Reunión y otros relatos - Julio Cortázar
«No puede ser que no haya otra cosa, no puede ser que estemos tan cerca, tan del otro lado de la puerta...» No puede ser que no haya nada más que esa superficie enmascarada que nos permite camuflarnos entre los otros y a la que llamamos realidad. Y en ese no puede ser detecto un atisbo de rebelión, de deseo, de desesperación, si bien es cierto que tan solo unos pocos no sé si calificar de privilegiados o de almas cándidas, pues «es terrible andar entre las urnas y saber que no hay nadie más, que soy el único que anda entre ellas buscando», se dejan guiar por ese anhelo de cruzar la puerta y tocar lo que hay al otro lado. El resto nos inhibimos, nos sentimos cómodos en esa trampa que es el conformismo, si bien, a veces, por esa rendija de esa puerta que creemos cerrada pero que siempre queda entreabierta, se cuela una luz que en parte nos ilumina y en parte nos hace sentir más honda nuestra penumbra.
«Eso era lo que me crispaba, Bruno, que se sintieran seguros. Seguros de qué, dime un poco, cuando yo, un pobre diablo con más pestes que el demonio debajo de la piel, tenía bastante conciencia para sentir que todo era como una jalea, que todo temblaba alrededor, que no había más que fijarse un poco, sentirse un poco, callarse un poco, para descubrir los agujeros. En la puerta, en la cama: agujeros. En la mano, en el diario, en el tiempo, en el aire: todo lleno de agujeros, todo esponja, todo como un colador colándose a sí mismo...»
Si tuviese que elegir una única palabra para comentar el libro que os traigo hoy, escogería umbral. Ya desde Las puertas del cielo, primero de los relatos reunidos en este volumen, Julio Cortázar juega a situarnos en el umbral de la irrealidad y a convertir esa irrealidad en real con su correspondiente pellizco de inquietud.
Si esas puertas del cielo que abren este libro las atraviesa una muerta, otro muerto es el que resucitan Las cartas a mamá que recibe el protagonista del segundo relato. Un muerto que en realidad estaba bien vivo entre la relación del protagonista y su esposa, ya que las misivas lo que realmente despiertan es la culpa, la traición y la constatación de saberse viviendo una «mentira de una paz traficada, de una felicidad de puertas para afuera sostenida por diversiones y espectáculos, de un pacto involuntario de silencio en que los dos se desunían poco a poco como en todos los pactos negativos».
Cartas de mamá me parece una maravilla y creo al concluirlo comenzar a comprender los elogios que siempre recibe su autor. Digo creo porque aún no sospecho lo que estoy a punto de encontrarme, ese tipo de texto que nos hace vibrar, saltar, releer, subrayar, carcajearnos de asombro, enmudecer y que solo puedo calificar como auténtica genialidad que es El perseguidor. Con él la comprensión y mi admiración por el escritor argentino se tornan absolutas.
¿Quién comprende al perseguidor, sin embargo? ¿Quién llega a alcanzarlo como tampoco llega él a alcanzar del todo lo que persigue? ¿Quién tiene el valor de perseguirlo asumiendo las renuncias que ello supone como lo tiene él de cruzar el umbral, de atravesar la puerta, de dejarse precipitar por los agujeros? «Es terrible que un hombre sin grandeza alguna se tire de esa manera contra la pared. Nos denuncia a todos con el choque de sus huesos, nos hace trizas con la primera frase de su música». Al otro lado quedamos nosotros, los cobardes, los que tal vez, en última instancia, nos acerquemos a él solo por egoísmo.
El personaje del perseguidor, Johnny Carter, está inspirado en el saxofonista de jazz Charlie Parker, y quien narra el cuento es su amigo y crítico musical Bruno, quien concluye que «Quizá lo que pasa es que Johnny es un hombre entre los Ángeles, una realidad entre las irrealidades que somos todos nosotros». Lo que yo concluyo es que me siento un poco Bruno y que mi Johnny particular en este momento no es otro que Julio Cortázar.
Tras El perseguidor le llega el turno a Final del juego, relato en el que tres niñas abandonan el divertimento que han inventado cuando una de ellas consigue a través del mismo hacer por un momento real lo que sabe que nunca conseguirá.
Retrato de Charlie Parker, 1947 Fotografía de William P. Gottlieb |
A continuación me encuentro con La autopista del Sur, otra magnífica pieza en la que me sumerjo poco a poco, como poco a poco, también, sus personajes van forjando relaciones, estrechando vínculos, creando una comunidad nueva para sobrevivir en un mundo en el que se han alterado las reglas pero en el que acaban rigiendo las mismas, para concluir en «esa carrera en la noche entre autos desconocidos donde nadie sabía nada de los otros, donde todo el mundo miraba fijamente hacia adelante, exclusivamente hacia adelante», dejando atrás lo tan vívidamente sentido y comenzando ya a postergarlo al olvido, a lo irreal, a lo soñado. Es el peaje que se cobra al regresar al mundo considerado real.
Le sucede a este el relato del que toma el título el volumen, Reunión. En él un grupo de guerrilleros desembarca en una isla. El narrador, que se ha desprendido recientemente de la máscara de su acomodada vida de médico burgués para luchar por el ideal de un mundo más justo, teme tener que afrontar el momento de tomar el relevo de Luis, el líder de la guerrilla, y de asumir cubrir su rostro con su cara. El cuento está encabezado, y no creo que casualmente, por un epígrafe del Che Guevara. Es una narración de mayor complejidad que la que aparenta y no carente de cierta belleza simbólica.
Recalo a continuación en un Lugar llamado Kindberg, «un pueblo al que llegan de noche desde una lluvia que se lava rabiosamente la cara donde todo está preparado para el olvido de lo que sigue allí fuera golpeando y arañando». Son una chiquilla que hace autostop y un hombre que la recoge los que llegan. Es el hombre el que inconscientemente trata de olvidar lo que sigue allí fuera golpeando y arañando; él quien bebe de la juventud de Lina (así se llama la muchacha) como si el bebedizo pudiera obrar la magia de ahuyentar las obligaciones y recuperar las oportunidades perdidas. A la mañana siguiente... lo que pasa en Kindberg se queda en Kindberg.
Llego así a Texto en una libreta, narración que se desarrolla entre el metro de Buenos Aires y la superficie y relato que pone un brillante broche final a esta joya de libro. Tal vez también sea el que mejor aglutina la esencia del mismo. Ese texto en esa libreta es la prueba escrita de lo que se ha vivido y se ha visto, de lo que se sabe. Al leerlo «sentí que algo se coagulaba en extrañeza, casi en miedo. Quizá, de los de fuera, fui el primero en saber». Porque es cierto que tanto en este relato como en varios de los precedentes hay un punto de terror (al igual que en algunos de ellos se detecta cierto toque de humor y cierta carga filosófica). Porque no es menos cierto que uno ingresa en este libro y sabe con mayúsculas por primera vez. Sabe lo que ya sabía en silencio o en bajito. Sabe lo que no se atrevía a expresar o no sabía cómo hacerlo. Y lo que más miedo le da es no ser el único en saberlo. Porque con la sabiduría compartida la paranoia cobra visos de realidad. Por eso uno cierra el libro y vuelve a la engañosa realidad como si trancara la puerta y sellara los agujeros, deseando cobardemente mantenerse en la línea de flotación que es desterrar de su lado a los fantasmas que han cruzado el umbral y que amenazan con tambalear su mundo. Porque «soy lo bastante honest[a] para reconocer que si ellos son expulsados [...] voy a sentirme más tranquil[a]. Y no porque mi vida se haya visto amenazada mientras estaba ahí abajo, pero tampoco me sentí segur[a] un solo instante mientras avanzaba en mi investigación de tantas noches (ahí todo transcurre en la noche, nada más falso y teatral que los chorros de sol que irrumpen de los tragaluces entre dos estaciones, o ruedan hasta la mitad de las escaleras de acceso a las estaciones)».
Tribunales Subte, San Nicholas, Buenos Aires. Fotografía de Andrew Milligam sumo |
Ficha del libro:
Título: Reunión y otros relatos
Autor: Julio Cortázar
Editorial: Seix Barral
Año de publicación: 1983
Nº de páginas: 240
ISBN: 84-322-2179-1
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Será casualidad, pero el viernes pasado estuve en la presentación de un libro de relatos de una autora argentina, Elsa Drucaroff, presentada por otros dos argentinos, Andrés Neuman y Clara Obligado, en una librería madrileña, Cervantes y Cia, donde entre otros muchos se citó y se habló del maestro del relato Cortázar.
ResponderEliminarYo a Cortázar lo leí hace ya una pila de años ("Rayuela" e "Historia de cronopios y de famas" son los dos títulos que ahora más recuerdo) y también leí alguno de sus relatos. Siempre me gustó el novelista y me gustaron sus escritos. Y siempre recordaré una memorable entrevista realizada por el no menos mítico Joaquín Soler Serrano en el programa de TVE1 "A fondo", realizado allá por el pleistoceno época en la que yo ya estaba con la antena y las antenas puestas.
Me gusta Cortázar y me ha gustado mucho esta reseña tuya sobre este libro de relatos. Además la colección en la que os has leído, quizás no sea del pleistoceno pero ¿del holoceno? (ja, ja..., es broma).
Un beso fuerte
Te aseguro que para muchos esta joyita sería considerada por lo menos y ciertamente del holoceno. Rescaté el fósil de un puesto de segunda mano del rastro dominical y bien contenta que estoy de haberlo devuelto a la vida. Yo tengo pocos años más que esta edición, así que empiezo ya a ingresar en una era paleontológica en la que comienzo a sumar batallitas para contar, jaja.
EliminarCuriosamente en algún momento de esta lectura me acordé de los relatos de Mariana Enríquez, otra autora argentina con la que me he estrenado este año. Me pregunto en cuántos escritores habrá influido el maestro Cortázar.
Besos
Precisasamente el libro de relatos de Elsa Drucaroff viene prologado por Mariana Enríquez. Está claro que Cortázar es el Sol alrededor del cual orbitan la mayoría de escritores sobre todo argentinos actuales.
EliminarLo que no puede ser es que lleve tantos años sin releer a Cortázar. Lo tengo que solucionar ya. Un abrazo
ResponderEliminarLo que no puede ser es que yo llevara tantos sin haberlo leído. Qué bien que lo haya solucionado.
EliminarAbrazo
He leído algunos de esos relatos ("El perseguidor" y "La autopista del sur") en otra antología. Son absolutamente delirantes y geniales, así que entiendo tu entusiasmo. Para muchos, el mejor Cortázar está en sus cuentos y me has abierto el apetito porque es un autor que llevo mucho sin leer. Sería una buena manera de empezar la semana, estoy acabando otra de tus recomendaciones (el de Elvira Valgañón), otro mundo pero buena literatura también.
ResponderEliminarUn abrazo.
Siempre pensé que me estrenaría con Cortázar con Rayuela, uno de los que yo llamo mis eternos pendientes, y al final el azar ha querido que lo haga con este volumen de cuentos. Todos ellos son muy buenos y algunos, como apuntas, geniales. A mí también se me ha abierto el apetito por seguir leyéndolo.
EliminarEl pequeño mundo de Invierno de Elvira Valgañón es pura delicadeza. Me alegra saber que lo estás disfrutando.
Un abrazo
¡Hola Lorena! Sé que he leído alguna novela de Cortázar, allá por el pleistoceno, jeje, y no recuerdo cúal (probablemente Rayuela), aunque sí recuerdo su peculiar estilo y prosa. Los relatos no me suelen apetecer demasiado, pero me ha encantado conocer tu opinión sobre este compendio de relatos suyos
ResponderEliminarUn beso
Vamos ya todos en camino de acumular edades y eras, jaja.
EliminarMe alegra que te haya gustado la reseña.
Besos
De mis eternos pendientes este autor. Y tu reseña desde luego me anima a estrenarme prontito. Me gustan estos cuentos que nos has traído hoy.
ResponderEliminarBesotes!!!
Me alegra haberte animado. Yo estoy muy contenta de que Cortázar haya dejado de ser uno de mis eternos pendientes.
EliminarBesos
Me encanta Cortazar!. No recuerdo que edad tenía cuando leí la isla a mediodía, una selección de cuentos que están entre mis mejores lecturas, me acuerdo especialmente de La casa tomada, que me impresionó mucho.
ResponderEliminarTengo que buscarlo para releerlo. Los relatos que traes no me suenan, no me parece estuvieran entre los que leí. Besinos.
Habiendo tomado ya contacto con los cuentos de Cortázar estoy segura de que los de tu libro tienen la misma calidad que los del mío.
EliminarQue disfrutes de la relectura.
Besos
De Cortázar solo he leído "Rayuela" y "El libro de Manuel". Ese mismo libro que pones en la foto, lo tengo en casa desde que salió esa colección, allá por los años ochenta, pero mis reservas con los relatos han hecho que no lo haya leído. Ando siempre pendiente de releer "Rayuela". Creo que Cortázar es un gran escritor, tan grande que hasta puede resultar excesivo en su profundidad, pero he disfrutado mucho con él.
ResponderEliminarUn beso.
A mí , ahora que por fin me he estrenado con Cortázar, me está apeteciendo mucho leer Rayuela. Es un libro que siempre he querido leer pero que también me ha infundido mucho respeto. Supongo que ya ha llegado el momento.
EliminarBesos
¡Hola!
ResponderEliminarUna gran reseña, como siempre.
Hace muchísimos años que no leo a Cortázar, pero lo recuerdo con mucho cariño, uno de mis escritores de cuentos favorito, sin duda.
La verdad es que leyéndote me apetece volver a él, que aún tengo relatos en casa sin leer.
¡Un saludo!
Me alegra haberos metido a todos las ganas de leerlo o de releerlo. Aunque soy muy consciente de que el mérito es más de Cortázar que mío.
EliminarOtro saludo para ti.
Tengo varios ejemplares de Cortázar por casa, incluido “Rayuela” que la tengo sin leer, sí que he leído varias antologías de sus relatos, que me encantan, es el Cortázar que más me seduce, el de los cuentos, con ese toque fantástico, surrealista, pero desde la óptica cortazariana:
ResponderEliminar“(…) no acepto nunca ese tipo de fantasía, de ficción o de imaginación que gira en torno así misma y nada más (…)
La fantasía, lo fantástico, lo imaginable que yo amo y con lo cual he tratado de hacer mi propia obra es todo lo que en el fondo sirve para proyectar con más claridad y con más fuerza la realidad que nos rodea.”
(Julio Cortázar. CLASES DE LITERATURA Bekerley, 1980. Punto de Lectura, Alfaguara.)”
Un libro que disfruté mucho, y llevé al blog.
Nunca es tarde para leer al maestro argentino.
Me alegra ver a Cortázar en otro blog, sobre todo si es bajo tu mirada.
Un abrazo, Lorena
Estoy muy de acuerdo con esa cita de Cortázar que nos dejas.
EliminarNunca es tarde si la dicha es buena, como suelen decir. En este caso ha sido una gran dicha y bien contenta que estoy por ello.
Un abrazo, Paco
Hola Lorena, hace tiempo que no leo nada de Cortázar, pero mira que casualidad que acabo de terminar ¨Los siete locos¨ de otro de los grandes argentinos Roberto Arlt. Muy recomendable también.
ResponderEliminarAbrazos.
Le echaré un vistazo. No he leído nada de Roberto Arlt.
EliminarBesos
Lo mío cobra ribetes de sacrilegio: nacido en la tierra de grandes cuentistas, el cuento no me atrae demasiado. Por supuesto que he leído a Cortázar -'Rayuela' y 'Bestiario'- como a Borges, Bioy Casares y otros. Pero me sigo quedando con Arlt; es más de mi gusto -debe ser que ambos somos urbanitas-.
ResponderEliminarNo conocía este volumen; algún día me pondré con los 'Cuentos completos' para tener una imagen más acabada de la obra de Julio.
Gracias por traernos esta selección. 'Casa tomada', en lo poco que leí de su autoría, es EL cuento.
Un abrazo, Lorena.
Tomo nota de Casa tomada, ya que tanto tú como Mar lo recomendáis.
EliminarPues sí, Argentina es tierra de grandes cuentistas. Afortunadamente para los que los cuentos no os atraen demasiado, también esos grandes autores han dejado narrativa más extensa para disfrutar.
Un abrazo
ME gustó mucho Cortázar. Creo que es un renovador de la literatura, no sólo un gran escritor.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Un genio, sin duda.
EliminarOtro abrazo para ti.