Al envejecer, los hombres lloran - Jean-Luc Seigle

Me estoy haciendo mayor. Últimamente lo pienso a menudo. Me emociono con facilidad. No, lo estoy contando al revés. Me emociono con facilidad ergo me estoy haciendo mayor. Ese es el hilo de mis pensamientos. Lloro con películas cuando antes nunca lo hacía, acuden las lágrimas a mis ojos con las noticias del telediario. Sí, ya sé que muchas veces la actualidad es para ponerse a llorar y no parar, pero a mí esto antes no me pasaba. Lloraba mucho de niña y siempre me reñían por ello (el mundo no es de los llorones) hasta que un día empecé a tragarme las lágrimas. Estéril tarea la mía, las lágrimas siempre terminan por salir y en mi caso suelen hacerlo a destiempo. Así me va. La niña que un día fui le tiende las manos a la adulta que soy. Por eso pienso que me estoy haciendo mayor, porque envejecer es un poco como volver a la infancia. Pero es que aún soy tan joven... Y entonces llega a mí este título. Ay. "Al envejecer, los hombres lloran". Otra vez ay. Los hombres. Ellos sí que no pueden llorar, qué despliegue de debilidad. Y digo yo que también les hará falta a veces, ¿no? Estoy condenada. Sé que tengo que leer este libro. Todavía no. Los libros son como las lágrimas, vienen a uno cuando ellos quieren. Pero yo sabía que este libro caería. Y cayó. Vaya si cayó. Vaya cómo cayó.
"Al envejecer, los hombres lloran. Era cierto. Quizá llorasen todo lo que no habían llorado en su vida; era el castigo de los hombres duros. Pero él sólo tenía cincuenta y dos años. Cuando la tormenta se disipó dentro de él, esa pena de viejo dejó curiosamente de inquietarlo y acabó incluso por darle serenidad, no en cuanto a su condición de hombre, ni en cuanto a cualquier revelación sobre su capacidad para sentir una emoción, sino en cuanto a la idea de que seguramente se aproximaba el fin."
Estamos a 9 de julio de 1961 en una pequeña población rural francesa cercana a una importante industria de neumáticos. Es un día importante, va a llegar el primer televisor a ese pequeño enclave. La familia Chassing se prepara para recibir ese moderno aparato y sobre todo para ver en él las imágenes del hijo mayor destinado a la guerra de Argelia. Seremos testigos del transcurrir de ese día por los diferentes miembros de esta familia, y de cómo la irrupción de la historia con mayúsculas a través de los rayos catódicos termina por desbaratar la historia con minúsculas de nuestros protagonistas.
"Fue la primera imagen de guerra que entró en una casa que no estaba en guerra."
La novela arranca con Albert, el padre, tendido desnudo en la cama. Albert, que despierta con unas sorprendentes ganas de llorar. A su lado, sobre el mismo colchón, una extraña, su mujer, Suzanne. Sufro un flechazo con Albert. Un flecha lanzada directamente hacia mí desde las primeras páginas de este libro. Ese presentimiento no se desvanece, al contrario, se afianza frase a frase, capítulo a capítulo. Porque Jean-Luc Seigle, autor de esta historia, sigue lanzándome flechas, a mí. Sus frases me explotan por dentro, me dicen tanto con tan poco... Cada mirada de sus personajes, cada gesto, cada pensamiento, contiene una pequeña historia. Y Seigle monta con ellas unas escenas maravillosas. Escenas que vienen de los recuerdos de sus personajes, escenas que conforman ese día que es esta novela.
"Entonces, cuando el cerezo que su abuelo había plantado se cubrió de cerezas en dos semanas hasta el extremo de saturar a hombres y a pájaros, Albert fue el único en comprender que el árbol no tardaría en morir."
Eugenie Grandet. Foto de Chris Drumm
Me llevo a Albert conmigo, sí, se queda conmigo para siempre. Y también a Gilles, su hijo menor. Gilles es hijo de su padre y Henri, el mayor, el que está en Argelia, es hijo de su madre. Porque es así, hay hijos que son de ambos progenitores, pero también hay hijos que son sólo de los padres e hijos que son sólo de las madres. Gilles es en parte un misterio para Albert, pero nuestro HOMBRE (así es como hay que escribirlo, con mayúsculas) hace alarde de una generosidad y valentía que pocas veces se ven en los padres (y madres). Y me conmueve. Mucho. Vosotros también amaréis a Gilles. Lo sé. ¿Sabéis por qué? Porque sois lectores. Y Gilles también lo es. Gilles es un niño que empieza a mirar la vida a través de los libros y a comprender los libros observando la vida. Cuánta latente sensibilidad y sabiduría en ese pequeño cuerpo de diez años.
"Ella, a la que nadie había traído al mundo, había engendrado al hombre de su vida."
Tenemos también a Suzanne, la madre. Ella no se ha quedado instalada en mis entrañas pero no hay que menospreciarla como personaje. Es fascinante y está llena de recovecos. Ay, esa escena junto al estanque. Y por si fuera poco el autor francés nos regala también un ramillete de personajes secundarios. Todos justos y medidos, todos imprescindibles y bordando su papel en esta historia. La madre de Albert, con su fortaleza ancestral y su mente cada vez más lejana pero que aún es capaz de regresar un instante para agarrarte al pasado y a la vida. Y la vieja viuda Morvandieux. La odiaréis, sufriréis un rechazo visceral hacia ella por todo lo que representa, pero es que es maravillosa; esas perlas que suelta, justo en el momento propicio, sin ni siquiera ser ella consciente de que las llevaba dentro. Ay.
"Suzanne no podía comprender la mirada que su marido le echó, porque no podía imaginar que la sesión de intimidad con el cuerpo de su madre había inoculado en él una tristeza particular, la que, en el fragmento de un segundo, permite desgarrar la membrana que a menudo nos separa de la verdad sobre nosotros mismos o sobre los demás, y nos obliga a observar sin concesiones al pequeño mundo que nos rodea."
Soap bubles. Fotografía de the Italian voice
Esta es una historia de continuidad y contraste. Henri en la guerra, como lo estuvo antes su padre en otra guerra, como lo estuvo antes el padre de su padre. Albert, que vive anclado a la tierra de sus antepasados pero que deja su sudor y sus días fundidos a la goma de los neumáticos que ayuda a fabricar. Otra vez Albert, que tiene alma de campesino, y Suzanne, que abraza cada avance que huele a modernidad. La televisión, que iba a traer alegría pero arroja sin concesiones la implacable y oculta realidad. Todo fluye en esta historia con la que nos obsequia Seigle. Magnífico, poético, soberbio. Lo pequeño que se entreteje y crece y crece y se vuelve enorme. Ay, ay, ay Y se encuentra con lo grande y choca y explota. Explota porque la mecha ya estaba ahí, añeja y expectante para cumplir su misión. Ay.
"No me gusta quien soy. No me gusta esta vida, no soy de esta vida, soy de otro tiempo que no he sabido conservar."
Tan sólo puedo ponerle un pero a esta novela. Me sobran sus últimas páginas. Las agradezco, por ofrecerme un capítulo de la historia de Francia que desconocía, pero para mí no aportan nada a la novela. Entiendo lo que nos quiere contar el autor con ellas, considero justa su reivindicación, pero creo que debería de haberlas integrado en el resto y no hacer ese aparte final. Me saca de la magia creada. Pero no importa. Yo tengo muy claro cuál es el punto final de esta historia.
"El cuerpo íntimo de su padre se reveló de una suavidad extrañamente femenina en oposición a su fuerza física, que se le antojó de repente como algo muy ajeno."
El punto final es el fin de las lágrimas de Albert. Las mías siguen, aunque esté en una época de aparente y falsa sequía. Las lágrimas son imprevisibles y asaltan a traición. Pero a mí todavía me queda cuerda, tan sólo es que a veces la vida cansa. Le daría un abrazo a Albert si pudiera. Uno de los de verdad, de los que envuelven y confortan, de los que dan y quitan. Abrazo a Gilles en su lugar, porque sé que en ese abrazo los abarco a los dos. Maravilloso "Al envejecer, los hombres lloran". Maravilloso libro en el que encontrarse y descansar.
"Nunca había deseado llorar tanto como esta noche, porque no eran lágrimas de tristeza, ni de alegría, sino sólo la expresión de algo que le era desconocido, de una increíble pureza que lo lavaba todo."
a double flowering cherry tree_35. Fotografía de ajari





Ficha del libro:
Título: Al envejecer, los hombres lloran
Autor: Jean-Luc Seigle
Traductor: Adolfo García Ortega
Editorial: Seix Barral
Año de publicación: 2013
Nº de páginas: 240


Primeras páginas


Os dejo a continuación el enlace al inicio de esta novela.

Primeras páginas de "Al envejecer, los hombres lloran"

Comentarios

  1. De entrada la editorial me encanta, para mi gusto edita libros muy buenos. Este que nos traes hoy no lo conocía, y creo que puede gustarme mucho. Lo anoto y lo buscaré.

    bsos!

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    1. A mí también me gustan los libros de Seix Barral. Hay editoriales que te dan confianza. Espero que te guste si lo lees.
      Besos!!

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  2. Hola preciosa!
    Yo también me hago mayor, por tonterías me afloran las lagrimas que antes le costaban salir, pero en fin, todo llega, intentare tener pañuelos de papel siempre a mano. Aunque me repita sigo diciendo que me encanta como escribes las reseñas, vendes el libro genial, te entra unas ganas locas de hacerte con él, aunque no sea de mi estilo. Besotes

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    1. Gracias, Violeta.
      Sí, será cuestión de llevar pañuelos siempre a mano.
      Besos!!

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  3. Lo tenía ya en el punto de mira, pero con tu reseña me he terminado de convencer... yo también me debo estar haciendo mayor :)
    Besos!

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    1. Espero que te guste, Laura, que te cale hondo. Ya me contarás.
      Besos!!

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  4. Me encanta cuando comentas libros que ya he leído :) Tengo un recuerdo especial de este en concreto, por varias razones. El libro es de mis prefes. Y Albert (también Gilles, pero sobre todo Albert) un personaje de esos que se te cuela en el corazón y se queda.

    Es curioso, yo también he sido muy llorona de pequeña (mi hermano para hacerme de rabiar me cantaba la canción de la llorona). En verdad nunca he dejado de serlo, aunque últimamente estoy de una flojera excesiva. No lo relacionaba con la edad, con hacerme mayor (que lo soy), lo relaciono con sensibilidad. No es malo llorar, incluso aunque sea por dolor. Llorar limpia.

    Me centro en el libro otra vez. Una de las escenas que más recuerdo, con emoción, aunque hay varias, es cuando Albert lava a su madre. Una escena emotiva y maravillosa.

    Gracias por contarlo así. Un abrazo

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    1. No es malo llorar, al contrario, es necesario. Al final todo hay que sacarlo. Vamos acumulando sufrimiento y experiencias (no sólo malas, también buenas), por eso nos volvemos más receptivos a las emociones de los demás y a todo lo que nos rodea.
      La escena de Albert lavando a su madre es preciosa y significativa. El ciclo de la vida. El hijo haciendo de padre. La mujer fuerte que se ha vuelto dependiente como un bebé. Es un regalo esa intimidad compartida.
      A Albert, como comento, también me lo llevo conmigo. No podía ser de otra manera.
      Gracias a ti por leerlo, comentarlo y compartir tus impresiones sobre el libro.
      Besos!!

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  5. Ya solo con ese título es un libro que llama la atención, lo había visto en otro blog y me había dejado con ganas de leerlo, así que tu reseña es el empujón definitivo
    Besos

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    1. El título llama y tira de uno. Me alegra ser ese empujoncito definitivo. Espero que lo disfrutes.
      Besos!!

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  6. De entrada, el título prenda, la reseña se suma a ello Muy buena sugerencia.
    Buenas tardes :)

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    1. El título es verdad que invita a leer el libro y cuando lo lees te encuentras una historia preciosa y que cala hondo. Me alegra que te haya gustado la reseña y espero que disfrutes del libro si te animas a leerlo.
      Besos!!

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  7. No conocía el título y por tu descripción me ha parecido maravilloso, recordándome a otros títulos que también calan de esa forma tan íntima. Gracias por descubrírmelo, lo buscaré e intentaré leerlo pronto ;)

    Un saludo.

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    1. Sí, es un libro muy íntimo y con una fuerte carga emocional. Espero que puedas leerlo pronto y que lo disfrutes.
      Saludos.

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  8. Menuda reseña... tus introducciones son siempre maravillosas. Pero además has conseguido que tenga unas ganas locas de conocer a Albert y hacerlo también mío.
    Me lo llevo apuntadísimo.
    Un beso.

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    1. Es que Albert es un personaje maravilloso que cala hondo. Espero que te guste tanto como a mí.
      Besos!!

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  9. Buen libro y buenas frases! Lo he visto mucho en la pasada feria del libro, espero darle una oportunidad, hace tiempo que no leo algo así. Saludos.

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    1. Buen libro. Buenas frases que te bombardean. Espero que puedas leerlo. Ya me contarás.
      Besso!!

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  10. Enhorabuena por la reseña, la primera que leo de este libro pero con lo que cuentas es más que suficiente para llevarmelo apuntado. Un beso

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    1. Gracias, Rocío. El libro es precioso. Espero que así lo sientas cuando lo leas.
      Besos!!

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  11. Yo también le daría un abrazo¡¡¡
    me encanta tu reseña y espero poder
    darle una oportunidad a este libro¡¡¡¡
    genial¡¡¡¡ un beso¡¡¡

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  12. "Los libros son como las lágrimas, vienen a uno cuando ellos quieren". Muy cierto. Qué reseña más sentida. Es imposible resistirse, además creo que yo también soy de las cada vez más lloronas y llorones. Es la vida, supongo. "Maravilloso libro en el que encontrarse y descansar". Nada menos!! Lo leeré seguro. Besos :)

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    1. Sí, supongo que es la vida, Laura. El libro es precioso, muy íntimo, delicado, sutil, difícil de olvidar. Estoy segura de que tú también te vas a llevar a Albert contigo para siempre.
      Besos!!

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  13. Preciosa reseña, de verdad: esa introducción ha sido maravillosa (lo del mundo no es para los llorones me ha llegado). Creo que este libro que presentas me puede gustar ahora que has desentrañado un poco su interior, porque a primera vista no me llamaba... Pero lo dejaré para más adelante, que ahora sólo me apetecen libros que me distraigan lo máximo posible. 1beso!

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    1. Este no es un libro precisamente para evadirse, así que si crees que no es el momento haces bien en dejarlo para más adelante. Me alegra haber conseguido tu atención sobre este libro. Espero que lo disfrutes.
      Besos!!

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  14. Definitivamente, leer algunas reseñas me mata. Cuando son de libros que, de alguna manera, ya me han llamado la atención y me encuentro una recomendación entusiasta... entonces, sé que tendré que pasar por él, ahora o dentro de un año, pero no me quedará otra que caer...
    Gracias.

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    1. El libro llegará a ti cuando tenga que llegar. Me alegra que te haya gustado la reseña.
      Besos!!

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  15. Buff... Pinta de miedo. Lo cierto es que no lo conocía pero sé que me va a gustar.
    Gracias por dármelo a conocer.
    ¡Nos leemos! :)

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    1. Gracias a ti por pasarte. Espero que te guste si te animas.
      Besos!!

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  16. Yo también quiero conocer y abrazar a Albert.
    Me he sentido identificada con la introducción, yo también estoy muy sensible últimamente aunque no lo había asociado a la edad. Reconozco que no me gusta llorar porque una vez empiezo no puedo parar, pero es totalmente necesario y renovador de algún modo, así que siempre que pueda lo haré que luego duermo mejor.
    Preciosa tu reseña, gracias por compartirla.
    Besotes.

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    1. Gracias a ti por pasarte a leerla. Sí, llorar es necesario, limpia. Espero que tengas la oportunidad de conocer y abrazar a Albert.
      Besos!!

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  17. Otro que me llevo a la lista de pendientes. Preciosa reseña, como siempre!.
    Besos guapísima!.

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    1. Para mí ha sido una lectura muy especial. Es de esos libros que tienen frase que parecen que están escritas para ti. Y además es precioso. Espero que te guste.
      Besos!!

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  18. ¡Hola Lorena! Pues que me he pasado por aquí para conocer a Gilles, me dejaste con las ganas de saber quién era y porqué le debes tu lectura actual. Me atrae bastante, seguramente yo también sentiría un flechazo por Albert. Es muy probable que en un futuro lo lea y seguramente yo también lloraré. Llorar dicen que es bueno, que no lo es tragarse las lágrimas, así que si el hacerte mayor consigue que las saques afuera con mayor frecuencia, pues bien ¿no?
    ¿Sabes? Yo siempre he sido y soy muy llorona aunque a veces pienso que con la edad me cuesta más llorar (lo contrario que te pasa a ti)
    Sé que esta novela no es para leerla ahora, en el momento actual, porque eso de que haya guerras de trasfondo en estos momentos de pandemia, igual mejor para mas adelante
    Besos

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    1. Yo sigo adorando a Albert. Esta novela es para mí una de esas lecturas especiales que todos los lectores tenemos. Creo que te gustaría.

      De niña era muy llorona. De hecho cuando me peleaba con mis hermanos mis padres siempre me reñían por llorar por nada. Uno deja de llorar cuando es adulto, supongo que porque nos enseñan que es muestra de debilidad y, sin embargo, es tan necesario. Estos últimos años me he vuelto muy empática y me emociono con facilidad, supongo que es el cúmulo de experiencias vividas. Pero es un llorar bajito, un asomar la humedad a los ojos y aguantar el nudo. Eso sí, cuando me pongo, me pongo y lloro todo lo acumulado. Lo llamo llorar a destiempo.

      Gracias por acercarte a conocer a Albert y a Gilles.

      Besos

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