Marina: profeta del tiempo - #AdoptaUnaAutora5

En mi entrada anterior de Adopta una autora, dedicada a la correspondencia que mantuvo Marina Tsvietáieva con Borís Pasternak y Rainer Maria Rilke, os comentaba que eran frecuentes las críticas que se hacían entre ellos sobre sus respectivas obras así como las consideraciones (especialmente por parte de Marina) sobre el concepto de poesía. Lo que para ella era o no poesía y quiénes eran dignos de ser considerados poetas son temas transversales que toca a lo largo de toda su obra literaria, sin embargo, es en varios de sus ensayos en los que encontramos concentrado el ideario de Marina al respecto. Hasta nosotros han llegado traducidos al español Un poeta a propósito de la crítica (1926), El poeta y el tiempo (1932) y El arte a la luz de la conciencia (1932). De ellos se traslucen las fuertes convicciones artísticas de la poeta y, además, sin pretenderlo explican las dificultades que tuvo para publicar en el exilio y el ostracismo y las dificultades económicas en los que vivió sumida gran parte de su vida.

Marina era extremadamente vehemente en la manifestación de sus opiniones y orgullosa e inflexible en la defensa de lo que ella consideraba su territorio. No es de extrañar, pues, que ese hablar (escribir) sin tapujos y esas verdades suyas (con las que estoy de acuerdo en gran parte) no le granjearan demasiadas simpatías. Sin embargo, también supo hacer gala de una sincera humildad y conocía con creces el significado de la palabra indulgencia. Así, no le costaba ser indulgente con un mal poeta (ella no se consideraba quién para juzgarle) pero con quien sí se mostraba inflexible era con los malos poetas que ostentaban en erigirse críticos de poesía. ¿Cómo confiar en la opinión de alguien que ni siquiera es capaz de reconocer la mediocridad de sus propios versos? Lo que en Marina muchas veces podía parecer contradictorio no era más que una muestra de su sentido de la justicia y de su gran coherencia.

Asimismo, consideraba que para juzgar a un poeta había que leer toda su obra, sólo así se comprendía totalmente la poesía de un poeta. Lo que muchas veces se toma por estilo para ella no es más que el paso del tiempo. Pensaba que la frescura y espontaneidad, lo bonito de los primeros versos, daba paso con el tiempo a lo bello, a la auténtica esencia del poeta (""bonito" es un criterio externo, "bello" - un criterio interno").

Desconfiaba también de los críticos que no eran del todo poetas, pues para ella se trataba de renuencia a abandonar el mundo de la literatura en el que habían fracasado. Para Marina, "para tener opinión sobre alguna cosa es necesario vivir en ella y amarla [...] Sólo puede juzgar sobre la calidad, sobre la esencia, sobre todo lo que no es la apariencia de una cosa, quien vive y trabaja en ese campo". Esto no nos ha de ser muy difícil de suscribir si nos olvidamos por un momento de que estamos hablando de poesía y pensamos en su lugar en cualquier oficio o profesión ("porque - a cada cual lo suyo"). Porque no es que ella no tolerase las opiniones, al contrario, entendía y respetaba los a mí me gusta o no me gusta o los me parece o creo que, lo que no permitía bajo ningún concepto eran los juicios de valor provenientes de aquellos que ni amaban ni vivían la poesía. Y la misma opinión que tenía para los críticos la trasladaba a los lectores ("el crítico: un lector absoluto con la pluma en la mano").
"Yo prefiero, naturalmente, a quien no escribe pero siente, que a quien no siente pero escribe. El primero - quizá - mañana será poeta. O santo. O héroe. El segundo (el versificador) - no es nadie. Y su nombre es legión."
Según Marina, el crítico ha de ser como el profeta cuya visión y don le permiten ir por delante de los demás y predecir qué obras permanecerán y no serán pasto del tiempo.
"Quien en la crítica no es profeta - es artesano. Con derecho al trabajo, pero no al juicio. El crítico: ver a tres siglos de distancia y hasta los confines de la tierra." 
Deducimos de sus palabras que son demasiados los que ejercen de críticos sin tener las cualidades necesarias para ello. Marina piensa (y paso al tiempo verbal presente porque me es imposible leer y hablar de Tsvietáieva sin sentirla viva) que en la emigración (recordemos que por aquel entonces la poeta ya reside en Francia) cualquiera ostenta ser crítico, cualquiera escribe una reseña, da su opinión aun sin tenerla. Ni siquiera se salvan de la falta de fundamento las críticas provenientes de nombres ilustres. Para explicar sus argumentos recoge incluso un fragmento de una crítica que uno de estos ilustres dedica a uno de sus poemas y que reproduzco a continuación. Quiero recordar que el poema en cuestión es considerado actualmente como una de las obras maestras de la poeta (parece que al ilustre crítico le falló su don de la profecía).
"...Preferimos señalar las páginas más interesantes de la colección. Desgraciadamente para hacerlo es necesario omitir El poema del fin de Marina Tsvietáieva - un poema que, al menos quien escribe estas líneas, sencillamente no comprendió; sin embargo pensamos que cualquier otra persona más que leerlo tendrá que descifrarlo, y aun si es más afortunada y perspicaz que nosotros, comprará su felicidad al precio de grandes esfuerzos mentales".
Marina admite cierta modestia en el reconocimiento de la incomprensión del poema, modestia que sin embargo apenas esconde cierta dosis de ironía, por no decir sarcasmo. En la referencia a hacer "grandes esfuerzos mentales", en cambio, la poeta no encuentra más que mala voluntad. Marina, de naturaleza estoica, valoraba el esfuerzo sobremanera, más en el trabajo y en la lectura, por lo que en la renuncia al intento de comprender ella no ve más que una renuncia a las propias obligaciones del crítico, y en cuanto a la alusión a la sustitución de leer por descifrar se manifiesta de la siguiente manera:
"¿Y qué es la lectura - sino un constante descifrar, interpretar, extraer el misterio de lo que permanece detrás de las líneas, más allá de los confines de la palabra? [...] La lectura es - ante todo - co-creación. Si el lector no tiene imaginación, ningún libro se mantendrá en pie. Se necesitan la imaginación y la buena voluntad hacia la obra." 
Fotografía tomada por shakko en el Museo de Marina Tsvietáieva en Moscú.

No son más benignas sus opiniones sobre los críticos de la Rusia soviética. Si a los de la emigración los tilda de aficionados, a estos últimos los califica como prontuarios. Esto es así porque considera que sólo se fijan en la forma, en la técnica, hecho que, si bien no considera nocivo, estima que es inútil.
"¿Para qué contarme qué quería hacer en un determinado poema - yo? Es mejor que me enseñes qué has podido tomar de él - tú."
Con semejantes afirmaciones no es de extrañar que le lloviesen críticas de los críticos (valga la redundancia) tanto de su país natal como de la diáspora. El ir por libre se tradujo en una falta de apoyo para publicar sus escritos, y la coincidencia en el tiempo con la retirada de la beca checa que seguía recibiendo en los inicios de su estancia en Francia le supuso una gran merma de sus recursos económicos. La poeta nunca fue amiga de lujos y llevaba una vida frugal pero, obviamente, nadie puede vivir de la nada. Sobre el tema monetario también se explayó en sus ensayos.

Para ella escribir por dinero era una bajeza. No concebía otra finalidad para escribir que la obra escrita en sí misma. Sin embargo, tampoco era una ingenua y no se cortaba en declarar que esperaba una compensación económica una vez realizado su trabajo. Algo, por supuesto, no exento de justicia y que suponía (y aún hoy sigue suponiendo) una ganancia no sólo para ella.
"¿Qué quiero cuando, una vez terminada la obra, la entrego a tales o cuales manos? Dinero, amigos, y cuanto más, mejor. El dinero es mi posibilidad de seguir escribiendo.
[...]
Mi dinero es, ante todo, tu ganancia, lector."
Siguió escribiendo, a pesar de la falta de dinero y de reconocimiento, y añorando aquella Rusia en la que, a pesar de las críticas, se reconocía y encontraba comprensión. Así lo explica y lo expresa:
"Pero en general las cosas son sencillas: aquí está aquella Rusia, allá está toda Rusia. Para quien vive aquí, el pasado es contemporáneo en el arte. Rusia (hablo de Rusia, no de quien tiene el poder), Rusia, el país de los avanzados, exige del arte que éste guíe; la emigración, el país de los rezagados, exige del arte que éste se quede junto con ella, es decir, que retroceda de manera irresistible. En el orden que aquí rige, yo soy el desorden. Allá no me publicarían - pero me leerían; aquí me publican - pero no me leen. (Por lo demás, ya han dejado de publicarme). Lo más importante en la vida de un escritor (en su segunda mitad) es escribir. No tener éxito, tener tiempo. Aquí nadie me impide escribir, y no me lo impiden doblemente, ya que no sólo te lo impide el hostigamiento, sino también la fama (el amor)."
Para Marina Rusia siempre ha sido "una especie de amenaza de salvación -de las almas- a través de la destrucción de los cuerpos". Compara además su calidad de exiliada con la calidad de emigrante inherente a todo poeta. Para ella, incluso en Rusia, el poeta siempre ha de ser "un emigrante de la Inmortalidad al tiempo, un exiliado de su cielo".

Postal soviética con sello original en conmemoración
del centenario del nacimiento de Marina Tsvietáieva
.

Discierne, en su idolatrada Rusia, entre el poeta revolucionario y el poeta de la Revolución. El primero es el que revoluciona la conciencia y, por tanto, la forma poética; el segundo, aquel que escribe por mandato (o encargo) político. Considera que la Revolución por sí misma ya supone suficiente acicate para hacer crecer la voz de los poetas rusos y que la interferencia del partido bolchevique sólo es un lastre para la poesía.

"El escritor, si él es sólo una ola, y Rusia
- el océano, no puede dejar de sentirse
agitado cuando están agitados los elementos.

Si los ideólogos de la poesía proletaria respetaran más y enseñaran menos a los poetas, permitirían inquietar al poeta por sí mismo, y le permitirían inquietarse a su manera con los elementos.
Si los ideólogos de la poesía proletaria respetaran más y enseñaran menos a los poetas, reflexionarían sobre la siguiente estrofa:


El escritor, si él es sólo el nervio de un
gran pueblo, no puede dejar de sentirse
derrotado cuando es derrotada la libertad.  

Es decir, el nervio mismo de la creación.
No escriban en contra de nosotros porque ustedes son la fuerza. He aquí el único encargo legítimo de cualquier gobierno al poeta.
Si ustedes me dijeran: "En nombre del futuro"... - Del futuro recibo los encargos directamente.

Qué es toda esta presión (de la iglesia, del estado, de la sociedad) frente a la otra, ¡a la interna!"


Los versos que incluye la cita anterior pertenecen a un poema de Iakov Petróvich Polonski y sobre ellos ilustra Marina su idea de que los únicos mandatos que debe seguir el poeta son los del futuro y los de la conciencia (la presión interna). El mandato del futuro enlaza perfectamente con su concepto de la contemporaneidad.

Marina opone la contemporaneidad a lo que ella llama "temporaneidad" y "extratemporaneidad". Rechaza las modas y lo actual. Para ella lo contemporáneo es una selección representativa de lo mejor de una época. Va un poco más allá y considera que el artista contemporáneo no debe ser reflejo de su tiempo sino creador del propio tiempo. Casi podría afirmarse que vuelve a reivindicar la figura del profeta, pues, si bien no recurre a esta palabra, sí apela a la universalidad y eternidad de las obras creadas. Estas palabras suyas tal vez lo expliquen mejor de lo que yo soy capaz: 
"Obra universal es aquella que en la traducción a otra lengua y a otro siglo (en la traducción a la lengua de otro siglo) - pierde menos - no pierde nada. Después de haber dado todo a su siglo y a su país, otra vez lo da todo a todos los países y a todos los siglos. Después de haber mostrado al máximo su país y su siglo muestra ilimitadamente todo lo que es el no-lugar y el no-tiempo: el para siempre."
Respecto a la conciencia, es el suyo el único mandato que Marina considera superior al del futuro. La rusa equipara el arte (que para ella prácticamente es sinónimo de poesía) con la naturaleza y al artista con "la tierra, parturienta, que alumbra todo", e indica que si a la naturaleza no se le exige y al poema sí es "porque la tierra, cuando procrea, no es responsable; y el hombre, cuando crea - sí lo es [...] Y así, la obra de arte es obra de la naturaleza misma, pero debe ser iluminada por la luz de la razón y la conciencia."

Distingue entre dos conciencias (a menudo en conflicto) en el poeta o artista: la personal y la artística. Para ella la responsabilidad del artista estriba únicamente en no renunciar a la creación de la obra y en crear una obra artística. A partir de ahí comienza su responsabilidad humana. El arte para ser arte no debe estar al servicio de la ética; sólo ha de rendir cuentas a sí mismo.
"La creación artística es, en algunos casos, una especie de atrofia de la conciencia, Es más: una atrofia indispensable de la conciencia, ese defecto ético sin el cual el arte no puede existir. Para ser bueno (no inducir a tensión a los pequeños seres de la tierra), el arte ha debido renunciar a buena parte de sí mismo. El único modo que tiene el arte de ser a ciencia cierta bueno es no ser. El arte se acabará cuando acabe la vida sobre el planeta."
No es labor del arte enseñar el bien. El arte no enseña y lo enseña todo. Aprendemos del arte lo que nosotros ponemos en él. "El arte respondió antes de que yo hubiera preguntado; me llenó de respuestas". Nuestro arte consiste en contraponer a cada respuesta nuestra pregunta. A las respuestas que rondan continuamente alrededor es a lo que Marina llama inspiración.

El arte ni siquiera se enseña a sí mismo, "porque es dado", y la poesía, en concreto, nos es dada a través de los poetas, que son como un canal de transmisión o, mejor dicho, una especie de traductores del alma a palabras. A Marina, su arte le es dado a través de la escucha. Así explica ella misma su metodología de trabajo:
"Obedezco a algo que constantemente, pero no de un modo uniforme, resuena en mí, ya sea dándome indicaciones o dándome órdenes, Cuando indica - cuestiono; cuando ordena - me someto. Lo que ordena es el verso primario, inmutable e irreemplazable, la esencia que se presenta en forma de verso. (Las más de las veces como el último dístico, en torno al cual crece todo el resto). Lo que indica es el camino acústico hacia el verso: escucho la melodía, no escucho las palabras. Busco las palabras. 
Toda mi escritura es un continuo prestar oído. 
[...] 
Oír correctamente - ésa es mi preocupación. No tengo otra."
r correctamente... También ésa es tarea del lector: escuchar la melodía de lo leído, traducirla, hacer gala de esa co-creación a la que apelaba Marina. En ello estoy. También en leer, no diré toda su obra, pero sí prácticamente la totalidad de lo traducido al español. No pretendo, no obstante, juzgar, aunque amor por lo leído no me falta y vivo en ello cada vez que lo leo, pero, ya que ella me lo permite, voy a emitir mi opinión: y mi opinión es que su obra ha trascendido el espacio y el tiempo, que es universal y que ha sido iluminada por la luz de la razón y la conciencia, y que Marina Tsvietáieva fue profeta de su tiempo y, por tanto, de todos los tiempos incluido el nuestro. Se le olvidó a Marina decir que el mejor juez y crítico siempre es el tiempo.
"Sólo los seres como yo serán interrogados sobre su conciencia en el Juicio Final. Pero si hay un Juicio Final de la palabra - yo estoy sin pecado."
Estatua de Marina Tsvietáieva en Tarusa (Rusia). Fotografía tomada por Maxim Shanin.




Bibliografía:
El poeta y el tiempo. Marina Tsvietáieva. Traducción de Selma Ancira. (Contiene: Respuesta a un cuestionario. Un poeta a propósito de la crítica. El poeta y el tiempo. El arte a la luz de la conciencia. Algunas cartas de Rainer Maria Rilke.). Anagrama, 2006. 158 páginas. ISBN: 978-84-339-1327-2.

Otras entradas sobre Marina Tsvietáieva:
Biografía
Infancia y familia de origen
Primeras lecturas: Aleksandr Pushkin 
Diarios de la Revolución de 1917
Correspondencia entre Marina Tsvietáieva, Borís Pasternak y Rainer Maria Rilke

Más información y otras autoras de Adopta una autora:
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Comentarios

  1. "Traductores del alma a palabras." Me ha encantado... Un beso.

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    1. Realmente, cuando uno lee a Marina Tsvietáieva, siente que está escuchando su alma.
      Besos

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  2. Enhorabuena por el homenaje que estais haciendo a estas autoras y enhorabuena a ti por la entrada. Un beso

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  3. Qué pedazo de entrada! Un gusto leerte y conocer a esta autora.
    Besotes!!!

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  4. Tú no es que hayas adoptado a Tsvietáieva, es que la has hecho tuya, has absorbido su esencia. Gracias por estas entradas sobre ella.

    Un abrazo

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    1. Cuando me embarqué en esta aventura me daba cierto pudor decir que era la adoptante de Marina Tsvietáieva. Realmente creo que es ella la que me ha adoptado a mí.
      Un abrazo

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  5. Impresionante Lorena, se nota la profunda admiración que sientes por la autora y a la que nos acercas con esta gran entrada.
    Me ha gustado especialmente ese párrafo sobre la lectura, me gusta ese compartir con el lector y hacerlo participe del éxito de una obra, ese constante dialogo entre lo que el escritor quiere transmitir y lo que el lector imagina.
    Me ha encantado. ¿Y qué es la lectura - sino un constante descifrar, interpretar, extraer el misterio de lo que permanece detrás de las líneas, más allá de los confines de la palabra? [...] La lectura es - ante todo - co-creación. Si el lector no tiene imaginación, ningún libro se mantendrá en pie. Se necesitan la imaginación y la buena voluntad hacia la obra."
    Y entiendo que no despertara simpatías, su manera franca de decir las cosas no debía gustar mucho.

    Un beso

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    1. A mí también es un fragmento que me encanta, de hecho lo he compartido también en las redes sociales. Y, además, lo suscribo completamente. Siempre he dicho que los libros se escriben entre escritor y lector, y hete aquí que me encuentro con que comparto la idea con Marina, sólo que ella lo explica mucho mejor que yo.
      Sin duda aquel que no tiene tapujos en decir la verdad y no rinde pleitesía a nadie no despierta simpatías. Marina era fiel a sus ideas y a su forma de vivir la vida, es decir, a sí misma. Desgraciadamente las circunstancias no siempre propiciaron la consecución de esa fidelidad, lo que le produjo penurias y finalmente precipitó su triste desenlace.
      Gracias por pasarte a leer la entrada.
      Besos

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  6. Me alucina tu profundo conocimiento de la autora y el trabajo de documentación que estás haciendo. No soy demasiado aficionada a la poesía, pero el personaje de Marina me está cautivando.
    Un beso.

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    1. Bueno, al final es ponerse a leerla, y a medida que se va leyéndo más, inevitablemente se va profundizando en su vida y su obra. Es cierto que, aunque fascinante, no es lectura ligera precisamente, y que estas entradas me llevan mucho tiempo al ser más largas y poner ideas y datos en orden para intentar no meter la pata.
      Yo tampoco soy lectora de poesía, aunque me encanta la prosa poética y los poetas cuando escriben prosa. Tan sólo he leído poemas sueltos. Me estrenaré con un libro completo de poemas precisamente con Marina Tsvietáieva, a ver si salgo airosa. De todas formas, aunque conocida como poeta, en su producción literaria, excepto novela, toca todos los palos (relatos, ensayos, obras de teatro,...). Aunque en mi modestia opinión lo mejor de ella son sus diarios y cartas.
      Besos

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  7. ¡Otra maravillosa entrada sobre Marina! ¡Qué mujer! Compleja, inteligente, sensible, crítica... leerte es como leerla a ella. Nos acercas a ese mundo, aun eminentemente masculino, en el que ella supo encontrar y ocupar su espacio sin complejos, dejando una huella que aun hoy seguimos gracias a todo el pedazo trabajo que estás haciendo. Siempre me emociona leerte cuando hablas de Marina...
    Un abrazo

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    1. Compleja, inteligente, sensible, crítica y... aunque aparentemente contradictoria, en realidad muy consecuente.
      Me alegra mucho saber que sientes que te estoy acercando al mundo de Marina, pues esa es mi intención. Si tan sólo consigo transmitir una millonésima parte de todo lo que siento al leer a Tsvietáieva, bien satisfecha me quedo y bien merece la pena el trabajo.
      Un abrazo

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