Tainaron - Leena Krohn
«No estás tú en el lugar, el lugar está en ti».
Con esta cita del poeta religioso germano Johann Scheffler, más conocido como Angelus Silesius, arranca el bocadito que os traigo hoy. No estoy segura de que bocadito sea el término más oportuno para hablar de un conjunto de páginas en las que los insectos corretean y aletean a sus anchas, pero pensemos que en muchas culturas estos diminutos y variados seres de seis patas son considerados auténticos manjares y hagamos pues nuestra la afirmación de Silesius interiorizando los lugares de los que proceden éstas, al fin y al cabo, si indagamos un poco, concluiremos que, en el fondo, no pueden diferir tanto de la nuestra, al igual que al ir recorriendo las calles de Tainaron y descubriendo sus recovecos nos damos cuenta de que lo que acontece bajo su cielo, por muy chocante que nos pueda parecer, no dista tanto de aquello que día a día se sucede sobre nuestro suelo.
Son muchos los lugares ficticios de la literatura que ya forman parte del imaginario colectivo. El Tainaron de Leena Krohn forma ya parte de mi imaginario personal.
Tainaron es una ciudad habitada por insectos desde la que un personaje humano escribe cartas sin respuesta. Desconocemos la identidad de ese personaje: sexo, edad, circunstancias. Desconocemos por qué está allí (ni él (ella) mismo lo recuerda). Desconocemos por qué sus cartas no obtienen respuesta, ni siquiera si llegan a su destinatario. Solo sabemos (vamos aprendiendo a medida que lo acompañamos por sus periplos por la ciudad) que, aunque a veces la confusión le embargue y se sienta un extraño, cada vez se encuentra más envuelto por la atmósfera tainoriana (el lugar ya está en él).
A mí se me antoja una mujer, desde el principio. Tal vez sea así porque tanto la autora como yo lo somos. El caso es que me encuentro a lo largo de la lectura con un par de detalles que confirman mis impresiones. Confirmación presuntuosa por mi parte, desde luego. En todo caso, lo importante no es el sexo del narrador e, iba a decir protagonista pero el auténtico protagonista de esta historia (o historias) es Tainaron. Lo importante es el proceso de interiorización que vive. El lugar está en nosotros. Nosotros somos el lugar y ponemos en él lo que de él percibimos.
Son treinta cartas las que escribe. Treinta capítulos los que componen este librito pequeño en dimensiones pero enorme en calidad. Treinta raras perlas cuyo brillo al principio extraña pero del que pronto nos damos cuenta de que su rareza es un auténtico lujo y regalo. Treinta relatos magníficos, pues así podrían leerse sino fuera porque beben unos de otros y porque es innegable su progresión.
Los insectos con sus cambios, su metamorfosis, esa ciudad que habitan que muda imperceptible y permanentemente por lo que carece de mapas que nos guíen, son el escenario perfecto para ambientar las anécdotas que la remitente (voy a pasar a referirme a ella en femenino que para eso es mi reseña y son mis impresiones) relata en sus misivas. Le cuenta a su mudo (o sordo) destinatario su día a día, los descubrimientos que va haciendo sobre la ciudad y sus habitantes, aquello que la sorprende e incluso en ocasiones la incomoda y en lo que, paradójicamente, acaba viéndose reflejada.
«¿Te has dado cuenta tú también? Hay momentos en los que no deseas desear y luego miras hacia dentro ¿y qué ves? Una serie interminable de deseos, infinitamente muchos tús y todos los vosotros han sido ensartados en el resistente hilo de la memoria, y al final no eres más que ese hilillo fino finísimo y éste vibra, se tensa...».
Sus reflexiones y lo que se trasluce de sus historias indaga en la inconsistencia de la vida, de las relaciones, de nuestro propio yo, en la mutabilidad de todo cuanto nos rodea y la inseguridad que ello nos produce, en esos momentos bisagra en los que aparentemente no ha sucedido nada y sin embargo aquello que creíamos certeza imperturbable se desvanece cual humo creándonos un amargo desasosiego.
«La felicidad personal y la infelicidad las atraviesa su aliento renovador, y no son más que un par de pasos en un gran baile».
Y, sin embargo, a la visitante parece no preocuparle haber olvidado los motivos que la trajeron a Tainaron y ni siquiera busca excusas para abandonarla. Parece haber enraizado en una tierra en la que el piso es cualquier cosa excepto firme.
«No obstante, en ocasiones siento una pizca de envidia: ser capaz de acurrucarse en una crisálida sin esperar sueños, sabiendo que una primavera se saldrá a los ojos del mundo como nuevo, con renovadas fuerzas, libre del pasado».
No, no lo estoy haciendo bien, Tainaron está aún demasiado en mí, no os la estoy sabiendo mostrar. No bastan unas cuantas frases desgajadas, tendría que trascribir casi íntegros algunos de los relatos que más me han gustado para abriros las puertas de mi Tainaron. O, tal vez, tendría que haber dejado trascurrir más tiempo para hablaros de ella. He dejado pasar varios días desde que me fui pero... sí, lo reconozco, «por las noches, aunque cierre herméticamente mi ventana, apague la lámpara y ateste de algodón mis conductos auditivos, esta ciudad fluye delante de mí, aún más inquieta y multicolor que a plena luz del día».
«-Mi entrañable -dijo Longuicornio y me miró haciendo oscilar las extensiones de sus antenas-, ¿crees que Mímido posee identidad? Hoy es una cosa, mañana otra. Allí donde está, eso es lo que es. Una piedra hace un instante, ahora la hierba de verano. Quién conoce su forma de mañana.. Pero venga, vayamos, os presentaré.
-No -dije, sintiendo una oscura rabia-. No quiero. A un sujeto así no deseo conocerlo para nada. Es que hay cada cosa...
-Así que sí -dijo Longuicornio sin mostrar simpatía alguna, regodeándose, a decir verdad-. Así que quieres que todos sean alguien. Que lo que alguien es al principio lo sea también al final.
-¡Pues claro! ¡Alguna continuidad ha de haber! -grité-. ¡Evolución, sí, pero al mismo tiempo fidelidad!
Traté de continuar, pero sentía que mi indignación comenzaba a disolverse en el día de verano que abrazaba Tainaron desde todos los puntos cardinales. Pronto me embargó el deseo de defender a aquella criatura desconocida.
-En realidad lo comprendo -declaré y con gran indulgencia-. Está buscando su forma propia».
The Butterfly Is Gone. Fotografía de Linda Tanner |
Ficha del libro:
Título: Tainaron
Autora: Leena Krohn
Traductora: Luisa Gutiérrez Ruiz
Editorial: Nórdica
Año de publicación: 2017
Nº de páginas: 160
ISBN: 978-84-16830-33-6
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Aplaudo la labor de Nórdica por traernos autores de aquellas tierras que eran inéditos aquí, como apasionado que soy de la literatura septentrional, aunque no tanto del género negro y policial.
ResponderEliminarDe hecho estuve buscando, hace ya tiempo, alguna publicación de Leena Krohn por acá, pero nada… hasta ahora parece ser.
La conocía por una de las antologías del cuento nórdico que tengo; “Hijas del frío. Relatos de escritoras nórdicas” que llevé al blog por el 2015, creo. En mi antología se menciona otro libro suyo, “Con ropa de persona”, que sigue la tradición de la gran Tove Jansson, en esa literatura que, bajo el epíteto de juvenil, acaba entusiasmando a los adultos, algo que hacen muy bien los nórdicos por su larga tradición oral de sagas, o el Kalevala en el caso finés.
Y claro, conocía su “Tainaron”… libro que tenía apuntadísimo en mi libretilla verde, la de imprescindibles :)
También busqué en vano a otra autora finlandesa, cuyo relato de la antología me fascinó (y comenté en mi blog), se trata de Marja-Leena Mikkola, pero sin publicar en España… esperaremos a Nórdica, a ver si hay suerte.
Magnífica reseña… por supuesto que lo has hecho muy bien :)
Para mí la autora era una completa desconocida hasta que, no sé muy bien por qué, me fijé en este libro. Se aleja éste de esa vertiente más juvenil de otros suyos, aunque, como bien dices, hay lecturas juveniles que realmente son para todos los públicos.
EliminarLe estoy cogiendo gusto a la editorial Nórdica últimamente. De hecho estoy ahora mismo con otro título suyo y descubriendo a otra autora (en este caso noruega) que me está gustando mucho.
¡Vaya bocadito que nos has traído, Lorena! Me encanta descubrir libros desconocidos que están esperando a ser descubiertos y tú blog es perfecto para eso. Me ha encantado tu entrada, lo anoto en mis próximas adquisiciones, y me ha entusiasmado ese sentimiento de intimidad, de cuarto propio, que parece transmitir este libro. Estoy deseando visitar Tainaron.
ResponderEliminarEs un libro extraño, que he visto en algunos sitios calificado como de ciencia-ficción y que, sin embargo, es cierto que deja una sensación íntima, de cuarto propio. Seguro que reconoces el tuyo cuando visites Tainaron.
EliminarUn abrazo
Ni siquiera conocía este libro, y eso que todo lo que publica Nordica me llama la atención. Parece interesante, así que me lo apunto por si se cruza en mi camino.
ResponderEliminar¡Besos!
Sí, es muy interesante, curioso y de esos que te dejan un ronroneo.
EliminarYa me contarás si te lo cruzas.
Besos
No conocía el libro y creo que si no es por tu reseña, lo hubiera dejado pasar. Pero ahora ya me resulta imposible.
ResponderEliminarBesotes!!!
Pues me alegra habértelo descubierto.
EliminarBesos
Qué novela tan curiosa, o libro de cartas, o tratado de entomología. Llama mucho la atención un mundo que es como una crisálida en la que poder reposar hasta encontrar la forma definitiva. Aunque debe de ser difícil conformarse en un mundo que, a su vez, cambia de forma. Intrigada me quedo. Se me antoja un texto muy poético.
ResponderEliminarUn beso.
Tienes razón, es un libro un tanto inclasificable.
EliminarNos asustan los cambios, no tener asideros a los que agarrarnos. La biología de los insectos creo que es un buen símil para ahondar en el tema, aunque el libro es mucho más complejo que eso.
Un texto un tanto poético, sí, y un libro raro y extraño. No siempre sale bien arriesgarse con este tipo de lecturas pero en esta ocasión ha resultado una apuesta ganadora.
Besos
No suelo leer nada de autores nórdicos, y eso que hay muy buenos, sobretodo de novela negra. Este no tiene mala pinta, pero que sean 30 cartas y extraño me echan para atrás. No me arriesgo... Un beso.
ResponderEliminarPrecisamente yo no leo mucho de nuvela negra. Las cartas hay que tomársela como capítulos o incluso relatos. Aun así, si no apetece, pues a otra cosa.
EliminarBesos
La tengo anotada en un pos-it, justo delante de mis narices y venga a pensar por qué tanta casualidad y resulta que me hablaste de este libro hace poco, en uno de tus comentarios. Vaya cabeza tengo. Me parece original, muy bellos los fragmentos que has transcrito. Tiene todo lo que me gusta, así que lo paso a la carpeta de futuras lecturas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bueno, pues la casualidad no es tanta. Espero que te guste. Estoy segura de que sabrás sacarle su jugo. Ya me contarás.
EliminarUna brazo
Qué poder de persuasión tiene esta reseña. Conforme leía tus impresiones me han surgido dos ideas:
ResponderEliminarEsa necesidad de asignar sexo o características al narrador creo que forma parte del encanto y quizá del papel del lector, vislumbrar lo que vislumbre.
Lo que me lleva a la segunda, lo asociaba con todo el tema del mito de la caverna ¿qué es la realidad? ¿cuál es la verdad? esa interpretación del mundo que realizamos, al final una inferencia más que algo objetivo.
Me ha gustado sobre todo "tu lectura". anoto el título, le echo un vistazo, espero a saber si también tiene algo para descubrirme.
Un abrazo
Pues encantada de saber que mi reseña te ha provocado esas reflexiones. A mí me encantaría saber de 'tu lectura' si te animas a leer el libro.
EliminarUn abrazo
Nórdica no hace más que descubrirme obras interesantes. Sin embargo, y pese a tu reseña, tengo mis dudas con este libro. Echaré un vistazo y buscaré más información. Un beso!
ResponderEliminarLa verdad que tiene un catálogo más que tentador.
EliminarYa me contarás qué decides.
Besos