La balada de Iza - Magda Szabó

Muchas cosas que contaros, tal vez demasiadas. Sin embargo, no es este un libro que me haya transmitido especialmente. No niego que presenta escenas y situaciones en las que me he fundido pero en su mayor parte me he mantenido a una prudencial distancia. No importa, a veces las cosas se observan mejor desde afuera. Lo que hace esta novela, más que transmitirnos sensaciones, es aportarnos una cantidad ingente de material sobre el que reflexionar. Abre temas de debate interesantísimos y también necesarios. Pero yo no tengo con quién hablar, no conozco a nadie más que la haya leído, no sé si es normal lo que me ha pasado. No sé si la lectura que yo he hecho de esta historia es la que hay que hacer, no sé si esto es precisamente lo que pretendía su autora o más bien todo lo contrario. El caso es que esta balada de Iza, que prometía ritmos melódicos y acompasados, me ha revolucionado internamente hasta que todos mis sistemas fisiológicos han comenzado a trabajar como influidos por una desgarradora pieza de rock duro o incluso heavy metal. Y no lo digo precisamente por la prosa de Magda Szabó, que si que está provista de una suave cadencia, sino porque he terminado esta lectura con tal nivel de indignación que sólo me ha quedado el infantil derecho al pataleo. Porque yo, yo... no tengo con quién hablar y necesito hacerlo (silencios ya hay suficientes en este libro). Lo que si tengo, gracias a todos vosotros, es quien me escuche. Y eso es lo más importante que se puede tener, alguien que recoja nuestros sentimientos.
"A veces se despertaba sobresaltada en plena noche y veía al pájaro al que nunca había llamado por su nombre mientras estuvo con ella; uno no llama a un pájaro con un nombre tan absurdo, pero ahora se imaginaba al pobre Ermenegildo perdido, apretando su pequeño hato de vagabundo bajo el ala, más desamparado incluso que ella, sin techo, sin comida, porque ella no había soportado su compañía."
Añadir leyenda
Tras la muerte de Vince Szöcs, su viuda Etelka se queda sola en la casa que han compartido los últimos años. Etelka siempre ha vivido aferrándose a las decisiones de los demás, así que cuando su hija Iza, siempre solícita, le ofrece irse a vivir con ella a Budapest, no duda en aceptar la invitación. Atrás deja todo su pequeño mundo conocido y los objetos rutinarios cargados de recuerdos y significados. No es consciente de lo duro que será vivir sin ellos, no imagina que la vida que vive su hija y la que le ofrece es tan diferente a la esperada. Tampoco sospecha Iza que será tan complicado integrar a su madre en su vida perfectamente estudiada y organizada. La relación entre ellas se tensa, los sacrificios por ambas partes no entendidos lastran, los silencios acumulados y no descifrados pesan. Pesan, ahogan, condenan. Las consecuencias no calibradas son funestas.

Estamos en la Hungría de los años 60 pero los conflictos intergeneracionales, el cuidado de los padres, el choque entre el mundo rural y el urbano, continúan de plena actualidad en nuestra sociedad, especialmente los dos primeros, y este libro nos ofrece un sinfín de situaciones relacionadas con los mismos sobre las que reflexionar. Quedarnos solamente con el contraste de mundos Iza-Etelka, sin embargo, sería dar una visión muy simplista del mismo. La historia evoluciona hacia algo insospechado al principio de la misma a pesar de que su autora nos va soltando pequeñas píldoras, y barrunto que la convivencia madre-hija es una excusa (aunque no mera) para contarnos otra historia distinta. Es fácil caer en pensar que lo que se nos cuenta es la historia de la entrañable Etelka, sin embargo (recordemos el título), estas páginas contienen la triste historia de Iza.
"Su amor parece el de un animal -pensó Iza asustada-. Es despiadado. ¿Todos los que aman lo hacen así? ¿De esta forma tan posesiva?"
Etelka es una mujer instalada en el pasado, a la que no le gustan los cambios y que padece de una fuerte dependencia emocional. Iza por el contrario es práctica, previsora, mira siempre hacia adelante, desde muy pequeña ha dado muestras de una extraordinaria independencia y un sentido de sobreprotección hacia sus padres. Es fácil tomarle cariño a Etelka y sentir a Iza más fría. A mí, en cambio, me ha sucedido al revés. Comprendo los sentimientos de Etelka y los reconozco porque los he visto en personas muy cercanas, pero echo de menos por su parte un puñetazo en la mesa (figurado, claro está), pues ella misma se mete en la boca del lobo. Y hablando de lobos, no considero que Iza sea la loba que entre todos pintan. Se equivoca, cierto; tiene muchas carencias, también; no se da cuenta de que con su bienintencionado celo cava la tumba de su madre (dejar de sentirse útil es el principio del fin). Sin embargo, a pesar de todo esto o tal vez por ello, es el personaje que me ha parecido más real y con el que más he empatizado. Su madre también lo es, cierto, hay muchas Etelkas en el mundo, pero los otros...

Los otros son la actual pareja de Iza (qué decepción sufro con él), su exmarido y la novia de éste. Y qué queréis que haga, si yo con esta gente tan encantada de conocerse y tan imbuida de superioridad moral es que no puedo. Son crueles sin proponérselo. No hay peor pecado que el de omisión, y aquí nadie hace nada, todos callan y dan la espalda. Todos acaban por descubrir que no les gusta cómo es Iza pero... ¡¡¡es que a Iza la han dejado ser como es!!! Y sé que esto que estoy diciendo va en contra de mi forma de pensar, yo que defiendo el que cada uno de rienda suelta a su propia identidad, así como la valentía de alejarnos de quienes nos hacen más mal que bien. Pero, no sé, lo que veo en este libro es como asistir desde la orilla a la visión de alguien que se adentra poco a poco e inocentemente en un lago profundo y saber que llegará un momento en que esa persona no hará pie. ¿No intentamos impedírselo? ¿No le advertimos? ¿Acaso no nos adentramos aunque sea sólo un poco en el agua y le tendemos la mano? ¿Ni siquiera somos capaces de gritarle desde la orilla? Yo sí que grito, rujo, y pretendo con mi alarido romper todos los silencios de este libro y que mis acordes desentonados se alcen por encima de esa balada que me han cantado. Tal vez esté siendo tan despiadada con los miembros de ese coro de voces como ellos lo han sido con Iza, no lo sé, pero en mi grito viajan todas las palabras que ella no ha sabido decir, todo lo que esta mutilada emocional no ha sabido expresar. Los demás observan, sacan conclusiones pero al igual que Iza, callan. Son un coro de voces silenciosas cuya música no es mejor que la de nadie.
"La veneración que sentía por ella fue sustituida por una especie de compasión: como si de pronto se hubiera percatado de que la doctora Szöcs era manca de nacimiento, sin que nadie antes se hubiera dado cuenta de ello. La bella doncella cuya historia la pequeña Iza nunca había querido escuchar, y que ahora yacía blanca y pálida sobre su catafalco, adquirió para Lídia el valor del símbolo. "Dios mío -pensó-, qué cansada debe de estar de imponerse toda esa rígida disciplina para salvar a su familia y al mundo entero de su sufrimiento, qué cansada de toda esa dureza que no le permite ablandarse con el llanto de doncellas muertas ni con recuerdos enternecedores de viejos. La desgraciada se cree que el pasado es hostil, y no ha comprendido que es una explicación, una referencia, una clave del enigma que nos plantea el presente"."
Una manca a la que nadie tiende una mano con la que suplir la que le falta.

Charly. Fotografía de Nacho

Ficha del libro:
Título: La balada de Iza
Autora: Magda Szabó
Editorial: Debolsillo
Año de publicación: 2014
Nº de páginas: 288
ISBN: 9788439721314
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Comentarios

  1. Como siempre, una propuesta interesante y que yo desconocía. Me gusta lo que leo, yo soy mujer de pueblo e hija y nieta de mujeres que vivieron su propio choque generacional y en las que seguro, encontraría un pedazo de esa Etelka.
    Besos.

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    1. Hay muchas Etelkas en el mundo, sobre todo en las generaciones de nuestras madres y abuelas. Además, cualquiera que se haya hecho cargo de alguno de sus mayores reconocerá sin duda muchas situaciones.
      Gracias por pasarte.
      Besos

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  2. Qué apasionante se me antoja esta novela. Te leo y me acuerdo de Sándor Márai y sus novelas maravillosas. Me parece que los temas que propone son muy interesantes. Conocía a la autora de nombre, pero no he leído nada de ella.
    Un beso.

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    1. Es un libro al que se le puede sacar mucho jugo, Rosa. Las relaciones entre los personajes, todo lo que no se dicen, construyen una novela que daría para mucho que debatir.
      Besos

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  3. Tal y como dice MaraJss, "una propuesta interesante y que yo desconocía", me pasa con tu blog. Y como siempre, tengo muy difícil hacerle hueco (además, ya no puedo leer tanto como antes >.<). Y es una pena, porque siempre son muy interesantes tantos tus reflexiones como impresiones, y si se lee la lectura siempre se recogen mejor.
    Un abrazo.

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    1. Qué rabia da cuando no se tiene tanto tiempo para leer como si quisiera. Espero que al menos sea por buenos motivos.
      Un abrazo

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  4. Me dejas dudosa...me gusta la historia que dejas entrever, aunque yo también me veo rugiendo con esa situación que genera impotencia. Si la veo la cogeré, quizás así podamos debatir ;)

    Besitos

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    1. Dejaremos entonces que el libro decida por ti. A ver si se te cruza.
      Besos

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  5. De Magda Szabó tenía apuntado desde hacía dos o tres años la que dicen ser su obra más aclamada, "La puerta" (autobiográfica).
    Así que autora y libro que menciono están por mi atiborrada libretilla.

    Tengo una buena amiga húngara (gran lectora), de los tiempos universitarios, y por mis estanterías hay interesantes obras y escritores de dicho país gracias a ella, (me fascinan Imre Kertész y Dezsö Kosztolányi, entre algunos de los que tengo).

    Tomo nota de tus impresiones, siempre jugosas, aunque mi pretensión es abordar "La puerta" algún día... Espero que sea "por la puerta grande" :)

    Feliz entrada de año Lorena!! Abrazo.

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    1. También me fijé en "La puerta" pero éste llamó más mi atención y al final me decidí por él.
      Casualmente estoy de nuevo con literatura húngara. Estoy terminando "La calma" de Attila Bartis. Su autor es rumano aunque afincado en Hungría y creo que el libro está escrito en húngaro. Y vengo de leer a otro rumano: Mircea Cărtărescu. Vamos, que estoy muy centroeuropea últimamente en cuanto a lecturas se refiere. Me parece que esta literatura es menos visible que la inglesa, francesa o alemana, pero siempre que me he acercado a ella me ha dejado muy buenas impresiones. Qué lujo tener una amiga tan conocedora de lo que se escribe en Hungría que te pueda aconsejar. Yo por mi parte tomo nota de tus recomendaciones pues son autores que no conocía.
      Que el 2017 te traiga buenas lecturas y principalemente salud y bienestar para ti y los tuyos.
      Un abrazo

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