra extraordinaria. Me alegra mucho que te haya gustado. Y muchas gracias por pasarte a contármelo.
      Un abrazo

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