Sueños en tiempos de guerra: memoria de infancia - Ngũgĩ wa Thiong'o
Korwo nĩ Ndemi na Mathathi
Baba ndagwĩtia kĩrũgũ
Njoke ngwĩtie itimũ na ng'ombe,
Rĩu baba, ngũgwĩtia gĩthomo
Ndegwa rĩu gũtitũire
Thenge rĩu no iranyihahanyiha
Ndirĩ kĩrugũ ngũgwĩtia
Rĩu baba ngũgwĩtia gĩthomo
Si viviéramos en los tiempos de nuestros ancestros Ndemi y Mathathi,
yo te pediría, padre, el festín propio de los iniciados
y luego te pediría que me armaras con la lanza y escudo.
Hoy, padre, sólo te pido que me dejes estudiar.
Ya no tenemos rebaño de bueyes,
apenas nos quedan machos cabríos.
No te pediré un banquete, padre.
Hoy, padre, sólo te pido que me dejes estudiar.
Cantos de nuevos tiempos impregnan la vieja tierra; voces que se constituyen en un coro que promulga un nuevo futuro hacia el que avanzar. Nuevas letras se abren paso entre otras más tradicionales, letras que son testigo y dan voz a una necesidad de cambio. El mundo rural agoniza ante el trato injusto a los auténticos propietarios de la tierra; alzar las armas bajo bandera ajena o echarse al monte cual guerrillero tiene su fecha de caducidad. La verdadera revolución es la cultural, la más perenne. Los filos más combativos, los de los lápices; el escudo más eficaz, el lomo de un libro; el alimento más provechoso, el que aglutina ese lomo.
Ngũgĩ wa Thiong'o, uno de los mayores exponentes de la literatura africana, nace en la Kenia rural en 1938. Nacer en el seno de una familia pobre en un país pobre y dependiente políticamente de una potencia extranjera no parece ser el mejor caldo de cultivo para que un niño no sólo se convierta en escritor sino en un autor internacionalmente reconocido, cuya obra pone el dedo en la yaga de las vicisitudes sociales, culturales y políticas de su país natal, y que ha sonado como un firme candidato en la pasada edición de los Premios Nobel. Las páginas de este libro, en las que él mismo narra las memorias de su infancia, tal vez nos ayuden no sólo a comprender como alguien es capaz de sobreponerse a un futuro predeterminado sino también a valorar lo que creemos tener por derecho cuando tanto otros lo han de luchar para alcanzar.
Sueños en tiempos de guerra es una mezcla de memorias, ensayo y repaso histórico por los años más cruciales de la historia reciente de Kenia. A través de la vida de Thiong'o, y en ocasiones de las de miembros de su familia, asistimos al inicio del resurgimiento de un país que luchó en guerras que no eran suyas viendo como otros eran premiados por sus sacrificios, un país sometido al siempre egoísta colonialismo, que aunque mantuvo sus tradiciones mezcló sus creencias con la religión extranjera, un país cuyos niños son educados en la parcialidad interesada del opresor pero en el que también surgen nuevas tendencias educativas, un país en el que pueden convivir en la misma familia o aldea adscritos a la tiranía del colonizador y partidarios por la revuelta para conseguir la independencia.
Asistimos también a la compleja organización de esas familias polígamas, su red de relaciones, el lugar que ocupa cada uno. Y a la cultura keniana, al día a día en la vida de sus habitantes y a los momentos más relevantes de su idiosincrasia.
La narración oral es algo muy característico de casi todos los pueblos africanos, por lo que no es de extrañar que gran parte de los mejores recuerdos de la infancia de nuestro ilustre narrador tengan que ver con esa costumbre: las veladas alrededor del fuego en la casa de la primera mujer del padre en las que todos se van turnando para contar historias; su hermanastra ciega, única en imprimir en sus narraciones a la luz del día los mismos mágicos matices que procura la penumbra; los largos regresos de la escuela a casa en los que las noticias circulan de uno a otro cual si de historias se trataran; el propio Ngũgĩ erigido en proclamado narrador; los acontecimientos políticos y sus protagonistas convertidos en leyendas y mitos a través de la palabra; las historias contadas pero también cantadas.
Precisamente, uno de sus recuerdos más reveladores es su descubrimiento de que la palabra escrita puede poseer tanta musicalidad como la hablada. Thiong'o aprende a leer en la escuela de Kamandũray, a la que puede asistir y cumplir así un oculto deseo gracias al tenaz y silencioso empeño de su madre. Cambiará varias veces de escuela como consecuencia de la inestabilidad a todos los niveles en la que vive sumida su país, pero se esforzará en sus estudios y será fiel a una promesa que le hiciera a su madre. Su dedicación será recompensada.
Ngũgĩ wa Thiong'o, uno de los mayores exponentes de la literatura africana, nace en la Kenia rural en 1938. Nacer en el seno de una familia pobre en un país pobre y dependiente políticamente de una potencia extranjera no parece ser el mejor caldo de cultivo para que un niño no sólo se convierta en escritor sino en un autor internacionalmente reconocido, cuya obra pone el dedo en la yaga de las vicisitudes sociales, culturales y políticas de su país natal, y que ha sonado como un firme candidato en la pasada edición de los Premios Nobel. Las páginas de este libro, en las que él mismo narra las memorias de su infancia, tal vez nos ayuden no sólo a comprender como alguien es capaz de sobreponerse a un futuro predeterminado sino también a valorar lo que creemos tener por derecho cuando tanto otros lo han de luchar para alcanzar.
Sueños en tiempos de guerra es una mezcla de memorias, ensayo y repaso histórico por los años más cruciales de la historia reciente de Kenia. A través de la vida de Thiong'o, y en ocasiones de las de miembros de su familia, asistimos al inicio del resurgimiento de un país que luchó en guerras que no eran suyas viendo como otros eran premiados por sus sacrificios, un país sometido al siempre egoísta colonialismo, que aunque mantuvo sus tradiciones mezcló sus creencias con la religión extranjera, un país cuyos niños son educados en la parcialidad interesada del opresor pero en el que también surgen nuevas tendencias educativas, un país en el que pueden convivir en la misma familia o aldea adscritos a la tiranía del colonizador y partidarios por la revuelta para conseguir la independencia.
Asistimos también a la compleja organización de esas familias polígamas, su red de relaciones, el lugar que ocupa cada uno. Y a la cultura keniana, al día a día en la vida de sus habitantes y a los momentos más relevantes de su idiosincrasia.
La narración oral es algo muy característico de casi todos los pueblos africanos, por lo que no es de extrañar que gran parte de los mejores recuerdos de la infancia de nuestro ilustre narrador tengan que ver con esa costumbre: las veladas alrededor del fuego en la casa de la primera mujer del padre en las que todos se van turnando para contar historias; su hermanastra ciega, única en imprimir en sus narraciones a la luz del día los mismos mágicos matices que procura la penumbra; los largos regresos de la escuela a casa en los que las noticias circulan de uno a otro cual si de historias se trataran; el propio Ngũgĩ erigido en proclamado narrador; los acontecimientos políticos y sus protagonistas convertidos en leyendas y mitos a través de la palabra; las historias contadas pero también cantadas.
Precisamente, uno de sus recuerdos más reveladores es su descubrimiento de que la palabra escrita puede poseer tanta musicalidad como la hablada. Thiong'o aprende a leer en la escuela de Kamandũray, a la que puede asistir y cumplir así un oculto deseo gracias al tenaz y silencioso empeño de su madre. Cambiará varias veces de escuela como consecuencia de la inestabilidad a todos los niveles en la que vive sumida su país, pero se esforzará en sus estudios y será fiel a una promesa que le hiciera a su madre. Su dedicación será recompensada.
"Gracias, madre, gracias. La escuela me ha abierto los ojos. Cuando más tarde oiga en la iglesia las palabras "Estaba ciego, pero ahora veo" del cántico Amazing Grace, recordaré la escuela de Kamandũray el día que aprendí a leer."
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School Days Maasai Style. Fotografía de Anita Ritenoir |
En las últimas páginas sí que logro salvar esa distancia. El escritor keniano pareciera recurrir a esa musicalidad que él encuentra en la palabra escrita y en la que yo también creo. Y no porque cambie de registro en su estilo narrativo. La letra del canto con la que he abierto esta reseña captó poderosamente la atención de Ngũgĩ wa Thiong'o cuando la escuchó de niño, sus palabras parecían un fiel reflejo de su situación personal y familiar. Las últimas páginas de sus memorias obran en mí algo similar. Son como un canto. Cada una de las personas que aparecen en ellas y que ponen su granito de arena para vencer los obstáculos que impiden a Ngũgĩ tomar el tren hacia su destino son como una voz que se suma a un coro. Su canción parece decir: 'hazlo por nosotros, Ngũgĩ, haz que nos sintamos orgullosos', y ponen el broche de oro perfecto a una tonada que no es reflejo de ninguna situación propia pero sí de mi esperanza y de mi fe. Sueños en tiempos de guerra es un testimonio vital que aboga por la educación y la cultura como revulsivo social y como llave para el cambio.
"Mi madre tuvo que volver a preguntármelo.
-Sí, sí -contesté precipitadamente, no fuera a cambiar de idea.
-Sabes que somos pobres.
-Sí.
-¿Y que por tanto es posible que no siempre puedas almorzar?
-Sí, madre.
-¿Me prometes que no me avergonzarás un día negándote a ir a la escuela porque pasas hambre u otras penurias?
-¡Sí, sí!
-¿Y que siempre lo harás lo mejor que puedas?
En aquel momento yo le habría prometido cualquier cosa, pero cuando la miré y dije que sí supe, sin lugar a dudas, que le estaba dando mi palabra: siempre lo haría lo mejor que pudiera, por muchas penalidades que sufriese, por muchos obstáculos que encontrara."
Esta es la promesa que Ngũgĩ le hiciera a su madre y la cumplió, siempre. Esta es también la respuesta que contesta a cómo alguien que a priori lo tiene todo en contra es capaz de escapar de un entorno sumamente predeterminante. Hacerlo lo mejor que se puede, algo tan sencillo que está al alcance de todos, tanto de los que tienen todo por conseguir como de los que pensamos que ya lo tenemos todo conseguido. Este es el canto que Ngũgĩ wa Thiong'o convierte en palabras escritas: un libro esperanzador en tiempo de desmotivación.
Ficha del libro:
Título: Sueños en tiempos de guerra
Autor: Ngũgĩ wa Thiong'o
Traductora: Rita da Costa
Editorial: Rayo verde
Año de publicación: 2016
Nº de páginas: 272
ISBN: 978-84-16689-19-4
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Uganda railways assessment 2010. Fotografía de US Army Africa |
Ficha del libro:
Título: Sueños en tiempos de guerra
Autor: Ngũgĩ wa Thiong'o
Traductora: Rita da Costa
Editorial: Rayo verde
Año de publicación: 2016
Nº de páginas: 272
ISBN: 978-84-16689-19-4
Hola Lorena.
ResponderEliminarMe ha encantado encontrarme con literatura africana por aquí... Qué difícil es verla en los blogs. Y sin embargo su escritura es cautivadora, al menos a mí me lo parece en lo que he leído; Chinua Acheve, Wole Soyinka (Premio Nobel, Ben Okri... fíjate que los tres son nigerianos, país que es un filón literario. Además, casualmente, tengo en parrilla de sdalida a una escritora africana que empezaré en breve.
Ese atractivo en su forma de narrar viene por lo que tú has señalado, la tradición oral que aún está muy viva en África, y la estrecha relación que tienen con la tierra, con la naturaleza, les confiere un estilo muy sensitivo, amén de su magnífica destreza como artesanos, pues hacen lo mismo con las palabras, convirtiéndolas en bellas, o trágicas, metáforas de la realidad. Es una literatura que da valor a las palabras esenciales, prescindiendo de aderezos retóricos, y por tanto cada palabra es poderosa en su capacidad de revelar el mundo, el que ellos sienten, gozan y padecen.
Aunque veo que te ha faltado "ese algo" que cada uno hace exclusivo en sus lecturas.
Ya tenía en el punto de mira a Thiong'o (tengo una buena nómina de autores africanos apuntados en mi libreta), será cuestión de arribar a su escritura más pronto que tarde.
Lo dicho, ha sido grato encontrarme un pedacito de África por aquí.
Abrazos!
El germen de la narrativa en la literatura de hoy en día está en la narración oral. Con ella se empezó no sólo a contar historias sino también a transmitirlas. Se ha perdido en gran parte esa costumbre en nuestra sociedad pero, como bien dices, en África continúa bien latente. No deja de ser significativo que, precisamente, sea la cuna de la humanidad la más renuente a abandonar esa forma de sabiduría ancestral.
EliminarEs cierto que en algunos pasajes del libro me ha faltado un algo que me pellizcase o me agarrase completamente. Ese algo que supongo en buena medida depende del propio lector. A pesar de ello, estas memorias de infancia de Thiong'o tienen interés de sobra para que haya querido traerlas al blog.
Espero seguir acercándome a la literatura africana y trayendo hasta aquí algún otro pedacito de África. Bien lo merece.
Un abrazo
Me parece muy interesante esta lectura, sobre todo porque soy una completa desconocedora de la literatura africana. Me apunto este libro porque creo que podría gustarme.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Tengo que reconocer que la literatura africana es una de mis asignaturas pendientes y me he acercado muy poco a ella. Fue uno de los motivos por los que decidí leer este libro.
EliminarUn abrazo
Pues aquí otra completa desconocedora de esta literatura que además, se ha quedado prendada de un libro no sólo para leer yo, sino para llevarme algún fragmento a clase con los mayores y ver qué sale de ahí. Creo que cositas muy interesantes.
ResponderEliminarBesos.
El libro tiene mucho para sacarle: la historia más reciente de Kenia (supongo que desconocida para la mayoría), su cultura, el colonialismo, la guerra, el valor de la educación,... Ya ves que sí te pueden salir cositas interesantes ;) Espero que así sea.
EliminarBesos
He leído poca literatura africana subsahariana. De Marruecos, Argelia, Egipto, etc, sí conozco, pero del África más al sur, muy poco.
ResponderEliminarAcertados ellos si aún ven en la educación y la cultura la llave del cambio que tanto necesitan y un valor por sí mismas. Aquí ya a nadie le parece que algo "tan vulgar y poco glamuroso" tenga importancia y claro, en la ignorancia que nos va poseyendo, tampoco vemos nuestra responsabilidad en el hecho de que ellos necesiten un cambio.
Me parece muy atractivo este libro que reseñas y por supuesto, lo apunto.
Un beso.
No sé si todos ellos pero algunos por lo menos así lo piensan. Supongo que nosotros, por tener acceso a la educación, no la valoramos como deberíamos y pensamos que todo está hecho. Yo sigo apostando por ella como solución a muchos de los problemas de nuestra sociedad pero pienso también que esa una batalla un poco quijotesca.
EliminarResponsabilidad tenemos todos sobre las situaciones de los países menos favorecidos, por decirlo de algún modo. Todos consumimos productos cuya materia prima e incluso mano de obra proceden de ellos, por ignorancia o por mirar hacia otro lado. Por eso no viene mal acercarse a la realidad de esos países. La literatura también ha de servir para ello.
Besos
Poco me acerco a la literatura africana. Y no sé por qué, porque las poquitas veces que lo he hecho, siempre la he disfrutado mucho. Por sus historias, por sus reflexiones, por acercarme a una realidad tan distinta a la nuestra... Y me ha interesado mucho este libro que nos traes hoy. Por todas estas razones y por depositar su confianza en la educación y en la cultura para solucionar los problemas. El problema es que los políticos y los poderosos saben que es mejor no dejarnos acceder a ambas para controlarnos mejor. Pero eso ya es otro tema que hace que me enoje. En definitiva, que me llevo el libro bien apuntado.
ResponderEliminarBesotes!!!
Supongo que porque nos llega menos y la que nos llega tal vez no es tan conocida como la que proviene de otros países. Hay que indagar y salirse de los circuitos más comerciales.
EliminarA los políticos no les interesan los ciudadanos críticos pero también es verdad que si hubiese una verdadera demanda social no les quedaría otra que apostar por la educación seriamente. Respecto a este libro, el autor plantea la intervención del colonialismo británico en las escuelas kenianas. Más de los mismo. No interesa el ciudadano librepensador, el que cuestiona, el que incomoda.
Ya me contarás si te animas a leerlo.
Besos
No conozco nada de la literatura africana, y tengo uno pendiente de lectura que será mi estreno. Que bien conocer otros libros que no son los más típicos y comerciales.
ResponderEliminarUn beso ;)
Nunca viene mal dar oportunidad a libros menos conocidos. Más de una vez me he llevado gratas sorpresas.
EliminarBesos
Yo tampoco he leído nada de literatura africana, aunque sí que tengo pendiente estrenarme con Chimamanda Ngozi Adichie. Este título suena super interesante, aunque me frena lo de que no te haya emocionado...aún así me parece un título a tener en cuenta.
ResponderEliminarBesitos
Yo también tengo pendiente estrenarme con esa autora.
EliminarEs cierto que le ha faltado un puntito. Bueno, en realidad creo que el puntito me ha faltado a mí.
Besos
Buenas, Lorena. Yo me estrené apenas hace un mes con "Todo se desmorona" de Chinua Achebe, por diversas recomendaciones de amigos blogueros. Creo que tuve sensaciones parecidas a las tuyas, en mi caso, más que por mi gusto lector, creo que influyó la distancia cultural. Algunas reacciones de los personajes me resultaban incomprensibles. Creo, a pesar de todo, que es una literatura valiosa y ayuda a poner en valor algo cada vez más denostado en occidente como es la educación.
ResponderEliminarLa editorial Rayo Verde tiene más de una "delicatessen", es para hacerle un buen seguimiento. Me encanta la variedad de lecturas que traes cada semana, no entiendo como a veces tendemos a leer siempre lo mismo. El mercado se agarra a la fórmula del éxito y vas a las librerías y en primera plana es todo lo mismo, la misma historia en el fondo, cambia el envoltorio. Por eso estas reseñas tienen un valor notable.
Buen finde pasado por agua, aunque en el norte será lo normal. Aquí en la llanura para nada lo es.
Pues no sabría qué decirte respecto a ese algo que me ha faltado, si es una cuestión mía personal o, como dices, se debe a la diferencia cultural. La verdad que apenas he leído literatura africana y hacía ya unos cuantos años desde la última vez. En cualquier caso, lo descubriré la próxima vez que me anime con ella.
EliminarRayo Verde tiene un catálogo de lo más curioso y una selección de títulos más que notable. Es el cuarto que leo de ellos (y ya hay un quinto que en pocos días asomará por aquí) y siempre me han deparado lecturas diferentes, sorprendentes y sumamente enriquecedoras. Me gusta de vez en cuando acercarme a estas editoriales menos conocidas que hacen tanto esfuerzo por traernos esta literatura tan poco visible, aunque, fíjate, que si bien es verdad que intento buscar la diversidad en lo que leo, al final creo que casi siempre toco temas recurrentes.
El agua aquí ha llegado esta mañana y de momento nos ha abandonado. Lo de 'abril aguas mil' parece que no ha cruzado la cordillera este año. El mapa de España últimamente se ha dado la vuelta. Tenemos el tiempo un poco loco.
Un abrazo
Hola Lorena,
ResponderEliminarNo conozco nada de literatura africana, supongo como bien dices porque nos llega muy poca, ni siquiera sabía que se hablaba del autor como candidato al Nobel. Voy a tener que poner remedio a esta laguna, a ver si me animo.
Un beso
Si nos pusiéramos a hacer un mapa literario seguro que nos sorprenderíamos de la cantidad de países con los que no nos hemos estrenado con su literatura. Lo que más nos llega es literatura inglesa y de los países más cercanos, salvo algún bestseller o boom de otras latitudes. Y es una pena porque es una manera magnífica de acercarnos a otras culturas desde primera mano y evitando muchos tópicos (o profundizando en ellos de una manera más crítica).
EliminarBesos
Menudo nombrecito el autor... Pero también supongo que es una muestra de esa musicalidad de la lengua escrita de la que habla. Que venga de África los sonidos de la motivación es señal de que es un continente ancestral y sabio. Y ninguneado.
ResponderEliminarCreo que ya te comenté que tenía ganas de volver a leer a algún autor/a de África. Caerá, en su momento, cuando alguno de los que tenga por casa me de un aviso de que ya le ha llegado la hora.
Un abrazo
Entre tú y yo, he aplicado en más de una ocasión el corta y pega con el nombre del autor ;P
EliminarAncestral, sabio y sobre todo ninguneado. Ya es hora de que se haga escuchar y de que lo escuchemos.
Un abrazo
Llevo un rato haciendo memoria y creo que tampoco he leído nada de literatura africana. Debe de ser que nos pilla muy lejos, aunque en días claros se vean las montañas de Marruecos desde Málaga, y el estrecho ya no sea tan estrecho. Me has pellizcado con la última frase y la imagen de la reseña... Un beso.
ResponderEliminarDe sitios más lejanos nos llega literatura y la leemos. La distancia en este caso no se puede medir en kilómetros.
EliminarBesos