Mucha muerte - Max Aub

«Quedo queda
aquí
lo que no queda
de
Max Aub,
escritor español
nacido en París
de abuelos alemanes.
Sus nietos son ingleses
y
mexicanos
(1903-1967)».
Bien podrían ser estas las palabras inscritas en la lápida que cubre el sepulcro de Max Aub; bien podrían ser si cambiáramos ese 1967 final, año en el que supongo que Aub escribió su ficticio epitafio, por el 1972 real de su muerte. Me divierte (y creo que a él también le habría divertido) pensar que las precedentes palabras o bien otras análogas, tal vez (ojalá) incluso más mordaces, adornan su sepultura. Poco sé de su muerte; menos aún de su tumba.

El libro que os traigo hoy es un tanto inclasificable: mezcla de microrrelatos, de aforismos, de geniales pinceladas que esbozan no menos geniales disertaciones (magnífica e hilarante la refutación del mítico Pienso, luego existo de Descartes); catálogo de rarezas que para algunos serán delicatessen y para otros, golosinas difíciles de digerir. Bajo el título de Mucha muerte la editorial Cuadernos del Vigía reúne los Crímenes ejemplares de Max Aub publicados en ediciones anteriores, a los que añade algunos crímenes inéditos y otros poco conocidos, amén de los Infanticidios, Suicidios y Epitafios del autor. Completa el volumen Signos de ortografía, texto que reúne lo que podría calificarse como crímenes tipográficos y que debería ser considerado como obra de culto para todos aquellos amantes del mundo de la imprenta y de la edición.
«Matar, matar sin compasión para seguir adelante, para allanar el camino, para no cansarse. Un cadáver, aunque esté blando, es un buen escalón para sentirse más alto. Alza. Matar, acabar con lo que molesta para que sea otra cosa, para que pase más rápido el tiempo. Servicio a prestar hasta que me maten; a lo que tienen perfecto derecho».
En una carta de Aub a la editora Esther Tusquets fechada el nueve de febrero de 1970 que acompaña a la transcripción que le envía de crímenes para la edición de 1972 de Lumen, el escritor le comenta que los mejores lectores de sus Crímenes ejemplares son los niños. Pedro Tejada Tello lo comenta en su prólogo de esta Mucha muerte y yo no puedo evitar pensar en ello una y otra vez mientras la leo, por más que también piense que habrá quien se horrorice, como casi así lo hizo la propia Esther Tusquets, tan solo de imaginar que estas páginas puedan caer en las manos de algún tierno infante. ¿Tierno? Sí, los niños son tiernos, pero también tremendos, absolutos, páginas en blanco y muestrarios en vivo de nuestras emociones más primitivas. Nadie como ellos disfruta jugando a la muerte, a accidentarse, a mutilares, a ellos y... a los demás.

Habréis observado que las muertes de este libro poco parecen tener de naturales, como vulgarmente se suele decir, pero sí mucho de violentas; sin embargo, se concluye su lectura con la sensación de que las muertes violentas son mucho más naturales de lo que podríamos pensar. Es esa violencia manifiesta la que nos obliga a olvidarnos de lo políticamente correcto para poder disfrutar de todas las posibilidades que nos ofrece esta lectura. La literatura, tal y como yo la entiendo, ha de alejarse de todo tufo a moralina; su misión es incomodar, «defend[er] las erratas en nombre de la libertad de imprenta», es decir, defender las posibles aberraciones que contengan sus historias en nombre de la libertad de expresión artística, ser reflejo de que, en ocasiones, «la razón poco tiene que ver con la vida». Y sin embargo, por más que aboguemos por una literatura que se aleje de la complacencia, leemos libros como este y nos es imposible resetear, volver a ser niños, que de nuestros estómagos brote lo que en nuestras bocas explotaría en carcajada. Tan solo tímidas sonrisas y un fugaz brillo en nuestros ojos perturba nuestro rostro inmutable. Nuestro estómago se cierra. La ilusión del retorno a la infancia por la absurdidad de los testimonios leídos en una página se torna en la siguiente en un bofetón de vuelta a la realidad por encontrarnos con frases cargadas de verdad irrefutable y que desarman por su magnífica sencillez.
«Lo maté porque no pensaba como yo». 
«Lo maté porque era más fuerte que yo». 
«Lo maté porque era más fuerte que él». 
«A medida que la humanidad envejece asesina menos y se suicida más.
[...] El suicidio es paralelo a la decadencia de las civilizaciones».
Mucha muerte es un libro cuya naturaleza invita a una rápida lectura pero que inevitablemente nos hace tropezar en sus joyas enmascaradas de pedruscos, pues «contra todas las reglas, recorrer es lo contrario de correr». El accidentado camino revela una radiografía humana y social que trasciende épocas y latitudes convirtiendo esta obra en un clásico atemporal. Con los textos que contiene, Max Aub, uno de los escritores en español más importantes del siglo XX y, en mi opinión, bastante e injustamente desconocido por el gran público, rindió su particularísimo homenaje a la muerte y se sirvió para ello de la narrativa breve llevada a su máxima expresión, convirtiéndose, aun sin ser reconocido, en uno de los principales precursores del microrrelato en las letras hispánicas. Se rió de todo para batallar un mundo que se tomaba muy en serio pero ni el humor le sirvió, como a nadie le sirve ni esta ni otras argucias, para esquivar la muerte. Las que sí siguen vivas son sus letras. Que nos las tomemos en serio o en broma ya es cosa nuestra. Al fin y al cabo, «todo es según el cuerpo con que se lea».
«¿A qué tanto escándalo? ¿Tanto llorar? Mírenlo: ¿cuándo le vieron tan tranquilo?» 
«Se metía en todo.
Aquí está metido».
Mural en el colegio Max Aub de Valencia. Fotografía de Joanbanjo





Ficha del libro:
Título: Mucha muerte
Autor: Max Aub
Prologuista y editor: Pedro Tejada Tello
Editorial: Cuadernos del Vigía
Año de publicación: 2011
Nº de páginas: 200
ISBN: 978-84-95430-39-7






Si te ha gustado...
¿Compartes?
      ↓

Comentarios

  1. Me encanta Max Aub. He leído muchas novelas suyas, pero este libro me era desconocido. Trataré de hacerme con él porque conociendo al autor y viendo las frases que entresacas, ya se ve que merece la pena.
    Es curioso lo que dice de los niños y la lectura de "Crímenes". Entre mis 10 y mis 14 años, más o menos, leía a escondidas los periódicos de "El Caso" que mi abuelo atesoraba. Nunca he disfrutado tanto con una lectura, y, salvo mi afición a la novela negra y las películas de gangsters, soy bastante pacífica y normal. Nada psicópata.
    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me lo crucé por casualidad. Me pareció curioso porque no es habitual que un tema como la muerte, que es un poco tabú, se trate de esa manera.
      Cuando leí lo de los niños pensaba en mi sobrino que va a cumplir tres años; en su alegría exultante al accidentar juguetes y muñecos,y también en algunas secuencias de los dibujos animados. Supongo que de niños vemos la muerte desde la distancia y sin asumir su carácter irreversible. Lo que de adultos nos horroriza lo convertimos en un juego, sin que haya nada de malo en ello.
      Besos

      Eliminar
  2. Yo leí algo en el instituto y no me gustó, tal vez era demasiado joven. Volveré a el ahora que tengo unos cuantos años más. Besinos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Suele pasar con las lecturas obligadas de colegios e institutos. Por eso, yo, no considero que haya leído esos libros, porque no los he aprovechado.
      Besos

      Eliminar
  3. Muy interesante. Todo un precursos de la narrativa hiperbreve, al menos así lo presenta esta edición. Max Aub forma parte de esa generación de plata truncada por la guerra civil, me pone triste pensar en tanto talento que partió al exilio o acabó aún peor. En fin, al menos con su lectura se hace algo de justicia.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y tan hiperbreve. Algunos textos constan tan solo de una frase.
      Sin duda, como bien dices, la mejor forma de reivindicar a estos autores y homenajearlos es leyéndoles.
      Un abrazo

      Eliminar
  4. Tengo que reconocer que no he leído nada de él, vaya otra laguna a la que voy a tener que poner solución.
    Me parecen de una fuerza demoledora esas frases que incorporas, con esa ironía que las hace aún más reales y me he quedado con A medida que la humanidad envejece asesina menos y se suicida más, buff me ha impresionado la contundencia que hay en esa frase.
    Estamos en una sociedad cada vez más violenta y la violencia está en cualquier rincón.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ni te cuento yo de mis lagunas. Pero bueno, es imposible cubrirlas todas, así que a disfrutar sin presión.
      Esa frase me parece demoledora por certera. Da para mucho pensar. Todo el libro, aunque lúdico, da para mucho pensar.
      Besos

      Eliminar
  5. Tengo por casa algún libro de Max Aub (no es éste que nos traes), pero aún está sin leer.
    Encuentro muy interesante todo lo que expones, máxime si es una "mezcla de microrrelatos, de aforismos, de geniales pinceladas que esbozan no menos geniales disertaciones (magnífica e hilarante la refutación del mítico Pienso, luego existo de Descartes)", como señalas. Me ha llamado la atención lo de Descartes, estos días ando curioseando una biografía suya, alternando con otras lecturas .
    Comparto la opinión de Gerardo, no hay mejor manera de hacer justicia con estos autores del exilio, que buscar uno de sus libros y leerlo. Y este "Mucha muerte" me suena al Max Aub más potente. Alabo tu gusto, Lorena.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mí al menos me ha parecido genial, porque hay que tener mucha genialidad para utilizar el humor de esa manera, pero cada uno que lea y juzgue, o simplemente disfrute, y así, de paso, rescatamos a Max Aub y le hacemos un poco de justicia.
      Un abrazo

      Eliminar

Publicar un comentario

Gracias por tu tiempo.
Participa siempre con libertad y respeto.
Por favor, no dejes enlaces a otras webs o blogs. Si quieres ponerte en contacto conmigo por motivos ajenos a esta entrada puedes escribirme a mi dirección de correo electrónico. Búscala en la pestaña Información y contacto.