Ayer - Agota Kristof
Cuando leí Claus y Lucas, hace casi tres años, no sé muy bien si antes, durante o tras su lectura, buscando supongo más información sobre una autora cuya vida y contexto histórico influyeron claramente en su obra, extrañada y admirada de cómo alguien que no escribió en su lengua materna podía decir, expresar y perturbar tanto, máxime con una precisión y economía del lenguaje que, aunque pudiera dar a entender lo contrario, dejaba patente su dominio del mismo, recalé en una entrevista que la autora concedió a Babelia en 2007 y que podéis leer aquí. En ella, entre otras cosas, Agota Kristof comentaba que se equivocó al publicar su relato autobiográfico La analfabeta, al que calificó de redacciones escolares, y que lo hizo por dinero. Reconocía, también, que su novela más autobiográfica era Ayer, una suicida historia de amor entre extranjeros en una fábrica, tal y como la define el citado artículo de Babelia. Por aquel entonces, yo desconocía la existencia de esta novela. Sí que me había fijado en La analfabeta y la tenía ya fichada como futura lectura. Sin embargo, el hecho de que su propia autora hubiera manifestado no sentirse satisfecha de dicha obra me hizo descartarla. Bueno, eso y el deseo leer Ayer, de adentrarme en sus páginas, de contestar afirmativamente a esa petición que sentía que me hacía Agota Kristof: esta soy yo, léeme. Durante todo este tiempo, ni una sola vez he tenido noticia de que alguien haya leído este libro. Sí que me he encontrado con varias opiniones de lectores, todas ellas muy positivas, sobre La analfabeta que me han hecho considerar mi drástica decisión de descartar su lectura; al fin y al cabo, la lectura de ambos libros no tiene por qué ser para nada incompatible. Pensé que tal vez incluso sería mejor leer La analfabeta antes de Ayer, pues seguramente me ofrecería detalles biográficos que enriquecerían luego la otra lectura. Pero ya sabéis que esto no funciona así; poco poder de decisión tenemos cuando un libro decide ser leído. Hace escasas semanas, tras casi tres años de letargo, Ayer abrió una brecha entre todas mis lecturas pendientes y avanzó rauda y directa, como la prosa de su autora, hacia mí. Y así estoy. Así he estado el primer fin de semana de este lluvioso mes de noviembre. Alargando el deleite de esta obrita. Saboreándola y digiriéndola. Si bien, los que ya habéis leído a Agota Kristof, sabéis muy bien que las palabras deleite y saborear no son las más oportunas para describir la lectura de sus libros.
«Yo sé que ella existe en algún lugar. Siempre supe que había venido al mundo sólo para encontrarme con ella. Y ella lo mismo. Ella no vino al mundo sino para encontrarme. Se llama Lina, es mi mujer, mi amor, mi vida. Jamás la he visto».
«Todas las mujeres de tu vida se llaman Lina».
Sandor espera a Lina. O es Tobías quien espera a Lina. Lina es todas las mujeres, o es la única, o es cualquiera, o es ninguna. Qué importan los nombres. Claro que importan. A Agota Kristof le importan y por eso juega con ellos. O no le importan en absoluto y de ahí su juego. Sandor fue una vez Tobías pero se cambió de nombre porque ya no quería ser Tobías. Porque no quería que lo reconocieran ni que lo encontraran. Porque quería cambiar pero no sabía que no se puede dejar de ser uno mismo. Porque lo que no sabía o tal vez ya había aprendido demasiado pronto es que vivía en un mundo que no le permitía ser él mismo. Poco importa cambiar de mundo o más bien de país. Pero es en un nuevo país en el que Sandor espera a Lina, a la que no conoce pero a la que no duda reconocerá en cuanto la vea porque ya la conocía.
Tardo en encajar cosas pero a medida que voy entrando en la lectura me voy ubicando. Porque ya conozco las piezas. Porque hay un estilo Kristof inimitable. Claus y Lucas es un brillante juego de nombres y de identidades que me presta muchas pistas. Me iré encontrando en esta lectura con más elementos que me han hecho recordar esa genial trilogía.
Tardo en encajar cosas pero a medida que voy entrando en la lectura me voy ubicando. Porque ya conozco las piezas. Porque hay un estilo Kristof inimitable. Claus y Lucas es un brillante juego de nombres y de identidades que me presta muchas pistas. Me iré encontrando en esta lectura con más elementos que me han hecho recordar esa genial trilogía.
«En lo más profundo de mi ser, pienso que puedo escribir cualquier cosa, incluso si es imposible y aunque no sea verdad».Hay otra lectura que acude a mi mente mientras avanzo por las páginas de Ayer. Se trata de una novela de otro húngaro: La calma, de Attila Bartis. Supongo que es el desapego, la desesperanza, la estéril crueldad, el acto sexual mecánico como metáfora de todo lo anterior lo que me la recuerda; también la prosa fría, desierta y a la vez poética. Es curioso porque la novela de Bartis está ambientada en la Hungría comunista y la de Kristof recoge la desolación de quienes la dejaron atrás y se refugiaron en otros países. Y en este caso sí que no hay nombres, ni para el país abandonado ni para el país en el que retomar la existencia, que no vida. Pero resulta fácil poner esos nombres.
Agota Kristof dejó su Hungría natal con su marido y su hija de meses (como Lina). Llegó a Suiza y trabajó en una fábrica de relojes en la que realizaba una actividad monótona día tras día (como Lina). Así durante años (como Sandor). Escribía mentalmente durante el día y por la noche lo transcribía al papel en el idioma de su país de (supuesta) acogida (como Sandor). «Es convirtiéndote en un don nadie como se puede ser escritor», le dirá Sandor a Lina. Y pienso que es precisamente eso lo que Agota Kristof nos cuenta en Ayer: cómo el desarraigo convierte a alguien en un don nadie.
«Caminaba. Me encontraba con otros peatones. Todos caminaban en la misma dirección. Eran ligeros, cualquiera hubiera creído que carecían de peso. Sus pies sin raíces jamás se herían. Era el camino de los que han dejado su casa, de los que han dejado su país. Ese camino no conducía a ninguna parte. Era un camino recto y largo que no tenía fin. Atravesaba montañas y ciudades, jardines y torres, sin dejar huellas tras de sí. Cuando uno se volvía, había desaparecido. Sólo recto y hacia adelante, había camino. A ambos lados se extendían inmensos campos cenagosos».Es ese caminar entre campos cenagosos lo que nos cuenta. Sin ver nada hacia adelante y sin tener a qué regresar.
No hay nada a qué regresar porque se quiso matar el pasado. Literalmente.
P1211004(2), Blue Monday. Fotografía de jimmy brown |
En esta novela hay dos hermanos, como lo eran Claus y Lucas. Un hermano hijo de puta (perdonadme la expresión), nuevamente en sentido literal; ambos hermanos hijos de un mismo padre. Padres = Patria, no puedo evitar pensar en la analogía. Los personajes de Kristof son niños perpetuos malqueridos por la patria.
«Un niño estaba sentado en el patio y contemplaba la luna.
Tenía seis años, yo lo amaba.
-Te amo -le digo.
Y el niño me mira de hito en hito, severamente.
-Niño, yo vengo de lejos. Dime, ¿por qué contemplas la luna?
-No es la luna -responde el niño irritado-, no es la luna, es el futuro lo que contemplo.
-De allí vengo -le digo en voz baja- y no hay más que campos muertos y cenagosos.
-Mientes, mientes -grita el niño-. Hay dinero, luz, amor. Y hay jardines llenos de flores.
-De allí vengo -le repetía en voz baja- y no hay más que campos muertos y cenagosos.
El niño me reconoció y se puso a llorar.
Fueron sus últimas lágrimas vivas. Sobre él también empezó a llover. La luna desapareció. La noche y el silencio vinieron a decirme:
-¿Qué has hecho con él?»
Sí, he pensado mucho en Claus y Lucas al leer Ayer. Aunque ambas cuentan historias distintas. Porque ambas cuentan historias hermanas. Y me han entrado ganas de releerla porque pienso que, ahora que he leído algo más de su autora y por tanto la conozco un poquito más, entendería aún mejor esa obra. Y me han entrado ganas también de comenzar de nuevo Ayer una vez concluida su lectura, porque soy consciente de que bajo su aparente sencillez se esconde mucha complejidad.
Agota Kristof mezcla lo cotidiano con lo onírico. En ese otro mundo tal vez más real que el cotidiano hay lluvia, pájaros negros, tigres de pesadilla, gritos, muerte por doquier. Sin embargo, lo que tendría que horrorizarnos nos sume en un estado de letargo. Porque «la impotencia es el sentimiento más terrible» y no permite despertar. Quién lo quiere cuando estar vivo y sentir duele tanto. Quién cuando ya conoce el hueco que deja la pérdida. Cuando solo cabe llenar ese hueco con la nada. Con ese vacío que lo inmola todo a su alrededor y que tan magistralmente retrata Agota Kristof en esta breve y corrosiva novela.
Agota Kristof mezcla lo cotidiano con lo onírico. En ese otro mundo tal vez más real que el cotidiano hay lluvia, pájaros negros, tigres de pesadilla, gritos, muerte por doquier. Sin embargo, lo que tendría que horrorizarnos nos sume en un estado de letargo. Porque «la impotencia es el sentimiento más terrible» y no permite despertar. Quién lo quiere cuando estar vivo y sentir duele tanto. Quién cuando ya conoce el hueco que deja la pérdida. Cuando solo cabe llenar ese hueco con la nada. Con ese vacío que lo inmola todo a su alrededor y que tan magistralmente retrata Agota Kristof en esta breve y corrosiva novela.
«Yo creí que te amaba. Me equivoqué. ¡Oh, no, Lina, no te amo! Ni a ti, ni a nadie, ni a nada, ni a la vida».
«Vete a la ciudad. Allí todavía hay luz. Una luz que hará palidecer tu rostro, una luz que se parece a la muerte. Vete allá, adonde la gente es feliz porque no conoce el amor».
Fábrica abandonada. Mataró. Fotografía de Joan Sorolla |
Ficha del libro:
Título: Ayer*
Autora: Agota Kristof
Traductor: Manuel Pereira
Editorial: Edhasa
Año de publicación: 1998
Nº de páginas: 158
ISBN: 84-350-0850-9
*El enlace os lleva a la sinopsis de la edición de esta novela de El Aleph de 2009. No he encontrado en ninguna web la sinopsis de la edición de Edhasa que yo he leído.
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Claus y Licas la tengo en ente desde que leí tu reseña y a esta autora. Con lo de que mezcla lo cotidiano con lo onírico me recuerda a Murakami
ResponderEliminarBesos
Es cierto que Murakami recurre mucho a lo onírico, al menos en lo poquito que yo he leído de él, pero son dos autores muy diferentes aunque ambos geniales.
EliminarClaus y Lucas es una obra única. No solo por todas las virtudes que su autora tiene como escritora sino por lo que consigue con las tres novelas cortas que componen esa trilogía. Cuando la leas comprenderás lo que quiero decir.
Besos
Me llevo el libro apuntado que no conocía se nada a la autora.Estupenda reseña. Besinos.
ResponderEliminarGracias, Mar. Espero que te guste si lo lees.
EliminarBesos
Hola Lorena:
ResponderEliminarFantástica reseña la tuya. De Agota Kristof he leído la trilogía de "Claus y Lucas" ("El gran cuaderno", "La prueba" y "La tercera mentira") que es espectacular, increíble...; además he leído "La analfabeta ", una pequeña obrita suya que viene a ser una especie de autobiografía de la escritora, si bien no me extraña que ella misma la califique de breves ejercicios escolares de redacción. Si además ella también -y tú parece que lo confirmas- entiende que su verdadera autobiografía es "Ayer" tengo claro que debo de acudir a esta obra. La verdad es que en su literatura todo conduce a ella; por eso no es nada extraño que constantemente viniese a tu mente "Claus y Lucas" con esa pareja de hermanos que se mueven en ese mundo real-fantástico tan característico suyo.
Apunto "Ayer" a mi inacabable lista de futuras lecturas. Gracias por tu reseña, Paxaru.
Un beso
Supongo que ambas obras tienen tanto recursos como algún tema en común, lo cual es algo que suele ocurrir en la bibliografía de un mismo autor, si bien en Claus y Lucas la autora hace un trabajo mucho más titánico.
EliminarEstoy segura de que La analfabeta es una muy digna obra, por mucho que su autora no la haya considerado así. Y casi lo estoy también de que a ti te será aún más provechosa la lectura de Ayer que a mí. Sigo pensando que sería interesante acercarse a esta novela conociendo más exhasutivamente la biografía de su autora. En todo caso lo comprobaré cuando lea La analfabeta.
Gracias a ti por la visita y la lectura. Me alegra compartir contigo admiración por Agota Kristof.
Besos
Me queda claro que tengo que leer cualquier libro de esta autora. Con muchas ganas me dejas. Fantástica reseña!
ResponderEliminarBesotes!!!
Pues me alegro de haber picado tu curiosidad. Ojalá te guste tanto como a mí.
EliminarBesos
Hace mucho tiempo que tengo entre mis pendientes "Claus y Lucas". Prefiero empezar por ella porque la novela me gusta más que la biografía. Aunque por lo leído en esta entrada, tampoco "Ayer" es una biografía al uso y, por las citas que resaltas, parece una novela aunque sea autobiográfica. Ya me dirás si me equivoco.
ResponderEliminarCreo que la única literatura húngara que conozco es la de Sándor Márai, del que he leído varias novelas y me gusta mucho. Será interesante ahondar en esa tierra con una autora diferente.
Un beso.
No te equivocas para nada, Rosa. Es una novela. Supongo que la autora la consideraba su obra más autobiográfica porque refleja sentimientos o situaciones que vivió o porque es con la que más se identificaba. Sigo pensando, como comento en la reseña y después con Juan Carlos, que sería interesante leer La analfabeta, que sí que es una autobiografía, antes que esta novela. Pero bueno, no planifico en exceso lecturas y voy leyendo según me va apeteciendo.
EliminarClaus y Lucas es una excelente opción para conocer a Agota Kristof. Lo que ha hecho con el conjunto de esos tres libros a mí me parece una genialidad.
Sándor Márai es uno de los referentes de la literatrua húngara. Sin embargo, aún no he leído nada suyo. Otro laguna que tengo pendiente de cubrir.
Besos
Pues para empezar co Márai, yo te recomendaría "La mujer justa", aunque cualquiera de sus novelas o de sus memorias (de estas he leído la primera, "¡Tierra, Tierra!"), merece mucho la pena.
EliminarGracias. Tomo nota ;)
EliminarEl tema del desarraigo siempre me ha interesado, puede ocurrir además en el sitio donde llevas viviendo toda la vida, aunque parezca contradictorio. Imagino a Kristoff componiendo la novela en su cabeza y luego transcribiéndolas en soledad, es casi una historia en si misma. Hay algo desolador, pesimista, extraño y que al mismo tiempo resulta atrayente de estos libros que se cuelan de manera imprevista en nuestra rutina.
ResponderEliminarUn abrazo.
Entiendo lo que quieres decir. Uno puede sentir que no pertenece al sitio de donde es. O pueden hacerle sentirse así.
EliminarA mí me fascina esa mezcla entre la vida de los escritores, el proceso creativo y la ficción que resulta finalmente. Y sí, hay algo significativo en esa necesidad imperante y repentina de leer libros cuya existencia conocíamos de tiempo.
Un abrazo
Agota Kristof tuvo una vida complicada, siempre me ha intrigado como un escritor conjuga esas experiencias vitales, intensas, con su obra, sumirse en una catarsis a través de la escritura, como lo hacía también Clarice Lispector.
ResponderEliminarHace tiempo que leí esa entrevista de Babelia, la tengo en una de mis carpetas virtuales, ya que sigo la estela de Agota Kristof desde hace años, lo sorprendente es que aún no la he leído, pero es de las ineludibles.
Magnífica reseña, Lorena.
Abrazos!!
Me encanta esa entrevista. Creo que deja patente la actitud pesimista y escéptica de la autora frente a la vida y que tan bien refleja su obra.
EliminarCiertamente puede resultar sorprendente el hecho de que siguiendo tanto a Kristof durante tantos años aún no la hayas leído. Pero te entiendo, porque a mí también me pasa con algunas escritoras.
Un abrazo
No he leído Ayer pero recuerdo la lectura de Claus y Lucas como durísima, no soy capaz de saber ni siquiera como estaba escrita ni si me gustó, solo que me dolió y me dolió mucho la desesperanza, la dureza y la tristeza ante la infancia desaparecida. Supongo que debería hacer una relectura pero de momento no me siento con ganas. Creo que con su contundencia te "sacude", no te permite quedarte indiferente y eso duele. Desde luego no me pareció una lectura fácil y parece que Ayer tampoco lo es. Una de las frases que destacas en tu estupenda reseña me ha parecido implacable y certera en su verdad: cómo el desarraigo convierte a alguien en un don nadie.
ResponderEliminarBesos
No son lecturas agradables las de Agota Kristof. Claus y Lucas es durísima, especialmente la primera parte (El gran cuaderno) que es tan violenta. A mí me parece una autora magnífica pero ciertamente sus libros no son para leer a la ligera.
EliminarBesos
He leído ambas obras de la autora; mis notas puedes leerlas en mi espacio. Me gustó más 'Claus y Lucas' aunque no desprecio éste. No tiene el fulgor del otro, pero de alguna manera te permite conocer el entorno de la autora mientras lo escribía.
ResponderEliminarPondero tu reseña, Lorena; muy emotiva y ajustada al texto -tal como lo recuerdo-.
Un gran abrazo.
Otro fan de Agota Kristof, qué bien.
EliminarLo que hizo la autora con Claus y Lucas para mí es algo irrepetible. Ese primer libro tan impactante y cómo luego con los otros dos se va reinterprentando lo leído. Pero, efectivamente, no por ello vamos a desmerecer el resto de su obra.
Un abrazo