A sangre y fuego - Manuel Chaves Nogales

«Se paga caro, desde luego. El precio, hoy por hoy, es la Patria. Pero, la verdad, entre ser una especie de abisinio desteñido, que es a lo que le condena a uno el general Franco, o un kirguís de Occidente, como quisieran los agentes del bolchevismo, es preferible meterse las manos en los bolsillos y echar a andar por el mundo, por la parte habitable de mundo que nos queda, aun a sabiendas de que en esta época de estrechos y egoístas nacionalismos el exiliado, el sin patria, es en todas partes un huésped indeseable que tiene que hacerse perdonar a fuerza de humildad y servidumbre su existencia. De cualquier modo, soporto mejor la servidumbre en tierra ajena que en mi propia casa». 
«Viniendo de un campo o de otro, de uno y otro lado de la trinchera, llegará más tarde o más temprano [...] la única fórmula concebible de subsistencia, la de organizar un Estado en el que sea posible la humana convivencia entre los ciudadanos de diversas ideas y la normal relación con los demás Estados, que es precisamente a lo que se niegan hoy unánimemente con estupidez y crueldad ilimitadas los que están combatiendo».
Si no fuera por las referencias a Franco y al bolchevismo en las citas precedentes tal vez se haría necesario por mi parte precisar que ambas datan del año 1937. Las he extraído del prólogo de A sangre y fuego escrito por su propio autor, Manuel Chaves Nogales.

La verdad es que no tengo muchas ganas de escribir. No tengo ganas de escribir ni de Chaves Nogales, ni de su prólogo, ni de los relatos que componen este libro, ni de la guerra civil que retratan, ni de por qué si obviamos referencias históricas los fragmentos anteriores se me antojan tan actuales. He estado tentada de no traer este libro al blog y, ahora que lo pienso, no es precisamente el libro lo que estoy trayendo: lo que estoy trayendo es la tristeza y la impotencia que habitualmente traduzco en mutismo. 

Soy de la misma tercera España a la que perteneció el periodista Manuel Chaves Nogales. Algunos dirán de mí que no me mojo, que no me defino; de buena gana respondería que mi bando soy yo, que mi bando es aquel en el que tienen cabida los desertores de todos los bandos. Algunos dirán que en la vida hay que elegir, que hay que posicionarse; desgraciadamente, he de darles la razón pero, afortunadamente, aún no ha tocado nadie a mi puerta para obligarme a elegir bando.

A la puerta de Chaves Nogales tocaron el día en que el gobierno de la República abandonó Madrid y él, que tenía ideas (como también las tengo yo) pero no bando, quiso seguir sin tenerlo y optó por hacer las maletas y poner tierra de por medio.
«A partir de entonces soy el único ser humano que habita este pueblo. Alguna vez, durante la noche, ha venido escondiéndose tal o cual madre o esposa fugitiva anhelando saber la suerte de los suyos. Cuando recorren estas calles y estas casas vacías y en silencio, cuando comprueban espantadas que no queda alma viviente, huyen otra vez aterradas. Sólo yo estoy aquí para llorar y rezar por todos».
Una se siente a veces como la única habitante del pueblo de los sin bando: sola y llorando y rezando por todos sin saber siquiera si hay dios o humano que la escuche. Pero, no, somos muchos los habitantes de ese pueblo más real que fantasma. Tal vez no se nos sienta porque los de los bandos hacen demasiado ruido.
«Soy un cochino sentimental -pensaba-; un lamentable artista tan blando y tan incapaz para la revolución como todos los artistas y todos los intelectuales. Tendré que vigilarme».
Manuel Chaves Nogales (1897-1944)
Soy una cochina sentimental, no soy artista y mi presunta intelectualidad me sirve más bien de poco. Bien sé que el mundo, para bien o para mal, lo cambian los hombres de acción. Bien sé que es necesaria la acción para mover el mundo.

En una escena de uno de los relatos que componen este libro el protagonista se encuentra con una niña que vaga sola y le pregunta cómo saluda su papá: si con los dedos extendidos, si con los dedos cerrados. Símbolos, posicionamiento, bandos; diferenciarse para igualarse usando los mismos métodos, recurriendo a esa estupidez y crueldad que Chaves Nogales consideraba único enemigo suyo y de España. Nuevos símbolos y nuevos bandos para los nuevos tiempos; la misma estupidez y crueldad como enemigo de todos.

El periodista sevillano escribe los relatos de A sangre y fuego entre 1936 y 1937. No sé por qué me sorprende su lucidez en plena vorágine fratricida, sin mediar la distancia temporal que suele aportar amplitud de miras. Al fin y al cabo, no me sorprendo a mí misma haciendo pronósticos sobre acontecimientos recientes y acertando en gran medida. Me siguen sorprendiendo, en cambio, la estupidez y la crueldad y la falta de lo que yo llamo responsabilidad política.

En otro de los relatos de este libro es a la puerta de un obrero contrario a la disciplina proletaria pero ni «cuchillo para los trabajadores» ni «lacayo de la burguesía» a la que tocan obligándole a elegir bando. «Murió batiéndose heroicamente por una causa que no era suya. Su causa, la de la libertad, no había en España quien la defendiese».

Escribo esta entrada el 16 de noviembre de 2019. Es un tanto ridículo este afán de precisión temporal por menos de un par de semanas cuando apenas la ha requerido un libro escrito hace más de ochenta años pues, aunque bien sé que en tan poco días puede haber muchos cambios, mejor aún sé (y, según me he informado, la siguiente idea deriva de El Gatopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa) que todo puede cambiar para que nada cambie.

No quiero aldaba ni timbre en mi puerta, menos aún la quiero a cal y canto cerrada. No quiero echar a andar por el mundo, quiero mi parte habitable del mismo en España. No quiero ser patriotera, no quiero nacionalismos (incluyendo entre estos el españolismo) pero no se me ocurre en este momento mejor idea de patria que ese vaticinio de ese español desde el exilio que fue Chaves Nogales de la posible convivencia entre ciudadanos de diversas ideas. Y no sé por qué ha de parecer a veces tan difícil de conseguir cuando no somos una cantidad nada despreciable los que pensamos así. O tal vez lo sé demasiado bien pero reconocerlo equivale a eliminar toda esperanza.
«Al otro lado de la bahía empezaban a parpadear las lucecitas de Algeciras, anticipándose al crepúsculo. Detrás, un fondo rojo que luego se hacía cárdeno y finalmente negro había ido borrando el contorno de la tierra de España. Ya no se veía nada».
Edificio de la Diputación provincial en ruinas después de la Batalla de Madrid, 1939. Autor desconocido.




Ficha del libro:
Título: A sangre y fuego
Autor: Manuel Chaves Nogales
Editorial: Libros del Asteroide
Año de publicación: 2013
Nº de páginas: 344
ISBN: 978-84-15625-57-5
Lee el prólogo de Manuel Chaves Nogales aquí





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Comentarios

  1. Hola,
    es muy difícil tener ideas y no posicionarse, como dices. Al final parece que solo puedes pertenecer a un bando. A mí me pasa hasta con mis amigos, ya que puede que me incline hacia un lado, pero no tenga reservas en comentar los puntos buenos del otro, y, bueno, parece una locura.
    No sé, al final la política nos toca a todos y también entiendo la intensidad de según qué ideas.
    Me lo apunto.
    ¡Un saludo!

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    1. Al final es un poco lo que comentas: se puede estar más cercano a unas ideas que a otras pero no debería por ello perderse la capacidad de crítica ni tampoco defender absolutamente todo solo por venir de un lado determinado.

      La política nos implica a todos. Por eso debería interesarnos.

      Saludos

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  2. Chaves Nogales era un hombre de ideas muy avanzadas, un humanista. Este libro se ha convertido, con el paso de los años, en un título de culto. Aunque ha sido instrumentalizado, como todos los intelectuales y escritores que trataron de mantenerse equidistantes durante nuestra guerra "incivil". Me gusta mucho como has enfocado la reseña, sin dejar de ser tú. Este detalle agradaría a Chaves Nogales y somos no pocos los que estamos hartos de tanta demagogia y "blanconegrismo". No solo de hombres (o mujeres) de acción vive la historia, como en el poema de Bertol Brecht, esta la hacemos entre todos. Día a día. Y casi todos los precipicios históricos que conozco comenzaron cuando las tan bien consideradas personas de acción o idealistas se hicieron con las riendas. Así que puede que nosotros, los templados, seamos los que ponemos cordura y equilibrio. Falta hace.
    Un abrazo.

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    1. Ojalá consiguiéramos poner cordura y equilibrio. Ciertamente falta hace.

      No sé si es adecuado calificar de reseña esta entrada (nunca lo son, en realidad) pues al final casi me he quedado más en el prólogo que en los relatos en sí y también la he traído mucho al tiempo actual. Cuán significativo y triste no sentir esta lectura lejana.

      Un abrazo

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  3. Magnífico, sincero y muy sentido post el que haces aquí, Lorena, con la disculpa de Chaves Nogales. Igual que tú, yo me defino de la Tercera Vía, o de la Tercera España, esa Vía y esa España que en cuanto enseña la cabeza todos se aprestan a volársela a quien la enarbole. Los ejemplos son variados y algunos muy recientes. En España es conocido como insulto lo de 'chaquetero', o sea variar de pensamiento según sea el análisis que a uno le depare la situación socio-política en cada momento concreto. No, aquí no hay que pensar por uno mismo, aquí hay que ser ciego y como decía Machado embestir cuando ese español se digna de usar la cabeza.
    Leí "A sangre y fuego" hace ya varios años y me gustó sobre todo por la independencia del autor y, penosamente como bien tú dices, por la actualidad de lo que allí se expone. Hice reseña en mi blog en agosto de 2013 pero siguiendo tus recomendaciones no te dejo enlace a la misma.
    Un beso

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    1. A mí me parece lo más natural del mundo ser indeciso, cambiar de opinión, dudar. Miedito me dan las personas que están tan absolutamente seguras de todo.

      En cuanto a lo de dejar enlaces me refiero a aquellos que solo vienen a 'hablar de su libro' y no aportan más. Por supuesto que cualquier apunte que enriquezca la entrada o temas que surjan en los comentarios son bienvenidos.

      Besos

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  4. Maravilloso comentario del libro (nada que ver son una reseña, si es que sé lo que es eso) y no sabes cómo me siento identificada con tus palabras. Yo sí tengo bando, pero es un bando en el que continuamente encuentro discordancias con mis ideas, en el que muy a menudo me siento disidente; yo también deploro los nacionalismos, el español como el resto, o más que el resto que para eso ganó una guerra y pasó a sangre a más de cincuenta mil personas; yo también me alegro de no haber tenido que elegir a qué lado luchar, porque si en aquella guerra lo hubiera tenido claro, muchas actuaciones de mis compañeros de bando me habrían roto el alma y algo más con sus viles actuaciones.
    No he leído nada de este autor, al que oigo nombrar hace años, pero, por el que no he decidido apostar aún.
    Magnífico texto reitero.
    Un beso.

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    1. Nada que ver con una reseña pero tampoco es eso lo que pretendemos.

      A tenor de tus palabras creo que tu bando tiene muchos puntos comunes con mi no-bando. Ser afín a una ideología no debería implicar una adhesión total, esa ceguera del conmigo o contra mí. El mismo Chaves Nogales era izquierdista y republicano declarado; ello no le impidió ser crítico con 'los suyos' ni considerar la guerra civil absurda y cruel por parte de ambos bandos.

      En cuanto al libro, me ha gustado. Los relatos son muy reales. Tampoco es que el estilo del autor me haya deslumbrado pero eso ya no ha sido por falta de calidad sino por ese algo inexplicable que o se da o no se da. El prólogo es maravilloso y toda una declaración de intenciones.

      Besos

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  5. Pues yo también quedo rendido a tus palabras, a esas con las que construyes tu bando, y con el que me identifico, pues un ideal ha de estar al servicio de una persona, pero jamás una persona al servicio de un ideal.
    Chaves Nogales pertenece a esa estirpe de escritores periodistas, o periodistas escritores, que tanto lustre dio a la prensa española, quien no recuerda, entre otros, al maestro Larra, Azorín, Cunquerio, Julio Camba (junto con Larra, mi preferido), etc, por no mencionar a los actuales, que ya todos conocemos.

    Lorena, te has marcado una frase de quitarse el sombrero:

    "(...) mi bando es aquel en el que tienen cabida los desertores de todos los bandos."

    Estupenda no-reseña. Nada más que añadir.

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    1. Gracias, Paco. Lo siento así. Es como dar siempre vueltas a lo mismo, buscar enfrentamientos donde no los hay y dejar sin resolver lo que de verdad importa.

      Me alegra que te haya gustado la no-reseña y que estemos en el mismo 'bando'.

      Un abrazo

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  6. Parece que necesitamos un exacerbado sentido de pertenencia generando 'bandos' para afirmar nuestro espíritu gregario. Y esto no cambia con las geografías. Allí o aquí o en el resto del mundo, siempre encontraremos gente dispuesta a diferenciarse. Sin ir más lejos, basta con visitar los grupos que se forman en cualquier universidad y ver a un 'inspirador' con su cenáculo de seguidores, enemistado con otros colegas porque 'hay que diferenciarse'. Uff, me agotan.
    Estuve a punto de apuntar el libro por un comentario, pero parecía más de índole local y por ello no lo hice. Ahora que tú señalas de qué va, volverá a la lista.
    Gracias por tus líneas.

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    1. El libro está claramente centrado en la Guerra Civil Española, si bien es cierto que muchas reflexiones que suscita se puede extrapolar a otros conflictos bélicos.

      Mencionas los grupos universitarios para ilustrar nuestro espíritu gregario. Las hinchadas de cualquier equipo de futbol serían también un magnífico ejemplo. Recuerdo que Yuval Noah Harari explica estupendamente en De animales a dioses esa necesidad de pertenecer a un grupo que nos lleva a defenderlo hasta confrontar con el grupo que consideramos contrario, aun no habiendo en el fondo tantas diferencias.

      Gracias a ti por tu visita.

      Un abrazo

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  7. Autores olvidados, autores callados, autores que deberían de ser de obligada lectura. Poco que añadir a todo lo que ya te han dicho en los comentarios Lorena, he leído varias veces esta entrada tuya por lo mucho que me ha gustado, que me ha llegado, que me ha emocionado, un placer cada vez que me paso por aquí. Ojalá tuviera más tiempo.
    Abrazos.

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    1. Un placer que te pases. Me alegra que te haya gustado. A mí también me gustaría estirar más el tiempo.
      Un abrazo

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