Tres - Dror Mishani

Como tengo que empezar de alguna manera, voy a comenzar hablándoos de Orna. Ella es la primera que conozco, es decir, la primera persona que aparece en este libro y también la primera de las mujeres que lo protagonizan. Cabría también decir de ella que es la primera de las víctimas de esta historia. Creo, sin embargo, que lo más acertado sería decir que es la primera de ese tres que es el título de la novela de la que os vengo a hablar. Así, pues, comencemos por ella:

Uno: Orna

«Orna se observa a sí misma desde fuera [...], moviéndose [...] casi con violencia, despertando en ella repugnancia a la vez que el deseo de seguir, como si quisiera provocar o enfadar a alguien que no se halla en la habitación. [...] Y puede que también él se sienta culpable ante Orna. Ahora es ella quien le está utilizando, y aunque él también la había utilizado antes, Orna no se siente bien y sabe que no podrá comportarse así mucho tiempo».

Sí, Orna es a quien primero conozco. Inmediatamente a ella lo conozco a él: Guil. Orna se ha registrado en una página web de contactos para divorciados. No sabe muy bien por qué lo ha hecho. En realidad, no tiene intención de iniciar ningún tipo de contacto con ninguno de los usuarios de la web. Quizás se trata tan solo de un primer paso para demostrarse a sí misma que es capaz de comenzar de nuevo. Sea cual fuere el motivo, el caso es que en una de sus incursiones por la página de contactos da con el perfil de Guil. Su presentación no es para nada pretenciosa, al contrario que la de la mayoría de hombres sobre los que Orna ha estado cotilleando, y eso es precisamente lo que a ella le llama la atención y lo que la mueve a enviarle un mensaje a través de la web.

Lo que sí es pretencioso por mi parte es decir que conozco a Guil. Orna tampoco llegará a conocerlo a lo largo de las citas que mantendrán. Probablemente ni siquiera llega a conocerse a ella misma del todo. Afirmar a la ligera que nos conocemos es algo que, al fin y al cabo, también puede resultar pretencioso.

Pero yo conozco a Orna. La conozco porque Dror Mishani me permite conocerla. Amo su rabia, incluso. La amo porque sé de dónde nace. Se siente amenazada y se revuelve. Se contiene y esa rabia es su derecho al pataleo.

Orna es una mujer que aún se duele de las heridas de su divorcio pero que está más ocupada en curar las heridas que esa ruptura ha dejado en su hijo que en tratar las suyas propias. De Guil casi podría decirse que es un personaje secundario en su historia. Es un tipo paciente, comprensivo, con algún detalle que a Orna le escama y que a mí también, aunque a mí no me escama que me escame porque, a diferencia de Orna, yo sabía un poco a lo que había ido.

Había ido a leer un thriller. Ahora que lo he leído incluso me atrevo a decir que también he leído una novela policiaca. Lo que también he leído es un thriller y una novela policiaca bastante atípicos. Su ritmo es pausado, aunque, a su vez, me ha llevado por las páginas sin darme cuenta y ha hecho que cuando no me encontraba leyendo me encontrara con ganas de seguir leyendo. De hecho, estoy tan sumergida en la historia de Orna que cuando esta llega a su fin estoy por ejercer yo también mi derecho al pataleo. Quiero más y me da mucha rabia quedarme así. Me entran dudas. Me han quitado algo que me estaba gustando mucho y no sé si lo que me van a dar a continuación me va a gustar igual. De hecho, sigo sin saber si ha sido así. Lo que sí sé es que lo que me da Dror Mishani a continuación compensa al menos lo que me acaba de quitar. Y es que el escritor israelí tiene la virtud de saber atraparme desde la primera frase, de anclarme y de hacerme vivir el momento presente de la lectura. Es por ello por lo que en cuanto comienzo a leer la historia de Emilia me sumerjo en ella y puedo superar así el trance de haber dejado a Orna como la he dejado. Emilia, como seguro os estaréis ya imaginando, es la segunda de las mujeres que protagonizan Tres. Es la segunda de ese tres.

Me kite running, fotografía de Ben Sutherland bajo licencia CC BY 2.0

Dos: Emilia

«Le preguntó cómo se pronunciaba su apellido y, cuando ella le repitió dos veces Nodyeves porque a Guil le costaba pronunciarlo, pensó que hacía mucho tiempo que no decía su apellido, como si el único nombre que le quedara fuera Emilia: E-mi-lia, aunque también estuviera desapareciendo, ya que Adina no la llamaba por su nombre, como sí hacían Nahum y Ester; y por un momento su nombre volvía a ella gracias a Guil».

Emilia es una inmigrante letona que apenas habla hebreo. Trabaja cuidando de enfermos de edad avanzada. Tras la muerte de Nahum, con quien tenía y sigue sintiendo una fuerte conexión, ha de abandonar la casa del anciano y esperar otra colocación. Se siente perdida. Sin familia ni amigos vive momentos que rayan la desesperación. Duda entre volver a su país y quedarse en Israel. Será Ester, la viuda de Nahum, quien le recomiende a Guil, de profesión abogado, para que le eche una mano y le aclare ciertas dudas sobre su permiso de trabajo. Su encuentro con Guil será para Emilia algo así como una señal que estuviera esperando, algo a lo que aferrarse, quizás, para continuar con su vida y darle un sentido a su precaria situación.

Emilia es una persona invisible. Su soledad es una omnipresencia en su historia. Pero Emilia, en realidad, no está sola o, mejor dicho, no es sola. Su historia no es única. Hay muchas Emilias en cualquiera de nuestras ciudades. Lo que cabe preguntarse es: si una de esas Emilias, por ejemplo, desapareciera ¿quién preguntaría por ella? ¿quién se preocuparía por encontrarla? ¿quién se ocuparía de que la busquen? Nadie echa de menos a las Emilias del mundo porque las Emilias están de más en nuestro mundo, aunque ellas se ocupen, incluso algunas se preocupen, de lo que no queremos o no nos podemos ocupar.

Sin embargo, todos somos una Emilia en determinados momentos. A todos, aunque rodeados de familia y amigos, nos embarga la soledad en ocasiones. Todos podemos volvernos invisibles. Lo paradójico es que, habitualmente, somos los responsables de nuestra propia invisibilidad. Protegemos nuestra vulnerabilidad con celo. No hacemos a nadie partícipe de nuestra soledad. Callamos determinados actos y comportamientos porque no nos gustan cómo nos dejan, porque no queremos que nos juzguen y menos aún que el juicio ajeno nos obligue a autojuzgarnos. Puede que tengamos quien se ocupe, incluso quien se preocupe, pero seguimos sin tener quien sepa dónde se ubica la barrera de silencio que nos hemos construido y lo que se oculta tras ella.

La historia de Emilia termina. No siento esta vez que con su fin me hayan quitado nada. La historia de Emilia es la que es. La historia de Orna ha sido la que tenía que ser para esta novela aunque, más allá de esta novela y con otro final, siento que podría ser una historia con más recorrido.

Así, sin traumas, es como llego a ella, a Ella. A la tercera mujer. A la número tres.

St. Peter's Church, Jaffa, Israel, fotografía de RonAlmog bajo licencia CC BY 2.0

Tres: Ella

«Cuando hablaba con Guil, decía frases que un momento antes no sabía que diría y que si le hubiesen pedido que explicara por qué las había dicho o si eran ciertas, habría preferido no contestar y no pensar en ello».

Ella acude todas las mañanas a un café con su portátil. Allí prepara su tesis doctoral. Esas horas de trabajo son en realidad un oasis dentro de sus perennes obligaciones familiares. Recientemente ha dado a luz a su tercera hija. A su marido lo ve tan solo al final del día. Adora a las niñas, pero, francamente y como ella misma llega a verbalizar, su vida no es lo que hace unos años esperaba que sería. 

Guil acude con frecuencia al mismo café. Una mañana que la ve fumando fuera sale a pedirle un cigarrillo. Desde entonces, salen juntos a fumar.

Conozco a Ella, aunque siento que Dror Mishani me permite conocerla menos que a Orna y a Emilia. Exigencias del guion, supongo, es decir, de una novela que, en esta última parte (Uno, Dos y Tres, se titulan cada una de las partes que la componen), ha de resolverse. Agradezco, además, que esa deriva hacia la resolución no haga cambiar el tono de la novela, no me chirríe, no me saque de una lectura que me está gustando mucho y en la que todo fluye con inquietante y a la vez tranquila naturalidad. Claro que pudiera ser también que Ella se me esconda, que se esconda de ella misma, que no quiera enfrentarse con lo que la relación que entabla con Guil la hace descubrir de sí misma. Es algo que podría dejarse caer al final de la novela y sobre lo que no tengo claro si el autor juega realmente a esa ambigüedad o si soy yo quien lo interpreta así. Respecto al final de la novela, es un final cerrado y claro, sobre eso no quiero que queden dudas.

A quien me quedo sin conocer es a Guil. Las diferentes relaciones que estable con Orna, Emilia y Ella siguen cierto patrón común pero a la vez muestran una evolución en su comportamiento. Este es cada vez más osado y con una mayor toma de la iniciativa. En cada una de las relaciones voy conociendo, además, algo más de él, así como discerniendo qué cosas de las que cuenta son verdad o mentira (o medio verdad o medio mentira).

Lo que conozco de Guil lo hago a través de Orna, Emilia y Ella. La narración es en tercera persona pero desde el punto de vista de cada una de las tres protagonistas. Tan solo en la parte correspondiente a Ella se alterna esa tercera persona con la segunda. Es algo que me llama la atención, que me anuncia algo así como un cambio en el registro de la novela, y que me hace preguntarme a quién pertenece esa voz.

Orna & Ella, famoso restaurante en Tel Aviv (actualmente cerrado). Fotografía de Avi1111 (Dr. Avishai Teicher) bajo licencia CC BY-SA 4.0.

En un principio eché de menos saber de las motivaciones de Guil y me asaltó la duda de si indagar sobre ello hubiera sumado o restado a esta lectura. No obstante, tras meditar sobre el asunto, pienso que la novela está bien como está. Para qué explicar lo que probablemente no se vaya a alcanzar a explicar. Para qué estropear con explicaciones una novela que se explica sola cuando en realidad la literatura no ha de explicar nada. No obstante, la explicación más cercana sobre las motivaciones de Guil me la ofrece él mismo:

«Ella lo escuchará con atención como una niña que escucha por primera vez las cosas más importantes que jamás le hayan contado. Y cuando ella pregunte:
—Pero ¿por qué necesitas hacer eso? Explícamelo.
Él le contestará:
—Yo no lo necesito para nada. Es algo que simplemente pasa y, desde luego, no es lógico pensar que va a dejar de ocurrir porque nos casemos o nos hagamos un poco más mayores, ¿no crees?
—¿Qué es lo que no va a dejar de ocurrir?
—Que queramos conocer a gente nueva, acercarnos a ella. Lo que me atrae mucho no es el sexo, sino el mero hecho de acercarse, de tener de repente una intimidad verdadera con alguien que no conocías y que ahora poco a poco se descubre ante ti. Eso es lo que excita, ¿no te parece?»

De Guil, lo poco que sé me lo callo y os dejo que seáis vosotros, si os apetece leer esta novela, los que lo descubráis. De quién si os cuento un poco más es de Dror Mishani. El israelí es un reputado escritor de novela negra conocido por su serie policiaca protagonizada por el inspector Abraham Abraham. Tres es su primera novela independiente a esta serie. Aun así, me he encontrado en ella un personaje que responde al nombre de inspector A., algo que me he tomado como un guiño al detective que protagoniza sus otras historias. La prosa de esta novela me ha recordado en parte a la de la Delphine de Vigan de Las lealtades.

La trama de Tres se desarrolla en su mayor parte en la zona de Tel Aviv, ciudad en la que vive el autor, si bien es muy trasladable a cualquier ciudad de otro país. Si no fuera por la alusión a festividades judías o, por ejemplo, a los viernes y sábados como fines de semana en lugar de nuestros sábados y domingos, apenas nos daríamos cuenta de que estamos en Israel.

En cuanto al título de esta novela, en mi opinión obedece al deseo del autor de personalizar con ella cada uno de esos números en los que tristemente suelen convertirse las víctimas, de darles un nombre propio en este caso a Uno, Dos y Tres. Es por eso por lo que no hay una cuarta parte para Guil. No es que Mishani no quiera explorar ese personaje, sino que no quiere concederle protagonismo. Cabe, además, la posibilidad de que el autor haya tenido un especial interés en que Uno, Dos y Tres sean todas ellas mujeres.

Ella «está escribiendo su tesis sobre el gueto de Lodz. Sí, sobre el Holocausto. En realidad, va de un edificio de ese gueto entre los años 1941 y 1944 y sobre la vida de la gente que vivió en él durante ese periodo. Decenas de personas, decenas de historias muy diferentes entre sí, decenas de muertes, a cual más trágica». Cuando Guil le pregunta por qué está escribiendo sobre ese tema, ella contesta: «yo ya no sé realmente cómo llegué a él». Me pregunto si acaso tampoco Dror Mishani sabrá ya cómo llegó a plantearse escribir esta novela. Me pregunto si, al igual que Ella, «sentía que esas personas [...] me estaban pidiendo que no las olvidase».






Ficha del libro:
Título: Tres
Traductora: Sonia de Pedro
Editorial: Anagrama
Año de publicación: 2021
Nº de páginas: 272
ISBN: 978-84-339-8075-5
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Comentarios

  1. ¡Hola!
    mientras te leía, me preguntaba qué sería el nexo de unión de la historia de las tres mujeres. Veo que es Guil, aunque sea un personaje que según cuentas pasa sin pena ni gloria por la vida de ellas. Me pregunto también porqué el autor decide no profundizar más en ese personaje, porque deja a los lectores con ganas de saber más sobre él. me pasa también que cuando acabo un libro que estaba disfrutando mucho, siento rabia, porque quiero seguir con esos personajes, quiero seguir metida en esa vida, lo que te ha pasado con Orna. ¡Que pena la invisibilidad de Emilia, de todas esas personas invisibles para el mundo
    Me dejas con ganas, Lorena
    Besos

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    1. Digamos que Guil pasa con más pena que gloria por la vida de Orna, Emilia y Ella. Ellas son las protagonistas de cada una de las tres partes que forman esta novela. Si el autor no le da más protagonismo a Guil es para darles voz a ellas tres.
      La invisibilidad de Emilia está super bien lograda. Y sí, es terrible pero es cierto que en nuestra sociedad hay personas así, así como que no acostumbramos a pensar en ellas. No obstante, he sentido una especial predilección por Orna, y está bien que me haya quedado con su historia como me he quedado porque para esta novela tenía que ser así.
      Me alegro de haberte dejado con ganas porque creo que podría gustarte, Marian. Ya me contarás si te animas.
      Besos

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  2. Todo lo que he leído de literatura israelí me ha gustado mucho. Tres está en mi lista de pendientes hace tiempo. también la serie sobre Abraham Abraham. me alegro de que me recuerdes esta novela, que tenía un tanto olvidada.
    Eso de que la literatura no tenga nada que explicar me gusta. Creo que hay que leer y absorber sin necesidad de explicaciones superfluas, con las únicas explicaciones que nuestra propia mente saque de la historia. Cada lector puede sacar las suyas (dentro de un orden) más o menos acordes con la idea del autor, pero nada me lastra más una lectura que el empeño de este por que todo quede bien explicado y que no haya resquicio para el aporte del lector.
    Veo que hay cada vez más thrillers que te gustan.
    Un beso.

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    1. A mí tampoco me gustan las lecturas en las que me lo explican todo y por ello al final me ha gustado que en este caso tampoco me lo expliquen. Lo que sí creo es que esperaba más información sobre Guil en la resolución de esta novela porque en los thrillers más al uso todo queda debidamente explicado, no porque necesariamente el autor haga hincapié en que así sea sino porque en la trama no queda ningún hilo suelto. En la vida real, sin embargo, aunque un caso se resuelva, es habitual que no se alcance a entender todos los motivos y que no todo encaje perfectamente.
      Muchas veces las propias maneras de vender un thriller es lo que más me disuade de hacerlo. Esa obsesión por el ritmo trepidante, los giros inesperados y esa querencia por atrapar al lector desde la primera página para que devore el libro hasta el final cuando, sin embargo, lo que a mí me gusta es la degustación lenta porque me suele aprovechar mucho más. Al final, de todas formas, es lo que ya hemos comentado más veces, Rosa. Cada lector tiene sus preferencias (que también pueden ir cambiando con el tiempo) y no hay ningún género menor; en todos hay libros buenos, malos y 'reguleros'. No creo que me gusten o me disgusten los thrillers más o menos de lo que lo hacían. Sí es verdad que por ejemplo he leído seguidos Tres y El reino, cuya reseña será la próxima que publique, y que ambos me han gustado. También es verdad que cuando me llama mucho la atención un libro que no encaja en mis lecturas habituales (no solo thriller, novela policiaca, etc., sino también fantasía, ciencia ficción, distopía,...) tiene una alta probabilidad de que lo lea porque no me gusta limitarme a esas preferencias de las que hablaba. Pero, al final, además de conocerme como lectora e intuir con bastante acierto lo que me puede gustar o no, hago mucha selección de lo que leo por eso de que el tiempo no me da para todo lo que quisiera leer, y por ello es muy difícil que un libro que lea no me guste. Y creo que ese, y no otro, es el motivo de que aunque lea pocos thrillers, los poco que leo me gusten.
      He leído poca literatura israelí (también cuando me llama mucho la atención un libro procedente de un país del que he leído poco me voy a por él), pero lo poco que he leído me ha gustado.
      Me alegro de haberte recordado tanto libro como autor.
      Besos

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  3. Entiendo por lo que dices que la novela que pensabas era un thriller es también una novela policíaca. Y si es así, imagino, que tiene que haber cadáver o cadáveres. Y no sé por qué me malicio que esos números vienen a indicar que hay tres fiambres, y además que son fiambres femeninos. ¿Me equivoco? ¿Y el tal Guilt es el autor de los mismos? Fíjate, Lorena, que has despertado en mí una serie de interrogantes que me llevan a tomar nota del autor y de su novela. Quiero leer algo de este israelí que desconocía por completo. Me lo apunto.
    Un beso

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    1. No me gusta 'spoilear' en demasía, aunque a mí no me importa mucho que me 'spoileen', pues, habitualmente, más importante que el qué suele ser el cómo y el por qué. Pero bueno, supongo que si preguntas es para que te responda. Aun así, solo te diré que la novela en su mayor parte es un thriller, como digo no al uso, aunque al final entra en el terreno de lo policiaco. Y si hay policía, es de suponer que debe de haber crimen, o al menos delito. De todas formas, para mí lo mejor de esta novela es conocer a las tres mujeres e ir viendo cómo Guil entra en sus vidas y el tipo de relaciones que se establecen entre ellos. Pero, para saber sobre eso, Juan Carlos, tendrás que leerla.
      Besos

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  4. Dejas muchas incógnitas en tu reseña, Lorena y me temo que nos has puesto los dientes largos, jeje. Al leer el título y el autor me imaginaba una historia más exótica y no un thriller-policiaco, apenas he leído literatura israelí. Un punto muy a favor es que te haya enganchado tanto, con el bagaje lector que tienes debe ser una buena novela. El minimalismo del título me gusta, sobre todo por contraste, ya que esas tres mujeres son desarrolladas con amplitud. Veo también su relación con la historia del gueto de Lodz, las cifras de muertos son apabullantes pero detrás de cada número hay un ser humano con una historia. Apuntada queda, como siempre.
    Un abrazo.

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    1. Me ha captado pero haciéndome disfrutar el momento presente de lectura, no con ese enganche de los thrillers más al uso que hacen querer avanzar rápido en la novela para saber qué va a pasar. Yo suelo valorar más la primera opción.
      Al gueto de Lodz se hace referencia tan solo como el tema de la tesis de Ella. Más allá de eso no tiene desarrollo en la novela. Pero sí me parece un buen símil para personalizar y visibilizar a las víctimas.
      Sí esperaba una ambientación diferente por el tema israelí, pero salvo algún detalle casi parece que la trama podría darse en España o en un país más cercano.
      Otro abrazo para ti, Gerardo.

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  5. Lo primero que me he quedado pensando es que no he leído nada de literatura israelí... Claro que si me pongo a pensar no habré leído literatura de muchos países. No nos da la vida. Y la mayor parte del tiempo tendemos a no salir de nuestra zona de confort. Me dejas con curiosidad por esta novela y por conocer a estas mujeres.
    Besotes!!!

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    1. Pocas veces salgo, literariamente hablando, del continente europeo y el americano. Literatura hebrea he leído poquísima y hay hay muchas latitudes que aún son asignatura pendiente para mí. Es cierto que la mayoría de nuestras lecturas no distan mucho en cuanto a procedencia geográfica.
      Creo que es una novela que te podría gustar, Margari.
      Besos

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  6. ¡Hola Lorena! formo parte de la iniciativa 'Seamos Seguidores'.
    Ya te sigo de vuelta. Tienes un excelente contenido.
    Mi blog es: https://blueshendrix.blogspot.com

    Un saludo.

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