Quédate conmigo - Ayòbámi Adébáyò

Voy a explicaros brevemente mi idea acerca del machismo (o, aunque estrictamente no sean sinónimos, del patriarcado, ahora que está tan de moda la palabra), yo lo concibo como un modelo social que asigna roles diferentes a hombres y mujeres. Un modelo social que llevamos ya demasiados años perpetuando y, precisamente por ello, somos machistas muchas veces sin saberlo o pretenderlo. No nos damos cuenta, es lo que nos han inculcado, lo que vemos, lo que escuchamos, lo que hemos mamado, lo que nos parece normal porque siempre ha sido así. Y por supuesto que hay muchos grados de machismo (sí, ya sé que estoy simplificando mucho) y que bajo algunos se cometen auténticas barbaridades, pero adonde quiero llegar es a que todos somos responsables de mantener este modelo social; todos somos cómplices y todos podemos ser víctimas. Y no, no negaré que las mujeres solemos llevarnos la peor parte, pero tampoco que un hombre que no se ajusta al rol masculino por antonomasia puede sufrir a causa del machismo.

¿Por qué os estoy contando todo esto? Porque creo que es algo en lo que no se repara y que no se tiene en cuenta. Por ello mismo esta novela ha sido una gratísima sorpresa, porque me cuenta la historia de Yejide pero también la de Akin (ay, Yejide; ay, Akin).

Ay, ay, ay. Así debería haber comenzado esta reseña, pues esta es una historia que me ha provocado muchos ays, y así hubiera podido seguir (ay, ay, ay); no hubiera sido mala idea. Añado otro ay procedente de mi lengua, pues me dispongo a mordérmela. No puedo contar demasiado; no, si no quiero estropear la lectura a quienes aún no hayáis leído esta novela y consideréis hacerlo.

Yejide y Akin forman un matrimonio basado en el amor. Estamos en la Nigeria de los años ochenta. Yejide es una mujer trabajadora de formación universitaria, aun así, pronto comprobará que eso de poco le sirve para hacerse valer como mujer. Los niños no llegan y la presión familiar empieza a palpitar entorno a la pareja y amenaza con aplastarla y destruirla, a ella y a sus dos miembros.
«...hay cosas con las que ni siquiera el amor puede. Antes de casarme, creía que el amor podía con todo. No tardé en darme cuenta de que no era capaz de soportar la carga de cuatro años sin hijos. Si la carga es demasiado pesada y dura demasiado tiempo, hasta el amor se tuerce, se agrieta, se acerca al borde de la ruptura y a veces finalmente se rompe. Pero incluso una vez roto en mil pedazos a tus pies, no significa que ya no sea amor. Al cabo de cuatro años, a nadie más le importaba el amor».
En Nigeria se practica la poligamia. Aprendí mucho de estas sociedades gracias al keniata Ngũgĩ wa Thiong'o y sus Sueños en tiempos de guerra. Lo que no aprendí entonces y he aprendido ahora es el poder oficioso que el matriarcado ostenta en las mismas. No es lugar ni momento este para dilucidar si ese matriarcado se ha alumbrado a la sombra del patriarcado (probablemente así sea) pero sí para reflexionar acerca de la falta de sororidad del mismo (ahora que está tan en boga el término, que escribo en cursiva por no estar admitido por la RAE). Son las mujeres crueles con las de su género, carentes de empatía, absortas en su juego de poder (poder que probablemente en sus circunstancias sea sinónimo de supervivencia). Y el poder lo dan los hijos y si el hijo es varón, mejor que mejor (ellas mismas le otorgan la supremacía). El marido se comparte pero el hijo solo tiene una madre aunque a todas las esposas del padre llame así. Una mujer que no tiene hijos no merece llamarse mujer, no es mujer.

Yejide no tiene hijos. Hará lo posible para tenerlos. Hará incluso lo que hubiera considerado imposible.
«Cada vez que mi padre se casaba con una mujer nueva, les decía a sus hijos que la familia consistía en tener personas que te buscasen si algún día te secuestraban. Después añadiría que estaba haciendo todo lo posible por reunir un ejército en caso de que nos secuestraran a alguno de nosotros. Era un chiste malo y yo era la única que se reía. Me reía de todos sus chistes. Imagino que él creía en ese mito de la familia grande y armoniosa».
«Últimamente me repito a mí misma que aquélla fue la razón por la que me esforcé por aceptar cada nuevo grado de humillación, para tener a alguien que me buscara si algún día yo desaparecía».


No sé dónde termina la presión social y familiar sobre Yejide y dónde empieza la suya propia; dónde termina el deseo de complacer a su familia política para sentirse querida por ellos y compensar así la falta de amor de la suya y dónde comienza su propio deseo de convertirse en madre. Tampoco sé dónde terminan los factores externos que destruyen una pareja y dónde empiezan los internos; ni dónde termina el que estos últimos estén provocados por los primeros y dónde empiezan a obrar estos de forma autónoma. Porque sí, en esta historia hay humillación, pero también silencio, mentiras, engaño, traición, celos. Y el sentimiento primero que lo desencadena todo.
«...empezaba a darme cuenta de que la rabia había sido pura afectación. Algo de lo que había echado mano como escudo frente a la vergüenza. Es más fácil recurrir a la ira que a la vergüenza».
Pero ante todo, esta es una historia de amor y dolor (ay, Yejide; ay, Akin, «¿quién te cogerá hoy de la mano si lloras en silencio?». No os he dicho que son sus voces las que escucho; que son ellos quienes me cuentan sus historias).

Me gusta que los libros que leo me hagan sentir y me hagan pensar. Con que me provoquen una de las dos cosas me basta pero cuando consiguen las dos... (ay, ay ay) Quédate conmigo consigue ambas y por eso yo me quedo con ella, porque no puedo ignorar la súplica y la desesperación que implican esas dos palabras juntas que forman su título. Me quedo con Yejide. Me quedo con Akin. Y me quedo con Ayòbámi Adébáyò.

Esta es (atención) la primera novela de la escritora nigeriana. Qué manera de escribir, de transmitir, de dosificar la información, de imbricar los sentimientos más íntimos con el contexto familiar, social e incluso político. Me quedo con ella, como no, porque me lo ha dado todo, todo lo que yo quiero. Llegaba a este libro con grandes expectativas, muy a mi pesar porque me gusta llegar con las justas, pero su lectura las ha superado con creces. Por eso perdono. Perdono que me haya negado esa última conversación entre Yejide y Akin (y me hubiese gustado que esta fuese también una historia de perdón pero no lo ha sido precisamente porque falta esa conversación). Y perdono un aspecto de la trama que tal vez puede resultar un pelín difícil de creer pero, al fin y al cabo, también es esta una historia de autoengaño, además, como concluye Yejide, «a veces la fe es más fácil que la duda», y yo soy muy facilona (y perdonadme la connotación machista de la palabra pero me viene su uso que ni pintado), que no ciega, cuando un libro me enamora.
«Olomo lo l'aye» (=quien tiene hijos posee el mundo)
Y quien no, ¿acaso no es suficientemente digno de merecer un trocito de ese mundo?







Ficha del libro:
Título: Quédate conmigo
Autora: Ayòbámi Adébáyò
Traductora: Irene Oliva Luque
Editorial: Gatopardo
Año de publicación: 2018
Nº de páginas: 336
ISBN: 978-84-17109-49-3
Comienza a leer aquí





Si te ha gustado...
¿Compartes?
      ↓

Comentarios

  1. De Nigeria solo he leído a Chimamanda Ngozi Adichie que ya sé que es muy conocida, pero he de decir que cuando yo leí su "Medio sol amarillo" aquí no la conocía nadie. Luego leí "Americanah" y sus dos libritos sobre feminismo.
    A Ayobami Adebayo no la conocía de nada, pero me atrae muchísimo todo lo que cuentas.
    Es increíble lo mediatizados que estamos por las costumbres sociales y cómo, desde la familia y desde nuestro propio convencimiento, se nos presiona para seguir la norma. Incluso cuando pensamos que obramos con independencia y luchando contra lo establecido, muchas veces estamos, sin darnos cuenta, cayendo en otro atavismo, otra ley no escrita, otro uso consagrado aunque no sea el mismo contra el que luchamos.
    Conozco mujeres que han hecho de todo para tener un hijo. Aquí la necesidad no es social ni familiar, pero muchas mujeres creen que no serán felices sin eso que tienen la mayoría y que a ellas les falta. Se someten a inseminaciones artificiales, fecundación in vitro, etc; y cuando consiguen el hijo, se dan cuenta de que han perdido independencia, tranquilidad y, aunque están entusiasmadas y contentas con su niño, no pueden dejar de añorar su vida anterior.
    Son cosas que he pensado muchas veces y por ello este libro me interesa mucho.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A Chimamanda la quiero leer desde que publicó Americanah pero ahí sigue todavía en mi lista de pendientes. A Ayòbámi Adébáyò y su libro los conocí porque me invitaron a una lectura conjunta en twitter en cuanto salió a la venta el libro. No me venía bien leerlo justo en ese momento pero me pareció una lectura interesante y mi interés se fue acrecentando al ir comprobando cómo gustaba el libro.

      El tema desde luego tiene muchos prismas. Me ha sorprendido que aunque la trama se sitúa en una sociedad que solemos considerar más atrasada que la nuestra, las opiniones y comportamientos sobre el tema se pueden trasladar de una a otra perfectamente. Yo si detecto que aquí todavía en ocasiones hay cierta presión social y familiar al respecto aunque obviamente no de manera tan brutal. No sé si es algo ancestral ese dar por hecho que el sentido de la vida es tener descendencia, si es algo evolutivo o biológico que tiene por fin perpetuar la especie. Pero pienso que también puede haber otras formas de aportar a la especie que no necesariamente tienen por qué pasar por la maternidad (o paternidad, pero a las mujeres siempre se nos mete más presión y se nos responsabiliza más en ese sentido). Seguro que tú conoces lo que significa el término altruismo en biología, que creo que además en la especie humana se puede aplicar más allá de la genética. Yo, que no tengo hijos, puedo involucrarme en la educación de mi sobrino. Tú, que sí eres madre, también eres profesora y sin duda vas a dejar (y ya habrás dejado) cierta impronta en tus alumnos. Cualquiera que haga una aportación cultural, artística, científica o de cualquier otra índole por ínfima que sea ya está dejando un legado. Y no estoy haciendo para nada un alegato contra-procreación sino vive y deja vivir. Me parece estupendo (y admirable por el sacrificio personal que supone) la gente que tiene hijos, respeto a quienes no quieren tenerlos y lo siento por quienes quieren y no pueden, aunque coincido contigo en que, aunque está bien que haya avances científicos y poder recurrir a ellos, en algunos casos sería mejor aceptar la situación y no aumentar la frustración, paradójicamente se dan casos de gente y parejas que eran felices antes de plantearse tener hijos y a los que los intentos frustrados le ha producido infelicidad. Vamos, que lo único que no tolero es el tener hijos y luego no ocuparse de ellos.

      Bueno, el tema da para mucho. Pero lo mejor del libro para mí ha sido que esperaba solo encontrarme con las dificultades de Yejide para ser madre y me he encontrado con cosas distintas de las que esperaba y otras que vienen como más que un plus. Si lo lees ya me contarás.

      Besos

      Eliminar
  2. Ufff, intensa promete ser esta lectura. Ni la conocía. Y me dejas con muchas, pero con muchísimas ganas.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Intensa, sí. Una lectura que llega mucho. Seguro que la disfrutas.
      Besos

      Eliminar
  3. ¡Vaya! Menudo temita... Aquí en España también hay cierta presión social por el tema de los hijos. Yo no los tengo, por decisión propia y es frecuente la gente que te pregunta: Ahhh, pero no tienes familia? Y me da una rabia..., porque familia tengo y mucha. Para empezar como tú tengo unos cuantos sobrinos y sobrinas. En fin, que la gente te mira raro y se asombran o piensan que no los has tenido porque tienes algún problema, impensable porque lo hayas decidido tú.
    Genial tu reseña y muy buena pinta el libro
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es increíble como en muchos aspectos tan solo hemos avanzado superficialmente.
      El libro sí que es genial.
      Besos

      Eliminar
  4. Estupenda reseña!! Anotado sin duda, que además tengo pendiente la literatura africana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues esta es una muy buena opción. Siempre viene bien asomarse a otras realidades a través de la literatura.
      Saludos

      Eliminar
  5. Hola Lorena ;)

    Lo de Nigeria, cómo fenómeno literario, me fascina desde hace años. La cantera de autores que ha surgido de ahí impresiona. Tenía un blog ( allá por el 2006, ya no está), y uno de los primeros escritores en aparecer fue Chinua Acheve. Luego vinieron lecturas de Wole Soyinka, cosas de Ben Okri, Aminatta Forna... aún me quedan, como Chimamanda o ésta tan interesante que nos traes, centrado en cuestiones esenciales para la mujer... lo que equivale a decir, para todo el mundo.
    Sumamente interesante tu propuesta.
    Un fuerte abrazo, querida Lorena.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una literatura por descubrir, la nigeriana, y por extensión la del resto del continente africano. Al menos por mi parte. Por la tuya, ya veo que has hecho tus incursiones.
      Efectivamente, no deberíamos desligar las cuestiones referentes a la mujer del conjunto de la sociedad. Y a nivel personal, tampoco. Ya digo que Akin en esta historia también tiene mucho que contar.
      Un placer tenerte por aquí de nuevo, Paco. Espero que hayas disfrutado del descanso veraniego.
      Un abrazo

      Eliminar
  6. Siempre se simplifica cuando se habla de machismo o de feminismo. Es inevitable porque es muy complejo. Pero no tengo dudas de que los hombres también sufren por ese corsé del machismo que tanto aprieta.

    Creo que no puedo eludir este libro, si me estoy resistiendo a él es porque siempre me da un poco de miedito cuando se habla tanto y tan bien de un libro. Siempre prefiero esperar a que pase el boom, pero me lo pones muy difícil, claro :D

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Te entiendo, porque esos boom a mí también me ahuyentan de más de una lectura. En mi caso, como supe de él incluso antes de que se publicara y ya entonces tenía ganas de leerla... Además, mi lectura ha coincidido creo que justo con el boom; de haberla postergado más no sé si me hubiera pasado como a ti. En todo caso, a pesar de saber que estaba gustando mucho, llegué a ella conociendo tan solo lo que dice su sinopsis. Creo que es bueno no saber mucho más para dejar que te sorprenda; por eso no he querido contar demasiado.

      Bueno, ya me contarás. Creo que Yejide, Akin y tú os acabaréis encontrando. Y creo que también te quedarás con ellos.

      Una abrazo

      Eliminar
  7. Qué reseña más bonita, Lorena. Llevo tiempo dando vueltas a este libro y la verdad es que me apetece mucho leerlo. He visto otra muy buena reseña en tu línea y además de ser un tema que me atrae, el hecho de poder conocer otra cultura también es un plus para adentrarme en ella. No me has podido dejar más convencida. A ver si me hago con un ejemplar.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siempre es un plus acercarse a otras culturas. Yo, por lo menos, salvo alguna incursión por otras literaturas, leo principalmente libros procedentes de Europa o de América. Merece la pena acercarse a realidades diferentes e incluso descubrir que en algunos aspectos no nos diferenciamos tanto. Además, esta novela es un amor.
      Besos

      Eliminar
  8. Hola!! Podría estar bien esta lectura, la desconocía. ¡Estupenda reseña! Besos!!

    ResponderEliminar
  9. Han sido varias las veces que he querido dejar un comentario, pero no contaba con suficiente tiempo, Lorena. Y esperé a ver si podía conseguir este libro; pero no hubo fortuna.
    Lo cierto es que hay dos clases de escritores de origen africano, según mi humilde parecer: están los que narran el desarraigo que conlleva la emigración y cómo deben adaptarse al país de destino, y quienes, sin emigrar, focalizan el acontecer en su propio entorno, tribal o no. Me quedo con estos últimos, porque los primeros ya son legión. Por eso apunté el título.
    Llama mi atención el tema de la presión que la sociedad ejerce obre la mujer para que sea madre. Hasta no hace mucho, algunas de las mujeres de mi generación también eran presionadas por lo mismo. Con la llegada del lema 'mujer, realízate, emancípate' que se pregonó por distintos medios, y el auge de la igualdad, es como que Occidente se olvidó de que eso existía poco tiempo atrás. Quizás tú, personalmente, no lo hayas vivido, pero en buena medida por aquí se ha hecho sentir.
    Tus líneas me recordaron el inicio de la canción 'Una mujer', de Sandra Mihanovich: La mujer que al amor no se asoma, no merece llamarse mujer...
    Me disculpo por lo extenso del comentario. Gracias por la reseña.
    Un gran abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No te disculpes por la longitud de tu comentario. Si la lectura de la reseña en sí o el libro reseñado te ha provocado esos pensamientos y recuerdos, agradecida estoy de que los compartas aquí.

      No estamos tan alejados en occidente de otras culturas si echamos la vista unos años atrás. Y, aunque indudable y afortunadamente, en nuestras sociedades las mujeres ya no sentimos esa presión tan fuerte, creo que aún quedan posos de esa manera de pensar.

      El libro es recomendable en varios aspectos. Como bien dices resulta enriquecedor por situarnos en realidades diferentes a la nuestra, además de la mano de un escritor (escritora en este caso) nativo. Pero también me alegra haber descubierto una escritora muy interesante, independientemente de su origen. Puede ser que no se haya publicado en tu país, pero no creo que tengas problemas en adquirirlo vía internet o, si eres de a los que no les importa leer libro digitales, también lo tienes disponible en ese formato. En cualquier caso, ojalá se publique pronto por allí y lo puedan disfrutar muchos más lectores.

      Gracias a ti por la visita y el comentario.

      Un abrazo

      Eliminar
  10. Nigeria es dentro del continente africano una de las sociedades más adelantadas. tienen el problema de la guerrilla de Boko Haram (creo que se escribe así) que con su integrismo islámico machaca la convivencia, pero no está activa en todo el país. Quizás por esto me ha llamdo la atención leer eso que dice la personaje de la novela que reseñas: "«Cada vez que mi padre se casaba con una mujer nueva, les decía a sus hijos que la familia consistía en tener personas que te buscasen si algún día te secuestraban", y es que allí el secuestro y el asesinato es bastante común.
    Yo sólo he leído a Chimamanda y veo que es fácil hablar de lo que pasa en tu país cuando tú vives confortablemente instalada en Inglaterra o Estados Unidos, ahora no recuerdo con exactitud.
    Buena reseña, Lorena. Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El padre de la protagonista lo decía más en broma que otra cosa pero, como se suele decir, toda broma lleva implícita su parte de verdad y, tal vez, la referencia al secuestro tenga su origen en lo que tú nos explicas, aunque creo que el surgimiento del Boko Haram es posterior a la ambientación de esta novela. La trama se sitúa en los años ochenta. El contexto político está presente a lo largo de toda la novela pero más como un decorado, tan solo en un momento cobra relevancia y se imbrica en la trama. De todas formas, me parece un punto más a favor de la novela que deje patente la inestabilidad de aquellos años, pues pocas veces prestamos atención a este tipo de acontecimientos más allá de nuestro primer mundo.
      Otro beso para ti, Juan Carlos.

      Eliminar
  11. Hola Lorena, como siempre para mí es un placer pasarme por aquí, leerte y descubrir nuevas lecturas. Nada de literatura procedente de este continente he leído, tengo que ponerle remedio ya, tal vez lo haga con esta que tú nos traes. Ya el título dice mucho dos palabras que suenan como una súplica dirigida a quien?, luego todas esas cuestiones importantes que mencionas en tu reseña y que esta lectura plantea, realmente me parece interesante.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que Ayòbámi Adebáyò tenía muy claro a quién iba dirigida esa súplica del título y quién proclamaba esa súplica, aunque yo creo que se puede aplicar a más personajes.
      La lectura es más que interesante. Seguro que te gusta.
      El placer es mío de tenerte de nuevo por aquí.
      Besos

      Eliminar

Publicar un comentario

Gracias por tu tiempo.
Participa siempre con libertad y respeto.
Por favor, no dejes enlaces a otras webs o blogs. Si quieres ponerte en contacto conmigo por motivos ajenos a esta entrada puedes escribirme a mi dirección de correo electrónico. Búscala en la pestaña Información y contacto.