Ladrilleros - Selva Almada

«Hubo una época en que Pajarito Tamai y Marciano Miranda fueron amigos».

Hubo uno época, cuando apenas eran unos críos, en que Pajarito Tamai y Marciano Mirando eran inseparables. No importaba que el uno tuviera vedada la entrada en la casa del otro y viceversa. Eran compinches, camaradas de pillerías que recordarán cuando ya es tarde porque «los recuerdos son así: uno agranda las cosas o las vuelve a ver con ojos de changuito».

El caso es que los changuitos que fueron Pajarito y Marciano comenzaron a distanciarse y terminaron por ser enemigos irreconciliables. «No en vano eran hijos de sus padres; lo que se hereda no se roba, dicen», y estos dos bien pareciera haber heredado la enemistad de sus padres: Oscar Tamai y Elvio Miranda.

De los dos progenitores «ninguno recordaba cuál había sido el principio del disturbio. Una noche de esas en que los dos se dejaban estar hasta el amanecer en un bar, se habían desconocido. No se acordaban por qué. [...] Y los dos se habían olvidado, sí, de la causa del enojo, pero no se olvidaron de que tenían algo pendiente». Así que, cuando ambos terminan siendo vecinos y, para más inri, ladrilleros, ese algo pendiente se enquista y crece.

En el ambiente del que vienen las familias Tamai y Miranda y en el que se crían Pajarito y Tamai bien pareciera también que nada se roba, se adquiere, se compra, se inventa o se trae nuevo. Todo se hereda, como la impronta que es la costumbre, como el círculo vicioso y cerrado que se recorre una y otra vez sin encontrar y ni tan siquiera sospechar que pudiera haber salida.

Cercadas por ese círculo viven las mujeres que saben que, «aunque los hijos se hacen de a dos, una siempre está sola para traerlos al mundo»; las que dan por hecho que «los hombres golpean a sus mujeres alguna vez en la vida. A eso también lo había aprendido». Como también en un momento dado aprenden los hombres encerrados en esa misma circunferencia que ahora «tenía una familia y un hombre de verdad tiene que cuidar de su familia». Lástima que lo que también entienden esos hombres que es ser un hombre de verdad sea lo mismo que les impide cuidar de sus familias, «porque lo que le pasó le pasó por su culpa. Por haber llevado la vida que llevaba. Él los había dejado desamparados, a ellos que eran su familia». Y es que «un hombre es manso hasta que el alcohol le nubla la cabeza y se presenta la oportunidad de hacerse el guapo».

En ese mismo ambiente viciado de ese círculo vicioso crecen niños como Pajarito y Marciano, primogénito el segundo y primer hijo varón el segundo (lo cual casi es lo mismo que ser primogénito porque un varón para algunos padres es como «una prolongación suya, de su apellido y de sus mañas»). El pequeño Miranda idolatra a Elvio. El pequeño Tamai teme al Tamai grande. Y el miedo reconvertido en desafío asusta a Oscar al reconocerse en su propio hijo.

Así que Pajarito y Marciano crecen de algún modo a imagen y semejanza de sus padres y enfrentados por la enemistad irracional que es el espejo en el que uno devuelve la imagen del otro.
«Daba gusto verlos luchar.
Se diría que cada uno fue tomando conciencia de su propio cuerpo durante esas riñas: cómo los puños se iban endureciendo, cómo los brazos se iban volviendo más largos y elásticos, cómo se hinchaban las venas del cuello acarreando sangre a los corazones agitados, cómo los vientres se iban poniendo más planos, y cómo iba creciendo el bulto adentro de los pantalones.
Rozando, estrechando, empujando y golpeando el cuerpo del otro se dieron cuenta de los cambios que la edad operaba en el propio. Y en alguno de esos forcejeos se habrán visto a sí mismos, duplicados, como en un espejo».
Ladrilleros es una novela muy física, desde esos cuerpos varoniles de músculos cincelados por el trabajo físico y las peleas hasta la atracción sexual entre mujeres y hombres, y supeditado todo ello a ese calor sofocante que pega a los personajes a sus destinos como las moscas caen en verano en la trampa del papel adhesivo.

A Selva Almada la descubrí en el blog de Rosa Berros Canuria y ella hizo lo propio en el de Juan Carlos Galán (así que aquí dejo el testigo por si alguien lo quiere recoger). La argentina impregna su prosa de localismos cuyo significado se saca del contexto y que más que entorpecer la lectura a los lectores foráneos incluso creo que le viene bien. Aboga por la economía de palabras y la cuidadosa elección de las mismas. Su escritura es afilada, certera, concisa, directa, limpia, como el filo de esas sevillanas que son un complemento más sin en el que los hombres de esta historia no salen de sus casas. 
«A él nunca le gustaron las armas de fuego; siempre prefirió el arma blanca: liviana, certera. Si un día iba a matar a alguien, quería que fuera cuerpo a cuerpo.
Una navaja es casi la continuación de la mano que la sujeta: debe sentirse cómo se va la vida del otro por el tajo, la sangre enemiga chorreando hasta el mango y humedeciendo la mano que empuña el arma.
Ahora lo sabe. Ahora sabe cómo es la cosa de los dos lados: apuñalar y ser apuñalado».
El filo de las palabras de esta novela es la continuación de la mano que escribe de Selva Almada, y la historia que en ella cuenta, al igual que la cita precedente, tiene sabor a tragedia. No en vano, se barrunta desde el principio que esta historia termina como el rosario de la aurora. Comienza por el final, en un parque de atracciones parecido tal vez a aquel otro al que en una ocasión se escaparon de niños Pajarito y Marciano; un parque en el que a alguien «se le doblan las rodillas y cae. Otra vez como por un tubo negro. Otra vez está echado en el barro. Arriba el cielo blanquísimo. El mismo frío en los huesos. La misma soledad del parque». Y desde ese final la argentina nos lleva atrás y adelante en el tiempo para que vayamos sintiendo cómo se fragua la tragedia.

He recordado leyéndola mis primeros encuentros con Laura Restrepo en La novia oscura y Leopardo al sol, así como mi lectura de De acero de Silvia Avallone. Supongo que mi asociación se debe a que Almada domina los ambientes oprimidos y deprimidos cultural y económicamente. No necesita explicarlos ni describirlos, se limita a plantarnos allí como plantados sin remedio están sus personajes.

Uno de ellos, Marciano Miranda, fantasea con irse a vivir a Entre Ríos. Estuvo tan solo una vez de niño con su papá pero se le antoja que «allá, hasta el carácter de la gente debía ser más amable. Acá no se puede, acá todo tiene que ser violento, a la fuerza».

Yo también siento que en el mundo en el que habitan las dos familias de los dos ladrilleros, tan en las antípodas del mío, todo es violento, a la fuerza. Pero son precisamente la violencia y la fuerza de las palabras de Selva Almada las que me arrastran hipnotizada por las páginas de esta novela y me hacen beberla; las que me hacen entrar en ella sintiendo rechazo por todos su personajes y salir queriéndolos a todos ellos un poquito. A unos antes, a otros después, pero a todos los quiero en algún momento. Y por todos ellos y sus vidas, embargada de impotencia, no puedo evitar exclamar, como concluye al final uno de los personajes secundarios de esta novela: «¡Qué desperdicio, mierda!»



Ficha del libro:
Título: Ladrilleros
Autora: Selva Almada
Editorial: Lumen
Año de publicación: 2014
Nº de páginas: 200
ISBN: 978-84-264-0048-2
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Comentarios

  1. ¡Hola Lorena! me encanta esa forma de escribir con palabras muy cuidadas y bien elegidas, que van al grano pero que al mismo tiempo suena muy bien. El argumento me parece muy atractivo, dos amigos, casi hermanos que son inseparables, pero que impregnados e influíos por el odio entre sus progenitores, acaban distanciándose y separándose cada vez más y supongo que no solo eso, porque imagino el final (cuando dices que todo acaba como el rosario de la aurora). Estoy segura de que me gustaría porque creo que es de esas que te transmite tantas cosas...
    Además, a Selva Almada la tengo en mente desde hace tiempo. Echaré un vistazo también a las reseñas de Juan Carlos y Rosa a ver por cual me decido (aunque será más adelante porque ahora ando liada con dos lecturas)
    Besos

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    1. Bueno, Rosa y Juan Carlos han reseñado esta misma lectura así que no te será difícil decidirte. Conste que yo igualmente investigué sobre la autora y tuve dudas entre este libro y otro.
      Los hijos ni siquiera necesitan de la influencia de los padres para convertirse en enemigos irreconciliables.
      Sí, creo que te gustaría.
      Besos

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    2. Ahh ok, es que había entendido que Juan Carlos y Rosa habían reseñado otros distintos de la autora, así que como dices no me va a ser difícil la decisión, jeje
      ¡Gracias!

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  2. Entradas de excelencia y lecturas que veo poco en los blog. Por eso me gusta tu blog.lo diferente me atrapa.
    No conocía la autora ahora veré de conseguirlo.abrazosbuhos

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    1. Me alegra haberte descubierto a esta autora. Como cuento en la reseña, yo también la descubrí a través de la blogosfera.
      Un abrazo.

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  3. Cuánto me alegro de que te haya gustado. Y te agradezco que me menciones como la fuente que te llevó a descubrir esta novela. es genial cómo van pasando las lecturas de unos a otros. A ver si alguien te coge a ti el testigo. Seguro que no se arrepiente.
    Leí hace ya muchos años "De acero" para la tertulia del instituto y me gustó mucho. También he leído "Leopardo al sol" y alguno más de Laura Restrepo, pero fíjate que a mí, como digo en la reseña y sin que se parezcan nada en la trama, no deja de recordarme a "Crónica de una muerte anunciada". Y creo que es por ese toque de tragedia griega, por ese saber desde el principio (aquí suponer más bien, porque en la novela de García Márquez se sabe fehacientemente) lo que va a suceder y ver que no hay forma de evitarlo.
    Una gran novela en todo caso.
    Un beso.

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    1. Yo es que Crónica de una muerte anunciada la tengo olvidadísima. Fue lectura obligatoria para mi hermana que es mayor que yo y como andaba el libro por casa me lo leí por aquel tiempo, así que es un poco como si no lo hubiese leído.
      La verdad que me ha gustado mucho está lectura y me alegro mucho de haber hecho caso de tu recomendación. Seguro que si alguien coge el testigo no se arrepiente.
      Un abrazo

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  4. Hola, Lorena:
    Muchas gracias por esa mención que haces a que la recomendación nació en mí que se la hice llegar a Rosa Berros que es de quien tú la has tomado. A mi vez yo la tomé de mi muy buena amiga y compañera de Tertulia literaria Margarita la cual a su vez... Es maravillosos este discurrir de las recomendaciones, este boca-oreja que hace que los libros leídos por alguien lleguen a oídos de otros ya pasados por el filtro de los gustos lectores con los que unos y otros coincidimos más o menos. Como yo me fío muchísimo de los gustos tuyo y de Rosa ahora mismito estoy tomando nota de "De acero" de Silvia Avallone y de los dos títulos que mencionas de Laura Restrepo. Gracias por esas recomendaciones pues sé que me van a gustar, ¡seguro!
    A mí la novela en momentos me recordó la novela de García Márquez que cita Rosa y mucho mucho sobre todo en el momento de las agonías de ambos chiquillos a "La muerte de Artemio Cruz" de Carlos Fuentes. Esa manera que tiene Almada de mezclar la realidad y la figuración en la mente de un ser al que la vida se le va me pareció magnífica, a la altura de un Carlos Fuentes por lo menos.
    Me alegro muchísimo que te haya gustado esta novela.
    Besos

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    1. Tiene muchas cosas buenas esta narración de Selva Almada. Y lo mejor es que lo hace todo de manera que fluya y que parezca muy sencillo, cuando en realidad es muy difícil conseguir algo así y hay que tener mucho talento para ello.
      No sé si mis conexiones entre Selva Almada, Silvia Avallone y Laura Restrepo son acertadas pero, en todo caso, si te animas a leer a alguna de las dos últimas te estarás acercando a dos autoras más que interesantes.
      Más me alegro yo de que me haya gustado esta lectura y de ser parte de ese boca-oreja. Me encanta cuando los libros van viajando entre lectores.
      Besos

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  5. Qué disfruto leyéndote! Y con qué ganas me has dejado de leer esta novela, que no conocía. Otra que me llevo bien apuntada.
    Besotes!!!

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  6. Un ambiente familiar sórdido, violento, del que parece no pueden escapar esos chicos, atrapados en una espiral tóxica. Seguro que Selva Almada ofrece una prosa poco dada a concesiones poéticas...
    Interesante lectura, Lorena.
    Un abrazo.

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    1. El ambiente en el que uno nace y se cría puede ser muy determinante, aunque obviamente influyen más factores y afortunadamente siempre hay quien consigue escapar de ese determinismo social.
      Fíjate que aún con esa prosa tan directa y tan diáfana puede encontrarse poesía.
      Más que interesante lectura, Paco.
      Otro abrazo para ti

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  7. Hola.
    No conocía el libro y por el momento no creo que lo lea, tengo demasiados pendientes, pero gracias por la reseña.
    Nos leemos.

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    1. Te entiendo. Mi lista de pendientes es interminable.
      Gracias a ti por tu visita.

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  8. Hola Lorena!! Me alegro de que te haya gustado tanto y gracias por el descubrimiento, creo que podría estar bien. ¡Gran reseña! Besos!!

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  9. Hola Lorena, lo maravilloso de pasar por los blogs es la cantidad de lecturas desconocidas que una encuentra en el camino. No recuerdo haber leído nada de este título. A ver, tus impresiones son para tener la lectura muy en cuenta. Además, Lumen tiene un catálogo curioso, con títulos que se alejan mucho de lo convencional y eso me gusta, para mí es como un reto . Nada, me la apunto. Besos

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    1. Es cierto que entre los diferentes sellos de los grandes grupos editoriales hay algunos que aún se siguen esmerando en sus catálogos. Lumen es uno de ellos. Como tirón de orejas mencionaría la imagen de portada de esta novela. Si no fuera por esos descubrimientos que, como muy bien señalas, nos procuran los blogs, ni me hubiera fijado en ella.
      Besos

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  10. Tengo este libro -en papel- desde el 2013. He leído 'El viento que arrasa' -una buena carta de presentación- y he participado en un taller de lectura con ella y Julián López. Dicho sea de paso, les tengo un gran cariño a ambos y un enorme respeto como autores.
    Sin embargo, al reconocerme como 'bicho urbano', los temas de Selva me resultan algo lejanos -sin ningún menoscabo por ello; también me ocurre con Juanele Ortíz o con Saer-. Debe ser que aún espero una gran narración suya acerca de esta ciudad, en la que ambos vivimos, a través de la diáfana mirada que poseen sus ojos claros.
    Tomaré en cuenta tu experiencia, Lorena. Quizá pueda incluirla en mis lecturas venideras.
    Gracias por recordarme que aún la tengo pendiente.
    Un abrazo.

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    1. El ambiente que retrata Selva Almada, como digo en la reseña, está en las antípodas de aquel otro en el que siempre me he movido, pero la autora sabe trasplantar muy bien al lector a donde ella quiere.
      Dudé entre leer El viento que arrasa o esta novela. Al final me decidí por Ladrilleros al ser esta la lectura por la que supe de Selva Almada a través de la reseña de Rosa.
      Ese taller de lectura ha debido de ser toda una experiencia.
      Un abrazo

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  11. Se me pasó esta reseña tan interesante, por la portada parece otra cosa. No imaginaba una novela tan directa y sin concesiones. Me atrae el uso de localismos, siempre que leo en un español que no es el de España lo espero con gusto. Viajar a ambientes de los que nada sabemos, ver las cosas a través de los ojos de personas que nunca conoceremos, la literatura nos permite vivir tantas vidas... Si Selva Almada logra darle verismo, es que merece la pena su lectura. Apunto, como siempre.
    Un abrazo.

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    1. Si fuera por la portada yo también la hubiera dejado pasar.
      Los localismo en esta novela en mi opinión son un plus porque ayudan a meterse en el ambiente en el que se desarrolla la trama. Selva Almada tiene una voz muy directa y potente y, efectivamente, nos permite vivir vidas muy diferentes a las nuestras.
      Otro abrazo para ti.

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  12. De esta autora sólo he leído "El viento que arrasa" y me gustó mucho. Me parece increíble lo que puede llegat a hacer con sólo tres o cuatro personajes y un paisaje. Se limita a dejar que afluyan las pasiones más intensas, los dramas familiares y las pulsiones más sórdidas. Una gran narradora, sin duda.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Cuando descubrí a la autora en el blog de Rosa indagué sobre el resto de su obra. Me llamó mucho la atención El viento que arrasa. De hecho, dudé entre si leerla o leer Ladrilleros. Finalmente me decidí por la última pero espero leer en algún momento la novela que mencionas.
      Una gran narradora, sin duda.
      Un abrazo

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