Un milagro llamado Marina - #AdoptaUnaAutora9

En una de las numerosas cartas que Borís Pasternak le escribió a Marina Tsvietáieva a lo largo de su vida, recurriendo como ejemplo a su trabajo de traducción de la tragedia del poeta inglés Charles Algernon Swinburne sobre María Estuardo, comparte con ella la siguiente reflexión:
«¿En qué está el milagro? En que alguna vez vivió en este mundo una jovencita de diecisiete años llamada María Estuardo, y en que, en cierta ocasión, un día de octubre, sentada junto a una pequeña ventana detrás de la cual ululaban los puritanos, escribió una poesía en francés que termina con las siguientes palabras: 
Car mon pis et mon mieux
Sont les plus déserts lieux.
[Porque lo peor de mí y lo mejor
son los lugares más desiertos.]
 
En que, en segundo lugar, en cierta ocasión en su juventud, junto a una ventana detrás de la cual octubre se envalentonaba y enfurecía, el joven poeta inglés Charles Algernon Swinburne concluyó su Chastelard, en la que el débil lamento de las cinco estrofas de María se hinchó con el terrible estruendo de cinco trágicos actos.
En que, finalmente, en tercer lugar, en una ocasión, hará unos cinco años, un traductor miró por una ventana y no supo de qué admirarse más: de que la nevasca de Elábuga conociera el idioma escocés y, así como en aquel lejano día, todavía ahora se preocupara por la jovencita de diecisiete años; o de que la jovencita y su afligido poeta inglés le hubiesen podido relatar tan bien, de manera tan inspirada y en ruso, aquello que continuaba preocupándolos a ambos y que no cesaba de perseguirlos.
¿Qué significa esto? - se preguntó el traductor. ¿Qué está sucediendo allá?
¿Por qué ese lugar está hoy tan lleno de quietud (Y al mismo tiempo tan lleno de tormenta)? A juzgar por lo que les enviamos, se podría pensar que allá deberían estar desangrándose. Y sin embargo, - sonríen.
Ahí está el milagro. En la unidad e identidad de la vida de estas tres personas y de muchas otras como ellas (testigos oculares de tres épocas, rostros, biografías y lectores) - en el auténtico octubre de año desconocido, que suena, enceguece y se enronquece allá, detrás de la ventana, bajo la montaña, en... el arte.
Ahí está el milagro».
Milagro es escuchar una voz que se extinguió setenta y cinco años antes de que yo la oyese por primera vez, es sentir coetánea a alguien que nació ochenta y cinco años antes que yo; milagro es leer a una persona que se expresó mayoritariamente en una lengua para mí desconocida y escrita en un alfabeto extraño. Y, si ese milagro es posible, es porque alguien (alguienes), antes que yo, han experimentado el mismo milagro. Editores, prologuistas, traductores (mención especial a Selma Ancira, traductora del ruso al español de gran parte de la obra de Marina Tsvietáieva, autora a la que no debe de ser nada fácil traducir), todos ellos han sentido antes que yo fascinación por Marina y han sabido transmitirme su fascinación. Ahí está el milagro.

Marina Tsvietáieva. Ilustración de Beatriz Luke
(@BeaLuke) para Adopta una autora.
Tal vez ella, Marina, en su clarividencia, sabría poner en palabras la sensación que me embarga; ella, que afirmó que «la precisión de mis sentimientos hace que la gente los tome por "razonamientos"». Tal vez ella habría dicho algo así como que «todo el misterio consiste en relatar los acontecimientos actuales tal como si hubieran sucedido 100 años atrás, y los que sucedieron hace 100 años como si fueran actuales. El punto final de la línea, de cuyo punto de partida surge la fascinación es - la magia». O tal vez, ni siquiera a ella le bastasen las palabras («Para mí - todas las palabras resultan pequeñas. Y el exceso de mis palabras - es únicamente una tenue sombra del exceso de mis sentimientos».)

Esta entrada, última sobre Marina Tsvietáieva para el proyecto Adopta una autora, no es solo de despedida sino también de agradecimiento. Agradecimiento a esos profesionales cuya pasión y trabajo han hecho posible que al lector español nos haya llegado parte de la obra de Marina Tsvietáieva (he leído casi la totalidad  de esa parte, todo lo que he podido conseguir y, salvo sus obras de teatro, creo que he tocado todos los palos); agradecimiento a las bibliotecas públicas (en mi caso a la Biblioteca Pública Jovellanos y a la Red de Bibliotecas Municipales de Gijón), baluarte de la cultura y sin cuyos fondos hubiese sido harto difícil emprender esta aventura; agradecimiento a Carla Bataller Estruch, promotora de la iniciativa Adopta una autora, y al resto de organizadoras y colaboradores por su trabajo, pues, aunque es muy probable que hubiese leído algo más de Marina Tsvietáieva, sin mi involucración en este proyecto no lo hubiese hecho tan exhaustiva ni tan detenidamente; y, por último, agradecimiento a todos vosotros que, total, parcial, fugaz e incluso diagonalmente, me habéis leído y, por lo tanto, habéis querido ser parte de esta locura. Soy consciente de que han sido entradas especialmente largas, así que, para aquellos que aunque solo sea una, la hayáis leído en su totalidad y con atención, un agradecimiento especial.

También es esta una entrada de disculpas. No soy consciente de ello pero estoy segura de que algún error o imprecisión habré cometido en alguna de mis entradas. Este no es un trabajo profesional  (ni he tratado en ningún momento de analizar los textos leídos para la realización del mismo ni me atrevería) aunque sí hecho con el máximo rigor que he podido, así como con toda mi humildad y respeto y admiración hacia Marina Tsvietáieva. Asimismo he querido que esa admiración no jugase en contra de mi adoptada y he intentado ser lo más objetiva posible, de ahí que haya querido dar protagonismo a la voz de Marina por encima de la mía propia para que fueseis vosotros mismos, en la medida de lo posible, quienes os formaseis vuestra propia opinión sobre ella. Aun así, sabía de antemano que mi propósito era del todo imposible. Soy una lectora leyendo a una autora cuya obra ha sido traducida y, en ocasiones, incluso seleccionada y comentada por terceros. Aunque no hubiese habido intermediarios, mi lectura no hubiera sido inmune a ese punto personal que añadimos todos los lectores. Lo que vosotros habéis leído no es más que mi versión de Marina Tsvietáieva y, en el momento en que os habéis formado vuestra propia idea sobre ella, no habéis hecho más que crear vuestra propia versión. Esto, aunque pudiera parecer que lo que hace es desvirtuar a Marina, para mí es parte de ese milagro al que hacía referencia Pasternak.

Os dejo al término, como siempre, los enlaces al resto de entradas sobre Marina Tsvietáieva incluyendo, como viene siendo habitual y aunque oficialmente no forme parte del proyecto, mi reseña sobre Diarios de la Revolución de 1917, primer libro de Tsvietáieva que leí, pues creo que de lo contrario esta experiencia quedaría incompleta. También os dejo una lista con la bibliografía consultada aunque, en esta ocasión, no para escribir esta entrada en concreto sino todas las que forman parte de este proyecto.

Retomo ahora, antes de despedirme, mi duda expuesta anteriormente acerca de si Marina era capaz de explicar el fenómeno que ella misma producía. En Un espíritu prisionero, texto que escribe sobre su amistad con su colega y compatriota Andréi Biely, la poeta relata la siguiente conversación entre ambos:
«-...Yo, palabra de honor, jamás he logrado entender cuando han intentado explicarme lo que hago. Sencillamente pierdo el hilo, como en geometría. «¿Entiende?» - «Entiendo». Y el terror de que intenten comprobar si he entendido. Si para escribir fuera necesario entender, no podría hacer nunca nada. De miedo.
-¿O sea, que es usted un milagro? ¿El auténtico milagro del poeta? ¿Y eso me ha sido dado - a mí? ¿Por qué?»
¿Por qué? No lo sé. A mí me ha sido dado ese milagro y me siento tan maravillada como se sintió Biely en su momento. Será la identidad de la vida de tres personas, qué diría Pasternak. Será que leo y escribo junto a una ventana. A vosotros, si todavía no habéis sido testigos del milagro, os emplazo a leerla a ella, a Marina. Ahí está el milagro.

Primer cenotafio de Marina Tsvietáieva. 1962. Fotografía de Natalia55




Bibliografía:
Confesiones: Vivir en el fuego. Marina Tsvietáieva. (Autobiografía póstuma a partir de cuadernos y cartas de Marina Tsvietáieva). Presentado por Tzvetan Todorov. Traducción de Selma Ancira. Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, 2008. 598 páginas. ISBN: 978-84-8109-715-3 / 978-84-672-3020-8.
Los nombres de Antígona. Benjamín Prado. (Contiene biografías de Anna Ajmátova, Marina Tsvietáieva, Carson McCullers, María Teresa León e Isak Dinesen). Aguilar, 2001. 398 páginas. ISBN: 84-03-09241-5.
El diablo. Marina Tsvietáieva. Edición y traducción de Selma Ancira. (Contiene: El cuento de mi madre. El diablo. La torre cubierta de hiedra. Las flagelantes. La casa del Viejo Pimen. Mi madre y la música.). Anagrama, 1991. 212 páginas. ISBN: 84-339-1141-4.
Mi Pushkin. Marina Tsvietáieva. Traducción de Selma Ancira. (Contiene: Mi Pushkin. Pushkin y Pugachov). Destino, 1995. 152 páginas. ISBN: 84-233-2546-6.
Diarios de la Revolución de 1917. Marina Tsvietáiva. Traducción de Selma Ancira. Acantilado, 2015. 224 páginas. ISBN: 978-84-16011-39-1.
Cartas del verano de 1926. Marina Tsvietáieva, Borís Pasternak y Rainer Maria Rilke. Traducción del ruso de Selma Ancira; traducción del alemán de Adan Kovacsics; traducción de los poemas por Selma Ancira y Francisco Segovia. Edición e introducción de Konstantín Azadovski, Evgueni Pasternak y Elena Pasternak. Minúscula, 2012. 435 páginas. ISBN: 978-84-95587-88-6.
El poeta y el tiempo. Marina Tsvietáieva. Traducción de Selma Ancira. (Contiene: Respuesta a un cuestionario. Un poeta a propósito de la crítica. El poeta y el tiempo. El arte a la luz de la conciencia. Algunas cartas de Rainer Maria Rilke.) Anagrama, 2006. 158 páginas. ISBN: 978-84-339-1327-2.
Carta a la Amazona y otros escritos franceses. Marina Tsvietáieva. Introducción y traducción de Elizabeth Burgos. Epílogos de Hélène Cixous. Traducción de los poemas de Severo Sarduy. (Contiene: Noches florentinas (Nueve cartas, una décima retenida, más una undécima recibida); Carta a la Amazona; Poemas franceses). Hiperión, 1991. 190 páginas. ISBN: 84-7517-313-6.
Antología 100 poemas. Marina Tsvietáieva. Traducción de José Luis Reina Palazón. Visor, 1997. 166 páginas. ISBN: 84-7522-366-4.
Marina Tsvetáeva, mi madre. Ariadna Efron. Traducción del francés de Isabel González- Gallarza. Prefacio de Simone Goblot (traductora al francés del original ruso). (Contiene: Páginas de recuerdos. Páginas del pasado). Circe, 2009. 291 páginas. ISBN: 978-84-7765-275-5.
Un espíritu prisionero. Marina Tsvietáieva. Prólogo de Irma Kúdrova. Comentario de Ana María Moix. Traducción de Selma Ancira. (Contiene: De mi diario. El novio. El chino. Tu muerte. Un espíritu prisionero. Algunas poesías y reproducciones de documentos.)Galaxia Gutenberg, 2016. 256 páginas. ISBN: 9788416734566.
Locuciones de la Sibila: recopilación de aforismos. Marina Tsvietáieva. Traducción de Reyes García Burdeus. Ellago Ediciones, 2008. 102 páginas. ISBN: 978-84-96720-42-8.

Otras entradas sobre Marina Tsvietáieva:
Biografía
Infancia y familia de origen

Primeras lecturas: Aleksandr Pushkin
Diarios de la Revolución de 1917
Correspondencia entre Marina Tsvietáieva, Borís Pasternak y Rainer Maria Rilke

Ideas acerca de la poesía y la crítica
Textos franceses: ideas sobre el amor y el lesbianismo
La poesía de Marina Tsvietáieva
Más información y otras autoras de Adopta una autora:
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Comentarios

  1. Una muy buena labor la que has hecho Lorena con el proyecto adopta una autora, sino fuera por ti, no la conocería ni estaría entre mis pendientes para este año. Besinos.

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    1. Perdona, guapa, por no haberte contestado hasta ahora. No sé por qué blogger guardó este comentario como spam y no me había dado cuenta hasta ahora. Muchas gracias por tus palabras y ojalá hayas tenido ya la oportunidad de disfrutar de Marina.
      Besos

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  2. Has hecho un trabajo fantástico. Igual, poco a poco, voy leyendo todas las entradas en orden porque mi memoria hace que haya olvidado mucho de ellas, aunque me queda una idea general acerca de la autora y, sobre todo, de tu admiración y cariño por ella.
    Solo hay que ver la bibliografía para saber lo que te has currado esta iniciativa.
    Mi más sincera enhorabuena y un beso enorme.

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    1. Todo lo que he leído de ella ha sido un placer. El curro ha sido poner orden a las ideas, seleccionar citas, organizar las entradas y escribirlas con cohesión, buscar fotos para ilustrarlas pero respetando los derechos de autor... Dicen que sarna con gusto no pica, así que no me quejo. Si, además, los que me habéis leído os habéis quedado con una idea general sobre Marina, yo, bien contenta me quedo.
      Gracias.

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  3. Un texto hermoso. te agradezco enormemente haber podido conocerte

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  4. Pedazo de entrada! Y vaya curro que te has dado con todas las entradas dedicadas a esta autora. Se nota que te gusta y que has disfrutado con cada reseña que le has dedicado.
    Besotes!!!

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    1. Pues sí, lo he disfrutado mucho y también he trabajado un montón. Además, es la primera vez que hago algo de esta envergadura, así que también he aprendido mucho.
      Besos

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  5. Enhorabuena, Lorena. Hay un esfuerzo enorme detrás de tus entradas, siempre jugosas en sus aportaciones sobre la autora y llenas de entusiasmo, como tiene que ser el acercamiento a los libros. Esa pasión tuya, y no el rigor profesional, es lo que me llega.
    Seguimos en el camino ;)

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    1. Las cosas hay que hacerlas con pasión, más cuando, como es el caso, se hacen por amor al arte, como se suele decir. Eso no quiere decir que, aunque no sea un trabajo profesional, no haya que intentar aplicar el máximo rigor posible. Pero yo también creo que es la ilusión la que consigue que un texto transmita, así que si os ha llegado un poquito de esa pasión mía, encantada que me quedo.
      Gracias, Paco.

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  6. Felicidades Lorena por el trabajo y por haber sido capaz de transmitir esa pasión por la autora que para mi era desconocida. Gracias por descubrirla y por enseñarnos sus letras.
    Mientras te leía he pensado algo a lo que más de una vez he dado vueltas y es la importancia de los traductores. Su trabajo es fundamental, su manera de traducir y entender lo que la autora (en este caso) quería decir conlleva horas de trabajo, de entender su cultura, su vida, sus sueños y aspiraciones, sus miedos y dudas y eso nos llega a nosotros a través de sus traducciones. Un buen libro puede ser una maravilla o quedarse en un libro según la traducción y siempre he pensado que no somos muy conscientes de la gran labor que hacen los traductores. Así que gracias a los autores pero también a los traductores que nos traen las letras de otros a los que no entenderíamos sin ellos.
    Besos

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    1. Es fundamental el trabajo de los traductores pero su trabajo es tan silencioso que muchas veces solo nos acordamos de él cuando falla. Gracias a ellos podemos acceder al pensamiento y a las letras de otras culturas y latitudes. Son profesionales que deben estar muy preparados, además; no solo deben conocer el idioma sino que también deben estar familiarizados con la época en la que está escrito el texto, el contexto, la vida y peculiaridades del autor... Encomiable su labor; bien está que se la reconozcamos.
      Besos, Conxita. Y gracias por seguir las entradas.

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  7. Pues el milagro sigue produciéndose pues gracias a ti he conocido a esta autora tan fascinante que de otra manera, quizá, habría pasado desapercibida para mi. Me han emocionado todas tus entradas ya que consigues transmitir esa conexión que has alcanzado con ella, sin idealizarla, leyéndola desde tus ojos, introduciéndote en sus palabras. Tu trabajo ha sido tan apasionante como intenso y te agradezco que nos hayas acercado a esta mujer dándole vida propia y haciéndola sentir más viva que nunca.
    Un abrazo, Lorena y ¡que vivan los milagros literarios!

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    1. ¡Qué vivan, Raquel! Qué poderosa capacidad de comunicación tiene la literatura, que traspasa tiempo y espacio. Qué prodigioso catalizador de emociones es. Qué nave para los pensamientos de otros y los propios. Y qué bien que seamos tantos los que aún creamos en los milagros.
      Un abrazo y gracias por leer.

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