Las defensas - Gabi Martínez
Me estoy acordando de Yeonghye, tumbada, ovillada (la imagino así), convirtiendo su maltrecho cuerpo en baluarte de su negativa a hacer caso a los demás, negativa que, paradójicamente, no es más que una afirmación de sí misma. Me estoy acordando porque ya os comenté en la reseña de La vegetariana que su lectura y la de esta novela que reseño hoy enlazan para mí a la perfección. Me estoy acordando porque se le da demasiada importancia al cuerpo (o poca, según se mire), porque el cuerpo es señal pero también es traicionero, porque hay que saber leerlo (sí, sí, leer el cuerpo, descifrar lo que nos cuenta) pero no es a él al que hay que contestar: el cuerpo es sordo; no es a él al que hay que curar.
"Respira y come".
Ya está: respiras, comes, ergo estás vivo. (¿Y qué vida es esa?)
Me acuerdo y mi recuerdo se diluye (que no desvanece porque las lecturas así no se olvidan) porque la magia acaba ahí y también las similitudes entre ambos libros, pero el extenso mapa que es el cuerpo sigue desplegándose ante mí y su epidermis se descama hasta llegar al foco del dolor.
"Se puede llegar a los sentimientos escuchando el lenguaje del cuerpo".
Se me acaba la magia porque con esta lectura no he sufrido un transfer, que es como el doctor Escobedo y sus colegas denominan a las ocasiones en que un médico, a lo largo de su carrera, se pone en la piel de un paciente. Me ha faltado o me ha sobrado algo, no sé. Me ha faltado lo que el doctor Escobedo (y yo misma) ha encontrado tantas veces en la literatura, esa otra especie de transfer, esa introducción en la cabeza, la mente, las emociones que complementa la visión que le otorga su profesión. No importa, venía sobre aviso. Aunque también venía dispuesta, las defensas rendidas, preparada para la exposición, lista para ser apisonada. No me voy de vacío, para nada. Hay muchos hilos de los que tirar en esta historia. Bendito doctor Escudero por contarla. Bendito Gabi Martínez por hacérnosla llegar.
"Mi infierno tiene un poco del de todos y unas raíces muy distintas".
A ese infierno común me he acogido y en él me he reconocido. De esas raíces distintas he tirado y con ellas enredado.
El doctor Domingo Escudero, eminente neurólogo y reconvertido en esta novela en Camilo Escobedo, le pide un día de Sant Jordi a Gabi Martínez que escriba su historia. Una historia sin duda novelable y un tanto épica, una historia que, tal y como le dijo otro médico a Camilo, es un caso entre tres mil millones. Puede que su caso particular, sí, pero su historia o, al menos, algunas de sus ramificaciones, no dista tanto de parecerse a la de muchos. A la de muchos que nos hemos enfrentado a los fallos del sistema sanitario, a su deshumanización, a la incomprensión de nuestro entorno.
"Un enfermo debe sentir la cercanía de su médico de referencia, alguien que avance junto a él, que le acompañe, le sugiera. Le tranquilice".
El caso de Camilo es el de un médico que enferma hasta colocarse en el abismo de la locura, el de un neurólogo enamorado de su profesión que asiste a cómo ésta se rebela contra él. Es también el de un hombre que ha de enfrentarse a las secuelas de una enfermedad y a una recuperación tal vez más devastadora que la enfermedad en sí. Es el de un sistema político cada vez más corrupto que termina por salpicar al sistema sanitario y el de una sanidad pública vendida a los intereses privados de las farmaceúticas. Y es, además, el caso de una familia que acompaña a veces sabiendo hacerlo y otras veces sin saber; porque por la vida no andamos solos aunque en los peores momentos la más fiel compañera sea la soledad.
"Aunque algunos opinen lo contrario, la recuperación no pasa por hablar demasiado con nadie".
No, no pasa por ahí. Las palabras llegan después, cuando se entienden los sentimientos, cuando se encuentran las apropiadas, cuando alguien las quiere escuchar, recoger.
"Porque mi historia sólo puede ser bien contada teniendo acceso al futuro, que es desde donde se escribe este texto. Siempre es así. Siempre se escribe después. Los hechos ocurren y la narración viene más tarde, ayudada por el tiempo y por quienes desean entender".
Y sí, se necesita tiempo, aunque no todos consigan comprenderlo, aunque haya quien piense que exista un botón para la felicidad, que sentirse bien depende únicamente de nuestra voluntad.
"Hay cinco emociones universales. Felicidad. Tristeza. Miedo. Ira. Asco. Cuatro invocan a lo oscuro. Y sólo una se podría considerar netamente positiva. En nuestro universo, la tristeza y la impotencia que ahora me trastornan son de lo más natural".
Por eso son tan importantes todas las historias que se cuentan en este libro (aunque, tal vez, precisamente lo que me ha sobrado de él es que están demasiado contadas) y que orbitan alrededor de la de Camilo, porque nuestras historias se entrecruzan. Es importante el de dónde venimos y hacia dónde vamos y lo que nos pasa por el camino. Son importantes esas personas que queriéndonos no saben querernos, que en su incapacidad intentan explicarnos y en su malcomprensión nos colocan etiquetas equivocadas. En el caso de Camilo es también importante la presión externa y la presión interna que él mismo se produce. Vivimos en un mundo en el que lo difícil es estar sano, y no sólo de cuerpo. Toda enfermedad es física, también las mentales, pero no se pueden enfocar sólo bajo ese prisma, de lo contrario, nos estaríamos limitando al "respira y come". Somos mucho más complejos que eso, mucho más grandes y maravillosos. Y pequeños. Y terribles. A veces incluso fascinantes en nuestro desastre.
Me guardo muchos de esos hilos de los que tirar en esta historia, muchas reflexiones, mucho puñetazo en la mesa. Me guardo mis propias pequeñas historias. Lo primero, por no contároslo todo; las segundas, porque sí, Camilo (Domingo), tu infierno y el mío son distintos. Escribo esta reseña porque en esencia todos los infiernos son el mismo.
"Soy más frágil, más vulnerable y supongo que por eso me inquieta tanto el futuro mientras envejezco a marchas forzadas. En definitiva, soy menos que antes, aunque no sepa concretar con exactitud menos que qué. La sensación de pérdida es abrumadora".
Lo es. Pero soy más frágil, más vulnerable, y esos más, en el balance vital, no sé si compensan esa sensación de pérdida pero suman. La experiencia de todo lo que conlleva la enfermedad quita y da. Mi fragilidad y mi vulnerabilidad son ahora mi mayor fortaleza. Para comprender eso también se necesita tiempo.
"Este infierno ha sido un privilegio".
Neurona. Fotografía de srgpicker |
Ficha del libro:
Título: Las defensas
Autor: Gabi Martínez
Editorial: Seix Barral
Año de publicación: 2017
Nº de páginas: 494
ISBN: 978-84-322-2991-6
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La asfixia a que se ha sometido el sistema sanitario en España es vergonzoso y creo que sus consecuencias, aún no las hemos visto del todo. Aunque creo que la novela trasciende esa vertiente política, por lo que cuentas, para transformarse en algo más humano.
ResponderEliminarMe has convencido por completo porque, además, no he leído nada del autor y ya lo tenía en mente. Encima, he empezado a leer ese primer capítulo y me encanta la forma. Sospecho que es un libro de esos que dejan heridas.
Un beso.
Efectivamente, la vertiente digamos política es solo un elemento más de la novela. Como digo en la reseña hay muchos hilos de la que tirar en ella. No sé si su lectura te dejará o no heridas pero estoy segura de que de que no te irás de vacío de ella. Ya me contarás.
EliminarBesos
Me gusta mucho como terminas hablando de la fragilidad, creo que es un concepto mal entendido por lo general, cuando, como tú, lo incluyo en fortalezas.
ResponderEliminarRespecto a Las defensas, creo que salí más satisfecha de su lectura. Solo hay algunos rasgos del protagonista que me ponían de mala leche, por lo demás, justo por ese contexto sobre lo sanitario, la investigación y la relación mente-cuerpo me pareció una buena lectura.
Besos
Exactamente por esos temas que destacas me parece una lectura interesante. Es cierto que en ocasiones me ha faltado feeling y reconozco que incluso por momentos el protagonista no me ha caído demasiado bien, pero es una lectura de la que no me he ido de vacío ni mucho menos, de ahí esta reseña.
EliminarSí, la fragilidad puede ser una fortaleza, aunque parezca contradictorio.
Besos
Hola Lorena me parece muy interesante la propuesta y esa relación entre la mente y el cuerpo que es fundamental para entendernos. Aunque intuyo por tus palabras que en el libro encontraremos más, ese reflejo de los recortes en investigación y en la atención sanitaria, ese ver que corruptelas y líos políticos acaban desgastando nuestra sanidad y a tantos profesionales que con su esfuerzo la mantienen y me preocupa porque sé que al leerlo me pondrá de mal humor por la impotencia ante las injusticias.
ResponderEliminarCuando se es joven no se piensa en la vulnerabilidad y tampoco en la fragilidad, la misma fuerza de la juventud y el ahora mismo hace que todo eso se vea lejano, en cambio cuando se van cumpliendo años y la vida va pasando es cuando se es cada vez más consciente del gran regalo que tenemos.
Un beso
Pues has hecho un buen análisis del libro sin haberlo leído, Conxita. Los temas que trata son asuntos que nos atañen a todos, supongo que por eso es tan difícil permanecer al margen.
EliminarBesos
Es una incógnita muy poética el final de tu reseña. Solo el paso del tiempo desvela los grandes misterios, especialmente los que se gestan en uno mismo. Aunque no te haya tocado del todo, me parece una buena propuesta de lectura que anoto. Tiene poco que ver, pero me ha venido a la cabeza el neurólogo Oliver Sacks, del que compré sus memorias en Anagrama hace poquito y tienen una pinta fabulosa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Solo con el paso del tiempo se puede hacer un análisis profundo de nuestras vivencias, relativizarlas y ponerlas en su sitio.
EliminarConozco el libro que citas porque más de una vez lo he tenido en el punto de mira. Sí, creo que serían lecturas distintas pero que también se podrían encontrar un nexo de unión. Ya nos contarás.
Un abrazo
"Lo difícil es estar sano, y no sólo de cuerpo...". Cuánta razón en estos tiempos que corren... Hoy me traes un libro que no conocía y que me llevo muy bien apuntado.
ResponderEliminarBesotes!!!
Es que es tan difícil separar la mente del cuerpo...
EliminarBesos
De entrada, me parece impresionante que el propio neurólogo se le acercara a Gabi Martínez, cuando estaba firmando libros, y le diga algo así: “escucha, tienes que escribir lo que me sucedió, mi propia historia”. Desde luego parece una escena de las mejores películas de misterio.
ResponderEliminarEs obvio que el cuerpo tiene su propio código de comunicación, y muy rico, así que estás en lo cierto, hay que saber leerlo, el “lenguaje silencioso” que decía Flora Davis en un interesante ensayo (“La comunicación no verbal”… es que siempre me tocaba leer este tipo de libros en la facultad :)
Mi doctora, que siempre me ve llegar a consulta con un libro, hace tiempo al verme con uno de Delibes (La hoja roja), me dijo que le entusiasmaba la literatura, y Delibes, me comentaba que para ella era vital refugiarse en “otra realidad” al margen de la que vivía cada día entre pacientes, recuperados, irrecuperables, etc. No me extraña, la mente tiene que tener una vía de escape, o se acaba mal…
Lo tendré en cuenta. Una gran reseña, amiga Lorena:)
En este caso creo que, más que ver la literatura como un refugio de la realidad, se trata de ampliar la percepción que tenemos de ésta. Indudablemente no podemos esperar que los médicos estén continuamente poniéndose en la piel de sus pacientes, no habría persona que soportase tanto dolor, pero tampoco se debe llegar al extremo de tratarlos como un mero trámite. Hay mucha deshumanización en el sistema.
EliminarUn abrazo
Hola, te he leído un poco en diagonal porque lo compré y lo tengo esperando a ver cuando llega su momento. Tengo muchas ganas de leerlo porque le eché un vistazo a las primeras páginas y me enganchó pero quiero leerlo tranquila. Gran reseña.
ResponderEliminarUn beso
Mejor entonces sacas tus propias conclusiones.
EliminarEspero que te guste. Ya nos contarás.
Besos
Pues sentía curiosidad por este libro y la verdad es que me gustaría leerlo. Me lo apunto sin dudar. Creo que puede ser una buena historia para mí.
ResponderEliminarBesos
Haces bien. No te quedes con la curiosidad.
EliminarBesos
Me gustan los títulos que suele traer esta editorial, es raro que me decepcione =)
ResponderEliminarLo apunto, no lo conocía.
Besotes
Pues estoy pensando que a mí Seix Barral también suele depararme buenas lecturas.
EliminarBesos
Tus reseñas son tan bonitas que consigues que libros que en un primer momento no me han llamado la atención salten de golpe ante mis ojos. Desafortunadamente mi lista de pendientes es tan interminable que dudo que pueda hacer un hueco a esta historia. Aun así he disfrutado muchísimo leyéndote y, quien sabe, quizás algún día me decida a cogerlo cuando vuelva a cruzarse en mi camino. No obstante, aun tengo pendiente a tu querida Marina, por la que sin duda empezaré en breve.
ResponderEliminarUn abrazo y ¡vaya lecturas que te estás marcando, amiga bloquear! <3
*amiga bloguera!!! (Dichoso autocorrector ;-))
EliminarHabía muchos motivos personales por mi parte para leer este libro, de lo contrario probablemente también lo hubiera dejado pasar.
EliminarQué gran encuentro será el tuyo con Marina. Espero que nos lo cuentes.
Un abrazo
Lo tengo esperando turno desde hace unos meses y me interesa mucho, porque me toca de cerca. Fantástica reseña.
ResponderEliminarUn beso ,)
Entonces, seguro que sacas cosas interesantes de él.
EliminarGracias.
Besos
Suelen atraerme los libros basados en hechos reales, en este caso añado que las historias de personas con enfermedades mentales suelen ser fuertes, duras, y me acaban calando. Comparto contigo la reflexión de la deshumanización del sistema sanitario cada vez más despersonalizado. Me quedo con la cita tan acertada que nos señalas " se puede llegar a los sentimientos escuchando el lenguaje del cuerpo". Yo con tu permiso añado " el cuerpo siempre grita, lo que la mente calla".
ResponderEliminarAbrazos Lorena.
Estupendo complemento, tu frase.
EliminarPara mí en cambio no es un plus que un libro se base en hechos reales. Muchas veces la ficción sirve para reflejar mucho mejor la realidad que esa realidad plasmada en el papel. Sí coincido contigo en la atracción por las enfermedades mentales. Tal vez por su complejidad y por lo que tienen de estigmatizadoras. Me gusta intentar comprender.
Un abrazo
Este lo tengo que leer, me impresiona mucho esta historia. Un besote!
ResponderEliminarEspero que te guste.
EliminarBesos
Estoy con ella, tardo en engancharme porque no entendía muy bien lo que habían dicho de ella, pero ahora mismo me parece un libro muy recomendable con grandes verdades para reflexionar sobre ellas y que refleja muy bien el período histórico por el que transita Camilo Escudero. Muchas ganas de conocer al autor y al prota, a ver si lo conseguimos y que sea en Gijón. Bea la de Lola
ResponderEliminarOjalá, Bea.
EliminarTiene muchas ramificaciones en las que profundizar esta novela, internas y externas. También frases que para mí, personalmente, son para enmarcar. No siempre he conseguido mantenerme pegada a ella, sin embargo; a ratos la he leído desde más distancia de la que hubiese querido aunque siempre con mucho interés porque sin duda es un libro que, por muchos y diversos motivos, merece ser leído.
Un abrazo