El fin de la soledad - Benedict Wells

«¿Qué es lo que hace que una vida sea como es?»
Un momento puede cambiarlo todo. Un instante a veces lo desmorona todo. Nuestra vida toma un destino distinto al que tenía que ser y ya no seremos la persona que hubiéramos sido sin ese instante decisivo.  A veces son pequeños cambios, un libro que se nos cruza y que nos dice léeme, como el que reseño hoy (no me ha cambiado la vida pero ha usurpado el lugar de otro que quién sabe si llegaré a leer y cómo me hubiese afectado). Otras veces, sin embargo, el cambio es tan enorme, fatal y devastador que solo deja vacío a nuestro alrededor, un socavón enorme que nos impide emerger al nuevo camino y nos condena a vagar a perpetuidad. El cambio en la vida de Jules, protagonista de esta novela de Benedict Wells, pertenece a este segundo tipo.
«El abismo me mira a los ojos.
Y yo miro hacia atrás».
Jules es un niño feliz, seguro, el menor de los tres hijos de un matrimonio que pierde la vida en un accidente de tráfico, breve instante que determinará la vida de Jules y de sus hermanos. Los tres se trasladan entonces a vivir a un internado y cada uno bregará con su soledad a su manera. Jules empieza a retraerse cada vez más, a vivir hacia dentro, sintiéndose desprotegido por unos hermanos que, aunque mayores, no pueden ocuparse de él porque son incapaces de manejar su propio abandono y dolor. Tan solo se siente acompañado por Alva, a quien conoce en el internado y que se convertirá en su mejor amiga, una muchacha misteriosa que en ocasiones parece tan desprotegida como él.
«Conozco ese bosque. He vuelto a él continuamente desde mi infancia. Se ha convertido en mi casa. Y si no me ando con cuidado, será el lugar en el que moriré».
Iremos avanzando a lo largo de las casi trescientas páginas de este libro por la vida de Jules, recorriendo su infancia, su juventud y acompañándolo en los primeros años de su edad adulta. Aunque casi podríamos decir que lo de avanzar es un eufemismo. Jules no avanza, vive anclado en ese momento que truncó su vida, pensando en cómo hubiese sido la vida de ese otro Jules que no ha perdido a sus padres. Añadirá a ese lastre que le impide ser el auténtico motor y protagonista de la nueva senda que la tragedia familiar abrió ante él los recuerdos vividos con Alva, con la que perderá el contacto.
«Y entonces pensé en la muerte y en cómo la había imaginado antes: como una explanada de nieve infinita sobre la que todos flotamos, y en los lugares en los que la rozamos, la nada se confunde con los recuerdos y con las imágenes que arrastramos y adquiere un rostro. Y a veces es tan precioso que el alma quiere saber más de la nada y la sigue en su camino hacia la desaparición».
«A veces creo que hay gente que no sabe que va a morir».
Benedict Wells es un joven escritor alemán cuyas dos anteriores novelas han sido bien recibidas en su país y que con esta tercera, Premio de Literatura de la Unión Europea en 2016, ha cosechado un más que notable éxito. Entiendo el entusiasmo, parte de mi pálpito con este libro se debe a un par de fragmentos sueltos leídos al azar; otra parte supongo que se debe a cómo viene envuelto, me refiero a la forma de redactar la sinopsis y las cuñitas publicitarias (pequeños extractos de críticas) que lo acompañan. No, no soy tan ingenua como para creerme todo lo que leo y presumí de antemano que no iba a encontrarme con la novela mágica que me prometían, si bien concedo que la novela brilla por momentos. Y sí, soy una lectora exigente que siempre quiere más, o al menos quiere más cuando le han demostrado que se lo pueden dar. Así que, asumiendo el riesgo de que los peros que me dispongo a exponer os disuadan de leer esta novela que bien merece la pena ser tenida en cuenta, voy a darle un pequeño tirón de orejas a su autor, de quien espero que en un futuro nos regale novelas que brillen en su totalidad.

Mamiya 135 EE. Fotografía de Ludovico Magnocavallo

Wells escribe muy bien y es admirable su madurez para tratar los temas que toca esta novela. Borda sus reflexiones sobre la inconsistencia de la vida, sobre cómo paraliza el miedo a esa falta de seguridad, sobre cuál es la verdadera identidad, si aquella que se levanta sobre lo que hemos tenido u aquella otra que se desvela tras lo que vamos perdiendo. Pero tal vez se enquiste en esas mismas reflexiones, sin que por ello la fluidez de la lectura se resienta ni haga perder interés, y tal vez, también, arme una trama demasiado elaborada para algo que creo que planteado de manera más sencilla hubiese funcionado mejor. Por último, detecto un ligero empeño en que la tristeza de su historia nos ofrezca un algo iluminador, en dejarnos un mensaje de esperanza, algo que me ha empañado en parte la lectura. 

Quiero pensar que todo esto que expongo no son carencias sino excesos debidos a la insolencia de la juventud, pues creo que los últimos son más fáciles de pulir que las primeras de suplir. Espero que el éxito no haga al joven Wells reincidir en ellos y que, con los años y la experiencia, consiga que esas mentiras que son las historias alcancen una cuota de realidad mayor que la de la propia realidad. Las historias son espejos mágicos, nos muestran a modo de cuento aquello que no alcanzamos a poner en palabras. En El fin de la soledad me he encontrado fragmentos de uno de esos espejos que se me han clavado y que se me han incrustado cual implantes en mi piel. Ahora quiero el espejo entero. No lo exigiría si no me hubiesen mostrado antes la fidelidad y el brillo de su reflejo.
«Tengo claro que todas estas ideas son de lo más infantiles, pero aun así estoy seguro de que en este universo existe un lugar en el que ambos mundos pueden observarse a la vez y adquieren el mismo grado de realidad. Lo vivido y lo soñado. Porque cuando todo se acabe y se olvide, cuando, dentro de millones de años, todo haya desaparecido y no nos quede ninguna prueba de la existencia de nada, será absolutamente indiferente que algo haya existido o haya sido soñado. Y las historias que ahora solo suceden en mi interior adquirirán quizá la consistencia de aquello a lo que algunos se refieren como realidad».
Cunningham Forest Stream - HDR. Fotografía de Nicolas Raymond






Ficha del libro:
Título: El fin de la soledad
Autor: Benedict Wells
Traductora: Beatriz Galán Echevarría
Editorial: Malpaso
Año de publicación: 2017
Nº de páginas: 283
ISBN: 978-84-16665-94-5





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Comentarios

  1. ¡Hola!

    Pues no se si me animaré, es que eso de que el protagonista esté anclado en la pérdida de sus padres igual se me hace un poco pesado... de todas formas interesante descubrimiento de autor, me pasaré a ver sus otros títulos y a ver si sigue sorprendiendo :D

    ¡besos!

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    1. Pues pinta interesante no descartaría leerlo más adelante, un beso

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    2. No estoy segura, Irene, pero creo que esta es la única de sus novelas que ha sido traducida al español.
      La lectura no se hace pesada. Es cierto que la pérdida de los padres marca al protagonista pero hay progresión en la novela.
      Besos

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    3. Ya me contarás si te animas, Rocío.
      Besos

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  2. No sé... Esta vez me dejas con dudas. Por un lado me llama, pero por otro, que se recree tanto en las mismas reflexiones... No sé.
    Besotes!!!

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    1. Para mí no ha sido una lectura redonda, pero sí la he disfrutado mucho. El autor escribe muy bien y, aunque es cierto que todas las reflexiones siguen un denominador común, ello no lastra el ritmo de la lectura. Otra cosa es que te apetezca más o menos y con tanto por leer...
      Besps

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  3. Me parece fascinante ese navegar entre lo que es y lo que podría haber sido. Me recuerda un poco, salvando las distancias que se intuyen, la novela de Paul Auster que acabo de leer. Aunque me parece que "El fin de la soledad" puede plantear el tema de una forma más intimista.
    La reflexión sobre el valor de lo soñado y lo real, que citas al final, me parece muy interesante. Tomo nota.
    Un beso.

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    1. La dicotomía que se plantea sin duda es un caramelito. Pues sí, ahora que lo comentas, creo que ambas novelas parten de una premisa parecida, aunque también me da que la tratan de manera muy diferente. A mí me ha encantado cómo escribe Wells, a pesar de que a la novela como conjunto le haya encontrado alguna falla.
      Alva es una gran lectora. Jules, no lo he comentado en la reseña, quiere ser escritor. Aparecerá otro escritor a lo largo de la trama. Realidad y ficción, cuando la última está bien planteada, a menudo se entremezclan. En esa reflexión que señalas creo que es el propio Benedict Wells el que habla por boca de Jules y me pareció una buena forma de cerrar la reseña.
      Besos

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  4. Me pasa lo mismo que a Margari, me deja dudas. Y con tanto por leer... lo dejo pasar.
    ¡Un abrazo!

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    1. Ante el argumento de "con tanto por leer" no puedo objetar absolutamente nada. A ese abismo de qué leer ahora cuando acabamos un libro no asomamos todos.
      Otro abrazo para ti.

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  5. Me lo llevé a casa en una decisión que duró tres minutos, por título y portada. Cuando empecé me pareció un folletín, le di unas páginas y sin ser un novelón es de esas historias que no puedes dejar de leer. Y eso después de muchos libros, lo valoro! Querer volver. Sabes que no es un libro redondo pero compensa Jules, su historia va de menos a más. Un saludo :)

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    1. Es un libro que lo encuentras y lo quieres leer, ¿verdad? Yo me lo crucé por casualidad, sin haber sabido de su existencia, y me lo llevé, haciendo que 'El fin de la soledad' supusiera el fin de una pequeña sequía lectora a la que me había obligado la falta de tiempo.
      No, para mí tampoco ha sido un libro redondo aunque hay muchas cosas en él que también me han compensado. Me da también que para ti ha sido una lectura mucho más especial que para mí, así que gracias por pasarte a dejar tus impresiones.
      Besos

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  6. Interesante propuesta aunque sea con peros. Me has hecho pensar en lo inevitable que es todo aunque nos empeñemos en que no lo sea y como en un instante todo puede cambiar y aunque suene a tópico lo importante que es no dejar nada para hacer mañana.
    Besos Lorena

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    1. La vida es pura incertidumbre, Conxita. ¿Quién sabe lo que puede pasar mañana? La literatura se encarga muchas veces de recordárnoslo e incluso de prepararnos para ello (si es que realmente uno puede prepararse para algo así).
      Besos

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  7. No es una lectura que vaya a encarar a medio plazo, pero admiro que alguien tan joven muestre esa determinación por dedicarse a la escritura, lo que no deja de ser una incursión en el desierto para quien está en sus comienzos y pretende hacerse un hueco en el mundo literario, me gusta ese tipo de ambición.

    Jóvenes youtubers, influencers y demás que tienen como meta comer por la jeta en los mejores restaurantes y hoteles ya hay de sobra (si les sale la jugada, mira qué bien!).

    Dejaremos al tal B. Wells madurar en barrica de roble, que la vida le vaya fogueando un poco más para adquirir “cuerpo”.

    Un abrazo, Lorena.

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    1. Talento y ganas creo que tiene para ello. Y constancia también, pues no se escribe así de buenas a primeras. Pocas reseñas he leído de esta novela pero todas positivas. A pesar de los perillos que le he puesto pienso que es una lectura recomendable.
      Otro abrazo para ti, Paco.

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  8. ¿Ves? Si era necesario que volvieras. Porque tenía tantas dudas con este libro. Las redes sociales me confunden... necesito llegar a los libros de otra forma, como antes, escuchando sólo a los libros, que ellos me digan. Pero es difícil a veces evitar escuchar el "ruido" que acompaña a algunos libros, que ves constantemente por un lado y otro y necesito que algunas personas en las que tengo confianza ciega me los sitúen en su sitio. Gracias por eso ;)

    Un abrazo

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    1. A veces las buenas críticas y las opiniones entusiastas hacen más mal que bien. Pero fíjate que creo que si leyeses este libro no te irías de vacío, Ana.
      Un abrazo

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